Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba (República Argentina) http://www.acader.unc.edu.ar AUTORES: Doctor Luis MOISSET DE ESPANES Abogado Guillermo P. TINTI (Facultad de Derecho - Universidad Católica de Córdoba) COMISION: Ética en la Magistratura PONENCIA: Los jueces que en sus decisiones jurisdiccionales se expresan con excesos verbales hacia las partes o sus abogados, faltan a los deberes de decoro, imparcialidad e independencia que atañe a los magistrados. LOS EXCESOS VERBALES EN LA SENTENCIA Y LA ETICA DEL JUEZ I La alta función social que desempeñan los magistrados, les impone necesariamente una serie de deberes, frente a la comunidad. Estos no son exclusivamente los establecidos en los ordenamientos procesales y los sustantivos, sino además otros igualmente indispensables- que surgen de la misma naturaleza de la función que cumplen. Entre estos últimos -que algunos llaman deberes genéricos- se encuentra el de observar al momento de pronunciarse, una conducta mesurada y respetuosa para con los otros sujetos que intervienen en el proceso. La inobservancia de tal deber, constituye una falta ética que faculta y obliga a los Tribunales superiores a corregirla y sancionarla. II La ley Nº 23.187, en su art. 6º inc. "e", impone a los abogados el deber de comportarse con lealtad, probidad y buena fe. En la Provincia de Córdoba, la Ley Nº 5805 define como falta sancionable del abogado excederse en las necesidades de la defensa formulando juicios o términos ofensivos, o que importen violencia impropia o vejación inútil a los magistrados (art. 21, inc. 15º). Esas son normas de derecho positivo destinada únicamente a los abogados litigantes, y que por cierto no pueden aplicarse a contrario sensu, ni existen tampoco normas que en modo análogo censuren la falta de ecuanimidad o los excesos en los magistrados. Si bien no justificable, puede entenderse en los abogados un exceso de pasión en sus escritos sobre todo cuando ella manifiesta una defensa ardorosa de la posición que consideran justa. No puede en cambio justificarse tal exceso en los jueces, a quienes el deber de imparcialidad les ha de conllevar necesariamiente una "apatía" ("a"=sin; "pathos"= 1 Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba (República Argentina) http://www.acader.unc.edu.ar pasión), manteniendolos imperturbables cualquiera sea la manifestación que las partes hagan, sin perjuicio que ante expresiones irrespetuosas pongan en marcha los mecanismos legales previstos para su corrección. El Juez en este sentido debe ser como el avezado capitán de una nave, que aún en medio de la tempestad se sabe conocedor de la ciencia de la navegación y con ello mantiene el orden y el rumbo del barco. Su autoridad se preserva mientras demuestre firmeza y sabiduría en cualquier contingencia, si lo arrebata la pasión perderá el dominio de la nave y el respeto de los marineros. Y es que el principal deber de los jueces en la sentencia es entrar en el susbstractum de la cuestión debatida, y decidirla de acuerdo a la ley. A partir de allí el sentenciante tiene aún la posibilidad de enriquecer la ciencia del derecho extrayendo conclusiones, recomendaciones o planteos novedosos, pero jamás debe utilizar la función jurisdiccional para contestar agravios personales o manifestar su mal humor o disconformidad con la conducta de alguna de las partes. Ya hace tiempo se proconizaba que a un buen Juez se le exige también un sello de elevación espiritual, que se demuestra en fallos incontaminados de pasiones dañinas.i. Defrauda el mandato de la República aquel juez que en sus sentencias utiliza términos ofensivos para el justiciable o su abogado, que han concurrido a él a partir de derechos reconocidos como fundamentales, y para que se expida sobre el derecho, no para que ponga de manifiesto su falta de cortesía con el adjetivo despectivo hacia la tarea del defensor. III Sostiene CAMPILLO SAINZ que así como COUTURE hizo "Los Mandamientos del Abogado", Cervantes ha hecho los mandamientos de los jueces en los preceptos que don Quijote da a Sancho Panza cuando va a gobernar la ínsula de Barataria. Y vemos que en uno de esos consejos Quijano recomienda a su escudero "Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones". Ese empleo de terminos ofensivos para con las partes -o "excesos verbales", configura a nuestro criterio una violación a los deberes del Juez. En efecto, ALVARADO VELLOSO sostiene que existen ciertos deberes del magistrado que emanan ontologicamente de la función pues su ausencia obsta a la jurisdiccionalidad. Tales deberes, que califica como esenciales, son independencia, lealtad, imparcialidad, ciencia, diligencia y decoro.ii Y los excesos verbales agraviantes para la parte o su abogado demuestran al menos el incumplimiento de tres de ellos: a) Del deber de independencia: Pues este se demuestra con un señorio interior del juzgador en el que su razonamiento no este condicionado por una pasión extraña al litigio, como puede ser la intención de maltratar -con palabras ofensivas- al abogado o a la parte. b) Del deber de imparcialidad: Es evidente que los excesos verbales hacen que el juez se aparte de los criterios de objetividad que deben presidir su decisión, ya que pierde con ello la respetuosa equidistancia que ha de mantener con los litigantes para introducirse en consideraciones de caracter personal que demostrará -por lo menos- un ánimo negativo hacia uno de los sujetos del proceso. c) Del deber de decoro: El cumplimiento bien entendido de este no requiere una 2 Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba (República Argentina) http://www.acader.unc.edu.ar exagerada solemnidad, sino mas bien el empleo prudente y correcto de la palabras destinadas a las partes. Se ha dicho que el Juez debe ser el mas severo guardián del derecho y de la comunidad, lo que exige una corrección y pulcritud que no se condice con el empleo de expresiones bajas o vulgares en sus escritos. IV Como antes se ha señalado, la facultad de corregir los excesos de los magistrados corresponde a los Tribunales superiores, que tengan por ley asignada la función de superintendencia. Como tales pueden aplicar sanciones o llegado el caso poner en marcha los resortes constitucionales correspondientes para la destitución del magistrado. En tal sentido se ha pronunciado el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, que aplicó un llamado de atención a los señores vocales de una Cámara que en oportunidad de resolver sobre un recurso de revisión emplearon en su resolución términos que aparecian como irrespetuosos para con el abogado de una de las partes.iii De ese modo el más alto Tribunal de la Provincia empleó las facultades que le confieren los arts. 160 y 166 incisos 2 y 6 de la Constitución Pcial. y 14 inc. 7º de la Ley Orgánica del Poder Judicial. En el caso que referimos, la sanción de "llamado de atención" podría aparecer como poco severa; sin embargo es reveladora de una importante preocupación del alto Tribunal por preservar el respeto no sólo hacia aquellos que ejercen el ministerio de la abogacía, sino también hacia la propia administración de justicia, que debe ser preservada de cuestiones indecorosas. Tampoco dudamos que representa un serio apercibimiento que tendrá peso en la conciencia de los que se excedieron en con términos impropios y servirá para indicar a los magistrados la conducta prudente a desarrollar al momento de expedir sus sentencias; en la inteligencia siempre de que el respeto que el Juez debe guardar hacia las partes se debe fundar en el reconocimiento de que ellos colaboran sustancialmente con la administración de justicia. Por ello es que los abogados deben respeto y consideración a los magistrados: si no a título personal, sí como representantes de la justicia; y la majestad de la justicia no admite ofensa por leve que sea. De igual modo el magistrado debe idéntico respeto al abogado, ya que no sólo es parte de la justicia como su principal auxiliar, sino que además con la ofensa al defensor se agravia a la República, que encuentra en el derecho a la defensa uno de sus pilares fundamentales. NOTAS i.Vease Alfredo COLMO, "La Justicia", p. 79 y ss. Abeledo, Bs. As., 1957.ii.A. ALVARADO VELLOSO, "El Juez, sus deberes y facultades", p. 12 y ss., Depalma, 1982. 3 Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba (República Argentina) http://www.acader.unc.edu.ar iii. Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Laboral, Auto Interlocutorio Nº 72, abril 26, 1993. La sentencia de Cámara se había expresado respecto del abogado de una de las partes asignándole una "imaginación tan poco feliz como inconducente" y un "supino desconocimiento a la situación del Tribunal" 4