ENTRE EL SILENCIO Y LA ESPERANZA ¡BALTASAR, BALTASAR...: QUÉ NOCHE LA DE AQUEL DÍA! -“MENE-MENE, TEQEL, U-FARSIN!”“Bebieron vino y cantaron a los dioses de oro y de plata, de bronce y de hierro, de piedra y de madera. De pronto, aparecieron los dedos de una mano humana escribiendo sobre el revoco del muro del palacio, detrás del candelabro...” -DEL LIBRO DE DANIEL- Que nadie se asuste: Lo digo por el título que encabeza estos renglones. Tal vez sea mejor explicarlo. Ni he sufrido –de momento- grave trastorno mental: ni el tal Baltasar es el más morenito de los Reyes Magos. Ni la noche de marras a la que hago referencia es la de los Beatles: “¡Qué noche la de aquel día!”: “A hard day´s night!”, por citar –aclaratoriamente- el título original de la famosa película beatlesiana dirigida por Lester. En cuanto al subtítulo, otra cosica es: porque se trata de tres palabras, de suyo, misteriosas. Pudieran ser un adagio antiguo, cuyo sentido, hoy, se nos escapa. Pero..., vayamos por partes... -Baltasar es un personaje bíblico que se nos presenta como Rey e hijo de Nabucodonosor, en el Libro de Daniel (1). En lengua babilónica, su nombre es “Bel-sarusur”, que puede traducirse por “Bel-sas-sar”, que puede traducirse por “Bel protege la vida del Rey”. En su transcripción al arameo, su nombre se recoge como “Baltasar”. Pues bien: Baltasar se ha hecho famoso por el festín que organizó en honor a sus dignatarios. Festín que degeneró de cena en orgía; de orgía en sacrilegio; y de sacrilegio en tragedia. La “noche de Baltasar” ha servido de inspiración a muchas creaciones literarias, en las que se narran festejos orgiásticos y de liberación de los instintos. -Luego nos ocuparemos de semejante cena. Pero antes conviene explicar un poco el texto bíblico que la relata (2). El Libro de Daniel es obre de algún experto en la Ley, que da unidad a distintos relatos escritos, casi seguro, en Babilonia. Toda la primera parte –a la que pertenece la descripción del consabido festín- es una recopilación narrativa, perteneciente al género literario denominado “midrashim”. Los “midrashim” son narraciones de tipo didáctico que, a partir de un personaje o un acontecimiento, intentan deducir una enseñanza. No hace falta que tales narraciones sean rigurosamente históricas. Algunas veces son relatos que interpretan en cierta línea pedagógica un hecho real. En el caso del festín de Baltasar, existen raras coincidencias con otros escritos antiguos. La Biblia nos cuenta que, aquella noche, Baltasar y su corte bebieron mucho vino; y afirma también que, esa misma noche, Baltasar fue asesinado por mano de sus enemigos. Es posible que esa tradición sea la misma que reflejan Herodoto (3) y Jenofonte (4). Ambos nos cuentan cómo los babilonios estaban embriagados, cuando el ejército persa sitió y tomó la Ciudad. Y es muy probable que Baltasar fuera muerto por las fuerzas de Ciro. -Triste y famosa noche, la de Baltasar. En cuanto a su festín, lo mejor sería leerlo en la Biblia: Os lo recomiendo. Aquí, en atención al poco espacio que me queda, voy a procurar hacer un resumen: -El rey Baltasar ofrece un banquete a mil nobles del reino, a sus mujeres y a las concubinas. Poco a poco, se caldea el ambiente por la euforia del vino. La cena toma aires de borrachera y de orgía. Comen, beben, cantan, loan a los dioses caducos... Cuando ya no saben qué hacer para divertirse, el Rey tiene una idea: Utilizar para la juerga los vasos sagrados del Templo de Jerusalén, traídos a Babilonia por Nabucodonosor. Y los distribuyen, llenos de vino, entre los comensales... -De pronto, aparece -como una visión fantasmagórica- una mano humana en el fondo del comedor regio, detrás de un candelabro ( que yo me figuro de oro macizo, por eso del fausto oriental). Y la mano –terrible y extraña- escribe lentamente, sobre la lisa superficie de la pared, tres palabras misteriosas y solemnes: “¡Mene-Mene...! ¡Teqel...! ¡U-farsin...!” (La Vulgata la transcribe como “Mane, Thecel, Fares”) Los ojos desorbitados de todos se vuelven, llenos de espanto, en la misma dirección. Y el ritmo de la noche festiva se convierte en pánico... -En medio del desconcierto y del clamor angustioso, el Rey –pálido como el alabastroordena llamar a los adivinos. Entran los sabios en la sala. El Rey les ofrece ‘el oro y el moro’ si descifran el misterio. Pero ellos –uno tras otro- se confiesan impotentes para descubrir el sentido del arcano... Sin que nadie la reclamara, la Reina madre aparece en la estancia del festín. Quizás había escuchado el despavorido tumulto. Y recuerda al Rey que no han llamado a Daniel, judío deportado, a quien Nabucodonosor nombró en su día jefe de los astrólogos, por su capacidad de descifrar enigmas. Llaman a Daniel, el Profeta. Baltasar le promete honores y joyas y un alto cargo en algún ministerio, si le interpreta aquella inscripción atormentadora. Daniel –valientemente- reprocha al rey y a la corte su sacrilegio, su engreída vanidad y sus injustas arbitrariedades. Rechaza los regalos y el poder, pero -¡por fin!- sabe averiguar el sentido de aquella alucinante y desbordadora aparición: -“¡Mene-Mene, Teqel, U-farsin!”: “¡Contado, Pesado, Dividido!” ... Contado: Los días de gloria y de reinado estaban contados para Baltasar, y llegaban a su fin. Pesado: La balanza de la justicia declaraba a Baltasar falto de peso. Dividido: El reino de Baltasar iba a ser dividido y entregado a los medos y a los persas. -Aquella misma noche fue asesinado Baltasar, Rey de los caldeos. Se había endiosado. Había cantado a los ídolos caducos. Pero no glorificó al Dios que tiene en su mano el aliento de la vida; el Dios de todos los caminos (5). -Noche triste, la de Baltasar. Sí; se había endiosado. Y todo endiosamiento sigue – siempre- los mismos pasos: uno va, poco a poco, identificando la propia causa –o la propia actividad- con el absoluto. Los vasos que contienen el vino de la propia ideología se convierten en copas sagradas. Puede endiosarse la raza o el color de la piel. Puede endiosarse el poder político. Y pueden endiosarse, también, la Ciencia y la Técnica; la Cultura. Y cuando se endiosa lo que sea y a quien sea, se acaba –siempre- promoviendo la opresión: ¡Todo por la causa! Los otros –los que no aplauden al unísono- son pura herejía, pura mentira; la noche del puro “no-ser”-Por contraposición, la noche del “ser” es la “Noche Oscura”. La noche del Dios que ilumina todos los caminos. La noche que describe Juan de la Cruz, poeta y místico: ¡Oh noche amable más que el alborada!/ ¡Oh noche que juntaste/ Amado con amada,/ amada en el Amado transformada!” (6) Pero su luminosa oscuridad no se da en el seno de la propia grandeza, sino en la “desnudez” de todos y de todo, como dice el Santo de Fontiveros. En esa desnudez –olvido de sí- que re-crea una y otra vez, la vulnerabilidad en el amor. - Y, para terminar, otra noche más: La noche Buena; la Noche de la Paz y del Bien. Porque es Diciembre. Y se acerca Navidad. Y el Dios de todos los caminos se hizo Hombre. Y en esa Noche Santa, “acampó entre nosotros (7) JESUS M GONZALEZ Notas: 1.- Libro de Daniel: 5,2.11. 2.- Libro de Daniel: Capítulo 5. 3.- Herodoto: “Historia” 1,191. 4.- Jenofonte: “Cyropedia”: 8; 5,15. 5.- Libro de Daniel: 5,23. 6.- San Juan de la Cruz: “Noche oscura de la subida del Monte Carmelo”. 7.- Evangelio según San Juan: 1,14.