sobre la soberana popular

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SOBRE LA SOBERANÍA POPULAR
Aníbal Romero
(El Nacional)
24.12.08
Los temas de la reelección indefinida y de la enmienda constitucional se
enmarcan en un ámbito amplio, vinculado al concepto de soberanía popular.
De acuerdo con uno de los nuevos Gobernadores regionales oficialistas, la
Asamblea Nacional “se equivocó” cuando aprobó la Constitución vigente: “La
enmienda sólo va a corregir el error que se cometió en 1999. Estamos seguros
de que el pueblo quiere que en diciembre de 2012 Chávez se quede en la
Presidencia de Venezuela…Le pusimos límite a la soberanía, al poder de
nuestro pueblo. Hay que asumir los errores, el pueblo es quien debe tomar esa
decisión”.
Estas aseveraciones ponen de manifiesto varios desatinos. En primer término,
pierden de vista que una soberanía popular ilimitada se convierte con facilidad
en sinónimo de opresión, pues las mayorías circunstanciales, actuando sin
límites, son con frecuencia capaces, y están en ocasiones deseosas, de
someter a las minorías. Por ello, la libertad del ser humano exige que las
decisiones de la mayoría deriven su autoridad de un acuerdo más amplio en
torno a principios inviolables, ni siquiera por la voluntad de los que en un
momento coyuntural posean la mayoría democrática y detenten el poder
legítimo.
Resulta difícil para nuestros actuales gobernantes entender que toda
soberanía, por su esencia misma como principio de acción en contextos
complejos y plurales (una sociedad o un conjunto de Estados), requiere de
límites. Tampoco captan que en un futuro ellos mismos seguramente se
hallarán en minoría, y en consecuencia podrían sufrir los efectos de una
soberanía ilimitada ejercida por otros. Si un determinado grupo en el seno de la
sociedad posee soberanía ilimitada, el resto estará a la merced de cualquier
capricho de quienes mandan. De igual manera, si un Estado aspira a la
seguridad absoluta en el ámbito internacional, los demás se encontrarán, por
consiguiente, absolutamente inseguros.
De todo lo anterior se deriva una sencilla conclusión: la pretensión del actual
régimen de cambiar a su antojo la Constitución que ellos mismos, hasta hace
poco, llamaban “la mejor del mundo”, así como su evidente determinación
dirigida a perpetuarse indefinidamente en el poder, comprueban que los
venezolanos estamos sometidos a una voluntad política tiránica, que desprecia
los límites a la soberanía y por lo tanto quiebra el pacto social, es decir, los
principios que garantizan la libertad y el pluralismo.
En segundo lugar, las declaraciones y la propaganda de los voceros del
régimen y de los medios de comunicación oficialistas, evidencia un profundo
desconocimiento de nuestra historia republicana, así como de sus más
significativas lecciones. Menciono dos: Por un lado, que después de más de
dos docenas de Constituciones y de una historia signada por la turbulencia, es
tiempo de enseriarse y comprender la importancia vital de la estabilidad jurídica
y del respeto a los derechos comunes, para que Venezuela logre avanzar en
lugar reproducir los abusos del poder. Por otro lado, nuestros actuales
gobernantes olvidan que algún día, temprano o tarde, el poder que ahora usan
con tanta arbitrariedad y descaro ya no estará en sus manos, y el vuelco de la
historia les tomará con la conciencia herida por los múltiples rastros del
despotismo.
La total ausencia de sentido de las proporciones que a diario exhiben el
Presidente Chávez y sus más notorios seguidores, su incapacidad para
vislumbrar un posible fin, a mediano o largo plazo, de su poder actual, y la
consecuente importancia de controlarse y restaurar la malograda unidad entre
los venezolanos, revela una pérdida del autodominio y una ausencia de sentido
histórico, que les augura severas frustraciones y un triste destino.
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