“¿Es posible un estado y una escuela laica

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“¿Es posible un estado y una escuela laica?”
Juan José Tamayo
Tamayo invitó al auditorio a hacer un recorrido por la reciente
historia de nuestro país, a través del análisis de cuatro transiciones:
la política, la autonómica, la cultural y la religiosa.
Considera que la transición política de la dictadura a la democracia
se ha desarrollado de manera razonable y con la participación de
todos. Una transición política y sin sobresaltos, que culmina con la
reciente Ley de la Memoria Histórica y que valora positivamente,
porque entiende que “sin memoria no hay democracia”.
La transición autonómica también se ha producido con normalidad.
Las autonomías han contribuido a atender mejor las necesidades de
los ciudadanos y, sobre todo, han permitido el reconocimiento de la
diversidad cultural, sin llegar a discursos identitarios cerrados. La
transición cultural se ha dado en unas condiciones muy adecuadas y
nos ha permitido avanzar a la modernidad y a la posmodernidad.
Sin
embargo,
considera
que
la
transición
religiosa
del
nacionalcatolicismo al Estado laico no ha evolucionado de la misma
manera. Se han producido avances, pero cree que no suficientes. En
el campo legislativo se han aprobado algunas leyes, “con malestar
por parte de las jerarquías católicas”: ley del divorcio, interrupción
del embarazo y, últimamente, la del matrimonio entre personas del
mismo sexo. Aún así, dice que “los avances pasan por momentos de
congelación e incluso de retroceso”.
Se refirió a la sociedad española, a la que le atribuye tres
características:
En primer lugar, se trata de una sociedad secularizada, emancipada
de toda tutela religiosa, en la que se percibe, claramente, una doble
secularización. Una objetiva, como lo constata el hecho de que
España sea uno de los países más secularizados de Europa. La
mayor parte de los sociólogos coinciden en esto, incluso muchos
hablan de la secularización interna de la Iglesia. Por otro lado se
percibe una secularización subjetiva: la de la conciencia. Prueba de
ello es que “ni los propios católicos siguen las prescripciones de la
Iglesia en temas, como sexualidad, pareja, evolución genética, o
posiciones
políticas”.
Matiza
que,
precisamente
en
esta
secularización subjetiva, es donde se visualizan más cambios en el
colectivo de las mujeres.
La segunda característica de la sociedad española es la indiferencia
religiosa, con un claro avance del ateísmo y del agnosticismo.
Tamayo reconoce como tercera característica “el hecho religioso
multidiverso”.
Hemos
multiculturalidad. El
pasado
de
acontecimiento
la
religión
más
única
importante
a
la
en
la
actualidad es el retorno del Islam, a través de la inmigración, pero
también de la conversión. Ello genera una nueva corriente: el
Euroislam. Hoy se percibe cierta aceptación de las normas y
costumbres reformistas, que cohabitan con las propias creencias
religiosas y culturales. Una muestra de ello son los dos congresos de
feminismo islámico, ya celebrados, y un tercero que está a punto de
convocarse. Por otra parte, considera muy interesante la iniciativa
del Estado Español en favor del diálogo entre creencias religiosas.
Algo de especial relevancia porque el diálogo se da, no sólo entre
líderes religiosos, sino también entre comunidades, lo que
contribuye a una mejor convivencia.
“En estos momentos una parte importante de la Iglesia se siente
incómoda en la democracia” –de esta manera volvía al tema de la
transición religiosa--. “La Iglesia no ha asumido la división de
poderes, más bien, un sector de la jerarquía católica y de grupos
conservadores se erigen en el cuarto poder y tratan de deslegitimar
la democracia”. “Con este objetivo les hemos visto en grandes
concentraciones y manifestaciones”. Así mismo, dice que otra
estrategia para erigirse en el cuarto poder la observamos en “la
constante apelación a la ley natural”. Con frecuencia escuchamos
“Esta ley no se puede aprobar porque es contraria a la ley natural”,
lo que --según él-- deja ver su consideración de que la ley debe ser
acorde con la Iglesia.
Una tercera estrategia es la confesionalización de las instituciones
públicas, más concretamente de la escuela, a través de la enseñanza
de la religión y de la adaptación de la asignatura Educación para la
ciudadanía, que trata de llevarla hacia “la evangelización y la
catequesis”. La cuarta es la reclamación de la financiación para las
actividades religiosas.
En sus conclusiones a este punto, Tamayo explica que la Iglesia
concibe la moral en el paradigma de las prohibiciones y el no a los
derechos. “Dice no a las relaciones extramatrimoniales, a los
anticonceptivos, a la masturbación, al divorcio, a la comunión de los
divorciados, a la igualdad de la mujer; y dice sí a la castidad”.
A continuación se refirió a los obstáculos que impiden alcanzar un
verdadero Estado laico. Considera que el primer obstáculo está en la
propia Constitución, que en su artículo 16.3 da preferencia a la
religión católica. Es, según él, la primera ley que ratifica esto. Por
otro lado, entiende que los acuerdos con la Santa Sede, alcanzados
en
1979,
son
“preconstitucionales
y,
posiblemente,
anticonstitucionales”. La Ley Orgánica de Libertad Religiosa no
afecta a la religión católica, más bien la convierte en religión de
primera categoría por los acuerdos mencionados.
En otro orden, los 15.000 profesores de Religión Católica son
elegidos por los representantes religiosos y son cesados “cuando se
considera que no cumplen con su misión evangélica”.
Cree que la financiación estaba mejor planteada en los Acuerdos con
la Santa Sede, porque a partir de 2006 se aprueba un nuevo acuerdo,
que eleva sus privilegios a carácter definitivo y en la declaración de
la renta se pasa del 0,5 al 0,7.
Cerró su intervención con algunas propuestas para contribuir a la
construcción de una escuela laica:
- Necesidad de una educación cívica basada en una escuela
laica. De ahí que considere muy acertada la ley que establece
la materia Educación para la ciudadanía. Pero entiende que la
ciudadanía “hay que etiquetarla, calificarla”, y que para él las
mejores calificaciones son: intercultural, interreligiosa, basada
en el diálogo e igualitaria.
- Elaboración de una ley de libertad religiosa que respete otras
religiones diferentes a la dominante, y también el “derecho a
creer y a no creer”.
- Revisar los acuerdos con la Santa Sede y los acuerdos con las
religiones de notorio arraigo, que “atan de pies y manos a
todos los gobiernos”, además de suprimir la financiación y no
extenderla a otras religiones.
- Eliminar de la enseñanza la educación confesional, sobre todo
de la escuela pública. Reivindica un tratamiento laico de las
religiones, como componente de las culturas.
- Elaborar, desde el punto de vista legal, un estatuto de la
laicidad.
Juan José Tamayo cree que estas propuestas deben respetarse,
porque si se cumple esto es posible un estado laico y la
construcción de ciudadanía. Claro que para ello, dice, se necesita
“voluntad
política,
colaboración
participación de las religiones”.
Gena Borrajo
de
los
ciudadanos
y
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