Artículo especial Aspectos emocionales que rodean el nacimiento. Estado de la cuestión is permanently relegated to the second plane in the conventional references, for questions of gender. The literature review realized allows us to value the different temporary stages that they live in relation with the childbirth, without leaving behind , for its relevance, the desire of the son, the pregnancy, the relation of the couple, the socio-economic situation and the care of the son after the birth. Keywords: Emotional aspects, childbirth, gender, midwife support. Alemany MJ, Velasco J. Aspectos emocionales que rodean el nacimiento. Estado de la cuestión. Matronas Profesión 2005; 6(4): 23-27. INTRODUCCIÓN M.ª José Alemany*. Javier Velasco**. *Matrona. Profesora de Enfermería Maternal. Escuela Universitaria de Enfermería «La Fe». Profesora Unitat Docent de Comares. EVES. Valencia. **Psicólogo. Profesor Ciencias Psicosociales. Escuela Universitaria de Enfermería «La Fe». Valencia. RESUMEN Se reflexiona sobre aspectos emocionales relacionados con el nacimiento, abordándolos desde el punto de vista de los actores sociales implicados: madre, padre e hijo, haciendo especial hincapié en la figura del varón, permanentemente relegado a un segundo plano en los escritos convencionales por cuestiones de género, que lo sitúan en la escena de manera tangencial. La revisión bibliográfica realizada permite valorar las diferentes etapas temporales que se viven en relación con el parto, sin dejar de lado por su importancia el deseo del hijo, el embarazo, la relación de pareja, la situación socioeconómica o el cuidado del hijo tras el nacimiento. Palabras clave: aspectos emocionales, nacimiento, género, apoyo de la matrona. ABSTRACT Title: Emotional aspects related to the birth. Actuality We considerer emotional aspects related to the birth, approaching those from the point of view of the social actors involved in the same: mother, father and son. Doing special emphasis in the figure of the father who La mujer se presenta ante el embarazo y el parto con unas perspectivas que vienen determinadas por cada sociedad y por cada momento histórico. Si bien en todas las culturas conocidas la madre tiene asignado un papel que la convierte en la responsable de las tareas y cuidados relacionados con el nacimiento, el grado de dicha responsabilidad se ha visto modificado en los diversos periodos históricos por la influencia de diversas variables, entre las cuales la situación económica, el nivel cultural o el tipo de relación más o menos igualitaria en la pareja son determinantes. El discurso científico, burgués y muy influenciado por la ideología cristiana elaborado en el siglo XIX hacía de la mujer un ser preparado por «la naturaleza» casi exclusivamente para la maternidad; este discurso, que se ha mantenido en nuestra cultura occidental hasta hace pocas décadas, ha sido superado, al menos en el Occidente desarrollado, por un discurso más igualitario, que responde a una realidad acorde con la sociedad del siglo XXI1: esas supuestas «virtudes naturales» que adornaban a las madres son características propias de las personas –sean éstas del sexo masculino o femenino– y se ponen en funcionamiento en ambos miembros de la pareja cuando deciden tener un hijo. En este sentido, según David Chamberlain2, desde el mismo momento de la concepción el padre y la madre dirigen sus pensamientos hacia el futuro bebé y, durante el embarazo, «abrazan al bebé emocionalmente, lo celebran y empiezan a organizar sus vidas en función de este gran acontecimiento» y comienza a crearse el vínculo3,4. No obstante, la mujer vive el embarazo como un proceso ambivalente de cambio y adaptación, debido a las modificaciones físicas que se están produciendo en su propio cuerpo –náuseas, aumento de peso, intensidad emocional– por la presencia del bebé y a los sentimientos contradictorios que esta situación le provoca. No hay que olvidar el temor que surge en la futura madre conforme avanza el embarazo, ocasionado por el miedo a lo desconocido, al dolor y a que el recién 23 Matronas Prof. 2005; 6(4): 23-27 23-27 ASPECTOS.indd 23 20/3/06 16:07:18 24 nacido pueda tener algún problema no detectado en las ecografías realizadas o que se presente durante el transcurso del parto. Si el embarazo transcurre según se espera, el parto se presenta sin contradicciones respecto a las previsiones de la futura madre, ésta resolverá la crisis que supone el nacimiento de su hijo y saldrá reforzada de dicho proceso5. En nuestro país, hasta los años sesenta del pasado siglo los partos se producían en el domicilio y formaban parte de los acontecimientos vividos entre los miembros de la familia, donde el soporte y el apoyo de los suyos estaba asegurado para la mujer. A partir de mediados de los sesenta, con la construcción de grandes hospitales, el parto medicalizado, como tantos otros aspectos de la vida, pasa a convertirse en un acto público, vivido entre extraños. El control durante el embarazo, la mejora de la alimentación y de las condiciones de vida, unido a la utilización de medios de vigilancia maternofetal, han sido factores que han contribuido de manera sustancial a la disminución de la morbimortalidad perinatal. Es un hecho que el parto hospitalario proporcionó seguridad a las parejas, pero se perdió, en gran medida, el apoyo afectivo y la falta de control por parte de la parturienta. Por el contacto directo con las gestantes durante la gestación, el parto y el puerperio, las matronas son las profesionales que están en disposición de facilitar el difícil proceso de reajuste que significa la maternidad. También debido a la participación –cada vez más activa– de los varones, tanto en las sesiones de educación maternal como en la vivencia del parto, se debe trabajar con ambos miembros de la pareja para facilitar la mejora de los aspectos emocionales que circundan al nacimiento6. En la actualidad, la composición de las familias no es homogénea. Madres solteras, segundas parejas con o sin hijos previos, embarazos conseguidos mediante técnicas de reproducción asistida, varones implicados en todas las situaciones que tienen relación con la llegada del nuevo miembro de la familia, son elementos a tener en cuenta para determinar en qué medida se puede ajustar la educación sanitaria y la asistencia, con el objetivo de facilitar la adaptación de las personas a la maternidad/paternidad7. FACTORES QUE INFLUYEN EN LA MADRE Y EN EL PADRE El embarazo y el parto no son sólo aspectos biológicos que se desarrollan en función de una combinación hormonal, siguiendo una secuencia determinada. En los manuales utilizados en los departamentos de obstetricia de los hospitales actuales, cuando se habla de los elementos del parto no sólo se tienen en cuenta los factores que participan, como el feto y la madre –el canal del parto y las contracciones uterinas–, sino también, y con el mismo rango, se considera el estado psicológico de la madre8. 23-27 ASPECTOS.indd 24 El estado psicológico de la madre ante la maternidad estará influenciado por diversas variables. En primer lugar, estará marcado por la relación que haya tenido con su familia a la hora de afrontar sus necesidades emocionales y de comunicación. Otro factor fundamental será su estabilidad psicoafectiva, es decir, el estado de las relaciones con su pareja y su capacidad para afrontar y resolver posibles situaciones adversas. Un tercer aspecto digno de tener en cuenta son los recursos tanto económicos como de apoyo social, de los cuales la mujer pueda disponer en cualquier momento. En cuanto a las perspectivas de la mujer ante su maternidad, no se pueden obviar las modificaciones en los valores y en las costumbres que se han producido en las últimas décadas. La incorporación de la mujer al mercado laboral es un hecho que determina el momento en que se decide tener los hijos y la planificación que la pareja hace en cuanto al reparto de los tiempos que cada miembro dedicará al cuidado de éstos. Compartir tiempos y responsabilidades es un imponderable para que la relación de pareja funcione satisfactoriamente. Una vivencia positiva del proceso de la maternidad vendrá determinada por el clima emocional de los padres, por el deseo del hijo/a y porque este tiempo se viva de manera placentera y sin preocupaciones9. La influencia que ejercen diversas experiencias vividas con anterioridad por la mujer, bien en primera persona o referidas por algún miembro de su círculo social más cercano, pueden determinar que ésta se presente ante el parto con una actitud negativa, lo que la coloca en una situación menos receptiva ante la información y las sugerencias planteadas por las matronas del equipo obstétrico con el objetivo de mejorar la evolución del trabajo de parto10. El futuro padre es el gran olvidado durante los meses de gestación, tal vez porque, inconscientemente, la sociedad piensa que la sensibilidad, los miedos, la ansiedad y las dudas son atributos que forman parte del universo femenino, cayendo, una vez más, en tópicos de género que deberíamos esforzarnos en erradicar. El varón vive los cambios físicos que se van produciendo en su pareja durante la gestación, experimenta ansiedad ante cada una de las pruebas que le realizan y tiene las mismas expectativas que la mujer, pero sintiéndose un observador externo, acompañando a su pareja durante las distintas situaciones físicas y emocionales que se producen durante la gestación, pero pudiendo hacer muy poco para mejorarlas. Ante el desafío que significa asumir un rol distinto a aquel para el que uno ha sido preparado, explícita o implícitamente, por los modelos familiares, por el imaginario social que se manifiesta en las películas y en la literatura, por la influencia de los medios de comunicación (anuncios, series televisivas, etc.), el varón se implica emocionalmente deseando al bebé y compartiendo con la mujer todas las actividades propias de la gestación; es más, su presencia activa constituirá 20/3/06 16:07:20 un apoyo insustituible para la futura madre. Tanto en el malestar vivido por la mujer durante el primer trimestre, como en las dudas ante la capacidad de ser o no un buen padre, las lecturas sobre el embarazo y el parto, la demanda de asesoramiento ante el próximo acontecimiento, la incertidumbre en torno a los cambios que se producirán con la llegada del bebé en la relación de la pareja y el compromiso de ayuda emocional en el momento del nacimiento. DURANTE LA DILATACIÓN Desde el momento en que comienzan los primeros síntomas del inicio del trabajo de parto, se ponen en marcha determinados conflictos emocionales que se manifiestan con excitación, ansiedad, miedo y aprensión. El hecho tan esperado durante los meses de gestación, que se ha vivido como un futuro a medio plazo, por fin se convierte en algo real. Por un lado, la mujer siente miedo a lo desconocido, incertidumbre porque no sabe si el proceso se desarrollará dentro de lo que se considera en el lenguaje científico como «normal»; inseguridad porque desconoce si su comportamiento será como ella había previsto y dudas ante la posibilidad de que sus sugerencias o «planes de parto» no sean contempladas por el equipo obstétrico del centro sanitario donde haya decidido dar a luz. El padre tampoco sabe cómo será su participación, si podrá compartir con su pareja todo el proceso y será valorada su ayuda, o si en algún momento lo invitarán a abandonar la habitación. El hecho de que el sitio del nacimiento se haya trasladado desde el espacio privado –en el cual las personas nos sentimos cómodas, tenemos nuestros objetos conocidos y nuestras personas de confianza cerca– al hospital, hace que la gestante no pueda contar con el respaldo emocional de su familia ni con la presencia de la matrona de atención primaria, que era su punto de referencia hasta ese momento. En ese sentido, Jowitt11 (1993) detectó que las mujeres tenían la sensación de que en el hospital no podían influir sobre el ambiente, por tanto, su nivel de estrés era más elevado que cuando el nacimiento se producía en el propio domicilio. Durante la gestación, las mujeres –y cada vez más los varones– acuden mensualmente a la matrona, con la cual establecen una relación de cercanía y pueden comentar sus temores, así como manifestar sus preferencias sobre cómo les gustaría que fuese su parto en el sentido de analgesia, ingreso en el centro cuando la dilatación ya esté algo avanzada, presencia de su pareja, etc. En las sesiones de educación maternal, mejoran sus conocimientos sobre el inicio y el desarrollo del parto y reciben información sobre las opciones reales para afrontarlo. Las matronas de atención primaria transmiten los resultados de la evidencia científica relacionados con los procedimientos habituales que se realizan en la mayoría de los hospitales (enema y rasurado, deambulación, ingestión de líquidos, acompañamiento, respaldo emocional continuo y postura durante el parto). Para la embarazada puede resultar frustrante el hecho de que, en muchos hospitales de la sanidad pública, los resultados de estas evidencias no sean puestos en práctica, tal vez por falta de motivación o por esa tendencia conservadora de que las cosas están bien porque «siempre se han hecho así». Se hace imprescindible que los gestores sanitarios propicien grupos de trabajo entre las matronas de atención primaria y las de asistencia especializada, en los cuales, a partir de resultados de investigaciones –evidencia científica– se efectúen discusiones y reflexiones con el objetivo de llegar a plantear propuestas de cambio que, en definitiva, mejoren la asistencia prestada y la satisfacción de la gestante y de su pareja. Ante la aparición de estrés durante el trabajo de parto, las mujeres valoran como muy positiva la atención y los cuidados emocionales prestados por su matrona12. Por la relación de empatía que se establece entre esta profesional y la pareja que afronta el nacimiento de su bebé, la matrona es la persona indicada para prestar información sobre la evolución del proceso. Esta información es necesaria para que la gestante y su compañero puedan participar en las decisiones relativas al nacimiento, siendo deseable que no se establezcan relaciones de poder entre el equipo obstétrico y los futuros padres como se demostró en el estudio publicado en la revista latinoamericana Enfermagem13. 25 DURANTE EL PARTO Resulta curioso el hecho contrastado de que, durante el parto, la mujer está intermitentemente acompañada, ya que van entrando y saliendo de la dilatación un variado número de profesionales: obstetras, matronas, enfermeras, estudiantes de enfermería o medicina, auxiliares de enfermería, etc., que se interesan por ella. No obstante, la gestante tiene sensación de soledad14. En ese sentido, parece fundamental recordar el artículo de R. Bayés respecto a las vivencias de una parturienta y su familia en un hospital público de Barcelona, en el que la gestante valora muy positivamente el acompañamiento realizado durante esos momentos por una estudiante de auxiliar de enfermería15. El acompañamiento que proporcionan los padres durante la dilatación, parto y puerperio, ampliamente constatado en diversos estudios16-18, pone de manifiesto la importancia que –tanto para la madre como para el padre– tiene este apoyo emocional continuo. Estos estudios evidencian la satisfacción y la calidad percibida por ambos miembros de la pareja en cuanto a su vivencia del parto, cuando han podido compartir la experiencia. El padre es la persona más adecuada para satisfacer las necesidades de bienestar tanto físico –masajes, ayudar en la postura– como emocional –comentarios de ánimo durante la expulsión, emoción ante el recibimiento del bebé, etc.– que presenta la Matronas Prof. 2005; 6(4): 23-27 23-27 ASPECTOS.indd 25 20/3/06 16:07:20 26 gestante durante el parto. Cuando se ha preguntado a los padres sobre sus sentimientos en el momento del parto, los que tuvieron que salir del paritorio porque tenía que realizarse un parto instrumental manifestaron que se sintieron muy nerviosos y preocupados porque sabían que algo iba mal; por el contrario, los padres que en ningún momento se separaron de su pareja, aunque hubo que instrumentar, valoraron su vivencia del parto como muy positiva, porque observaron cómo los profesionales actuaban en cada momento para solucionar el problema planteado19. Todavía es una situación sin resolver la conveniencia o no de la presencia del padre cuando el parto es instrumentado, al menos en la asistencia pública. No obstante, los autores piensan que es necesario un debate entre los profesionales de los equipos de asistencia obstétrica, que no eluda los deseos y la opinión de los usuarios, que contemple las expectativas de éstos para cubrir las necesidades detectadas, así como razonamientos que vengan avalados por el compromiso de mejorar la humanización de la asistencia para una atención sanitaria de mayor calidad20. Otro apoyo fundamental para la mujer en trance de parto es el respaldo emocional continuo prestado por la matrona. La formación recibida por las matronas las convierte en las profesionales idóneas para ofrecer una relación de ayuda en este momento. Las evidencias disponibles indican que las parturientas que reciben cuidados continuados de sus matronas presentan partos de mejor evolución física y emocional, sobre todo cuando se tiene en cuenta a los futuros padres en la toma de decisiones sobre su propio parto y ambos miembros de la pareja son permanentemente informados sobre la evolución de éste21,22. El tercer aspecto que se debe trabajar para conseguir que el nacimiento sea un refuerzo y un aspecto favorecedor en la salud emocional de la triada hijo/amadre-padre es mantener al recién nacido en contacto piel con piel con su madre, siempre que el estado físico de ambos lo permita. En el informe presentado por el grupo técnico de trabajo del Departamento de Investigación y Salud Reproductiva de la OMS en Ginebra en 1999, se afirma que ningún procedimiento de observación justifica la separación del recién nacido de su madre. El contacto precoz, las caricias, la visualización y, en caso de haber decidido lactancia materna, el favorecer esta primera toma en el mismo paritorio, forma parte de los objetivos del Plan Europeo Hospital Amigo de los Niños. Favorecer que los padres reciban al neonato y le expresen ese torrente de emociones, abrazos y contacto físico que habían preparado durante los meses de gestación es una apuesta fuerte por el inicio del aprendizaje emocional en este ser humano23. La explosión de emociones que significa el encuentro entre la madre, el recién nacido y el padre es una vivencia que no se debería negar ni a la pareja que recibe a su hijo, ni a este pequeño ser tan necesitado de afecto y ternura, para sentirse bien acogido y con ánimo ante el esfuerzo que significa la aventura de vivir. 23-27 ASPECTOS.indd 26 DESPUÉS DEL PARTO El nacimiento de un nuevo hijo supone un evento crítico capaz de suscitar estrés psicosocial, como ya pusieron de manifiesto Holmes y Rahe en su ya clásico estudio24. Frente al evento del nacimiento de un nuevo hijo se produce en la pareja ansiedad anticipatoria, no sólo respecto a qué va a suponer el parto para la madre y si el hijo va a estar bien, sino también acerca de si los futuros padres van a saber atender adecuadamente al hijo y adaptarse a los cambios que su presencia va a suponer para la vida familiar. Para afrontar de manera adecuada esta situación es imprescindible el acompañamiento durante todo el proceso, teniendo bien claro que el nacimiento no es un mero hecho anatomicofisiológico, sino un acontecimiento biopsicosocial que va a afectar de manera integral a la futura vida de la pareja. Otro aspecto a tener en cuenta es que el embarazo es el principio de un largo proceso que no acaba, ni mucho menos, con el parto, sino que se prolonga mucho más, pudiendo afectar tanto a la madre (depresión posparto) como a la pareja misma, que debe adaptarse a la nueva situación que supone la presencia de un hijo y todo lo que la crianza de éste supone (tiempo, recursos económicos, etc.). De manera habitual, la intervención respecto al futuro nacimiento es casi exclusivamente biomédica y centrada en la madre y el hijo, obviando en la práctica los aspectos psicosociales que deben abarcar tanto a la pareja como al futuro hijo. El hecho de tener en cuenta todos los aspectos que suponen el nacimiento de un nuevo hijo va a posibilitar que la pareja, y no sólo la madre, afronte de manera adecuada dicho acontecimiento. Para ello, es imprescindible tener en cuenta aspectos emocionales. En concreto, respecto a la depresión posparto, que afecta del 7 al 30% de las madres25, no sólo es importante su diagnóstico y tratamiento precoz, sino una aproximación preventiva. Ello indica la necesidad de evaluar en el periodo prenatal la vulnerabilidad de la futura madre; al respecto, el instrumento más utilizado es la Postpartum Depressión Predictors Inventory (PDI), en que se valoran los siguientes aspectos: depresión prenatal, el estrés que supone el cuidado del bebé, el estrés vital, la ausencia de apoyo social, la ansiedad prenatal, la tristeza posparto, la insatisfacción marital y la historia previa de depresión26. Posteriormente, la misma autora añadió cuatro predictores más: la baja autoestima, el nivel socioeconómico bajo, el estado civil (soltera) y la gestación no planeada/no deseada27. Como se puede apreciar de dichos predictores, que indican mayor vulnerabilidad de la mujer frente a la depresión posparto, tienen gran relevancia aspectos psicosociales que sólo pueden ser abordados desde una perspectiva que tenga en cuenta los aspectos emocionales de los futuros padres; en concreto, cabe destacar el estrés anticipatorio acerca de la incapacidad de cuidar adecuadamente al bebé, la ausencia de apoyo 20/3/06 16:07:21 social (el principal apoyo debe ser la pareja), la insatisfacción marital, la bajo autoestima, el estado civil (la mujer sola es más lábil frente a la depresión que si es adecuadamente acompañada por la pareja, quien ha de compartir con ella el proceso y el futuro cuidado del bebé) y, finalmente, la gestación no planeada/no deseada. En todos estos factores pueden contribuir los profesionales de la salud y, de manera específica, la matrona. CONCLUSIONES La revisión bibliográfica realizada pone de manifiesto la importancia de los aspectos emocionales que rodean el nacimiento de un hijo y que, muy a menudo, interfieren de manera negativa en la salud de la madre y, consecuentemente, en los cuidados del fututo hijo; convirtiendo lo que podía ser una experiencia altamente positiva en una fuente de molestias, cuando no de enfermedad. Los profesionales sanitarios que atienden el proceso deben tener en cuenta estos aspectos, superando un enfoque reduccionista exclusivamente biomédico de la maternidad que se ciñe a una mera intervención biológica sobre la madre y el hijo, ignorando los aspectos psicosociales inherentes al nacimiento de un nuevo ser humano y olvidando o, en el mejor de los casos, incluyendo al padre como mero espectador o acompañante en el momento del parto. La nueva realidad social de nuestro entorno y la evidencia científica al respecto exigen considerar el nacimiento como un importante hecho biográfico, y no meramente un hecho biológico, que atañe a ambos padres, con importantes implicaciones y, por tanto, retos psicológicos y sociales para ambos. BIBLIOGRAFÍA 1. Hays S. Las contradicciones culturales de la maternidad. Barcelona: Paidós Ibérica, S.A., 1998: 45-50. 2. Chamberlain D. La maravilla del vínculo afectivo. Obstare. 2002; 6. Disponible en http: //www.obstare.com/web/revista/revistas/06/ vinculo.htm. 3. Klaus M, Kennell J. Parent-Infant bonding, 2.ª ed. St Louis: Mosby Co; 1981. 4. Delval J. El desarrollo humano. Madrid: Siglo XXI de España Editores; 1994. 5. Cararach Ramoneda V. Factores sociales y embarazo. En: Fabre E, ed. Manual de asistencia al parto y puerperio normal, 2.ª ed. Zaragoza: INO Reproducciones; 1993. 6. Ibáñez Díaz MB. 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