Tener o no las capacidades para decidir la propia vida Tener o no las capacidades para decidir el curso de la propia vida depende no solo de circunstancias externas. La constitución de un Sujeto, actor y receptor activo, depende del tratamiento ambiental de las iniciativas iniciales de dicho Sujeto. La posibilidad de elegir una actividad satisfactoria en la vida, una pareja, una forma de vida, un conjunto de valores, es el resultado de un proceso que pocos pueden hacer. Los sometimientos tempranos reducen las posibilidades de constituirse en un ser creativo, original y contribuyente eficaz en los objetivos contextuales. Aún si se cuenta con un núcleo sólido para el sujeto emergente, éste corre riesgos toda la vida en tanto el contexto tiene al menos tres moldes o matrices con los cuales habrá que seguir delimitando el espacio psíquico donde habitará el Sujeto. Puede ocurrir también que el Sujeto no encuentre un Lugar en la organización social que le tocó para desarrollar su vida. Si no puede modificar ésta situación, por sí solo o en unión con otros, verá recortadas sus posibilidades de ser al lugar que le brindan grupos de pertenencia menores, sabiendo que esto implica una pobreza participativa. Quiero terminar con una cita que me parece resumir lo que éste trabajo se esfuerza en resolver: “Resulta difícil recordar hasta que punto es moderno el concepto del individuo humano. El primitivo nombre del Dios hebreo refleja probablemente la lucha por arribar a este concepto. El monoteísmo parece estar estrechamente vinculado con el nombre ‘yo soy´... Este nombre (yo soy) dado a Dios, ¿no refleja la sensación de hallarse en peligro que el individuo experimenta al alcanzar el estado de ser individual?...” (D. Winnicott, 1968) Describiré tres aspectos del macro contexto: la religión, las ideologías y lo que llamo la “tercera matriz”. Estas tres fuerzas están presentes desde el comienzo del desarrollo del Sujeto, mediadas por el micro contexto. Las religiones en general se pueden dividir en dos grupos: las que tienen mandatos más estrictos y penalizaciones severas con la creación de categorías de elegidos y su contraparte: los malditos, infieles o caídos. Por otro lado están las que ofrecen poner énfasis en la interioridad, la búsqueda del ser y una cierta prescindencia del mundo material. Las ideologías más centradas en la política también se presentan en dos variantes: las que ofrecen y las que someten a ciertos pensamientos y acciones. Aclarando que dentro del mismo signo político se pueden encontrar las dos variantes. Ambas fuentes de propuestas se constituyen en interlocutores inquietantes del Sujeto que comenzó a rodear más que a resolver los planteos. El Sujeto buscó entonces alternativas, 1 a veces remotas y distantes culturalmente como el orientalismo (en los occidentales), el chamanismo o incluso el naturismo. Políticamente surgió el “independiente” que de esta manera “rodea” la definición que se le trata de imponer y con la que no sabe llegar a buen término. La tercera propuesta poderosa vino de fuentes subalternas devenidas en rectoras. La publicidad y lo que se llama marketing, en combinación con el explosivo desarrollo de los medios de comunicación se constituyó, en la mayor parte del mundo “desarrollado” en la fuerza princeps de la Propuesta Ambiental. Desplazó las dos primeras, salvo en los casos que se aliaron. Los directores de campañas políticas hoy no son los ideólogos sino especialistas en opinión pública (comunicadores o publicistas). Las iglesias (occidentales) que más crecieron fueron las que se valen de los medios masivos de comunicación y de grandes actos públicos, además de incursionar en las técnicas de captación de mercados. La creación de deseos a partir de modelos ideales, las propuestas de satisfacciones por medios de luminosidad colorida y brillante, la generación de necesidades insospechadas, se constituyeron en fuertes presiones para un Sujeto que quiere buscar un desarrollo personal de su psiquismo y su mente, integrados en una unidad con su corporeidad, limitados por una temporalidad de su existencia. A esta tercera propuesta la llamo “tercera matriz”, considerando que las tres son moldes o matrices que presionan sobre el sujeto y con las cuales hay que interactuar para delimitar permanentemente el espacio psíquico. Daré cuatro ejemplos de la lucha entre el Sujeto y las diferentes capas del Ambiente en diferentes siglos. Del renacimiento tomo el caso de Benvenuto Cellini (1500-1571), orfebre y escultor, que relata las dificultades para ser como el quería (Cellini, 1562). A los 14 años debió enfrentar al padre y los proyectos de éste para con su hijo. Tiempo después a su mecenas el Papa, la persona más poderosa de su época, por lo cual pasó varios años en las celdas del Castell Sant Angelo hasta que pudo huir. Rousseau cuenta sus dificultades (Rousseau, ) cuando recorre la vida siguiendo sus propias decisiones a partir de la adolescencia temprana, 12-13 años, en la primera mitad del siglo 18. Su deseo de aceptación y reconocimiento fue enorme pero su necesidad de expresar lo que pensaba era mayor. Los últimos 10 años de su vida son una historia de mucha soledad, sufrimiento y tristeza. Darwin en el siglo 19 y B. Russell en el 19 y 20, reciben una educación personalizada, no colectiva institucional, al menos en las etapas primarias. Buscan en viajes largos y en una relativa soledad el espacio para la creación intelectual y científica. Los cuatro fueron huérfanos de madre, antes de los 8 años en el caso que más tiempo tuvo a su madre, que fue Darwin. En el caso de Russell se dio la pérdida de madre y padre, antes de los 3 años, y una crianza con abuelos de 50 y 70 años de edad. 2 Lo más habitual para las personas ha sido seguir los pasos del padre o asumir lugares preestablecidos. Al menos en lo que llamamos la cultura occidental o judeo-cristiana. La liberación femenina a partir de la primera guerra y las revoluciones culturales de los años 60 trajeron las aspiraciones colectivas a una vida menos determinada por los patrones culturales y familiares. En la literatura psicoanalítica no hay muchas referencias a la idea de un destino personal que dependa de uno. La descripción de Freud de las patologías por fijación-regresión junto con la compulsión a la repetición, hablan en cambio de la pérdida de una cierta libertad. Los disidentes o “excluidos” del grupo original sí toman el tema, por ejemplo Jung, Adler, Igor Caruso, Ferenczi o más tarde Fromm, Horney y Sullivan. En Inglaterra Winnicott hace su camino sin preocuparse por publicar su pensamiento. Sus escritos son recopilaciones de clases o conferencias hechas por seguidores. Allí sí hace énfasis en el proceso de “estar siendo” (going on being) cuyas interrupciones por obstáculos ambientales provocan reacciones del individuo, las que a su vez prolongan la interrupción del proceso de estar siendo. En M. Kahn hay una distinción entre sino, como algo que viene de estar librado a los acontecimientos de la vida sin un plan y sin defensas, y el destino, un programa o proyecto construido por el sujeto mismo. En Norteamérica Kohut habla de destino y de un “programa nuclear” que está contenido en el Self. Además propone la reversión del concepto de Self, que pasa de ser un contenido del aparato psíquico tradicional a ser el continente del mismo, además de llevar el “programa” o destino del Self. Culturalmente, la libertad de acción o el deseo de configurar la propia vida, no es un valor universal supremo. Hay corrientes ideológicas que ponen como bien supremo al bien común, pero a la vez forzando sobre los sujetos al sistema dicho objetivo desde la educación más temprana. Es decir, no todos coinciden en la idea que el ser humano si se desarrolla con espontaneidad y con sus inclinaciones y talentos naturales será también un mejor integrante de la comunidad, un ser más rico y creativo, y por lo tanto un mayor aporte al bien común. 3