Diciembre 1986 - Fundación San Valero

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ENTRE EL SILENCIO Y LA ESPERANZA
¡BALTASAR, BALTASAR...: QUÉ NOCHE LA DE AQUEL DÍA!
-“MENE-MENE, TEQEL, U-FARSIN!”“Bebieron vino y cantaron a los dioses de oro y de plata, de bronce y de hierro, de piedra y de
madera. De pronto, aparecieron los dedos de una mano humana escribiendo sobre el revoco
del muro del palacio, detrás del candelabro...”
-DEL LIBRO DE DANIEL- Que nadie se asuste: Lo digo por el título que encabeza estos renglones. Tal vez sea
mejor explicarlo. Ni he sufrido –de momento- grave trastorno mental: ni el tal Baltasar es el más
morenito de los Reyes Magos. Ni la noche de marras a la que hago referencia es la de los
Beatles: “¡Qué noche la de aquel día!”: “A hard day´s night!”, por citar –aclaratoriamente- el
título original de la famosa película beatlesiana dirigida por Lester. En cuanto al subtítulo, otra
cosica es: porque se trata de tres palabras, de suyo, misteriosas. Pudieran ser un adagio
antiguo, cuyo sentido, hoy, se nos escapa. Pero..., vayamos por partes...
-Baltasar es un personaje bíblico que se nos presenta como Rey e hijo de
Nabucodonosor, en el Libro de Daniel (1). En lengua babilónica, su nombre es “Bel-sarusur”,
que puede traducirse por “Bel-sas-sar”, que puede traducirse por “Bel protege la vida del Rey”.
En su transcripción al arameo, su nombre se recoge como “Baltasar”. Pues bien: Baltasar se ha
hecho famoso por el festín que organizó en honor a sus dignatarios. Festín que degeneró de
cena en orgía; de orgía en sacrilegio; y de sacrilegio en tragedia. La “noche de Baltasar” ha
servido de inspiración a muchas creaciones literarias, en las que se narran festejos orgiásticos
y de liberación de los instintos.
-Luego nos ocuparemos de semejante cena. Pero antes conviene explicar un poco el
texto bíblico que la relata (2). El Libro de Daniel es obre de algún experto en la Ley, que da
unidad a distintos relatos escritos, casi seguro, en Babilonia. Toda la primera parte –a la que
pertenece la descripción del consabido festín- es una recopilación narrativa, perteneciente al
género literario denominado “midrashim”. Los “midrashim” son narraciones de tipo didáctico
que, a partir de un personaje o un acontecimiento, intentan deducir una enseñanza. No hace
falta que tales narraciones sean rigurosamente históricas. Algunas veces son relatos que
interpretan en cierta línea pedagógica un hecho real. En el caso del festín de Baltasar, existen
raras coincidencias con otros escritos antiguos. La Biblia nos cuenta que, aquella noche,
Baltasar y su corte bebieron mucho vino; y afirma también que, esa misma noche, Baltasar fue
asesinado por mano de sus enemigos. Es posible que esa tradición sea la misma que reflejan
Herodoto (3) y Jenofonte (4). Ambos nos cuentan cómo los babilonios estaban embriagados,
cuando el ejército persa sitió y tomó la Ciudad. Y es muy probable que Baltasar fuera muerto
por las fuerzas de Ciro.
-Triste y famosa noche, la de Baltasar. En cuanto a su festín, lo mejor sería leerlo en la
Biblia: Os lo recomiendo. Aquí, en atención al poco espacio que me queda, voy a procurar
hacer un resumen:
-El rey Baltasar ofrece un banquete a mil nobles del reino, a sus mujeres y a las
concubinas. Poco a poco, se caldea el ambiente por la euforia del vino. La cena toma aires de
borrachera y de orgía. Comen, beben, cantan, loan a los dioses caducos... Cuando ya no
saben qué hacer para divertirse, el Rey tiene una idea: Utilizar para la juerga los vasos
sagrados del Templo de Jerusalén, traídos a Babilonia por Nabucodonosor. Y los distribuyen,
llenos de vino, entre los comensales...
-De pronto, aparece -como una visión fantasmagórica- una mano humana en el fondo
del comedor regio, detrás de un candelabro ( que yo me figuro de oro macizo, por eso del
fausto oriental). Y la mano –terrible y extraña- escribe lentamente, sobre la lisa superficie de la
pared, tres palabras misteriosas y solemnes: “¡Mene-Mene...! ¡Teqel...! ¡U-farsin...!” (La Vulgata
la transcribe como “Mane, Thecel, Fares”) Los ojos desorbitados de todos se vuelven, llenos de
espanto, en la misma dirección. Y el ritmo de la noche festiva se convierte en pánico...
-En medio del desconcierto y del clamor angustioso, el Rey –pálido como el alabastroordena llamar a los adivinos. Entran los sabios en la sala. El Rey les ofrece ‘el oro y el moro’ si
descifran el misterio. Pero ellos –uno tras otro- se confiesan impotentes para descubrir el
sentido del arcano... Sin que nadie la reclamara, la Reina madre aparece en la estancia del
festín. Quizás había escuchado el despavorido tumulto. Y recuerda al Rey que no han llamado
a Daniel, judío deportado, a quien Nabucodonosor nombró en su día jefe de los astrólogos, por
su capacidad de descifrar enigmas. Llaman a Daniel, el Profeta. Baltasar le promete honores
y joyas y un alto cargo en algún ministerio, si le interpreta aquella inscripción atormentadora.
Daniel –valientemente- reprocha al rey y a la corte su sacrilegio, su engreída vanidad y sus
injustas arbitrariedades. Rechaza los regalos y el poder, pero -¡por fin!- sabe averiguar el
sentido de aquella alucinante y desbordadora aparición:
-“¡Mene-Mene, Teqel, U-farsin!”: “¡Contado, Pesado, Dividido!” ... Contado: Los días de
gloria y de reinado estaban contados para Baltasar, y llegaban a su fin. Pesado: La balanza de
la justicia declaraba a Baltasar falto de peso. Dividido: El reino de Baltasar iba a ser dividido y
entregado a los medos y a los persas.
-Aquella misma noche fue asesinado Baltasar, Rey de los caldeos. Se había
endiosado. Había cantado a los ídolos caducos. Pero no glorificó al Dios que tiene en su mano
el aliento de la vida; el Dios de todos los caminos (5).
-Noche triste, la de Baltasar. Sí; se había endiosado. Y todo endiosamiento sigue –
siempre- los mismos pasos: uno va, poco a poco, identificando la propia causa –o la propia
actividad- con el absoluto. Los vasos que contienen el vino de la propia ideología se convierten
en copas sagradas. Puede endiosarse la raza o el color de la piel. Puede endiosarse el poder
político. Y pueden endiosarse, también, la Ciencia y la Técnica; la Cultura. Y cuando se
endiosa lo que sea y a quien sea, se acaba –siempre- promoviendo la opresión: ¡Todo por
la causa! Los otros –los que no aplauden al unísono- son pura herejía, pura mentira; la noche
del puro “no-ser”-Por contraposición, la noche del “ser” es la “Noche Oscura”. La noche del Dios que
ilumina todos los caminos. La noche que describe Juan de la Cruz, poeta y místico: ¡Oh noche
amable más que el alborada!/ ¡Oh noche que juntaste/ Amado con amada,/ amada en el
Amado transformada!” (6) Pero su luminosa oscuridad no se da en el seno de la propia
grandeza, sino en la “desnudez” de todos y de todo, como dice el Santo de Fontiveros. En esa
desnudez –olvido de sí- que re-crea una y otra vez, la vulnerabilidad en el amor.
- Y, para terminar, otra noche más: La noche Buena; la Noche de la Paz y del Bien.
Porque es Diciembre. Y se acerca Navidad. Y el Dios de todos los caminos se hizo Hombre. Y
en esa Noche Santa, “acampó entre nosotros (7)
JESUS M GONZALEZ
Notas:
1.- Libro de Daniel: 5,2.11.
2.- Libro de Daniel: Capítulo 5.
3.- Herodoto: “Historia” 1,191.
4.- Jenofonte: “Cyropedia”: 8; 5,15.
5.- Libro de Daniel: 5,23.
6.- San Juan de la Cruz: “Noche oscura de la subida del Monte Carmelo”.
7.- Evangelio según San Juan: 1,14.
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