«Acuerdo previo» no es consulta previa ¿Qué pueden hacer las comunidades Los fujimoristas y el acuerdo previo El acuerdo previo está previsto en el artículo 7 de la Ley 26505, «Ley de Promoción de la inversión en las actividades económicas en las tierras del territorio nacional y de las comunidades campesinas y nativas», de 1995. La intención principal de esta norma no es promover o proteger las tierras —individuales o comunales—, sino, por el contrario, como lo indica su extenso nombre, impulsar y desarrollar la inversión privada en ellas mediante cualquier actividad económica, sea agraria, minera o de hidrocarburos. El texto original de la Ley 26505 establecía la obligación de los empresarios mineros de llegar a un acuerdo con los propietarios de las tierras antes de iniciar cualquier tipo de actividad. Sin embargo, como era fácil suponer, el acuerdo previo originalmente aprobado causó preocupación entre los empresarios, quienes rápidamente se pronunciaron en el sentido de que la ley paralizaría la inversión minera en el país. Ello explica que, a las pocas semanas de publicada la norma, los representantes del gobierno fujimorista salieran raudos a anunciar que se cambiaría el 14 Pedro Castillo Foto Radio Marañón campesinas y nativas para defender la propiedad de sus tierras ante la presencia de empresas mineras o de hidrocarburos? En las últimas semanas, ciertos sectores gubernamentales empezaron a difundir que el respeto a este derecho es el permiso, autorización o acuerdo previo que obtienen dichas empresas de las comunidades para iniciar sus actividades extractivas. Esta posición, suponemos, es una salida para satisfacer a un grueso número de comunidades —principalmente campesinas— que no tendrán derecho a la consulta previa, pues no serían reconocidas como pueblos indígenas. El argumento es que, bajo esta fórmula, no tendría mucho sentido que las comunidades —o los propios pueblos indígenas— exijan la consulta previa, por ejemplo ante una concesión minera, si ya cuentan con un mecanismo como el acuerdo previo. En teoría, esta figura les permitiría a las comunidades paralizar cualquier tipo de actividad que tenga que ver con el aprovechamiento de los recursos naturales ubicados dentro de sus tierras comunales. Pero ¿qué significa realmente el acuerdo previo? Muchas comunidades, como la de Cañaris (Lambayeque), corren el riesgo de no ser reconocidas como pueblos indígenas y de no tener derecho a la consulta previa. texto de la ley, como respuesta a las presiones de los inversionistas mineros. Acuerdo previo relativizado Seis meses después, en enero de 1996, se aprueba una alternativa al acuerdo previo. Así, si no hay acuerdo entre el empresario extractivista y el propietario de las tierras —individual o comunal—, el primero podría recurrir a la «culminación del procedimiento de servidumbre»1. De esta manera, se relativiza o flexibiliza la obligación de llegar a un acuerdo con el propietario de tierras. ¿Cómo establecer un acuerdo si finalmente existe un resquicio —por más pequeño que este sea— que permite a la otra parte saltarse la negociación? El acuerdo previo exige un título La norma vigente señala de manera expresa que el acuerdo previo es con el propietario de las tierras, y el propio reglamento del artículo 7 (D.S. 017-96-AG) menciona la necesidad de acreditar fehacientemente el derecho de propiedad sobre la tierra para el cobro de un monto indemnizatorio por el uso de este recurso. En el país existen 7,538 comunidades (campesinas y nativas) reconocidas oficialmente, de las cuales el 72.7% (5,483) no tienen cómo acreditar su derecho de propiedad, pues no cuentan con título ni con planos catastrales georreferenciados2. En muchos casos, el proceso de titulación está paralizado desde hace años. ¿Con quién negocia la empresa minera si las comunidades no pueden probar la propiedad de sus tierras? ¿Por qué ciertos sectores promocionan la vigente figura del acuerdo previo si a todas luces es desventajosa para las comunidades? El desequilibrio de poderes es evidente, y se da, sobre todo, en la esfera económica (las empresas cuentan con más recursos), en el acceso a los órganos de decisión política del país y en la posibilidad de contar con información privilegiada (la capacidad de una comunidad de acceder a este tipo de información es casi nula). Precisamente, esta desinformación de los comuneros sobre sus derechos fundamentales se presenta como un primer gran problema que se tiene que atender para evitar la imposición de estos acuerdos. Las comunidades que no serán contempladas por la base de datos de pueblos indígenas, que el viceministerio de Interculturalidad hasta el momento aún no presenta, seguirán enfrentando las presiones que ejercen las empresas extractivas sobre sus tierras comunales con la indiferencia de un Estado que da la espalda a esta realidad. El acuerdo previo tal y como está diseñado no es la solución. Nota 1 2 Este procedimiento faculta a las empresas extractivas a recurrir al Ministerio de Energía y Minas para el otorgamiento de una «servidumbre minera» que les permita dar inicio a sus actividades. Este mecanismo se cuestionó desde un inicio, pues está diseñado para favorecer a las empresas que lo solicitan. Ver La Revista Agraria 144. LA REVISTA AGRARIA / 149