persona entrevistada - DUGi Fons Especials

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PERSONA ENTREVISTADA
LLOC
DATA
Revisat per Salomó: Si
Enviat a l’autor per revisar: 30 enero 2003
Rebut de l’autor revisat:
Paraules clau: José Bargés
Colegio Cervantes
Antonio Bargés
Aurelio Janeiro
Colegio hispanomexicano
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Ernesto Ribera ..........
(antic alumne del Col·legi Cervantes)
Córdoba
7 juliol 2002
Entrevista con Ernesto Ribera …….. antiguo alumno del Colegio Cervantes, que
entró en el colegio en el año 66, fue uno de los alumnos de los últimos grupos.
Háblame por favor del recuerdo que tienes tú ¿de José? ¿Empezamos con José? muy
bien, tú mismo…
Bueno, pues José era un profesor muy amigable, no le teníamos miedo… eran unas
clases bastante… eran muy difíciles porque era el sexto año éramos inquietos, pero
no era un profesor muy… que le tuviéramos miedo aunque nos amenazaba con la
regla de pegarnos y cosas de esas… y eran clases muy, muy amenas, con muchas
anécdotas y muchas historias.
¿Erais muchos alumnos en clase?
Yo creo que seríamos unos treinta.
¿Chicos y chicas?
Sí, combinados…
¿Qué os enseñaba él, qué clases daba?
Todo. Aquí el maestro de sexto nos daba todo, nos hablaba de historia, de español,
de matemáticas, geografía, de todo. Y recuerdo mucho las clases de geografía, eran
interesantes, había unas maquetas que muchas de ellas habían hecho otros alumnos,
y entonces sobre la maqueta nos enseñaba el río, la montaña, eso lo hacía muy a
menudo…
Y hacíais otro tipo de clases amenas, yo qué sé… excursiones por ejemplo…
Mmm… no recuerdo excursiones… Nos despertaba mucho la imaginación, las
salidas, aunque estábamos dentro el salón de clase, la salidas eran con la mente…
¿Y cómo la hacía? ¿Para despertaros la imaginación?
Empezaba a contar, por ejemplo algo de geografía, por decir algo, y empezaba a
hablar de un hecho histórico que había pasado en ese lugar… y por eso las
recuerdo… me hacía imaginar que estaba yo en ese lugar…
¿Eso José?
Sí, José. José hacía de la situación… yo… nunca me dio miedo como maestro,
aunque yo fui muy travieso. Yo fui miope de nacimiento y me di cuenta en la
secundaria, y siempre me sentaba hacia atrás, y no veo a dos metros, entonces yo fui
un alumno muy complicado para él, él me toleró por mis padres, era muy amigo de
mi madre y maestro de mi padre, mi papá tuvo clases con ellos, por eso fui a dar en
la escuela, y yo fui un alumno difícil, realmente conmigo batalló mucho.
¿Y esta escuela era una escuela muy elitista?
No, había de todo, era una escuela donde había gente pobre y gente de dinero, de
aquí, del barrio que era el barrio de lujo de aquel entonces, y yo tenía amigos de aquí,
que eran acomodados, y también tenía amigos que eran indios de la sierra, que una
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familia alemana les pagaba la educación, y venían a la escuela, porque allí estudiaban
los hijos de esos alemanes. Entonces estudiaban al mismo nivel, en la misma
escuela… entonces había de todo, había gente que sufría para pagar la cuota y otros
que no…
Y recuerdo mucho en general también lo estrictos que eran en algo que no se
estilaba en México en aquella época, que era hacer los honores a la bandera los
lunes, eran muy estrictos en el respeto que teníamos que tener a la bandera, y no se
estilaba, las demás escuelas no lo hacían.
Tú sabías que ellos eran maestros españoles exiliados?
Sí.
Y la gente lo comentaba de alguna manera esto?
Cuando éramos pequeños, yo creo que pocos lo sabían, o si lo sabían no entendían,
sabían que eran maestros españoles porque ellos nos contaban su historia, usaban su
vida para enseñarnos cosas, por eso lo sabíamos, pero creo que no entendíamos
porque habían tenido que dejar España, en mi casa lo entendía yo un poco por la
relación familiar que había de amistad con ellos…
Y con los otros colegios de la ciudad, tú sabes si había tensiones o… yo qué sé…
porque a veces en una ciudad pequeña de un colegio con otro… los chavales pues…
se pueden pelear…
Sí… aquí hay mucho de eso, la rivalidad entre las escuelas es muy marcada… pero
yo no recuerdo tener… nuestra mayor preocupación es que era una escuela que
nada más tenía primaria y yo la rivalidad que recuerdo era para ver a qué secundaria
íbamos…
Porque… ¿qué secundarias teníais aquí?
Pues la mayoría del grupo, los de clase media, iban a una escuela del Gobierno que le
llaman secundaria federal…
¿Pero allí no estuvieron dando clase alguno de ellos también?
No, ellos dieron la primaria y ya.
Pero antes dieron… Antonio el 76 dejó de dar clases de geografía de México en la
secundaria del estado.
Entonces era… había dos del Gobierno, una era la Federal y la otra de Artes y
oficios que es el nivel estatal, y había… la otra escuela era para los muchachos de la
clase acomodada que era la Escuela lasallista, de Hermanos de la Salle.
Y en mi caso, yo me fui a otra escuela de españoles, también de un inmigrante
también español, el maestro Aurelio Janeiro, se llama la hispanomexicana. Él ya no
daba clases tampoco, pero yo ahí caí por errores del destino, como no veía el
pizarrón tenía muy mala letra, muy mal de ortografía, y mis padres pensaban que era
un problema, no porque no veía yo, y entonces me dieron un curso especial con uno
de los hijos de este maestro.
Y esta escuela hispanomexicana era también de exiliados.
Nada más uno, el fundador, don Aurelio, y la llevaba su hija, y con sus hermanos, ya
maestros… y todos mejicanos y ya era nivel de secundaria, le llaman en España
academia, o sea, nos daban secundaria y al mismo tiempo nos enseñaban contador o
alguna cosa de esas…
Y ahí me quedé por… yo iba para la federal pero mis padres me pusieron… y ellos
se dieron cuenta, que mi problema era que necesitaba lentes.
¿Y de Antonio? ¿Qué recuerdas?
Que le teníamos mucho miedo. Yo lo que más recuerdo de Antonio era… al que
más miedo le tenía era el jefe pero luego no me tocó, era el que más miedo le
teníamos porque nos agarraba de la papillas y nos (¿?)cuando nos (¿??) mal en la (¿?)
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de la bandera(??) pero aquello era miedo, miedo.
En el caso del profesor Antonio era un miedo por respeto, una situación muy
especial, o sea, su presencia sola, no…
A diferencia de José.
José era más…
Y Antonio lo tuviste como maestro?
No, él llegaba cuando faltaba el maestro o cuando había alguna razón especial yo
creo que le daban ganas algún día de dar clases, iba al salón y nos daba sus clases, o
nos contaba su historia.
Os platicó varias veces sobre su vida, no?
Sí, varias veces. Como murió su padre, que iba en una bicicleta… así por el estilo…
Pero no os daba clases, os platicaba en otras cosas…
Nos platicaba en general… aunque no se nos preguntaba… “a mí que no me
pregunte”, me daba mucho miedo… yo en lo personal… y creo que los demás
compañeros también lo sentían así… tenía ya como una imagen entre los estudiantes
que era el maestro que llegaba a poner orden…
Si tú tuvieses que decidir con pocas palabras tu experiencia personal en el Cervantes,
¿con qué palabras lo definirías?
Mi experiencia personal… para mí fue una escuela muy grande, en todos los
sentidos, tan grande que cuando ya siendo adulto regresé me quedé impactado lo
pequeña que era, lo pequeños que eran los salones, la escalera para subir al segundo
piso, no cabía una persona… cuando yo estudié en el Cervantes era enorme!
Porque tú eras pequeño.
Sí, pero aparte de ser pequeño era enorme porque yo recuerdo casas y muchas cosas
grandes y siguen siendo grandes. El Cervantes era grande siendo pequeño, una
situación muy… a mí… en lo personal…
Y ahora viendo, desde lejos, tu situación personal, juzgando la formación que
recibiste allí como la valoras?
Muy buena… yo comparo con muchas cosas del sistema actual y en las clases en la
mañana y en la tarde aprendíamos por muchas cuestiones de hacer volar la
imaginación, de tocar, de sentir… siento que salí bien preparado de ahí, a pesar
que tuve que repetir un curso… eso sí lo puedo decir, no fui uno de los aplicados
sino fui, José lo dijo un día, fui uno de los alumnos que más lata le dio. Y siempre
fue paciente conmigo.
El hecho de que tus padres ya hubiesen sido antiguos alumnos crees que te tuvo una
relación especial José contigo?
No, no porque hubiera sido mi padre alumno, yo creo que era su forma de ser. Él
notaba que era un inquieto pero no tonto, inquieto… y algo no andaba bien… y
hasta secundaria no nos dimos cuenta, pero nada más.
Yo sentía con ellos el patriotismo, eran muy patrióticos con Méjico, a pesar de ser
españoles. Es algo que también recuerdo mucho de todos ellos, el cariño que le
tenían, tal vez nos hacían sentir que tenían mucho más cariño por Méjico que
muchos maestros mejicanos. Eso era de las cosas que también… mucho, mucho,
mucho…
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PERSONA ENTREVISTADA
LLOC
DATA
Graciela Zamudio Hidalgo
(antiga alumna del Col·legi Cervantes)
Córdoba
7 juliol 2002
Revisat per Salomó: Sí
Enviat a l’autora per revisar: 30 enero 2003
Reut de l’autora revisat:
Paraules clau : Colegio Cervantes
Lluisa Bargés
Antonio Bargés
José Bargés
Carmen Mestres
Luis Navarrete
Escutier, Conchita
Parrilla, profesor
Janeiro, profesor
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A ver, ¿en qué años estuviste en la escuela?
Yo, desde el (¿?) hasta el sexto, toda la primaria… ¿qué fechas? el 45.
Por tanto fuiste de las primeras porque el colegio se creó el 40, ¿no?
No, parece que desde el 39… cuando ellos llegaron… parece que primero incluso
tuvieron aquí un pequeño internado, hay alumnos que estuvieron internados en este
colegio, gentes que venían de pueblitos como Tesonapa y Cosolapa, pueblitos lejano
de aquí y sin escuelas…
Bueno yo estuve desde los siete años hasta que terminé mi primaria, el sexto año.
Tuve la fortuna de que me tocaran los Bargés cuatro veces, y aunque eran sólo tres
hermanos, Luisita la maestra de primero, Antonio me dio en tercero y en cuarto y
José que me dio el sexto año. Ellos fueron mis maestros que más huella han
dejado en mi vida, en todos los sentidos… gente tan valiosa, tan importante para
nuestro país, la gente que nos enseñó a amar nuestro país, es increíble que unos
maestros españoles vinieron a enseñar a los niños mexicanos, a amar su suelo, a
amar su himno nacional, a conocer sus alrededores, a admirar la naturaleza de la
manera tan especial y privilegiada con qué ellos lo veían, a sentirnos hijos predilectos
de esta tierra de México que ellos adoptaron como su propia tierra y amaron como
su propia tierra.
Háblame de Luisa, porque yo viniendo de Gerona los nombre que suenan más y
que hay más cosa conocidas son los dos hombres, y la mujer pasa desapercibida, a
mí me gustaría saber…
Luisa es una Gabriela Mistral por decírtelo de alguna manera, sí conoces el caso de
la chilena Gabriela Mistral, verdad? de la maestra… Luisa era una mujer enérgica,
tierna, premiadora del bien portado… inspiraba tantas cosas, tantas cosas…Luisa…
porque además tenía ciertas deficiencias, tenía una pierna más corta, y usaba un
tacón muy alto, como un tacón puente grandísimo, y aun así… supongo que tuvo
una luxación de cadera desde niña y que no se la vieron.
Y eso no le condicionaba la personalidad?
Para nada, absolutamente para nada, creo que de los tres era la más fuerte, la de más
carácter, y también sé que incluso llegó a ser un dominante con los hermanos, eso lo
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sé, pero para la apariencia era todo lo contrario, era llena de dulzura y de ternura,
pero al mismo tiempo muy exigente y muy estricta.
Y en la vida de la escuela, Luisa jugaba algún papel además de ser la maestra de
primero?
No… Luisa fue siempre la maestra de primero. Pero enseñar las primeras letras a
los niños que pasan de kinder es una de las tareas más difíciles, empezar a enseñar a
unir letras y frasear y leer… y daba premiecitos, que cuentos… a mi me dio la única
vez porque la verdad no fui muy buena alumna, mis hermanos siempre, mi hermana
Silvia especialmente era muy lectora, y bueno, todo eso le fue dando mucha más
cultura. Y yo no, yo era un poquito floja, ponía a mi hermana que me leía los
cuentos y me dormía yo a la mitad, y entonces no sacaba muy buenas
calificaciones… Pero un buen día que leí muy bien, Luisita me premió con una
jaulita hecha de palitos que compró aquí a un niñito mejicano que traía dentro a un
pajarito hecho de plumas chiquitito, y yo iba así, con mi regalo, caminando de la
escuela a mi casa con la mano extendida, y un hermano muy travieso que yo tenía,
que era Salvador, que me llevaba tres años, pasó y me lo apretó así y me reventó.
Fue el único premio de mi vida y fue la maldad más grande que nunca le perdoné
porque cuando yo quise decirle a mi mamá “mira, mi regalito por haber leído bien”
ya mi regalito estaba hecho…
Y como este premio que dio a ti, ¿daba a otros de la clase? ¿Y estimulaba?
Claro… por supuesto que estimulaba, estimulaba siempre a la gente que tenía deseos
de aprender y que aprendía… pues sí… el que hacía buena letra… era
importantísimo en la escuela, una de las materias más importantes en esa primaria
era que la letra fuera clara para que se entendiera. Hacíamos mucha caligrafía, a mí
llegó a salirme aquí un callo, porque además cuando empecé a usar cabo y puntilla,
porque no había pluma entonces, para nada… y la puntilla que era de un metal, me
llegó a hacer aquí un tanto… porque además también había castigos severos, como
hacer 100 frases de “debo portarme bien en clase”…
Ah, eso es lo que yo tengo apuntado aquí… había castigos?
Claro, “debo portarme bien en clase”, “debo estar atento”… a veces eran 25 frases,
a veces eran 50 y si no las hacía uno llegaba (¿?)
Y castigos físicos?
No. a mí me tocó ver… mira, la verdad es que la escuela era una escuela de paga,
pero una paga tan modesta que los niños del mercado, los niños del mercado son los
hijos de los que venden en la plaza la fruta y demás, iban a esa escuela a aprender
pero no llevaban una educación familiar. Entonces había muchísimas gentes muy
groseras, que llegaban a sacar de quicio, sobretodo a Antonio, yo a Antonio sí lo vi
estrujar niños y empujarlos… que casi salían volando por la puerta, pero sabían que
no podía hacer; aquí en México estaba muy restringido el asunto…
¿Y con Luisa había castigos físicos?
No, nunca. Luisa lo más que llegaba era pegar la mesa y gritar muy fuertemente,
pero no más.
¿Y cuántos erais en la clase de Luisa?
No, no llegábamos a ser más de veinte, las clases eran pequeñitas.
¿Niños y niñas?
Niños y niñas, siempre… esa es otra de las cosas. Mi papá tuvo afortunadamente lo
que sé podría decir el adelanto de pensar que era bueno que las niñas trataran a los
niños desde chicos, porque la gran mayoría de las familias de aquí, como en toda
provincia, como en esa época, eran (de extremosos ¿? cuidado??) y mandaban a las
niñas a la escuela de monjitas, o mandaban a los niños a la escuela de padres, que
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llegaron a hacerles mella al Cervantes la verdad que sí. Pero la escuela siempre se
mantuvo llena, siempre hubo gente interesada de todo tipo, gentes muy sencillas y
muy humildes y gentes con cierto poder adquisitivo, en realidad el capital cordobés
estaba i sigue estando en manos de españoles que llegaron mucho antes, que
trabajaban… porque el español que llega a trabajar y se lo gana a pulso, eh, eso sí es
cierto, definitivamente… Pero que no simpatizaba mucho, porque los acusaban de
comunistas, de rojos, de anticristos, de todas esas tonterías… Nunca en la vida
dijeron ellos algo de eso.
O sea, ¿en el clima de la ciudad?
Claro que sí, y además, no te voy a decir éramos gente de la que se burlaban por ir a
esa escuela pero sí nos veían como alguien diferente, como no sé, unas niñas muy
atrevidas que juegan y se pelean con los niños a trompadas… (risas) y que les faltan
al respeto, y claro que sí que nos lo faltaban, eh… no enfrente de los maestros, pero
pasamos… yo era una niña tímida y me costó mucho trabajo esa adaptación, y que
bueno porque mi padre comprendía qué era lo que a mí me hacía falta, que bueno
que mi padre tuviera tanta visión, que bueno que nos quiso tanto, que bueno que
nos conoció tan bien y nos apreció.
Volvamos a la Luisa, ¿ella daba toda la clase? ¿O tenías varios profesores en la
misma…?
Todo el primer año lo daba ella.
¿Y cómo era una clase? Explícame un día de clase, a qué hora entrabais… a ver…
Eran unos horarios tan decentes, entrábamos a las nueve de la mañana,
empezábamos por cantar el himno nacional, la niña mejor portada cargaba la
bandera, y los niños mejor portados llevaban la puntita de la bandera o hacían la (¿?).
En el patio de la escuela quedó un patio con una fuente llena de pececitos donde
fueron a dar muchas veces (¿?), cantaban el himno nacional con la bandera enfrente
de la dirección.
Después entrábamos a clase, tocaban la campana, y empezaban las clases… con
Luisita a veces eran lecturas, siempre había cantos mezclados y cantos preciosos…
que hasta la fecha yo recuerdo con tanta alegría, porque nunca los habíamos oído
aquí, porque eran cantos españoles y traducidos al castellano porque ellos hablaban
catalán… y dice la tarada que no tiene novio, y bendita sea la casa donde vi la luz
primera y… qué sé yo… montones de canciones distintas y bonitas.
Luego teníamos un recreo que salíamos juntos niños y niñas a correr y a jugar.
Volvían a tocar la campana, volvíamos a entrar, y a las doce del día salíamos. Pero
entrábamos otra vez a las tres de la tarde y salíamos a las cinco.
¿No había comedor?
No, nos daban permiso de llevar un “lunch” que generalmente era un pan todo lleno
de frijoles o alguna cosita… pero no había comedor ni tampoco venta allí en la
escuela. Una de las gentes menos comercializada que yo he conocido en mi vida.
Hasta las cinco.
Sí, hasta las cinco. Y luego salíamos, con tareas, siempre había una tarea que hacer
para llevar al otro día, que sumas, o restitas, o leer una hojita y hacer algún
comentario sobre lo que se leyó, o encontrar en el diccionario algunas palabras, o en
el mapa algunos lugares del algún país… situarse bien sobretodo sobre la República,
sobre los estados, capitales, ríos principales o montañas…
De lunes a sábado ?
No, todo el sábado era libre. Sábado y domingo eran libres.
Y los padres? Participaban en la vida de la escuela ?
No mucho. Te voy a decir, mi papá participó en la vida de los maestros, que es muy
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diferente, por su condición de abogado que en algún momento… no recuerdo qué
fue lo que mi papá les hizo, no sé si la escritura de algún… o algo… porque ellos,
siempre tan obsequiosos le mandaban traer esa Navidad un enorme mazapán de
Toledo, que no sé si traía el escudo de Toledo, pero era una delicia de cosa, en
agradecimiento. Nos hicieron muchos regalos a mi familia especialmente, por eso
me siento, y me da pena decirlo, más que alumna de los maestros, siento que son
parte de mi familia.
Y… se puede decir que era una escuela elitista ?
No, para nada. Mira, pasaron muchos años, tantos, tantos, tantos años, que yo ya
estaba casada y tenía hijos, no volví a ver jamás a uno de mis compañeros, jamás… y
un buen día llego a la plaza, y veo uno que está vendiendo un montón de naranjas en
el suelo, y le digo: “marchante, cómo es el ciento de las naranjas”, y me dice: “a
veinte pesos, Gracielita”, y los veo a los ojos y les digo: “Juan Rosas”. Era un
muchacho indígena, de zapato de… aquí el guaracho del indio lleva las llantas, lo
que sobra de las llantas como suela y dos tiras de cuero atravesadas, así siguió
siendo, pues me dio mucha tristeza ver que no había alcanzado más, que seguía
siendo (¿?), pero no fue porque no hubiera habido instrucción sino porque no le
dieron sus capacidades.
Y había más indígenas ?
Sí… había mucha gente de Tesonapa, había mucha gente de Potrero, de Paso del
Macho… yo tuve compañeros de distintas partes de aquí, del estado, que eran
pueblos más lejanos que no había mucha instrucción… había de todo.
Y como venían? Venían a pie? Se quedaban a dormir aquí?
Yo creo que llegaban en camión, comían aquí y por la tarde regresaban a sus casas.
Posiblemente encontraban casas de huéspedes donde comer. Aunque este señor que
te digo, o uno de ellos que supe que… este hombre es de 74 años, que fue de los
primeros alumnos, me cuenta que él estuvo en el internado, yo no supe donde eso
porque además yo nunca lo conocí…
Es que además el hijo no me ha hablado ni he encontrado ningún papel que hable
de un internado…
Ah… te puedo decir de la persona, te puedo dar el teléfono, y ojalá se pueda poner
en contacto contigo porque te va a contar cosas que yo no las sé, del principio,
principio del Cervantes.
Dejamos a Luisita, y… ¿don José tuviste luego?
No, Antonio.
¿Qué curso?
Para mí fue tercero y cuarto, nueve y diez años.
Todo el mundo le tenía terror, era un hombre que imponía nada más su presencia,
era grande, era fuerte, era muy enérgico, era muy gritón… como son todos
ustedes… (risas) y lógicamente había que respetarlo mucho, pero se traslucía que
detrás de toda esa dureza, había una corazón maravilloso de un hombre que dejó
huella en todos los que pasaron por allí, y una huella hermosa, yo creo que muy
pocos podrían decir que don Antonio no era una persona querida, porque lo era y
mucho, yo lo admiré muchísimo, la verdad.
¿Él era el director del centro?
No, fíjate que nunca fue el director, nunca. Que yo también me lo pregunté eso
muchas veces, por qué, por qué será que Antonio no es el director. Bueno, pues no
sé si él nunca lo quiso… a él lo que le gustaba era dar clases.
Aquí empezaron las excursiones a lugares maravillosos, nos llevaba a los
alrededores de Córdoba, él era un hombre que amaba mucho la naturaleza pero que
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además tenía una facilidad enorme para expresarse, el idioma de ustedes, los
españoles, para mí se volvió el idioma de Dios, me convence tanto esa
pronunciación tan clara, y tan bonita, y tan certera… como que sabes que lo que te
están diciendo no es mentira, entonces era convincente antes que nada.
Y luego era descriptivo, para describir era maravilloso, pero por si no fuera
suficiente eso, por ejemplo cosas que recuerdo, para enseñarnos por qué al girar la
tierra se achataba por los polos y se ensanchaba por el ecuador, hizo un aparatito
con flejes que los giraba y entonces se veía claramente como hacía así, entonces al
girar la tierra aquello hacía…iiii… y entonces se ensanchaba el ecuador y se achataba
el polo. Luego, para que supiéramos cual era la Sierra Madre Oriental, la Sierra
Madre Occidental, la del Norte, la del Sur, la de Chiapas… y esos mapas el relieve
que él mismo hacía, yo me imagino con plastilina, y luego cubiertos con papel… y
los iluminaba… maravilloso… entonces pasabas casi con los ojos cerrados y tocaba
toda la República Mejicana, aquí está la Sierra Madre Occidental…
Yo he visto algunas fotografías que en el patio o dando clases había maquetas…
¿será eso que estás contando tú, no?
Sí. Nos ponía muchos juegos también como de armar cosas para ver nuestra
manualidad, como dados y cositas… nos hacía cálculos mentales… o restar…
mentalmente… todo… nos hacía contar mucho… las matemáticas también eran
importantes…
Él mismo os daba matemáticas, geografía…
Todo, todo, todo… nos daba la historia, preciosa, porque además la contaba
como un cuento… conocía perfectamente, yo no sé, debe estar preparadísima la
gente de allá porque conocía perfectamente cuales eran los indios que habían vivido
en Mérida, y cuales eran los de aquí, y cuales eran los aztecas, y por qué… todo.
Yo creo que eso no es mérito de allá sino que es mérito de ellos porque su hijo me
contaba que cuando acaba las clases, luego se encerraba él en su casa a preparar las
lecciones del día siguiente, y he encontrado apuntes aquí…
Sabía interpretar los jeroglíficos, que yo creo que aquí muchos mexicanos (¿?) ni idea
tienen, qué cosas son los jeroglíficos ni como se interpretan, la verdad… Entonces
todas esas cosas unidas a siempre a hablar bien de nuestro país, y se tiró un año
(¿?nza) por su patria.
¿Hablaban del suyo?
Claro, hablaban, y la gran mayoría de veces se llenaban de tristeza y de nostalgia, y
yo le veía los ojos llenos de lágrimas a mi maestro, y comprendía… quién sabe todo
lo que él dejó allá, simplemente su tierra, sus costumbres, todo aquello que añoraba,
sus amigos… desprenderse tan radicalmente de una tierra y haber pasado la guerra
civil debe ser algo espantoso.
Con tu conocimiento de ellos, ¿consideras que podríamos decir que la gente que
tenía un pie aquí y el otro siempre pensando para allá?
No, no, fíjate… Esto es una cosa asombrosa, fuera de Carmen (Mestras), la mamá
de Juan Antonio, que siempre estuvo añorando y siempre estuvo hablando de
grandezas y siempre hacía comparaciones no dolorosas pero no gratas…
¿Ella no estuvo en la escuela?
No, fíjate que no, y dice que fue maestra en Gerona, pero aquí no.
Yo tenía un complejo terrible… en mi casa mi madre fue rubia de ojos azules, y la
familia de mi padre toda tal cual soy yo, morena y ojos negros. Tenía dos hermanos
mayores, ya nada más el ser mayor era una cierta superioridad con mi persona, el
primero de ojos azules y pelo rubio, y la segunda de ojos verdes y pelo castaño, y a
Carmen le encantaba mucho esa gente, y le encantaban mucho los hijos de los
españoles nacidos aquí, y trataba mucho a esa gente, y se relacionaba mucho con esa
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gente… y tú de niño sientes que no te encanta eso, me entiendes?, muy
especialmente yo…
Sí… su hijo me decía que en el fondo ella le hubiese gustado mucho más vivir en
México, la capital que…
Añoró siempre España, ella sí que la añoró…
En estos tiempos que estamos hablando, cuántos habitantes tenía Córdoba?
Ah, no lo recuerdo… muy poquitos… pero no lo sé…
Pero ella sí siempre sintió mucho… y mira, también hay muchas bases… Carmen
dejó su hija muerta, allá enterrada en España, Carmen dejó familia, y Carmen vino a
seguir a un marido ya en una (¿?) y finalmente, bendito sea Dios, consiguió Juan
Antonio y tuvo a Juan Antonio… Pero yo siento que también para una mujer, dejar
allá a tu hija muerta… creo que era de 7 o 8 años o algo así… debió de ser un golpe
terrible para ella.
Ella daba clases de labores, ¿no?
Pues a mí no me dio.
No… fuera de la escuela…
Ah, eso sí… aquí venían muchísimas niñas muy, muy de gente muy bien, de
sociedad… a aprender a bordar, a tejer… estas cosas… no a cualquiera…
Por tanto el clima de la gente que venían con ella no era el mismo de los niños de la
escuela…
Para nada.
O sea no podemos comparar…
Nunca, no, Carmen no trató este tipo de personas, a este tipo de gente… o sea a
la generalidad, trató a la exclusividad, nada más.
Volvamos a los maestros, desde el punto de vista… me estabas hablando de las
experiencias, de la manera de aprender la geografía, de las excursiones que hacías…
¿eran para conocer el país sobre el terreno?
Sí, y después también con diapositivas, nos pasaba también muchas transparencias,
el profesor Antonio tenía una colección enorme, que debe de estar en algún sitio, de
fotografías maravillosas, entonces el día que decía: “hoy va a ver proyección”, muy
aparte de que nos encantaba por todos los motivos, porque íbamos no a estudiar
sino a ver… siempre tú te darás cuenta ahora por la televisión como visualmente es
más fácil aprender pero además es más cómodo, por supuesto, que agarrar un libro y
leer. Entonces él percibió eso, o sea que se adelantó porque la televisión no existía, y
él percibió eso, que podía ser que los niños… él siempre estaba buscando de qué
manera facilitaba a las mentes de los niños el captar las cosas mejor. Entonces nos
facilitó con las transparencias, nos empezó a enseñar otros países, viajábamos a
través del mundo con las transparencias del profesor, conocimos el mundo con las
transparencias del profesor. No necesitamos ir a Grecia para conocer el Partenón,
no necesitamos ir al Mediterráneo para verlo, él nos trajo transparencias de
muchísimos lugares y nos llenó en… vivíamos un mundo maravilloso, en la escuela
no íbamos a padecer, íbamos a ser feliz.
Pero no había asignatura de religión.
Para nada. Ni se mencionaba, ni para malo ni para bueno, o sea, nunca dijeron “no”
ni tampoco dijeron “sí” a nada, ni nadie se nos ocurrió preguntar: “oye profesor, qué
cree usted o qué no cree usted”… esa cosa fue muy respetuosa, afortunadamente.
Por tanto la gente de la escuela que quería recibir formación religiosa, la recibía en su
casa? O en la iglesia?
Yo te voy a decir… sí bueno, posiblemente tu casa… mi madre venía de una mamá
muy cristiana, muy religiosa, y mi mamá quería hacerlo de la misma manera de mi
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abuela, que era una manera muy absurda de decir que Dios castigaba, que Dios se
enojaba, y que si no ibas a misa, que te iba a yasín… que te iba a yasán… pero yo
hice mi primera comunión y tengo guardada el libro que el profesor Bargés me
mandó el día de mi primera comunión, y una tarjeta preciosa que me llevó, cuando
este… hacía mi primera comunión… con una cosa religiosa, pues…
Pero esta fiesta la hicisteis fuera del colegio…
Sí, totalmente fuera del colegio, privada.
Tengo entendido que hubo una revista en el colegio, ¿coincidió en tu época o no?
No, no me tocó. A mí me tocó una revista ya en la segunda área(¿?)… el profesor
Antonio y Pepe, los dos, luego dieron cátedra en la secundaria y en la preparatoria,
no me tocaron a mí.
Antonio hacía geografía…
Y Pepe creo que francés.
Y allí mi papá también daba clases, y entonces más afinidad con los maestros en
muchas cosas.
Y las aportaciones… bueno, hablemos de José…
Era otra cosa muy distinta, Pepe, por ser hermano menor, por qué será, tal vez la
influencia de Carmen, también un poco yo creo…
Eran tres hermanos con una edad…
De mucha diferencia. ¿Sabes qué? yo siento que Antonio y Luisa siempre como que
protegían mucho a Pepe en el buen sentido, siempre le vieron como muy pequeño, y
como muy consentido… y Pepe así mismo se sintió, no coincidían mucho ni en
pensamientos, ni en estilos, había más influencia de otro tipo…
Entonces lo vacilaban mucho, le decían “pinocho” (risas) porque era muy narizón,
regañaba mucho, ponía falta grave y doble falta grave y te expulsaba, a mí me
expulsó una vez del colegio, yo quise acusar a un niño, por eso te digo que yo tengo
malas experiencias, yo quiero decir todo pero…
Claro… es que además yo creo que hay que ser crítico… y dar las opiniones…
(Acababa de morir¿?) un compañero mío, que siempre fue el lado derecho de Pepe,
allí siempre se sentaba, un muchacho muy buen estudiante, siempre era la pluma de
oro, el obsequio más galante y más bueno de la escuela… hay esto… (tall)
…severo porque yo quise acusar a un muchacho, yo ya empezaba a ser una
adolecentilla, 12 o 13 años, aquí la gente en esas regiones se desarrolla muy deprisa,
las niñas de 12 años tienen cuerpecito ya de niñas de 15, entonces había uno muy
mal portado que vivía en Fortín(¿?), que cuando salía Pepe a hablar por teléfono,
que era muy a menudo, a la dirección, cerraba todas las puertas y ventanas y había
que agarrar una silla para protegerte, porque venía sobre ti como el (¿?)
desenjaulado, te agarraban, y eso es cierto, entonces cuando yo quería decirle y
acusarle “chismosa, chismosa, a su lugar, a su lugar”, y entonces yo le dije: “no soy
chismosa, este fulano está haciendo esto, esto y esto”, y sabes qué pasó? Que
cuando yo salí ya de la escuela muy contenta para irme a mi casa, este desgraciado, el
que yo había acusado, agarró un libro, así como este que te enseñé y pasó corriendo
y me dio un libretazo tan bestial que creí que me moría, eh.
¿Y a quién se lo decía yo? ¿A mi papá? para complicarle la existencia… a mi
maestro? Ya me había dicho que no fuera chismosa, no encontré la protección
suficiente con él, me expulsó 15 días porque le dijo todo lo que pude, podrás
imaginar que salieron de mis tripas (risas), le dije “esto es un desorden, y usted está
consintiendo cosas así”… bueno, ellos nos habían enseñado a defendernos los
derechos, y entonces me expulsó 15 día o 8 días, no sé… Recuerdo que había unas
columnas enormes que estaban alrededor de lo que era el corralillo de la escuela y
Antonio no salía nunca de su clase, entonces me sentaba yo allí en esas barritas y me
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pasaba la tarde allí muy contenta mirando los pájaros y la luna y el sol… Y sale
Antonio, viene a la dirección, y yo expulsada y me pego en la columna y él que
empieza a caminar y yo que empiezo a dar vueltas… acostumbrado en la (¿?) dijo
qué hace esta ahí, ay, cuando vino y dijo: “¿qué haces aquí?” y le digo: “pues estoy
expulsada”, “cómo?” me dice “tú expulsada del salón?” y le dije: “sí”. “Y por qué?”
y yo dije si le digo… peor va a decir Pepe que soy… me entiendes? la situación? Va
a decir que lo estoy acusando con su hermano, de que no pone el respeto que es
debido, y le dije: “no sé, pregúntele al profesor Pepe porque estoy expulsada”.
¿Le llamabais Pepe al profesor?
Pepe, sí. Y hasta le decíamos “Pepe grillo” (risas).
Y entonces vino i dijo: “¿Por qué está esta niña allá fuera? ¿Y cuántos días la tenéis
allí?” Y dijo: “pues porque no ha observado la conducta que…” y yo callada, y
bueno, le dijo: “no me parece, esta niña debe estar en clase, ponle frases o otro
castigo porque está perdiendo unas clases que luego necesitará, es el último año de la
escuela, y va a perder las clases que tú estás dando en ese momento” (¿?) no le hice
el (¿?) pero dije… bueno, pues tuvo razón…
¿Y las clases como las daba Pepe?
Él muy ameno.
¿Todos los hermanos eran buenos profesores?
Mira, los tres mejores maestros, y eran clave, primero, tercero y sexto, allí estaban
los tres.
¿Y Pepe también daba geografía, historia, matemáticas…?
Todo, todo, todo.
¿Te acordarías de algún ejemplo de cómo daban clases?
Fíjate que me acuerdo, que eso fue muy importante, porque nosotros creo que
tuvimos buena ortografía por la buena pronunciación de nuestros maestros, pero
daban claves, la clave de la C, la clave de la B… entonces nos las aprendíamos como
una cancioncilla y ya luego sabíamos porque era después de B, B chica, etc., etc.
Esas cosas sí las recuerdo, después qué más cosas también recuerdo, también
siempre cantamos, en todos los salones cantamos, eso era muy bonito, meter las
canciones en la escuela… y qué más recuerdo de Pepe…
¿Y de los otros profesores?
Mira, la esposa de… Luís Navarrete, la profesora Conchita Escutier (¿?)… Luís
Navarrete no me tocó… llegó aquí ya con tres hijos, y tuvo aquí unas (¿?) se quedó
calva totalmente cuando venía… pues imagínate lo que venían pasando…
¿Ellos también venían del exilio?
Sí, claro… ellos son… pues yo creo que valencianos…
Ella fue lindísima, yo de ella tengo recuerdos maravillosos, fue la que me enseñó a
tejer, fue la que me enseñó a bordar… vendía… era una gente muy luchona… igual
como aquí Pepe que vendía jabones y muestras y mil cosas…
Sé… porque… espera, los maestros para sobrevivir tenían que hacer mil cosas…
Era muy poco lo que ganaban. Sobretodo si había familia… Luisa y Antonio tal vez
fueron más conservadores, los catalanes son gente que sabe muy bien administrar su
dinero, y Pepe como tenía José, tenía hijos, tal vez tenía que hacer algo más, no,
entonces Pepe siempre trabajó, que yo recuerde atildando en no sé qué… pero
Luisita, mi mamá no se le puede olvidar, porque iba en segundo y de repente llegué
con una petaquita llena de perfume “chanel” de 200 o 300 que entonces era una
fortuna… y mi mamá: “Cómo has traído esto!”, a riesgo de romper todo esto y
luego yo tener que pagarlo… y yo: “bueno, mi maestra te los manda para que le
compres”…
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Este… el profesor Parrilla, que era un tipo muy singular, muy especial, fuera de lo
común… gordito con unas cejotas así que le daban vuelta, que fumaba puro todo el
día… y cuando yo llegaba sin desayunar decía que deliraba yo… él sí era muy… creo
yo… todavía promovía la cosa política, y yo traía la propaganda comunista a una
tendero que tenía enfrente de mi casa, era yo el correo del profesor… le llevaba y le
traía…
O sea, político, el Parrilla lo era…
Sí…
Y en clase… tú lo tuviste en clase?
No… sí lo tuve en clase…
Y lo notabas que era político?
No, me daba cuenta después… nunca se casó, era muy de reunión allí en el portal,
de jugar al dominó… y bueno… tranquilo…
Y las relaciones entre el claustro de profesores?
Todos se llevaban perfecto. Yo sí recuerdo que los Bargés hablaban en catalán,
y eso me parecía a mí que podía lastimar a los otros, pero bueno, no sé si lo hacían
cuando estaban ellos allí porque a mí me llamaba mucho la atención… a mí algunas
veces me tocó ir a comer muy distinguidamente a casa de Antonio y de Luisita, que
no sabes cuanto amaba yo esos días que nos invitaban a comer a mi hermana y a mí,
o a los tres, porque los oía yo hablar en catalán… (¿?) gallinitas que tenían, y venían
las gallinitas y se le subían, y Luisa era tan especial que hacía los mantelitos, aquí se
hace mucho el papel picado, como las banderitas así nos hacía los individuales con
papelito picado y bueno… era una delicia estar con ellos… Era una casa muy
especial, muy bonita.
La dimensión de ellos en la sociedad cordobesa, o sea, dieron conferencias fuera, o
era una gente que quedaba en la escuela y no más… o estaban yo qué sé, en una
ateneo, en un centro cultural…?
Para nada. Fíjate aquí lo que ha habido… si el Casino Español con un conjunto de
gente que va a jugar al billar, a tomar la copa, la cerveza… o el Club de Leones, al
cual sí perteneció Pepe, no sé si Antonio, y el Club Rotario donde sí había mucha
promoción cultural y allí sí asistían ellos, invitados por, a veces por (¿?) y a veces por
otra gente, no sé quién más los invitaría… por el Doctor Riso, el padre este que a lo
mejor vendrá… sí, ahí sí. Pero sí los reconocían, no sé exactamente… como una
gente con muchísima cabeza y con cultura, sí lo sabían.
En la ciudad, centros culturales, fuera de las escuelas, qué había por tanto, el
Rotario, los Leones… y que hacían esa gente, conferencias?
No… hacían cenas y comidas, y en las cenas, que creo que eran de hombres solos, y
había veces que había conferencias. Pero aquí en la ciudad que yo recuerde… no
sé… vino Pablo Casals, y se le recibió en un grupo de españoles, porque bueno era
Pablo Casals, no, era una gente muy distinguida… algunas que otras gentes, pocas
pero… yo no recuerdo realmente…
Y en el centro español, era de españoles, o se llamaba español y era de…
No, eran españoles… después bueno entraba también la gente mexicana… pero era
constante la pelea entre ellos, dijo que mientras estuviera esa bandera no iría jamás,
rojo-amarillo-rojo (risas) pero bueno después todo el mundo fue cediendo… en la
vida ya sabes al principio eres apasionado y después bailas hasta una jota aunque no
la sepas…
A ver, ¿había otra escuela de exiliados?
No.
¿Años más tarde tampoco?
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Pues la única escuela… ¡ah sí! ¡Cómo no! ¡Claro que sí! ¡Lo recordé! ¡Los Janeiro!
Espérate, el Colegio… lo que pasa es que ya a mí no me tocaron…
Es posible que llegaran más tarde…
Posiblemente, sí, sí… el profesor Janeiro y su familia… creo que la escuela se
llama… ¡ay, Dios mío! … Bueno, alguien más te lo dirá, porque todavía continúa esa
escuela, ¿eh?
Otra cosa, sobre el Colegio Cervantes, ¿hay alguna cosa escrita, cuando celebrasteis
el homenaje a ellos o así, se publicaron cosas?
Claro.
¿Y eso es fácil de encontrar?
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