Diario Laboral Nro 85 – 25.08.2016 Los alcances de la presunción del Art. 23 LCT Por Corina Fassina Mediante el presente artículo, se analizarán los extremos considerados por la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, en los autos “V., M. L. c. Zumo Natural SA y Otros s/ despido”, para determinar que entre las partes medió una relación laboral y no una mera locación de servicios. La sentencia de primera instancia, hizo lugar parcialmente a la demanda contra Zumo Natural S.A., Acetum S.A. y G.P.G. y rechazó el reclamo contra G.N.L.E. y contra P.O. Contra esta resolución, se alzaron la accionante y las demandadas condenadas. Las demandadas argumentaron que, la Jueza a quo transcribió y valoró las pruebas testimoniales rendidas en autos, sin darle trascendencia a las impugnaciones realizadas. También las agravia, que la judicante de grado haya dicho que no acompañaron contrato escrito por los servicios prestados por la demandante. Ello por cuanto, el art. 1623 del anterior Cód. Civ. no exige la formalidad escrita para su validez y la actora reconoció la contratación y presentó facturas por ella emitidas. En el conteste, Acetum S.A., afirmó que se dedicaba a la elaboración de vinagres. Que éste era un proyecto de algunos de los socios de la codemandada Zumo Natural S.A. y que tenía un establecimiento en el Parque Industrial de Berazategui. Que ante la caída de las ventas, cerró y mudó la elaboración residual y venta del producto a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en un predio contiguo a Zumo Natural. Que para realizar un relevamiento de cuentas corrientes y facturas de compra contrató a la accionante, desde mayo y hasta julio del 2012 y que, por los servicios realizados, entregaba facturas tipo “C”. Los antecedentes de hecho indicados, sumado a los elementos de prueba incorporados [y a los no producidos] por las partes, activaron la presunción del art. 23 de la LCT, que fue aplicada por el tribunal de primera instancia y ratificado por la Sala II. Para así decidir el Dr. Maza, atinadamente, refirió a los alcances del art. 23 de la L.C.T., y sostuvo una interpretación amplia del mismo, en los siguientes términos: “En el pasado un sector de la doctrina, liderado por los profesores Justo López y Antonio Vázquez Vialard, consideró que la mencionada norma sólo manda presumir la existencia de un contrato y que debe acreditarse la dependencia, tesis seguida por una parte de la jurisprudencia. Este tribunal, en cambio, adscribe a la interpretación amplia del art. 23 L.C.T. por varias razones. En primer lugar en virtud de la óptica exegética. El texto del precepto dice que el hecho de la prestación de servicios hará presumir la existencia de un contrato de trabajo y, obviamente, el contrato de trabajo es definido precisamente por la nota de la dependencia. Por ende, la letra de la ley expresa de modo nítido que lo que debe presumirse es la existencia de contrato de trabajo dependiente, sin que su texto autorice la lectura propuesta por aquel sector doctrinario y por la aludida jurisprudencia que equivale a dice que puede haber, en la LCT un contrato de trabajo no dependiente. En segundo lugar, desde el método teleológico de interpretación resulta evidente que el legislador quiso, con el art. 23 LCT, quitar al trabajador la difícil carga de probar los datos fácticos de la dependencia y por la mandó presumir, dejando en manos del demandado la posibilidad de demostrar que el contrato no fue laboral, es decir que no hubo dependencia. Por último, no hay que olvidar que siempre debe presumirse la coherencia y razonabilidad de la ley. Si se acepta la interpretación restrictiva se llega a una conclusión que roza la auto contradicción. Para quienes la sostienen, la presunción del art. 23 L.C.T. se activa cuando se prueba la dependencia.” La presunción del artículo en comentario, al ser iuris tantum, admite probanza en contrario. Por ello, las demandadas debieron demostrar circunstancias, relaciones, causas que excluyan la presunción legal o que puedan calificar de empresario a la actora; lo que no sucedió en el caso concreto. El fallo en comentario, destaca: “…la prueba de que la relación habida entre la demandante y las accionadas no era dependiente, estaba a cargo de estas últimas y los dos testimonios recientemente analizados resultaron estériles para dicho fin, ya que de sus ya analizados dichos no surge que aquella poseyera una organización propia ni que desarrollada las tareas encomendadas con libertad y de modo autónomo.” Asimismo, con fundamento en el principio de primacía de la realidad, la Sala II manifestó que debía prevalecer la realidad por encima de la extensión de facturas que fue utilizada como mecanismo de fraude. El mencionado principio, contenido en el art. 14 de la L.C.T., determina que en caso de discordancia entre lo que ocurre en la práctica y lo que surge de documentos o acuerdos, debe darse preferencia a lo primero, a lo que sucede en el terreno de los hechos. Por ende el Juez, al detectar un accionar fraudulento, aplicando el art. 14 de la LC.T., convierte a aquél en un contrato laboral y hace extensivos todos los efectos y consecuencias emergentes de la L.C.T. En tal sentido la jurisprudencia manifestó: “La realidad de los hechos y la modalidad del desenvolvimiento de la relación habida entre las partes, son los que proporcionan los elementos que permitirán al Juzgador establecer con grado de certeza, la naturaleza real de la relación que los vinculara, más allá de las formas adoptadas contractualmente y que, generalmente, constituyen un barniz que oculta la materialidad de aquélla.”1 Este principio responde a que el juez debe entrar en contacto con la realidad del caso concreto mediante la prueba, único camino para que el juez conozca los hechos que le permitan adoptar la decisión legal y justa2. Conforme lo expuesto, el pronunciamiento bajo análisis constituye un ejemplo sobre las acciones y omisiones que deben considerarse para hacer efectiva la presunción del art. 23 de la L.C.T. en consonancia con los principios que informan el Derecho del Trabajo. Concuerdo con la tesis interpretativa amplia mantenida por la Sala en relación a la extensión del art. 23 de L.C.T, ya que contempla la dificultad probatoria que recae sobre el trabajador y se avoca a analizar la realidad de los hechos dejando de lado las formas utilizadas en fraude a la ley. En definitiva no se afecta el derecho de defensa de la parte empleadora ya que tuvieron oportunidad de ofrecer prueba para tornar inaplicable la presunción y no lo hicieron, sellando la suerte de su reclamo mediante su inactividad probatoria. Cámara del Trabajo de Córdoba, Sala I, Sentencia N° 26 del 08/03/2000, en autos “Fernández, Raúl Jorge c/. Coop. Manfredi Ltda. – demanda”. 1 “[…] Sostengo, siguiendo a Devis Echandía, que para lograr los fines del proceso, es decir la realización del derecho como satisfacción de un interés público del Estado y la justa composición d los litigios, es ineludible entrar en contacto con la realidad del caso concreto que en él se ventila, pues si el juez no conoce exactamente sus características y circunstancias no le es posible aplicar correctamente la norma legal que lo regula y declarar así los efectos jurídicos materiales que de ella deben deducirse y que constituirán el contenido de la cosa juzgada. Ese indispensable contacto con la realidad de la vida sólo se obtiene mediante la prueba, único camino para que el juez conozca los hechos que le permitan adoptar la decisión legal y justa para cada caso concreto. Así, un derecho no es nada sin la prueba del acto jurídico o hecho material del cual se deriva. Solamente la prueba vivifica el derecho y lo hace útil.”(Autor citado, Teoría de la prueba judicial, Zavalía, Bs. As., 1988, pág. 2 14 referido por la Cámara del Trabajo de Córdoba, Sala XI, el 19/05/2000 en autos “Palacio, Jorge A. c/ Kenda S.R.L. – despido”).