COMISIÓN VISIÓN DE PAÍS IGLESIA Y ESTADO: HACIA UNA SANA COOPERACIÓN POR EL BIEN COMÚN Y LA DIGNIDAD HUMANA La Asamblea Constituyente no sólo es el escenario donde un nuevo país y una nueva sociedad se están gestando, sino que es la continuidad de un proceso ya largo de transformación, que tiene como hilo conductor la dignidad humana y la emancipación social. Lo propio de la Asamblea Constituyente no es “crear de la nada” los principios, valores y normas que orienten nuestra convivencia e iluminen nuestra búsqueda del bien común. Se espera que los Asambleístas contemplen y se acerquen a las expresiones de distintas personas, mujeres y varones, organizaciones, movimientos sociales e instituciones que tienen el deseo de contribuir a este proceso con sus propuestas. Estamos seguros de que hay el esfuerzo en todos por crear un clima de escucha y diálogo, de convencido propósito de aportar desde nuestra historia; pero también del sentido de humildad que nos sugiere renunciar cuando la razón no está de nuestro lado. Por ello, junto a nuestro saludo fraterno, nos animamos a traerles esta proposición, para que la escuchen, la reflexionen y la consideren. Ya es otro tiempo… Los bolivianos, hombres y mujeres de distintas nacionalidades, con distinta identidad cultural, no sólo tenemos una gloriosa historia que recordar y contar, sino una gran historia que construir. Sabemos que una manera de mantenernos vivos en el presente y sentir cómo nos envuelve la esperanza del futuro, es haciendo memoria de nuestro pasado. Allí encontraremos los signos de los tiempos, las alegrías y tristezas que han marcado significativamente nuestra conciencia colectiva. En este contexto, son miles las personas que resaltan por su incansable trabajo en favor del bien común. Algunas veces, estas personas se han equivocado; y otras veces, no han sabido reconocer sus equivocaciones. Y aún así, no dejaron de ser una gracia abundante para nuestro presente. La Iglesia Católica, presente a lo largo de la historia de los pueblos de Amerindia, antes y después de la República, ha experimentado profundas y variadas transformaciones. No se trata de una Institución homogénea, sino que refleja, al mismo tiempo que unidad, mucha diversidad. Ha acompañado y encarnado, también de múltiples formas, la historia de los pueblos de estas tierras. Es importante reconocer que la historia eclesial y la historia de su relación con los pueblos, a nuestro juicio, está cargada de muchos aspectos positivos; pero también de aspectos negativos y tristes. Es cierto, no podemos juzgar el pasado con los lentes de nuestra época; pero sí podemos aprender de él. Y aún así, no es sano fijarnos en nuestra historia desde lo bueno o malo que pudo haber sido, sino desde lo importante y significativo que es para nuestro presente. En este sentido nos animamos a decir que la historia de la Iglesia Católica es la historia de Bolivia; y que las historias de los pueblos indígenas-originarios, son también historias de la diversidad de la Iglesia Católica presente en ellos. El momento actual nos revela como signo que “ya es otro tiempo el presente” y que, por muchas razones, tenemos la oportunidad de revisarnos, examinarnos y conocernos mejor, con el único objetivo de mejorarnos unos a otros en la tarea de servir a los demás. Los muchos católicos y católicas, gente llena de fe, esperanza y compromiso, vemos a veces con incertidumbre, a veces con ilusión, este tiempo de transformación. Pero, de ninguna manera, nos ubicamos en contra de la construcción de “otra Bolivia”, más justa, más solidaria y más digna. Por esta razón, hemos apoyado este proceso, no sólo en el discurso, sino también en la práctica. Tampoco sólo por adhesión, sino por convicción y convencimiento, fruto de nuestra fe en Jesucristo y de nuestras experiencias e ilusiones propias. Pluralismo y diversidad religiosa Sabemos que el pluralismo no sólo es una descripción fenomenológica de la diversidad, ya sea cultural, política, social o religiosa, sino que es un “bien común”, un principio rector de nuestra convivencia. En este sentido, los tiempos actuales no sólo nos llevan a reconocer las diferentes expresiones y cosmovisiones religiosas, sino a valorarlas con el compromiso de interactuar con ellas y aprender de ellas. Así como la diversidad cultural, la diversidad religiosa se constituye en un presupuesto del desarrollo humano. Se trata de un presupuesto que no se puede negar sólo por una opción personal o política, incluso, resultaría fatídico para el bienestar común negar esa realidad. La sociedad boliviana, se ha dicho, no sólo es profundamente religiosa, sino que de esa profundidad depende, muchas veces, el bienestar colectivo e integral. Durante mucho tiempo hemos estado ciegos, a veces voluntariamente, a este aspecto de nuestra diversidad religiosa. Por ejemplo, las religiones que nacen en las naciones originarias-indígenas, fueron (son) por mucho tiempo negadas e ignoradas, sino combatidas y exterminadas. Reconocemos una culpa histórica sobre este aspecto, aunque también los procesos de emancipación y reconstrucción de las naciones originarias-indígenas, junto a sus expresiones religiosas, han sido apoyados desde distintos ángulos de la Iglesia Católica. Ahora hay una apertura alentadora hacia la diversidad religiosa. Esto nos indica que el terreno de la pluralidad se garantiza de alguna manera con el derecho a la libertad religiosa. Una característica de este derecho se ha expresado con el criterio de que la fe y la confesión religiosa pertenecen al ámbito de lo particular, al ámbito de la conciencia individual. Sin embargo, la fe es también expresión de la conciencia colectiva, una segunda característica de la libertad religiosa. Por tanto, no se puede expresar la fe si no es en común, en la comunidad. Este detalle es importante a la hora de aplicar reformas porque, en algún caso, pueden dañar o debilitar, considerablemente, el vínculo profundo entre la fe individual y la expresión colectiva. Estado Plurireligioso El Estado puede adoptar frente a las cosmovisiones religiosas tres actitudes, según los objetivos que persigue: 1) valorarlas negativamente por ver en ellas un obstáculo de cara a sus objetivos, 2) valorarlas positivamente por considerarlas una ayuda, y se identifica con una de ellas 3) ser indiferente, ni obstáculo ni ayuda. Se entiende que en el primer caso, el Estado intentará desarraigar de la sociedad y de sus ciudadanos, esas creencias e ideas, a lo cual se denomina “Estado laicista”. En el segundo caso, el Estado promociona y se identifica con una creencia y con uno de los grupos correspondientes, formándose así el llamado “Estado confesional”. En el tercero, el Estado se mantiene neutral y se limita a proteger la libertad de elección de sus ciudadanos, sin tomar partido ni a favor ni en contra de lo religioso, a ello se denomina “Estado laico”. Suponiendo que los vientos de nuestra actualidad nos llevan a descartar al “Estado confesional” y al “Estado laicista”, y considerando que ya muchas propuestas se han ventilado hacia el lado de un “Estado laico”, quisiéramos hacer la siguiente reflexión. Por influjo de la ilustración moderna, se ha planteado la separación entre fe y razón, entre religión y política, considerándolas incompatibles y valorando la razón y la política como los elementos más ideales para la solución de los problemas humanos. Esta racionalidad ha sido cuestionada, después de muchos dramáticos desencuentros entre seres humanos, donde el ejemplo más fatídico es la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, la experiencia nos sugiere que la solución a los problemas propios del ser humano, desde los que tienen que ver con el sentido de la vida, hasta los que se refieren a las necesidades básicas y materiales, tienen que ser enfrentadas desde una visión “integral”. Cualquier política de desarrollo que ignore la integralidad del ser humano corre el riesgo de fracasar. En este sentido, un Estado no puede considerarse simple y llanamente “neutro” frente a las distintas religiones. Esto no quiere decir que sea “confesional”, o “laicista”, porque ambas opciones son, de alguna manera, dañinas y peligrosas para el Estado como para las Iglesias y las religiones. Sin embargo, conviene matizar nuestra comprensión de “Estado laico”, que, desde nuestro punto de vista, no quiere decir un Estado ignorante de la riqueza espiritual y religiosa de su sociedad. Por tanto, la neutralidad se plantea sólo en términos de “afiliación”; pero no en términos de cooperación y promoción al desarrollo humano integral. El concepto que supera el neutralismo del “Estado laico” y que refleja de mejor manera el carácter profundamente religioso de la sociedad boliviana, parece ser el de “Estado plurireligioso” en sentido positivo. Desde el principio pluralista podemos entender que el aspecto religioso de una sociedad no sólo hace al ámbito de lo individual y lo privado, sino que es considerado un “bien común”, un valor altamente importante en la construcción de las identidades colectivas y su búsqueda de bienestar. Propuestas Del contexto de esta reflexión, que sugiere reconocer el proceso de transformación del país que enfatiza el hecho de acercarnos a la historia, no sólo desde lo bueno o malo, sino desde lo incisivo para el presente, que recuerda que la pluralidad también es religiosa y que, por tanto, se convierte en un bien común y en un presupuesto para el desarrollo integral, sugerimos las siguientes propuestas: 1.- Incluir el principio pluralista que, en sentido positivo, al mismo tiempo de reconocer la diversidad, reconoce su valor para la construcción de relaciones sociales y, en este sentido, las promueve. 2.- Incluir el principio de sinceridad histórica, que significa que la verdad sobre la historia, en lo posible, se muestre desde las distintas ópticas que la estudian, y que es una responsabilidad del Estado velar por una verdad completa. 3.- Incluir el principio de la plurireligiosidad, que supone entender la diversidad religiosa como un bien común del país, y reconocer el carácter decisivo de las religiones en el desarrollo humano. Agradecemos su atención y confiamos en que tomarán en cuenta las sugerencias. Jose Luis Lopez Fuentes C.I: 3537380 O.R Giovan Colque C.I.3581054 Cbba.