Domingo 6º de Pascua. Ciclo C. domingo 5 de Mayo de 2013 Hch 15,1-2.22-29 "Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros, no imponerles más cargas que las indispensables" Ap 21,10-14.22-23 "Su santuario es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero" Jn 14,23-29 "Les dejo la paz, les doy mi paz" Evangelio En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: "Me voy y volveré a ustedes". Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.» Comentario El precio de la paz Queridos hermanos y hermanas Tres palabras importantes aparecen en este pasaje del capitulo 14 de San Juan. Tres realidades, tres valores del evangelio. La fidelidad, El Espíritu Santo y la Paz. Me voy a detener un poco más en uno de ellos, que es una consecuencia de lo que dice Jesús: “El que me ama”. Por eso el amor a Dios hace nacer la fidelidad, trae la morada de la Trinidad y recompone la paz en el corazón. Hoy, en nuestro mundo, en nuestro tiempo, la paz tiene un precio, un costo. Se llaman alarmas, rejas, cámaras, puertas blindadas, llaves combinadas, custodia humana. El enemigo numero uno de la paz es la inseguridad. Es el clima social que se vive, no como una sensación sino como una tensión. Este don tan preciado para nuestro pueblo es la paz y hoy falta. ¿Qué es la paz? Una de las palabras más cortas del vocabulario, y de la más atacada. Una definición del diccionario de la real academia española dice: Sosiego y buena correspondencia de unas personas con otras, especialmente en las familias, en contraposición a las disensiones, riñas y pleitos. San Agustín tiene una fórmula sencilla y profunda: la paz es la tranquilidad en el orden. Nos interesa, junto con estas definiciones el sentido que tenía en la Sagrada Escritura el término paz. Los hebreos se saludaban con la expresión: Shalom, que utilizó también Jesús Resucitado cuando se apareció a los discípulos: La paz este con ustedes. Es más, una de las ocho bienaventuranzas, felicita a los que trabajan por la paz. También el Señor recomienda a los apóstoles que cuando entren en una casa saluden con la paz. El mismo Jesús, nos dice en este pasaje: les dejo la paz, y les doy mi paz, pero no como la da el mundo. No es una paz exterior, sino interior, espiritual. Dice en forma excelente el Padre Rainero Cantalamessa: La paz es más que la sencilla ausencia de guerras y desórdenes. Indica positivamente bienestar, reposo, seguridad, éxito, gloria. La Escritura habla incluso de la «paz de Dios» (Flp 4,7) y del «Dios de la paz» (Rm 15,32). Paz no indica, por lo tanto, sólo lo que Dios da, sino también lo que Dios es. Por eso dice el Papa Benedicto XVI, que el nuevo nombre de Dios es Paz, solo el la puede dar, y solo a el tenemos que pedirla. Los símbolos de la paz fueron históricamente, la paloma con el ramo de olivo, recordando el fin del diluvio, y la bandera blanca de la paz, el fin de un momento de guerra. Pero el símbolo más importante de la paz, es Jesús en la cruz. He visto que algunos llevaban el amuleto de paz, que en los años setenta, utilizaban los hippies, y que otros veían como un reclamo contra el desarme nuclear. Pero un autentico católico no necesita llevar este distintivo, no corresponde. Los brazos abiertos son la expresión más elocuente de la paz que vino a traer el Señor a la humanidad, con Dios, con nosotros mismos, con los hermanos y con la naturaleza. La amenaza exterior de a la paz mundial han sido, y son, la guerra, el terrorismo, la violencia. La amenaza interior contra la paz es el pecado. Un hombre católico, varón o mujer, gozara de la verdadera paz, que trae Dios, cuando no reine el pecado mortal, en su corazón. Ante la inquietud y el temor que habla el texto del evangelio, hay un remedio muy eficaz y práctico. La confianza en Dios, porque él es mi paz, es mi fidelidad, es mi fuerza. En la misa, siempre pedimos por la paz: “líbranos Señor de todos los males y concédenos la paz” y también nos entregamos el gesto de paz. Pero no se tiene que quedar en un saludo de paz. La paz tiene que ser una meta, una conquista. “Paz y bien” decía San Francisco a sus hermanos frailes. Educar para la paz compromete también a no regalar a los chicos juguetes bélicos. ¡Cuantos malos hábitos que hay contra la paz! Por eso la paz nace de un corazón nuevo. Y esto en Jesús se encuentra. La paz de los cementerios, no es la que necesitamos, aunque tampoco tienen paz nuestros muertos por la profanación de las tumbas y los robos escandalosos a los panteones y nichos. La paz que necesitamos, y no se busca, esta en la oración, en un rato intimo con Jesús, en Iglesia, en un campo, en un rincón de la casa. Esto genera paz y da salud al alma y al cuerpo. El Espíritu Santo, maestro interior Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. Esto es una de las tareas propias de los maestros, enseñar y recordar. Por eso se lo llama muy bien al Espíritu Santo, el maestro de la vida interior, porque enseña las palabras de Jesús y las va grabando en el corazón. Este Espíritu, la promesa del Padre, lo enviara el Señor, como fruto de su muerte, a la Iglesia, dándoselo, como soplo a los apóstoles para el perdón de los pecados, el domingo de Pascua, y en la fiesta de Pentecostés, como lenguas de fuego, para la predicación. Que vayamos implorando la fuerza al Espíritu, como preparación para esta fiesta, y así renueve sus dones y nuestra confirmación. La fidelidad a la palabra Jesús es el Amen, el Si de Dios, la fidelidad encarnada. Hoy hay una fuerte crisis de fidelidad, tanto en los matrimonios, en los sacerdotes, como en la convivencia humana. Es una falta a la palabra dada, que antes esa promesa era mas fuerte que un documento escrito. Esta fidelidad a Dios, como don, como respuesta, como tarea, genera por la gracia, lo que se llama la inhabitación de la Trinidad, Padre, Hijo, y Espíritu Santo en nuestro corazón. Por eso el texto dice: iremos a El. Esto nos tiene que dar mucha paz, porque nunca estamos solos, cuando estamos habitados o en gracia por la trinidad. ¡Que paz transmite el Papa, ante tantos sufrimientos, antes tantas infidelidades, antes tantos ataques! Se lo ve en el rostro, se lo ve con alegría, porque confía en Dios, porque confía en la verdad. Si el inventor de la dinamita Alfred Nobel, luego reparo su propio invento con la creación de los premios Nobel de la paz, merecidamente ganado en 1979 por la Madre Teresa de Calcuta, también nosotros podemos ser esos constructores de paz, en los edificios, en las oficinas, en las familias, en el trabajo, en las escuelas, en los gobiernos, aunque no nos den el premio. Porque si aportamos con un poco de paz verdadera en esos lugares, el premio nos lo dará el Señor y el será nuestra paz. Oración Señor, necesitamos paz, pedimos paz. Señor auméntanos la paz. Tú eres la paz, es tu nuevo nombre. Dios es amor. Dios es paz. Envíanos tu Espíritu, y ayúdanos a recibirlo, para que nos enseñe y recuerde vivir en la fidelidad a tu palabra, en darnos la fuerza divina para practicar tu palabra. Señor quiero reconocerte que cuando creo que estoy solo, si estoy en tu gracia, los Tres están conmigo. Y aunque arrecien las tentaciones del mundo, y las tormentas de las dificultades, Señor, que no pierda tu paz. Dame tu paz. Amen Padre Luis Alberto Boccia. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario