LUCES DEL CIBERESPACIO

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LUCES DEL CIBERESPACIO
http://www.red-infotech.com/pagina_n9.htm
La obra más valiosa de los seres humanos, ha sido desde sus más
remotos ancestros la creación y acumulación de conocimientos. La
formación del acervo cultural de la humanidad siempre estuvo en manos de
unos pocos. La universalización de la educación no sólo es una conquista
social muy reciente y reducida a las regiones privilegiadas del planeta, si no
que tampoco ha supuesto ha logrado la igualdad de condiciones de partida
para los sujetos en una sociedad meritocrática. Internet no es la solución a
esta desigual distribución del conocimiento pero, sin lugar a dudas, supone
una ruptura que nos acerca al ideal de una mayor democratización de la
cultura.
El conocimiento con relación a la Red tiene dos aspectos, a saber; el
conocimiento como objeto que se difunde por internet, e internet como
objeto que se difunde por el conocimiento.
Por el primer caso debemos la existencia y desarrollo de Internet,
comunicar y compartir conocimientos siempre fue su principal cometido.
Hoy por hoy, todas las áreas del conocimiento tienen presencia en la Red;
las ciencias naturales, las sociales, las pseudociencias, e incluso el
conocimiento místico-religioso. Toda nuestra herencia cultural tiene
representación en la red, y solamente existen 60 millones de internautas.
Pero que dispongamos de toda la cultura de la humanidad no quiere decir
que vayamos a ser más listos, significa que la cultura estará ahí para quien
quiera acceder a ella. No nos hace más doctos poder disponer con nuestro
ratón de tesis de universidades de todo el mundo, pero ese recurso
enriquece académicamente a cualquier doctorando del mundo con una
inversión económica inferior a la que supondría, dado el caso, un viaje
trasatlántico.
Que en Internet tengan presencia la gran mayoría de las universidades del
mundo aparentemente no significa nada, e incluso pueda parecer absurdo
pretenderle una significación, pero una simple reflexión nos la da. Hace
unos años toda la información y toda la producción intelectual que hoy en
día hay en línea, no existía. Sólo por esos escaparates web habría valido la
pena el desarrollo de Internet. Aunque lo verdaderamente significativo es el
fluir de ideas y conocimientos que atraviesan el ciberespacio en todas y
cada una de las news y de las listas de distribución de correo. Donde los
especialistas se encuentran con los diletantes, donde las ideas no tienen ni
precio, ni rostro, ni más regla que la de compartir. Lugares donde los
poetas encuentran quien los escuche y lea, donde las novelas se escriben
entre cientos de personas, donde los fotógrafos y artistas exponen por poco
precio, donde el Lovre recibe miles de visitantes por el ciberespacio,
aunque sólo sea porque siempre se le usa como ejemplo de las
posibilidades culturales de la Red.
Sólo hay un problema, que los mismos medios que están disponibles para
la consecución de bienes intelectuales colectivos lo están de la misma
forma para desaprensivos y demagogos. Ante los cuales no cabe la
censura, si queremos una red libre, sino la contrainformación y la denuncia.
Como objeto de estudio, el ciberespacio es la nueva América intelectual. En
los últimos años ha crecido el interés en los campus de todo el mundo, en
especial los norteamericanos, por el estudio de las implicaciones y
revoluciones que suponen, para muchos terrenos del conocimiento, las
redes de comunicación e información computerizadas. Hacia la nueva
América se dirigen todas las áreas del conocimiento que puedan tener
cabida, no sólo presencial, sino activa. Los juristas ansían el momento en
que la ley regule tan anárquico continente, que posee desde pervertidos
hasta piratas; los economistas miden en bytes las posibilidades de un
mercado universal; los ingenieros persiguen la perfección de los soportes
de la red para enganchar a todo el planeta; los psicólogos teorizan sobre
alter-egos electrónicos; los sociólogos y los antropólogos tratan de
comprender el enredado mundo de la nueva sociedad; los matemáticos
hacen cuentas para que nuestros mensajes sean más privados y
encriptados; los lingüistas no saben que hacer con tantos tecnicismos y
extranjerismos que usamos sin prejuicios...
La comunidad de científicos ya anda enzarzada en nombrar y contestar los
estudios de otros colegas que estudian algún aspecto de la Red. En esta
peculiar conquista intelectual del ciberespacio, en la que todas las áreas
del conocimiento que pueden toman posiciones, no está exento el lado
ambicioso del conocimiento, el poder. La meta está dividida en el
ciberespacio, por un lado el saber por otro el poder, poder de imponer el
criterio de su disciplina sobre el de las otras.
Un ejemplo, aproximado, a cómo sería bueno que se construyera el
conocimiento del futuro, y sobre el futuro, lo representa el proyecto web de el
Observatoire pour l'etude de l'universite de future. Proyecto que abre un
debate público en torno al futuro de la humanidad en el siglo que viene, un
espacio en el que se replantea nuestra forma habitual de acercarnos al
conocimiento. Es un foro que sólo tiene cabida en Internet, en el que se
pueden mandar aportaciones y debatir el vocabulario con el que abordar los
nuevos retos de la humanidad. Es el site más próximo al ideal
democratizador del conocimiento, por ser público y por crear conocimiento
en línea, con un lenguaje, fundamento y distintivo de todo conocimiento, vivo
y abierto.
Si hay voluntad por difundir ideas, puede que esta sea la forma que
presente el conocimiento y su progreso durante el siglo que viene. Siglo
cuyas luces recorrerán, en cualquier caso y como ya lo hacen, el
ciberespacio.
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