Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. COMEN TA R IOS CLÍN ICOS Impo rtancia mé dica de la ide ntificació n de lo s ho ng o s pató g e no s humano s al nive l de e s pe cie J. L. Rodríguez Tudela y M. Cuenca-Estrella S ervicio de Micología. Centro N acional de Microbiología. Instituto de S alud Carlos III. Majadahonda. Madrid. Intro ducció n Durante muchos años la identificación al nivel de especie de los hongos patógenos que causan infecciones sistémicas se ha considerado como un mero asunto académico sin demasiada importancia práctica. Se han argumentado diversas razones que se pueden resumir en el reducido número de especies patógenas (principalmente Can dida albican s y A spergillus fum igatus) y en la escasez de posibilidades terapéuticas (anfotericina B). En las dos últimas décadas esta situación ha cambiado. Por un lado, aumenta la población susceptible de adquirir una infección sistémica causada por hongos, lo que conlleva un aumento de la incidencia de esta patología, y por otro, aparecen nuevos antifúngicos. Estos dos hechos, entre otras cosas, conducen a la introducción de nuevas especies patógenas que conviven o desplazan a las habituales. A partir del año 1 9 8 5 se produce un movimiento en EE.UU., seguido posteriormente por Europa, que conduce al desarrollo de las pruebas de detección de la resistencia a los antifúngicos. Con la disponibilidad de esta herramienta se hizo necesario realizar estudios de correlación con la evolución de los pacientes y estudios epidemiológicos que ayudaran a comprender la realidad de la infección fúngica sistémica. Actualmente la resistencia secundaria a los antifúngicos no es un problema tan grave como el que ocurre con los antibacterianos. Esto significa que las especies patógenas que causan infección con más frecuencia tienen un patrón de sensibilidad o resistencia bastante presumible. Sin embargo, es sólo cuestión de tiempo que este panorama cambie. Por tanto es necesario concienciar a todos los profesionales involucrados de la necesidad de aislar e identificar al nivel de especie el hongo causante de la infección. Actualmente esta información ayuda, de forma indudable, a elegir el tratamiento más adecuado y nos prepara para asumir la siguiente fase, en la que la detección individualizada de las cepas resistentes será una necesidad. Lo único que pretende este artículo es informar de la utilidad que tiene la identificación de especie de hongo que causa la infección y para ello repasaremos en Correspondencia: J. L. Rodríguez Tudela. Servicio de Micología. Centro Nacional de Microbiología. Instituto de Salud Carlos III. Ctra. de Majadahonda a Pozuelo, km. 2. 28220 Majadahonda. Aceptado para su publicación el 4 de julio de 20 00 . 188 los siguientes apartados algunos datos que ilustran la introducción. Le vaduras Las levaduras son los hongos patógenos que con mayor frecuencia causan infecciones sistémicas. Existen numerosas especies, pero de todas ellas las siguientes son las que se detectan habitualmente en los laboratorios de microbiología: Candida albicans, C. parapsilosis, C. tropicalis, C. glabrata, C. k rusei, C. lusitaniae, C. guillierm ondii y Cryptococcus neoform ans. En los últimos años van apareciendo otras levaduras de forma esporádica y con consecuencias médicas imp revisibles que conviene identificar, estudiar su perfil de resistencia y su epidemiología. Entre ellas se incluyen: C. catenulata, C. fam ata, C. haem ulonii, C. k efyr, C. lam bica, C. lypolitica, C. pintolopesii, C. rugosa, C. zeylan oides, Dipodascus capitatus, Pichia an om ala, R hodot orula rubra, R . glut in is, S accharom yces cerevisiae, etc. En general todas las especies se pueden considerar sensibles a la anfotericina B. Si bien, C. lusitan iae se ha considerado como intrínsecamente resistente a este antifúngico, la aplicación de la metodología estandarizada indica que es una especie teóricamente sensible, pero que desarrolla con facilidad resistencia secundaria (observaciones sin publicar). Trichosporon spp., un género que recientemente ha sufrido una revisión taxonómica 1 , se puede considerar como resistente a la anfotericina B 2 ,3 . Con la excepción de C. k rusei, las especies habituales son uniformemente sensibles a la 5-fluorocitosina. Por tanto se puede utilizar con seguridad cuando se combina con otro antifúngico buscando sinergismo. Es conveniente vigilar la aparición de resistencia secundaria y, por tanto, si durante el tratamiento se vuelve a aislar el patógeno hay que determinar su perfil de sensibilidad. La situación con los azoles es más complicada y merece la pena analizarla con más detenimiento. La tasa de resistencia a los azoles de C. albicans es muy baja si exceptuamos aquellos aislamientos provenientes de pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que tienen candidosis orofaríngea o esofágica y han recibido muchos ciclos de tratamiento con estos antifúngicos 2,4,5,. Con respecto a C. tropicalis la situación es similar. Sin embargo, con frecuencia se aíslan cepas en las que es difícil determinar si son sensibles o resistentes debido a la exp resión exacerbada de un fenómeno denominado Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. J. L. RODRÍGUEZ TUDELA ET AL — IMPORTANCIA MÉDICA DE LA IDENTIFICACIÓN DE LOS HONGOS PATÓGENOS HUMANOS AL NIVEL DE ESPECIE «crecimiento residual» (en inglés trailin g) del que se desconoce su importancia clínica. En nuestro entorno, C. parapsilosis se aísla en hemocultivos casi con la misma frecuencia que C. albican s y es uniformemente sensible a los azoles. Por el contrario, C. glabrata es una especie que desarrolla con facilidad resistencia secundaria a los azoles y así su tasa de resistencia es elevada y sigue en aumento 2 . En nuestra opinión, y cuando sea posible, se debería evitar su utilización en las infecciones causadas por esta levadura, aunque de todos es conocido que las alternativas son escasas. Dada su uniforme sensibilidad a la 5-fluorocitosina habría que contestar si la asociación de azoles con este compuesto podría ser un tratamiento alternativo. Es importante comentar que esta levadura se aísla con frecuencia creciente en vaginitis. El tratamiento indiscriminado de este síndrome con azoles, sin prestar importancia al agente etiológico, está causando la aparición de un número elevado de casos de vaginitis recidivantes por C. glabrata resistentes a todo este grupo de antifúngicos. La dificultad del tratamiento en estos casos es manifiesta 6 . Por tanto es indispensable la identificación etiológica de la vaginitis y ante la necesidad de tratamiento empírico la nistatina parece la elección más adecuada hasta conocer la esp ecie de levadura. C. gu illierm ondii se comporta de una forma similar a C. glabrata, aunque sus concentraciones mínimas inhibitoria s (CMI) so n m e n o re s. C. k ru se i se co n side ra intrínsecamente resistente al fluconazol. Sin embargo, otros azoles como itraconazol y voriconazol tienen actividad frente a este microorganismo. Existen pocos datos en la literatura de infecciones sistémicas causadas por esta levadura y tratadas con itraconazol. Con los que hay no se alcanzan conclusiones válidas, pero para aquellos casos en los que la anfotericina B y sus derivados liposomales estén contraindicados se p uede considerar la utilización de este azol, sobre todo ahora que su preparación intravenosa está disponible en algunos países europeos. C. lusitaniae es sensible a los azoles y debido a la posibilidad de desarrollo de resistencia secundaria a la anfotericina B hay que tener estos fármacos en cuenta. Para otras especies, como las reseñadas más arriba, la información es escasa o inexistente, de ahí la importancia de su identificación y de la determinación de su perfil de resistencia. La experiencia acumulada puede orientar aquellos nuevos casos que van apareciendo. Ho ng o s filame nto s o s Entre los hongos filamentosos es indudable que el género A spergillus es el que mayor número de infecciones produce. En nuestro entorno y por razones desconocidas, S cedosporium apiosperm um y S cedosporium prolifican s son aislados con una frecuencia preocupante 7 ,8 . Otros hongos filamentosos como Fusarium , Paecilom yces y Mucorales se detectan con una frecuencia menor. Todavía no está disponible una metodología completamente estandarizada para detectar la resistencia de los hongos filamentosos a los antifúngicos, aunque el N ation al Com m ittee for Clin ical Laboratory S tandards (NCCLS) ha publicado una proposición de estándar 9 . Con los datos disponibles y aun preliminares podemos detectar con cierta garantía la resistencia a los azoles 1 0 ,1 1 . Con la anfotericina B los resultados obtenidos son bastante confusos y hay que interpretarlos con mucha cautela 1 2 , si bien hay que admitir que algunas especies tienen CMI elevadas (> 4 mg/ l) y se deben considerar resistentes. Dentro del género A spergillus, A . fum igatus es la especie más prevalente, pero A . flavus, A . terreus y A . n iger tam bién causan infeccio n es sistém icas. Dentro de este grupo merece la pena destacar que, probablemente, A . terreus sea resistente a la anfotericina B 1 3,1 4 . Con respecto al itraconazol, la mayoría de los aislamientos pertenecientes a este género son sensibles in vitro, aunque se han detectado algunos aislamientos de A . fum igatus con CMI elevadas que correlacionaban con una menor respuesta al tratamiento al antifúngico en modelos experimentales de infección 1 0,1 1 . La resistencia cruzada con otros azoles, especialmente los que están en desarrollo, no es la regla, por lo que en este tipo de aislamientos estaría recomendada la detección de la sensibilidad. Por el momento, en las otras especies de A spergillus no se ha detectado resistencia al itraconazol. S cedosporium apiosperm um es considerado intrínsecamente resistente a la anfotericina B, apoyando este hecho los datos existentes en la literatura. Antiguamente el miconazol era el antifúngico indicado. En la actualidad el itraconazol y el voriconazol tienen una actividad variable, por lo que es necesario determinar la sensibilidad de cada cepa. La experiencia con voriconazol es muy escasa (triazol en fase III), aunque resultados muy preliminares indican que puede ser el tratamiento de elección para este patógeno 1 5 . Por el contrario, S . prolificans es un patógeno emergente en nuestro medio 7,16 ,1 7 y multirresistente 8 . Se desconoce el tratamiento más adecuado para este microorganismo y debido a su parecido morfológico con S . apiosperm um es muy importante la identificació n al n ivel de esp ecie de am bo s m icro o rganismos. Como ocurre con las levaduras, se están describiendo nuevas especies de hongos filamentosos capaces de causar infecciones en humanos y de las que se tiene escasa o nula experiencia. Estos hechos dificultan el tratamiento de los pacientes. En casos aislados la identificación de todos los hongos involucrados en infecciones humanas al nivel de especie, la determinación de la sensibilidad a los antifúngicos, el análisis de la evolución del p aciente, incluyendo cuando sea necesario la determinación de concentraciones de antifúngicos en líquidos orgánicos, pueden parecer meros ejercicios académicos. Sin embargo, los laboratorios dedicados en exclusiva a la micología médica pueden ir recopilando todos esos datos y ponerlos a disposición de aquellos profesionales que tengan que enfrentarse a este tipo de infecciones. En el mundo de la infección fúngica la colaboración más que necesaria es imprescindible, y 189 Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. REVISTA CLÍNICA ESPAÑOLA, VOL. 201, NÚM. 4 , ABRIL 2 0 0 1 en estos momentos en nuestro país se están dando los pasos para conseguir estructuras que, merced a la cooperación de todos los implicados, puedan ayudar a responder los numerosos interrogantes que tenemos 7 -1 3 ,1 5 ,1 8 . BIBLIOGRAFÍA 1 . Warren NG, Hazen KC. Can dida, Cryptococcus and other yeasts of medical importance. En: Murray PR, Baron EJ, Pfaller MA, Tenover FC, Yolken RH, eds. Manual of clinical microbiology. Washington DC: ASM Press, 1999; 1.184 -1.199 . 2. Rodríguez-Tudela JL, Cuenca-Estrella M. A multicenter study on fungemia caused by yeasts in Spain (April-June, 1 9 9 7 ). A Work Group to Study Fungemia. Rev Clín Esp 19 9 9 ; 1 9 9 (6 ):3 5 6 -3 6 1 . 3 . Walsh TJ, Melcher GP, Rinaldi MG, et al. Trichosporon beigelii, an emerging pathogen resistant to amphotericin B. 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