CAPÍTULO OCTAVO TANTO GUSTO La mayoría de las personas que hablan sobre la moral y de la moralidad suelen referirse al sexo. Esto no quiere decir que cada vez que hablemos de ellas tengamos que referirnos a eso, porque en el sexo hay de inmoral lo mismo que en cualquier otra actividad cotidiana. Las personas que dicen que ven en el sexo una gran inmoralidad es porque tienen miedo al placer. Los puritanos, por ejemplo, piensan que si vivimos bien hay que pasarlo mal, y si lo estamos pasando mal, es porque estamos viviendo como tenemos que vivir, es decir bien. Esto para mí es ser masoquista, pues rehusar del placer es algo estúpido cuando se puede tener. Debemos disfrutar de los placeres de la vida y vivir el momento (como decían los antiguos romanos: carpe diem). Además tenemos que recordar siempre que lo más placentero es saber cómo disfrutar de todo lo que nos rodea. Disfrutar de los placeres de la vida de la mejor manera posible nos hace felices, y así conseguimos alegría. Debemos tener templanza y saber poner los placeres al servicio de la alegría. Pero también hay que tener en cuenta, que como todo en exceso, hay que controlarlos para que no nos hagan daño nunca. El autor de este capítulo explica que la sexualidad del ser humano se cree que está enfocada a la relación sexual, por lo que es un tema que muchas veces se ve como algo amoral o inmoral, porque se asocia a algo que no debe ser mostrado a la luz de todos, por lo que depende de su uso. El cuerpo está hecho para disfrutar, por lo que los miedos o tabúes no son más que el miedo al placer. Aquel que se empeña en no gozar porque piensa que alguien lo está pasando mal, lo único que logra es amargarse la vida. Estos son los puritanos, los cuales piensan que algo es bueno cuando no les gusta hacerlo. El placer es algo que no se deja de lado, pero el mismo llega a ser culposo porque no se saben cuáles son los límites de hasta dónde puede llegar, por lo que hay que darle el uso necesario, pero sin abusar del mismo; sabemos que su límite es cuando perjudica, que es cuando ya no da la alegría cotidiana. Para vivir bien la vida es necesaria la alegría, por lo que hay que disfrutar los placeres de la vida, sean cuales sean, porque existen para aceptarlos y disfrutarlos. Hay que ayudar a los demás cuando lo necesitan, pero no hay que lamentarse por no estar pasándolo mal con ellos. Muchas veces lo moral y amoral se ve relacionado con el tema sexual, por lo que desde ese punto de vista, el placer y el gozo de la vida de cualquier ser humano puede ser catalogado de bueno o malo dependiendo de las características o creencias de la persona que esté mirando acerca del sexo. Según él, el sexo es algo común a los seres humanos que la gente oculta tras la idea de lo inmoral. El placer puede ser algo positivo ya que mejora la vida, y a su vez puede convertir el hombre en animal, pero los animales lo usan sólo para procrear, en cambio el hombre lo usa para diferentes fines positivos lo que resulta más humano. Los puritanos son aquellos que tienen miedo al placer, sienten que así lo pasan mal; en caso contrario están aquellos que saborean los placeres del presente (el famoso “Carpe diem”), pero a su vez tener control sobre ellos, haciendo la diferencia entre su uso que es capaz de enriquecer la vida, y el abuso que la empobrece, siempre con responsabilidad. El placer de sentirse culpables por abusar de ellos es para los que desean un castigo, lo contrario que la Templanza, que pone el placer al servicio de la alegría. El placer es una manera moral para vivir la buena vida y que no se le debe tener miedo, ayudando a alcanzar la plenitud, dando como resultado no sentirse esclavos de los mismos placeres. Please download full document at www.DOCFOC.com Thanks