ECONOMÍA: LA PRETENSIÓN DE UNA CIENCIA David Anisi Catedrático de Universidad de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Salamanca http://web.usal.es/~anisi/ Lección Inaugural del Curso Académico 2006-2007, pronunciada por el profesor Dr. don David Anisi, Catedrático de Universidad de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Salamanca, en el solemne Acto Académico celebrado el día 18 de septiembre de 2006, presidido por el Rector Magnífico, Excmo. Sr. D. Enrique Battaner Arias. DAVID ANISI ECONOMÍA: LA PRETENSIÓN DE UNA CIENCIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA SECRETARÍA GENERAL 2006 Agosto 2006 © Universidad de Salamanca Secretaría General Impreso en España. Unión Europea EUROPA ARTES GRÁFICAS Señor Rector Invitados Compañeros de Estudio Alumnos TOMÁS DE MERCADO Alumnos: Allá a mediados del siglo XVI, uno como vosotros, estudiante de esta Universidad de Salamanca, aprendía, escuchaba, leía, y seguro también se divertía entre estos muros. Por aquellos años ya había tomado los hábitos dominicos en México y había adoptado el nombre, yo creo que con cierta ironía, de Tomás de Mercado. Influido en México por las enseñanzas de otro estudiante salmantino, Pedro de Pavía, vino a Salamanca. Tras su paso por Salamanca marchó a Sevilla, y en los bancales de la Casa de Contratación aprendió, examinó y meditó sobre esa tremenda ola de la nueva economía emergente que significaba la extensión y globalización del comercio. Preocupación, por cierto, muy semejante, creo, a la de alguno de los que hoy en día les lleva a participan activamente en los movimientos antiglobalización. Fruto de esa preocupación surgió la Suma de Tratos y Contratos1, que publicó en Salamanca Matías Guast en 1569, y posteriormente se editó en Sevilla en 1571. Esa obra constituye uno de los pilares de la conocida como Escuela de Salamanca y es considerada por la Academia, una de las contribuciones semi- LECCIÓN INAUGURAL nales a lo que posteriormente fue conocida como Teoría Cuantitativa del Dinero, o Ecuación de Cambridge. LA FACULTAD DE ECONOMÍA Y EMPRESA DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA Pasado mucho tiempo, mucho en verdad, en 1990 la Universidad de Salamanca acuerda establecer una Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, y se decidió que fuera precisamente Tomás de Mercado su Patrón. Quizá el espíritu de Tomás de Mercado se estremeció al percibir que él, un viejo estudiante de Salamanca, se había convertido en el patrón, director, guía y apoyo de aquellos que hoy, con sus pantalones vaqueros, sus pelos teñidos, sus aros en las orejas, pero con las mismas ganas de vivir, de aprender, de reír, de amar y de gozar que los estudiantes del siglo XVI, por aquí andan en el siglo XXI. Estoy convencido de que Tomás de Mercado no pudo nunca imaginarse que sería catalogado como «economista», pero incluso si en un estado enfebrecido hubiese podido barruntarlo, nunca, bajo ningún concepto, hubiese podido concebir que, por ser economista, llegaría a ser un «científico». Su sorpresa, estimo, fue mayúscula cuando se encontró Patrón de una Facultad (él si sabía lo que tal término significaba) de Ciencias Económicas y Empresariales. Pero, afortunadamente, pocos años duró su perplejidad. En 1996 en esta Universidad de Salamanca, la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales se une con la Escuela de Ciencias Empresariales, y entre tanto rataplán de ciencias por un lado y ciencias por el otro, la palabra afortunadamente desaparece y se constituye una Facultad de Economía y Empresa, que es lo que realmente es, tanto para Tomás de Mercado como para nosotros. Ahí se LECCIÓN INAUGURAL enseña Economía y ahí se enseña Administración de Empresas. Las ciencias, al menos en la Universidad de Salamanca, se enseñan, creo, en las distintas secciones de la Facultad de Ciencias. El caso es que casi quinientos años después, el espíritu resucitado de ese estudiante, asiste alucinado a esta lección inaugural del Curso 2006-2007, que, por primera vez en la historia de esta siete veces centenaria Universidad, la da un profesor de esa nueva Facultad de Economía y Empresa. Incluso puedo imaginar una sonrisa cínica en la faz de Tomás de Mercado mientras me ve pronunciar esta lección, pero no puedo terminar de discernir si se trata de un rasgo de distanciamiento y relatividad debido al paso del tiempo, o un gesto de compasión al, mirándome, considerar cómo ha degenerado la raza. CIENCIA Y ARTE Lenin, en algún momento, hablando de su tierra, dijo que el comunismo era el poder de los soviets más la electrificación del país entero. Yo creo, que aquí y ahora, la Universidad de Salamanca es Alfonso el noveno más Internet en las aulas. Así que Tomás de Mercado puede investigar en Google su propio nombre, puede saber lo que ahora se considera Economía, y puede conocer las obras de los que hoy se considera grandes pensadores: Smith, Ricardo, Say, Marx, Mill, Malthus, Jevons, Menger... Al llegar a Keynes, nuestro buen Tomás quizá se desconcierte, puesto que se encuentra con dos: un tal John.N. Keynes y un tal John.M. Keynes. El de la N de Neville resulta ser el padre del de la M de Maynard. Cuando, en la literatura posterior, alguien habla de Key- LECCIÓN INAUGURAL nes, se refiere, en general, al hijo. Es más, los más conservadores de la profesión distinguen claramente entre Keynes «el tonto» (el hijo) y Keynes «el listo» (el padre). Algunos de nosotros, economistas, pensando como Keynes «el tonto» que el desempleo es un fenómeno crónico de las sociedades de mercado, nos apuntamos a su idea; pero también, librepensadores al fin, aceptamos la idea de su padre, Keynes «el listo», recogida a mi entender de alguna forma por su hijo, de que la economía es un arte, no una ciencia. Comprenderéis ahora Compañeros de Estudio la felicidad que tanto a mí como al figurado Tomás de Mercado y a muchos otros más nos sobrevino cuando esa nuestra nueva Facultad en la Universidad de Salamanca del siglo XXI se llamó de Economía y Empresa, y no de ciencias del no se qué y del no se cuántos. De momento, en la concepción de los dos Keynes, los economistas enseñábamos un arte, como es el de herrar a un caballo. Conocemos las técnicas del forjado, sabemos la condición del animal, estudiamos la temperatura en la fragua, investigamos respecto al número de taladros óptimos en la herradura... Como arte es la Medicina que no ve mermada su utilidad por no enseñarse en una denominada Facultad de Ciencias Médicas, o algo así, y como un arte es el lanzamiento de sondas espaciales sin requerir para su acierto el calificativo de Ciencias del Espacio Sideral. Pero esa visión de la economía como un arte no viene respaldada solamente por la actitud de los dos Keynes, sino que, con una imagen que resultó universal, el, a mi modo de ver, más grande economista entre los que conocemos del siglo XX también apoyó. Se llamaba Joan Robinson. Tuvo la ventaja de su tremenda inteligencia y la desventaja de ser mujer en aquella época de la primera mitad del siglo XX. LECCIÓN INAUGURAL LA CAJA DE HERRAMIENTAS Pues bien, tanto ella, que quizá fuese la inspiración de Keynes, como el propio Keynes, pensaron la economía de una forma muy particular. «La Teoría Económica es algo parecido a una caja de herramientas» decía Robinson. «Deseo que los economistas sean humildes y eficaces como un dentista» decía Keynes. Fue la perspectiva del Cambridge, Inglaterra, de la época. Nada es más útil para solucionar los pequeños y continuos problemas domésticos que una caja de herramientas, nada como la imagen del dentista keynesiano para evidenciar la posibilidad de que alguien de forma muy sencilla pueda solucionarnos problemas que en su ausencia podrían llevar al suicidio. Y ambas visiones dejan satisfechos a muchos. Tanto a aquellos que pretendemos que poco a poco, y pasados muchos años, la Economía pueda quizá aproximarse a tener unas características semejantes a una Ciencia, como a aquellos otros que pretenden que la Economía es ya una Ciencia. Esta doble posición explica el título de esta lección Economía: la pretensión de una ciencia. La «pretensión» como solicitación de algo que se desea, y la «pretensión» como derecho que alguien juzga tener sobre algo. Los que pensamos que la Economía dista mucho de ser una Ciencia tenemos bastantes argumentos. Hoy querría narrar aquí una historia que, a mi modo de ver, ejemplifica claramente lo que en nuestra disciplina sucede: la aceptación o rechazo de las teorías económicas no por su adecuación, o no, a los hechos, sino por su adecuación, o no, a la política dominante. Es el caso, precisamente, de la aceptación, y posterior rechazo del llamado keynesianismo2. LECCIÓN INAUGURAL MODELOS Y VISIONES En Economía, hoy, se investiga y discute con modelos: analíticos, matemáticos, gráficos, econométricos... Tras cada uno de ellos hay una cosmología que diría Leijonhufvud3, una visión, como diría Schumpeter4, o una filosofía política como diría Eichner5. Y tras esa visión, un momento histórico. Estos modelos se agrupan por escuelas. Los modelos pertenecientes a la misma escuela comparten la misma visión o cosmología, y en ese sentido son similares entre sí. La distancia entre esas escuelas dependerá de la diferencia de las visiones, ocurriendo a veces que una misma visión se usa por varias escuelas, en las que la diferencia es sólo un matiz. El problema en Economía es que muchos de esos creadores de modelos difícilmente reconocen que detrás de sus criaturas hay visiones, cosmologías e ideologías. Creen que actúan como «científicos» no condicionados por nada ni nadie. Y mucho menos por la historia: las «verdades» que establecen, piensan que poseen características de atemporalidad. Tómese alguna, o muchas, de las revistas más prestigiosas en Economía, y difícilmente se podrá encontrar un trabajo en el que se haga una reflexión sobre el planteamiento ideológico desde el que se emite; y mucho menos sobre los hechos históricos que configuraron éste. En general, para los, por otro lado, muy reputados autores, incluso premiados con el Nobel, «La estructura dinámica de los tipos de interés» tiene el mismo contenido ideológico e histórico que «El ciclo del benceno», o «la Velocidad de caída libre de los graves». Con este panorama la discusión entre nosotros es difícil por no decir imposible. Como se niegan las ideologías, se debe dis- LECCIÓN INAUGURAL cutir sobre los modelos que las reflejan pero sin mencionarlas; para agravar el problema la contrastación empírica siempre está llena de condicionantes, y, por si fuera poco, los experimentos sociales son –hay que decir que afortunadamente– casi imposibles de llevar a cabo. Como ya hemos dicho trataremos de ejemplificar lo expuesto considerando el auge y posterior abandono del llamado keynesianismo6. Para ello contaremos una primera historia que, como gusta a la mayor parte de los economistas pretendidamente científicos, está exenta de ideología, aunque no de coherencia; luego veremos la misma historia bajo el prisma ideológico, y concluiremos con una aproximación histórica. INFLACIÓN Y DESEMPLEO En el periodo 1930-1938 en Europa7 y EE UU hay un desempleo muy elevado8. Tras la Segunda Guerra Mundial el objetivo declarado de todos los políticos fue la consecución del pleno empleo. Se abrió la caja de herramientas de la Señora Robinson, se extrajeron los instrumentos convenientes y la tasa de desempleo pasó a ser casi despreciable9. La herramienta usada para combatir el desempleo era sumamente eficaz Parece que cuando había voluntad política se podía acabar con el desempleo. ¿Se podría hacer lo mismo con la inflación? Las cifras de inflación asociadas al periodo 1973-83 fueron muy elevadas10, y, análogamente a lo que pasó con el desempleo en los cincuenta, a partir de los ochenta el objetivo declarado de todos los políticos fue el de acabar con la inflación. Se volvió a abrir la caja de herramientas se seleccionaron los instrumentos adecuados y la inflación se redujo hasta un 4% tanto en Europa como en EE.UU en el periodo 83-96. LECCIÓN INAUGURAL Parecería que individuos humildes y anónimos como el dentista keynesiano hubiesen tomado la herramienta precisa de la caja de la Señora Robinson y la hubiesen utilizado eficazmente para reducir el desempleo en su momento, o controlar la inflación posteriormente. ¿QUE HAY EN LA CAJA DE HERRAMIENTAS? ¿Qué había dentro de esa caja de herramientas que al usarlas permitió tales éxitos? Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la mitad de los setenta podían identificarse cinco Escuelas dentro de la ortodoxia económica11, entendiendo como tal ortodoxia la corriente dominante en las universidades de los EE.UU. Coincidiendo en el diagnóstico de que en el mundo real existe una cierta rigidez en precios y salarios, cuatro de las cinco escuelas –y dentro de estas cuatro la mayoritaria, es decir la que se explicaba en los libros de texto occidentales– afirmaban que bien con política monetaria, bien con política fiscal, o bien con una combinación de ambas se podía mantener el pleno empleo de forma permanente. A partir de 1980 se produce un profundo cambio en todo lo académico, que lleva a la situación en el 2000 donde de nuevo se identifican cinco grandes escuelas dentro de esa ortodoxia económica12. De éstas, cuatro –incluyendo la mayoritaria y que es la que se enseña actualmente en los libros de texto– afirman que ni con política monetaria ni con política fiscal se puede alcanzar el pleno empleo de forma permanente. Pasamos así de una situación en los 70, en las que cuatro de las cinco escuelas más relevantes afirmaban que con política económica se puede llegar al pleno empleo, a otra, que se afian- LECCIÓN INAUGURAL za desde los ochenta hasta nuestros días, en la que cuatro de las cinco afirman que tal cosa no es posible. El espíritu de Tomás de Mercado, que había aprendido a manejar la caja de herramientas de los setenta, abre la del 2000 y se da cuenta con perplejidad de que no está la taladradora. Esa herramienta con la que se podían hacer agujeros en las paredes ha desaparecido. Ya no se puede conseguir el pleno empleo de forma permanente mediante el uso de la política económica. Parecería que en la caja de herramientas algunos cajones tienen un candado y no pueden abrirse. En particular sobre el cajón donde se guardaban los utensilios para combatir el desempleo se puede leer: Instrumentos inservibles, úsese la herramienta «Tasa Natural». Tomás de Mercado abre con impaciencia el cajón así titulado. En él hay un papelito doblado en el que al abrirlo se lee: «Hasta nueva orden el desempleo sólo puede evitarse de forma permanente flexibilizando los mercados y, particularmente, reduciendo el poder sindical». Esa vieja idea neoclásica frente a la que Keynes había opuesto su visión, y que permanecía arrinconada en una de las escuelas minoritarias de los 7013, se ha convertido, reformulada y adecentada, en el núcleo de lo que estudian y de lo que se examinan, los estudiantes occidentales, hoy en día, en un curso intermedio de Macroeconomía. IDEOLOGÍA, PODER Y TIEMPO HISTÓRICO ¿Por qué ha desaparecido de la caja de herramientas aquella que servía para combatir el desempleo recurriendo a la política económica? LECCIÓN INAUGURAL Quizá porque en la denominada época keynesiana se necesitaba asegurar el pleno empleo y a partir de los ochenta no. Quizá la creación tras el final de la Segunda Guerra Mundial de un Estado de Bienestar cuyo núcleo era precisamente el pleno empleo explica la aplicación de políticas dirigidas a la consecución de éste, y quizá su puesta en cuestión en los ochenta también explicaría la ausencia de esas tales políticas. Es la aceptación o no del Estado de Bienestar quien condiciona las políticas económicas y el contenido, en definitiva, de la caja de herramientas. El Estado de Bienestar exige pleno empleo, y las herramientas que existen se usaron para conseguirlo. Para desmontar el Estado de Bienestar basta con atacar a su núcleo, y a partir de los 80 se abandona como objetivo político el pleno empleo y se pasa a la lucha contra la inflación. La ideología cambia, y cambia consecuentemente la primacía académica de las escuelas económicas. Nos queda intentar un último paso: ¿Por qué la aceptación del Estado de Bienestar y su posterior cuestionamiento? ¿Por qué la aceptación del keynesianismo y su posterior rechazo? ¿Por qué la aceptación de las políticas económicas dirigidas a la consecución del pleno empleo y su posterior olvido? No puedo dar una contestación rotunda, pero sí aventurar una hipótesis explicativa. Creo que no se pueden explicar las construcciones teóricas de la macroeconomía del siglo pasado sin hablar del nacimiento y desaparición de la URSS. La tasa de crecimiento del PIB de la URSS supera a los de Europa y EE.UU. en el periodo previo a la Segunda Guerra Mundial14. Tras ésta, en la que se evidencia además la posesión por parte de la Unión Soviética de un poder militar que acaba con el III Reich, se apresura a construirse en Europa un Estado de Bienestar que asegure el pleno empleo y demuestre que la LECCIÓN INAUGURAL alternativa al comunismo existe, y que se puede alcanzar cotas de bienestar y seguridad, e insisto, pleno empleo, sin renunciar a la democracia. De aquí, quizá, las políticas económicas dirigidas a erradicar el desempleo. En el periodo de la guerra fría los dos sistemas parecen avanzar hasta que cada uno de ellos tiene su crisis profunda en la década de los setenta. A partir de ese momento la URSS comienza a dejar de ser competitiva en cuanto, al menos, al crecimiento del PIB per cápita, y Occidente, y particularmente Europa, se enfrenta con una progresiva disminución del peso de los beneficios respecto al de los salarios15. Con la URSS debilitada, Europa se dispone a combatir esa caída del volumen relativo de los beneficios. Para ello hay que reducir las pretensiones salariales que se convierten en inflación. Pero los salarios se contienen mejor cuando hay un cierto volumen de desempleo y así se provoca, o tolera, una crisis que si bien lleva al aumento del desempleo, también logra una menor inflación y la recuperación de los beneficios16. TEORÍA, HISTORIA, ESTADÍSTICA Hemos usado, hasta este momento, tres perspectivas económicas para analizar los fenómenos de inflación y desempleo durante el siglo XX en Europa. La primera, aséptica, es la de la caja de herramientas según la cual cuando se quiere acabar con el desempleo se consigue y cuando se desea terminar con la inflación también se logra. En la segunda perspectiva hemos visto cómo una determinada concepción política fue la que llevó a colocar al pleno empleo como objetivo de los cincuenta y al control de la inflación en los ochenta. LECCIÓN INAUGURAL Y en la tercera perspectiva, visualizando la economía como un retículo de relaciones de poder, se ha dado una explicación sobre el cambio experimentado en las políticas. En el fondo no hemos hecho otra cosa que seguir la recomendación de Schumpeter de sustentar siempre el análisis económico sobre un trípode configurado por la teoría, la historia y la estadística. La conclusión es que el keynesianismo se rechaza no por su incorrección teórica o empírica, sino por su inconveniencia ideológica. Todo lo narrado es simplemente una ejemplificación de lo que considero el gran problema que impide el acercamiento de la Economía a las pautas de comportamiento científico generalmente aceptadas. Y ese problema es el gran peso que la ideología tiene en nuestro conjunto de conocimientos. Concluiremos pues la lección con una reflexión sobre esa influencia ideológica. EL MERCADO ¿Por qué se admitió el keynesianismo y luego se rechazó? ¿De qué estamos discutiendo realmente en Economía? A mi modo de ver discutimos precisamente de aquello que admiraba a Tomás de Mercado y que ha sido hasta la fecha el núcleo del acuerdo y del disenso: ¿puede un sistema descentralizado de precios conducir a la sociedad que lo sostiene a un nivel de bienestar superior a cualquier otro alcanzable con un sistema alternativo? Y ese mercado generalizado, como un mecanismo de relojería, ¿tiene movimiento perpetuo, o alguien tiene que darle LECCIÓN INAUGURAL cuerda de vez en cuando? ¿Hay que engrasarlo y limpiarlo? ¿Alguna vez hay que corregir la hora porque se adelanta o atrasa? ¿Quién es el relojero que tiene, en su caso, que atender a estos problemas? Pero hay más. Ese sistema de precios no se da en abstracto. Relaciona a individuos con unas intenciones. Y viene ahora la que creo que es la gran pregunta: ¿Lleva el egoísmo individual a la consecución del bienestar colectivo? En síntesis, que antes de Smith y después de Smith venimos discutiendo sobre su «mano invisible». Dice exactamente Smith: «En la medida en que todo individuo procura en lo posible invertir su capital en la actividad nacional y orientar esa actividad para que su producción alcance el máximo valor, todo individuo necesariamente trabaja para hacer que el ingreso anual de la sociedad sea el máximo posible. En verdad que por regla general él ni intenta promover el interés general ni sabe en qué medida lo está promoviendo. Al preferir dedicarse a la actividad nacional más que a la extranjera él solo persigue su propia seguridad; y al orientar esa actividad de manera de producir un valor máximo él busca sólo su propio beneficio, pero en este caso como en otros una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no estaba en sus propósitos. El que sea así no es necesariamente malo para la sociedad. Al perseguir su propio interés frecuentemente fomentará el de la sociedad mucho más eficazmente que si de hecho intentase fomentarlo. Nunca he visto muchas cosas buenas hechas por los que pretenden actuar en bien del pueblo.» SMITH, A. (1776 [1979]), La Riqueza de las Naciones, Alianza, Madrid. p: 554 LECCIÓN INAUGURAL LA VISIÓN El sistema de precios configura un cierto tipo de poder, define una organización a su servicio, y ofrece una visión del mundo económico. Comencemos con la visión. No es lo mismo afirmar que la riqueza surge de la realización de actos socialmente beneficiosos, que decir que la propiedad es un robo. Probablemente los que son poderosos por ser ricos, sonrían complacidos ante la primera afirmación y arruguen el ceño frente a la segunda. Y a lo largo de la historia a nadie le ha venido personalmente mal difundir opiniones que halaguen a los poderosos. Pero hay más. El rico domina el Imperio del Dinero, pero a veces no tiene poder sobre los otros dos imperios elementales: el de la Ley y el de las Creencias. No siempre se compra con dinero el acceso a las instituciones democráticas donde se elaboran las leyes, o se aplican o velan por su cumplimiento; ni tampoco el hecho de ser rico conduce siempre al cariño o al respeto de los demás. Un rico puede sentir un cosquilleo interior cuando algún economista dice que la acumulación de dinero es fruto de la realización de tareas beneficiosas para la sociedad, pero seguro que tiene un cosquilleo exterior si esa idea se difunde y penetra en las creencias sociales. Al amparo de esos valores no sólo se es rico, sino también respetable. Y a poco que se esfuerce, tal respetabilidad, junto con su dinero, podrá ayudarle a lograr su parcela de poder jerárquico, esto es, su participación influyente en el imperio de la ley. Por último queda aquello de que: «no se aceptará ningún hecho que no venga acompañado de una explicación decorosa»17. LECCIÓN INAUGURAL Sucede que para determinada visión del orden social, no solamente es muy aceptable que los ricos lo sean por su contribución al bienestar colectivo, sino que los pobres lo sean por su incapacidad para realizar tal contribución, o que los desempleados se encuentren en tal situación debido a los salarios desmedidos que tratan de obtener a cambio de su trabajo, o que la imposición del comercio libre a un país amenazándole con una invasión si no lo hace, tenga como resultado para la población las ventajas indiscutibles derivadas del comercio. Y todo eso, no lo olvidemos, reiterando una y otra vez que el recurso al más profundo de los egoísmos y a la globalización de la codicia se hace por ser esa la forma más eficaz de eliminar los espantos existentes en nuestro planeta. EL NEOCLASICISMO HOY El capitalismo emergente de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX está tras los autores clásicos; el capitalismo consolidado de finales del siglo XIX, se encuentra tras los autores marginalistas o neoclásicos; el capitalismo en crisis de la convulsa primera mitad del siglo XX, sostiene el esquema de la economía keynesiana, y el capitalismo globalizado de la actualidad es lo que lleva a la vuelta de la economía neoclásica bajo la advocación de Nueva Macroeconomía Clásica. ¿Que caracteriza a esa vieja y remozada teoría neoclásica en nuestro hoy y ahora? En primer lugar una visión. En ese mundo neoclásico ideal, recogiendo una antigua idea de J.B. Say y David Ricardo, la oferta es, de alguna forma, simultánea a la demanda. LECCIÓN INAUGURAL Si alguien demanda es porque ofrece, o ha ofrecido; si alguien tiene capacidad de compra es porque ese alguien también tiene o ha tenido capacidad de venta. Mi capacidad de compra es tanto mayor cuanto mayor haya sido mi capacidad de venta. Si compro para satisfacer mis necesidades o deseos es porque a mi vez he logrado satisfacer las necesidades o deseos de otros individuos. La acumulación de dinero y otros tipos de riqueza en manos de un individuo sólo ha podido darse, en ese mundo ideal, porque ese individuo ha colmado de bienes y servicios a muchas otras personas. Así que, en la medida en que nuestro mundo real se asemeje a ese ideal, la acumulación de riqueza es fruto exclusivo del «trabajo duro» en pro de satisfacer las necesidades de los individuos que componen la sociedad. Y, simétricamente, la pobreza se deriva de la incapacidad de ese otro tipo de individuos de lograr ofrecer algo útil para alguien, ya que de existir tal utilidad siempre aparecería el comprador. De la esencia de la economía de trueque sobre la que se sustenta el sistema neoclásico y en el que el acto de compra es simultáneamente un acto de venta, se desprende que si alguien está buscando comprador y no lo encuentra, es porque alguien está buscando vendedor y no lo halla. Se trata de un simple problema de coordinación que deja de existir, lógicamente, si la información es, como en el modelo neoclásico puro, perfecta. Así, el desempleo –vendedores de trabajo que no encuentran compradores– se reduce a un simple problema de coordinación y basta con seguir las instrucciones de los precios para que ese problema desaparezca. Si los precios son flexibles el que no trabaja es, bien porque no quiere, o porque no puede ofrecer nada valioso para el mercado; en todo caso es su problema; un problema individual y nunca un problema colectivo. La víctima es el culpable. LECCIÓN INAUGURAL Bajo esta perspectiva un desempleo masivo e involuntario sólo puede ocurrir porque no se deje actuar a los precios en el «mercado de trabajo», y eso sólo puede suceder porque «alguien está metiendo las manos» en ese mercado, bien sea el Estado con leyes sobre salarios mínimos, contratación, despidos, indemnizaciones, etc. o bien sean los sindicatos que con su comportamiento monopolista imponen un salario que, por estar por encima del de equilibrio provoca el desempleo. Por supuesto que el mundo real está muy alejado de ese modelo, pero eso no importa. No se trata de analizar o explicar el mundo, se trata de fundamentar y difundir una visión, una ideología. Y esa visión sigue iluminando otros aspectos importantísimos de nuestra vida social. Como las cerezas al extraerlas de una cesta una va tirando de la siguiente, y enseguida vamos a llegar a la cereza del egoísmo. El sistema de mercado es algo muy sencillo de entender y de participar en él una vez que se domina y practica el lenguaje de los precios. Las difíciles decisiones que una sociedad debe tomar sobre qué producir, cómo hacerlo y cómo repartir lo producido se tornan en pequeñas decisiones sencillas y descentralizadas. ¿Qué producimos se preguntan las empresas? Aquello que maximice los beneficios les contesta el sistema de precios ¿Qué técnicas usamos para hacerlo? Las relativamente más baratas les responde el mercado. ¿Y a dónde irá dirigida nuestra producción? A quien mejor pague por ella, se les contesta. Las decisiones son simples y el sistema neoclásico asegura que en estado de competencia perfecta el resultado global de esas acciones individuales es el mejor que se puede conseguir para el conjunto de la sociedad. Luego, en la medida en que nuestra sociedad se parezca a ese modelo ideal, la persecución continua e inteligente de nuestro beneficio individual es lo mejor que puede hacerse por la felicidad planetaria. LECCIÓN INAUGURAL Claro que, nuevamente, nuestras sociedades distan mucho de parecerse a la del modelo, pero si la intención de éste es sustentar una ideología y no reflejar la realidad, ahí queda. EL PODER Pero, como antes decíamos, la construcción neoclásica no sólo presenta una visión del mundo que puede agradar a los ricos, y ver en su riqueza la señal que los marca como grandes benefactores de la humanidad; también afianza y extiende su poder. Es un economista bien poco sospechoso de denigrar el mercado como Milton Friedman quien deja por escrito la idea de que el sistema de precios es un sistema de votación en el que el voto de cada individuo es proporcional al número de unidades monetarias que posee18. En el espacio público, la regla general de decisión en nuestras sociedades democráticas es «un individuo un voto»; en el espacio de mercado la regla es «un euro un voto». Así para que las reglas de la democracia diesen el mismo resultado que las del mercado, o bien todo el mundo debiera tener el mismo número de euros, o bien, y no es lo mismo, sólo se permitiría votar políticamente a aquellos individuos con un número similar de euros en sus bolsillos. El choque de estos dos principios «un individuo un voto», «un euro un voto» pone de relieve el conflicto siempre existente entre Mercado y Democracia. Si usamos métodos democráticos para la toma de decisiones se llegará a algún tipo de decisión, que unas veces favorecerá a unos y otras veces a otros. Usando el mercado, en cambio, siempre quedan favorecidos los más ricos. La extensión del mercado, el paso a este sistema de decisión de aspectos anteriormente situados en el ámbito de no merca- LECCIÓN INAUGURAL do, siempre dará lugar a un aumento del poder de decisión de los más ricos. Cada vez que en nombre de la eficiencia se reclama el paso de una actividad encuadrada en el retículo jerárquico o valorativo al ámbito del mercado, podrá ser o no verdad que aumente la eficiencia, pero lo que siempre será cierto es que el control de tal actividad ha pasado a los más ricos. Y como ironizábamos antes, a nadie le ha ido mal por reclamar la implantación de algo que favorece a los millonarios19. LA IDEOLOGÍA Es la transmisión de esa ideología lo que confiere a la economía actual su característica más relevante. Es el ocultamiento de que se trata simplemente de una ideología lo que lleva a sus transmisores a pretender que emiten sus opiniones respaldados por una ciencia. Y es la perpetración continua de ese fraude lo que lleva a la descalificación, en cuanto no científicas, precisamente de aquellas construcciones teóricas que, alejadas de la simulación oficial, tratan de construir una ciencia empírica. Afortunadamente, lejos de las construcciones ideológicas, aparece un conocimiento real. A lo largo de los siglos se ha ido configurando una especie de «marca blanca», que ha ido sumando toda la sabiduría contrastada que se tiene sobre los aspectos económicos de nuestra vida social. Es esa economía, acientífica y desprestigiada desde las cumbres neoclásicas, la que se usa para eliminar los miedos –al desempleo, a la enfermedad, a la vejez, a la educación de los más pequeños– y hacer así al individuo más libre. La que se usa para establecer planes de desarrollo en los países pobres, eliminar la explotación infantil, tratar de acabar con el hambre del mundo o pensar bajo una perspectiva planetaria. LECCIÓN INAUGURAL Es esa otra economía, la que está al servicio del ser humano, la que contribuye a hacer de nuestro planeta un mundo más habitable para nosotros y nuestros descendientes, la que, poco a poco, irá acumulando progresivamente las características de una ciencia. Estoy seguro de ello. Imagino que en estos momentos el espíritu de Tomás de Mercado sonríe, no por que esté de acuerdo con las tesis que defiendo, sino porque intuye que la lección está llegando a su fin. Alumnos de este Estudio a los que he dedicado fundamentalmente estas palabras. Probablemente uno de vosotros, pasados unos años, se encuentre en esta Universidad u otra de nuestro pequeño mundo, dictando una lección inaugural. Ésa es la grandeza del estudio humano. Siempre, en cada momento hay alguien pensando lo que dice y diciendo lo que piensa. En el que para mí resulta el más entrañable enigma de nuestro claustro, aquel en el que las serpientes cerradas sobre sí mismas se muerden la cola, hay una inscripción atribuida a Virgilio que dice: SIC IN SE SVA PER VESTIGIA VOLVITUR ANNUS (Así, unos tras otros, siguiendo las mismas huellas, se van sucediendo los años) Alumnos Compañeros de Estudio Invitados Señor Rector HE DICHO LECCIÓN INAUGURAL NOTAS 1. El libro se publica en Salamanca como «Tratos y contratos de mercaderes y tratantes» luego en Sevilla aparece como «Summa de tratos y contratos de mercaderes y tratantes». 2. Hay una «historia oficial» que más o menos es la siguiente: «El keynesianismo se difundió tras la segunda guerra mundial y las políticas denominadas keynesianas tuvieron éxito en cuanto a la consecución del pleno empleo. Sin embargo teoría y política fueron incapaces de entender y luchar contra la inflación así que a partir de los setenta se abandonan. La debilidad básica del pensamiento keynesiano era la falta de fundamentos microeconómicos, y por eso fué sustituido por otras doctrinas con firmes fundamentos». Esta es la historia oficial. La de un debate académico centrado fundamentalmente en la discusión entre Chicago y Cambridge (Harvard y MIT) –el lector interesado por el tema puede partir de LESSON, R, (2000): The Eclipse of Keynesianism: The Polytical Economy de Chicago Counter-Revolution, Palgrave, New York– y usar la elaborada bibliografía para seguir el camino que la apetezca. Esta lección trata precisamente de contar otra historia muy distinta de la oficial. 3. LEIJONHUFVUD, A., (2000), «Ideology and analysis in macroeconomics» en Leijonhufvud, A.,(2000), Macroeconomic Instability and Coordination, Edward Elgar, Cheltenham: 307-331. 4. SCHUMPETER, J.A, (1954), History of Economic Analysis. 5. EICHNER, A.S., (1983), «Why economics is not yet a science?» en Eichner, A. S, (ed) Why economics is not yet a science?, MacMillan Press, London: 205-241. 6. ANISI , D. (2005), «La macroeconomía al comienzo del siglo XXI: una reflexión sobre el uso y posterior abandono del llamado keynesianismo», Principios, nº 1, Enero de 2005: 37-55 en http://web.usal.es/~anisi/Art/LMHfinaltotal.doc 7. Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania Occidental, Italia, Países Bajos, Noruega, Suecia, Suiza, UK. 8. Una tasa media de desempleo del 7% en Europa y en EE.UU del 18%. 9. Resultó como media en el periodo 1950-73 un 2% en Europa y un 5% en los EE.UU. 10. 9% en Europa y 8% EE.UU. LECCIÓN INAUGURAL 11. Neoclásicos, Monetaristas, Síntesis Neoclásico-Keynesiana, Keynesianos Fiscalistas, y Postkenesianos. No se incluyen por lo tanto corrientes como Ricardianos, Marxistas o Austriacos. 12. Nueva Macroeconomía Clásica(Ciclo Económico Real y Monetaristas), Nueva Síntesis, Neokeynesianos y Política Económica. 13. Los Neoclásicos. Los más afines, los Monetaristas, ante la realidad de la desaparición de esas ideas durante la época recurrieron a lo que Friedman denominó «la tradición oral» de la Escuela de Chicago. 14. La tasa de crecimiento del PIB per cápita de la URSS en el periodo previo a la Segunda Guerra Mundial fue superior al de Europa y al de EE.UU. La tasa de crecimiento de ese PIB per cápita fue del 1,2% y del 1, 6% el de los EE.UU, la URSS declaraba un crecimiento del 5,6%, pero la propia CIA la asignaba un crecimiento del 1,8%, superior consecuentemente a las tasas occidentales. 15. La participación de los salarios en el PIB es para la media de los países de la Europa de los 15 de un 65% en 1960, y de un 69% en 1975. 16. En la Europa de los 15 no sólo, como contábamos al comienzo, se ha controlado la inflación, sino que el resultado de ello ha sido pasar de un peso de los beneficios en la renta de un 31% en 1975 a un 40% en 2005 Fuente Ameco, Cp9. http://europa.eu.int/comm/economy_finance/indicators/annual_macro_ economic_database/ameco_contents.htm 17. Cita de Haynes, R. (1980), en Wiles, P. (1983): «Ideology, methodology, and neoclassical economics», Eichner, A.S. (ed) Why economics is not yet a science?, MacMillan Press, London: p61. 18. FRIEDMAN, M. (1962), Price Theory, Aldine, Chicago. 19. En el ámbito de los valores el sistema neoclásico proporciona una visión positiva de los poseedores de riqueza; la extensión del mercado que sugiere afianza su poder y lo hace más omnipresente; y en el ámbito jerárquico propone una organización a su servicio: el Estado Mínimo. Si el mercado es el núcleo fundamental de la economía, queda descartado, como ya vimos, el Estado de Bienestar. Si además conduce a la optimización y al pleno empleo de los recursos, queda descartado también el Estado Intervencionista, y si se piensa que cualquier corrección de los resultados significa la distorsión del sistema de precios, queda también descartado el Estado Asistencial. El resultado es el Estado Mínimo. El Estado Mínimo es un Estado exclusivamente al servicio del mercado, un Estado, que define y protege los derechos de propiedad y asegura la legalidad de los intercambios. LECCIÓN INAUGURAL Ese Estado Mínimo exige la existencia de unas instituciones y unos bienes públicos que son precisamente los que reclamaba Adam Smith para el desarrollo de una economía de mercado. Así lo que para Smith era una creación novedosa, para los partidarios del Estado Mínimo de nuestros días significa una vuelta atrás en las funciones del Estado. Con una Administración de Justicia que vele por la limpieza de las transacciones comerciales y patrimoniales, con una policía que defienda la propiedad privada en el interior del país y con un ejército que proteja defensivamente el mercado interno, o extienda ofensivamente el ámbito del mercado cuando se considere necesario, es suficiente. El Estado, para esta concepción, sólo debe aparecer cuando por la existencia de externalidades o bienes y males públicos se produce un fallo en el funcionamiento del Mercado. Los impuestos de los ricos, que junto con los que no lo son, contribuyen al funcionamiento del mercado son así los mínimos indispensables para mantener y acrecentar su riqueza. Eso no significa que tales ricos no puedan ser tremendamente generosos. El egoísmo total en los negocios puede ser compatible con una generosidad cercana a la prodigalidad en sus gastos. Se pueden establecer Fundaciones, controladas por ellos, o simplemente gastar lo que se quiera en corregir las consecuencias más tremendas del funcionamiento implacable del sistema de precios, pero eso es una tarea de ellos y no de un Estado al que tendrían que entregar más impuestos para que realizara una misión que, bajo su visión, no le compete.