ncrrric q —ore—iroroar • n rrta asediar esencias sdlo accesibles t o f las vias desprevenidas d e l instinto. Dentro d<* tal intención P arís aparece enton­ ces conto un e.xUio tisnsitorio. En P aris se busca la libertad, / se la e s cuentra, aunque no Se tarde en descu­ b rir su dolorosa vaciedad. Para el latinoam ericano de hoy. ese mundo hlpercivilizad o es pura nata, alejad o coR)o tal de una n«adVe naturalexa a la ue seguimos p citcnecien do pese a too. L a estructura m u sic»! adoptada, con andantes, alearos 7 adagios, culm ina casi siem pre, a ios buenas o a las ma­ las, a m odo d e estrepitosa disonancia, con la frase "a punto d e reventar'*, I>a ruptura de U Hnea d e l tiem po con los retornos ttí<n«idos a la o«l>*í*tad 7 al descubrimiento del mundo • Buenos Aires, nos procura p or otr* parto lo ue parece qu erer ser o tro htio conuctor. "K id Ñandubay*’ es mucho más ela­ borado y coherente com o f'-erciclo de estilo y de idiosincrasia. E l lunfardo, e l macbismo. la vida d e (íoeas y de grataxolas (callshios 7 punipj!stas>. con su mundo estrrcto de uint moralidad tan respetable com o la «jue m áf, esl^n evocados con una vcrdf^d y itn calor (|ue no necesitan ninguna o v a clase de cosmética. L e f r u s t r a d ^ de las ilu ­ siones de triu nfo d e es« ’ñ a n d u b a y " a qu^ vin o a par^r Jacobo Berslcdn. no por inaceptsda e » menos patética, o tal vex lo es más por eso mismo. A au ' la vacuidad, p or ser p re s ta m e n te de* liberada, resulta loerada literariam eote. Usa para e llo algunos d e los recursos de M anu el P u lg <pastiche d e l lencuaje periodístico, asi com o d e los lugares comunes la conversación coti<riaca q u e se fija n e s tics psicol6 ilicos). hasta dar un r e lie v e vigoroso a • B ern a rd o Kordtyn: A P LTiiTO DB lo que en é) es usa obsesión: la vtda R E V E Í/ T A R . Losada. B nenos A iporteAa. los b rrrlos. los Upo», -sin me­ fes. 1071. 16» ftp. lla de costumbTi«mo f ^ f l . P e ro más N C L V T E este )ib ro d o « relatos d e alUi de <^os hallazgos Ko~don apunta K ord oo. cscTltos a m b o » e o prim era con certeza con vin cen te a la misma p cn on a. es ^ p rim ero condición humana. P a ra e l porteño guien habla es e l au tor mismo, en el enaienado. lo urgente e » v tv ir. erccr sesxmdo es un porteño de arrabal as­ en la vida, pase lo qtie case, exorcisar p iran te a b oxeador, la re v e la c ió a de como se pueda e? reventón c|ue se a v e ­ cu>'a nacionalidad es nu eva d ecina. K<e *'a punto de reventar** poede rocMctraeióB d e l p o d e r aglutin ante de- ser tam bién un punto de partida, y K ord on lo asume con la sensibilidad B u e n o r A ires. Esa d iferencia ó > enfo* r)ue DO oculta lo que ambos cuentos cwíNíerbsda i?»l p ortefio que necesita tienen e o com ún: el ansia de v o lv e r a exaltar y supe’^ r su condición, v o l­ viendo a ser ham bre de pueblo sin un Buenos A ire s soñado com o s! fuera de verdad, lu ego d e ana huida deseada vuelta de hoja. 'Pviede asi escrib ir con casi in fa lib le precisión, desde que ve y angustiosa a la vez. D escribo e l p rim er cneato m om entos las coses m alas d csd « fuera, sin salirse —eso nunca— d e l rep ertorio d e lo qu® salientes d e un p erip lo apasionado: C h ile. B rasil. París, son etapas dis­ el pueblo hace un poco entre suecos. A l ftn d el p rim er cuento nos quedan continuas d e una recorrida in terio r 7 dos im ágenes en las ou e se concreta e x te r io r a l m ism o tin n p o. S i « « resistran caraeteristicas locales (m acum - la ambigua ansiedad d'<'i auto**: en p ri­ ba brasileña, terrem otos chilenos, las m er lugar, la d e ] preso conducido en descomunales borracheras d e los rotos> e l codti« celu lar que. p o r un minúsculo n o es p o r em palagar nuestra av id e z agfujero. trata ansiosamente d e v o lv e r con. exotism os llam ativos, n o o a fin de » v^r la ca lle on^rida. con « • 3 á DEL PUEBLO Y DEL MUNDO I 7 con sti luz, pero que aólo p c rc ib « un fu lg o r q u e no le s irv e » i siquiqra como m sinuacióo; una necesidad im ­ placable de seres reales v iv o s en su salsa, aunque sea en e «e mundo <{ae parece empecinado en bcñrar todos Ids rostros. En segundo lugar, s i iin a l del n*iato. e l reencuentro consigo m ism o en el espejo de un bar, sin que en­ cuentre a lli ninguna salida para esa búsqueda al t » i ^ e d e la destrucción de uno m ism o / d el mundo. El autor sólo encuentra en sí m ism o — en el es­ pejo— la dolorosa sorpresa d « ser sim­ plem ente un v ie jo , sin claves a la v is ­ ta. Es com o si ya estu viera reventado stn haberse dado cu m ta. >>ueva de­ mostración de que e l pesimismo puede ren dir mucho literariam ente, aunque vit&lm aote no sirva para nada. W A ftM tM O T O rf U O C KVART