Reflejos abierta a nuestro pu eblo Solem os d ecir que la tran sm isió n de p ensam ientos no pasa de ser u n a coincidencia casual, a u n q u e la verdad es que todos nos hem os so rp re n d id o en m ás de una ocasión, cantando «por dentro» la m ism a canción q u e, tam b ién p ara sí, estaba im ag in an d o entonces nuestro am igo. No sabem os si esto viene al caso, pero resulta que tam bién es una co incid encia el que después de que n oso tros hayam os p ro m o vido una encuesta en tre los p resid en tes de las sociedades de R e n te ría, con el pensam iento d irig id o hacia una nueva a g rup ación de carácter c u ltu ra l, recibam o s esta «carta abierta» que expresa el m ism o deseo de elevación, y que nos dice qu e el m o vim ien to p o r el que p ro p u g nábam os ha tenido ya, p or o tro lad o , su in iciació n y con unas características de decisió n y v o lu n ta d q ue, si de o tro m odo no supiéram o s calificarlo, deberíam o s llam arlo v aliente. La p u blicam os con m ucho gusto y con el deseo de que un o s y otros se e n cu e n tre n para que llegue a ser realid ad lo que todos deseam os para R e n te ría. Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Lu bondad, Señor, para esa pobre vieja. Yo la vi el otro día en la calle y quise h acerle una frase bonita. Dije que llevaba hilachas de vida enredadas en sus ojos inconcretos. Hoy la he visto otra vez, Señor, y la he pedido perdón por mi petulancia; pero te traigo a ti mi frase gongoriana, para que Tú la veas. Con su saco de años la he visto en la puerta del H ospital... E ra una bola pequeña de trapos pardos, canija y patizam ba. Al andar se le movía la carne de los párpados, y .el labio le colgaba de la boca amarga, apenas definida. Y luego, Señor, ¡aquellas líneas innum erables que cruzaban su cara„ m arcando los focos de su an g u stia...! ¡Y aquellas manos, aquellas manos azules que tem blaban abrazando .el h a rap o ...! Nadie la conoce, pero todos se apartan de su lado. No hay más que m irarla, Jesús, es el resto am bulante de una pobre m ujeruca. Tú que la viste desde el principio, dim e: ¿C uántas veces la viste sonreír? x¡- x¡Aquella abuelita es linda y dim inuta como una porcelana. Tiene unos ojillos alegres y la cara pálida y blandam ente tersa como una manzana que ha perdido su frescura sin perder lozanía. Al cam inar, Señor, la gente la quiere,, porque a esa, sí, a esa la conocen todos, incluso yo; y te puedo asegurar que es una m ujer buena. Fue buena de niña, en su colegio de m onjas; de mayor, buena esposa para aquel hombre excelente que es su m arido; buena m adre, y siem pre una excelente cristiana. Ahora los hijos viven lejos, y .ella y su m arido están solos en ese chalet que se lia quedado pequeño dentro de la ciudad. Tiene su capitalito, y como Tú,, Señor, la diste un bello corazón, trata de rem ediar las desgracias que le rodean. Pero ¿p ara qué te voy a h ab lar de ella, si Tú con ccs de sobra su bondad? Pero dime„ ¿cu án tas veces la viste sin su hermosa sonrisa? Jí- £ «Hoy en misa ha predicado un cura redondo. Dijo cosas muy grandes con palabras rotundas y llenas de vigor. H abló de lu grandeza infinita, ¡Dios m ío!, y de nuestra m ísera pequeñez; y uniendo las dos cosas dijo que nuestro pecado era infinito y requería una satisfacción infinita. Luego habló de tu justicia. ¡Qué gran orador el cura redondo, Jesús! ¡Qué m agnífico y solemne le pintó rodeado de ángeles, con una espada de fuego en la diestra y una balanza inexorable en la siniestra! M iré a mis dos viejas. U na seguía rezando cándidam ente, ofrecién- dote su herm osa sonrisa. La otra salió de la iglesia y al pasar junto a mí, vi sus ojos nublados de miedo, tan viejos, que no vio aquella imagen tuya del altar lateral. Aquélla que sólo tenía en las manos dos clavos m anchados de sangre. «J.» E l manifiesto dice así: E stam os seguros de tram ar algo im p o rta n te . N os kan dich o que lo que nos pro p o n em o s es p u n to m enos que im p o sib le , y es po r ello p o r lo que nos a trevem os a p roseguir, p ersuadidos de la en orm e trascendencia de la obra q u e com enzam os. A l grano. In te n ta m o s, con la colaboración de todo el vecindario, hacer de R e n tería un lugar sano, alegre, culto , de m e n ta lid a d m oderna in te lig e n te m e n te abierta a los cuatro p u n to s cardinales. ¿ Im p o s ib le ...? ¡N O ! Si todos nos percatáram os de las m aravillosas consecuencias q ue se seguirían de u nirnos todos en pos de esta m aravillosa m eta. Es claro que no se nos oculta la serie de obstáculos y d ific u lta d es de todo tip o q ue habrem o s de salvar; naturales e im p rescin d ib le s para que com o toda im p r e s a h u m a n a , vaya ésta a d q u irien d o p ersonalidad precisam en te a través de la lu ch a que im p lica n estos escollos. Y siguiendo el hilo de esta r e fle x ió n , querem o s hacer resaltar la más odiosa de las cargas que Iin d efectib lem e n te h a brem os de pechar, cual es: LA CARGA HUM ANA NEGATIVA de los p e r fectos, de los in tocables, de ... C reem os fir m e m e n te qu e el h o m b re , atenazado p o r todos tos costados, in flu en cia d o p o r una presión social a sfixia n te y heredero de una tradición saturada en parte del más bajo de los m aterialism os, am én de m a lv iv ir bajo unas co ndiciones de vida, para los más no acorde con su d ig n id a d d e h o m bres libres, hacen de éstos fá cil presa, red u cién d o lo s en dem asiados c a so s a la m ás m ín im a expresión hu m an a. ¡C uánto de buen o no habrá d o rm id o q ue no se exterio riza , que no in te gra nuestra p ersonalidad m alograda m u ch ísim a s veces po r una im p e rd o n a b le desidia cuando no po r una crim in a l postura egoísta de una sociedad a veces con m en ta lid a d de caracol! ¿ T en em o s d erecho a perm an ecer im p a sib les en este a m b ie n te q u e d estru y e y d espersonaliza al h o m b re sin pied ad ? A ta q u em o s el a m b ie n te d ecidid o s a em p ren d erla con todo lo que nos estorba, pero u nidos y con calm a, con co nfian za, perseverantes, com enza nd o por nosotros m ism os, cada uno con su situación concreta, con su p r o b le m a ... N uestra p rim era etapa, etapa de divulgación viva, espontánea, la natural d en tro del a m b ie n te de cada uno, p u ed e considerarse c u m p lid a po r el sim p le hecho de asom arnos a la R evista . C u m p lid o , pu es, nuestro p rim e r plazo, proced erem o s a la legalización de nuestro m o v im ie n to , m arcando ya d ecid id o s nuestros p rim ero s o b jetivo s, para así fu n cio n a r com o un cuerpo orgánico q ue ca m in e derecho I r a s una aspiración concreta q ue llene un va c ío ..., q ue a livie una situ a c ió n ..., que rom pa unos m o ld e s ..., q u e ... T e n em o s ya una serie de o b je tivo s en estu dio , pero no vam os a decirlo todo a la p rim era . Sin más por h o y , nos d esp ed im o s hasta m u y p ro n to , seguros d e que cuando nos presen tem o s de nu evo com o m o v im ie n to vivo , organizado y con ansias de crecer en vosotros — ho m b res y m u je re s — llevarem os a cabo entre todos, algo grande que R en tería nos lo agradecerá siem pre. A — 20 s o c ia c ió n d i -: F o m e n t o C u l t u r a l