“ “ La historia nos había mantenido alrededor del fuego lo suficientemente expectantes, pero fuera del innecesario comentario de que era horripilante, como debía serlo por fuerza todo relato que se narrara en vísperas de Navidad en una casa antigua, no recuerdo que produjera comentario alguno aparte del que hizo alguien para poner de relieve que era el único caso que conocía en que la visión la hubiese tenido un niño. Se trataba, debo mencionarlo, de una aparición que tuvo lugar en una casa tan antigua como aquella en que nos reuníamos: una aparición monstruosa a un niño que dormía en una habitación con su madre, a quien despertó aquél presa del terror; pero al despertarla no se desvaneció su miedo, pues también la madre había tenido la misma visión que atemorizó al niño... 4 Litoral e Homenaje a Sergio Pitol Rodolfo Mendoza Rosendo* Sólo construye puentes. Todo se une. Todo se conecta. El punto de confluencia es Pitol: su obra. *Egresado de la Facultad de Letras Españolas de la UV. Ha colaborado en diferentes medios impresos con crítica cinematográfica, musical y literaria. Es coautor del libro Cuarenta años de labor editorial: crónica y testimonios, de la Universidad Veracruzana. Es suya la edición de Sergio Pitol en casa, reunión de los textos de Sergio Pitol en La Palabra y El Hombre de 1960 a 2003. Actualmente dirige la revista literaria La Nave. Este texto fue leído por el autor el viernes 15 de abril de 2011, en un acto en honor al autor de Domar a la divina garza, llevado a cabo en la Galería de Arte Contemporáneo de Xalapa. El autor de la fotografía de Sergio Pitol de la página 6 es Vasco Szinetar y fue tomada de su blog: vascoszinetar.blogspot.com “O nly connect the prose and the passion” escribió E. M. Forster en Howards End. “Sólo construir un puente entre la prosa y la pasión”. “Only connect...”: cita de Forster que abre en forma de epígrafe El mago de Viena de Sergio Pitol. Forster: amigo de J. R. Ackerley, autor de We Think the World of You, novela traducida por Sergio Pitol. Ackerley: crítico por más de dos décadas del periódico The Listener y mentor de muchos escritores ingleses. Escritores ingleses: Jane Austen, Henry James, Ronald Firbank, Malcolm Lowry, Joseph Conrad, y tantos otros leídos y releídos por Sergio Pitol. Joseph Conrad: nacido en Polonia bajo el nombre de Jozef Teodor Konrad Nalecz Korzeniowski y naturalizado inglés. Polonia: Andrzejewski, Iwaszkiewicz, Schulz, Gombrowicz, autores presentados al español por Pitol a través de la antología preparada y traducida por él en 1967. Sólo construye puentes. Todo se une. Todo se conecta. El punto de confluencia es Pitol: su obra. ¿Por qué traje a cuento esto? Porque es, en unas cuantas líneas, la cartografía de la obra de Pitol. Pero hay más, tal vez podamos simplificar ese Atlas en tres grandes vocaciones: la de escritor, editor y traductor. Labores que rigen la vida y la obra del Premio Cervantes 2005. Litoral e 7 Si pensamos en Sergio Pitol tenemos que pensar inmediatamente en un gran lector, en uno omnívoro, en uno inmenso, en uno que da la impresión de haberlo leído todo y al que no le cuesta trabajo confesar que hay cosas que no ha leído, pero que a los pocos días, frente a una taza de café, habla con entusiasmo o decepción de aquel autor que pocos días antes desconocía, pero del que en una o dos semanas ya había devorado tres o cuatro libros. Aún más, permítanme, podríamos reducir esas labores a una sola: la de lector. Ya se sabe que no hay escritor sin libros y que los grandes editores han sido grandes lectores. Ni qué decir de lo importante que es para un traductor literario la lectura. Aunque sin afán de asustar, pues a todos los aquí presentes nos ha tocado verlo en algún momento de nuestra vida, existen nuevas razas de escritores, editores y traductores que no leen. Por eso tenemos autores con obras llamadas de “literatura comercial de calidad”, editores a los que se les ha jugado la broma de enviarles libros de Jane Austen y recibir un rechazo, y traductores que confunden lo plausible con lo posible. Pero no nos desviemos. Decía que si pensamos en Sergio Pitol tenemos que pensar inmediatamente en un gran lector, en uno omnívoro, en uno inmenso, en uno que da la impresión de haberlo leído todo y al que no le cuesta trabajo confesar que hay cosas que no ha leído, pero que a los pocos días, frente a una taza de café, habla con entusiasmo o decepción de aquel autor que pocos días antes desconocía, pero del que en una o dos semanas ya había devorado tres o cuatro libros. El Pitol traductor le debe mucho al Pitol crítico, y el Pitol lector nutre al Pitol narrador. Desde los temas mismos, desde la elección de los autores de los que ha escrito páginas memorables, vemos que los límites en Pitol no existen: Pilniak, Goncharov, Compton-Burnett, Firbank, O’Brien, Kusniewicz 8 Litoral e no son autores que los escritores en lengua española consideren como una influencia en la misma medida en que lo son para él, y mucho menos les han dedicado las páginas que el autor de Pasión por la trama ha cincelado pensándolos, sintiéndolos. Pitol llegó a ellos de manera natural, tropezando no con lo que buscaba, sino con lo que le pertenecía. No es que los escogiera por ser “raros” o “excéntricos”, sino que el autor de El arte de la fuga encontró en ellos las afinidades que salió a buscar cuando dejó transitoriamente México a principios de los años sesenta. Hace tres años, se inició una empresa casi inédita en México: la colección Biblioteca del Universitario, de la Universidad Veracruzana. En ésta, Pitol funge como editor, al lado de Agustín del Moral y Jorge Medina Viedas. Dicha colección trata de poner al alcance de los jóvenes un buen número de obras imprescindibles del saber humano. Colección que ya cuenta con más de treinta títulos. Sergio Pitol Traductor ha tratado de hacer lo propio, y acercar a los más jóvenes este universo literario; aunque también la colección Sergio Pitol Traductor está destinada a un público más amplio. Pues con ella se intenta poner nuevamente en circulación aquellas obras que Pitol tradujera para editoriales españolas, y que no tuvieron, algunas, una gran circulación no sólo en México, sino en toda Latinoamérica. Sabido es que Sergio Pitol ha sido uno de los Rodolfo Mendoza Rosendo durante el acto en honor a Sergio Pitol. El autor de Domar a la divina garza con el Dr. Félix Báez-Jorge. mejores traductores de James, Gombrowicz o Andrjewsky, pero pocos saben que ha traducido a Lu Hsun, Tibor Déry, Luigi Malerba, Elio Vittorini, Giusseppe Berto, Giorgio Bassani o Robert Graves. Ahí está, precisamente, el germen de la Colección Sergio Pitol Traductor: poner en las manos de los lectores, obras obligadas de la literatura universal. La figura de Sergio Pitol, su obra toda (y quiero decir su obra de escritor, traductor y editor) es un ejemplo para los que nacimos en los años setenta y, por lo que leemos en revistas y suplementos de España y Latinoamérica toda, para los más jóvenes también. Pitol nos ha enseñado nuevos caminos que son los caminos de la libertad. Nos ha enseñado que un género literario se puede romper y moldear a gusto, nos ha instruido a decirle no al encasillamiento, al canon. Ha puesto en nuestras manos castellanas autores que ningún otro traductor o editor había puesto. Nos enseñó el caudal que son las literaturas eslavas. Nos ha ensañado, pues, lo que es la Literatura con mayúsculas. Traducciones de Sergio Pitol recientemente reeditadas: La vuelta de tuerca, de Henry James; Diario de un loco, de Lu Hsun; Emma, de Jane Austen, y El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, así como el volumen de relatos El ajuste de cuentas, de Tibor Déry. II Hace unos días acabo de ver, en la mesa de centro en casa de Sergio Pitol, la edición en checo de El arte de la fuga. Por esa mesa han pasado, en cuanto llegan, las ediciones chinas, taiwanesas, coreanas o árabes de sus libros, por no contar las de los idiomas occidentales. Cada vez que veo una edición en un idioma tan desconocido para mí, pienso en Litoral e 9 ” Aquella observación provocó una respuesta de Douglas —no de inmediato, sino más tarde, en el curso de la velada—, una respuesta que tuvo las interesantes consecuencias que voy a reseñar. Alguien relató luego una historia, no especialmente brillante, que él, según pude darme cuenta, no escuchó. Eso me hizo sospechar que tenía algo que mostrarnos y que lo único que debíamos hacer era esperar. Y, en efecto, esperamos hasta dos noches después; pero ya en esa misma sesión, antes de despedirnos, nos anticipó algo de lo que tenía en la mente. —Estoy absolutamente de acuerdo en lo tocante al fantasma del que habla Griffin, o lo que haya sido, el cual, por aparecerse primero al niño, muestra una característica especial. Pero no es el primer caso que conozco en que se involucre a un niño. Si el niño produce el efecto de otra vuelta de tuerca, ¿qué me dirían ustedes de dos niños? ” Henry James, Otra vuelta de tuerca. Trad. Sergio Pitol. el Sergio Pitol que a los 24 años escribió “Amelia Otero”. En aquel 1957, bajo el pseudónimo de Xavier Fierro, Pitol daba inicio a una bibliografía tan vasta como imprescindible. Sin embargo, me da la impresión de que nuestro autor se siente y considera más a sí mismo por los libros leídos que por los escritos. Nos dice el propio autor en el prólogo a Los cuentos de una vida: “De pronto me vino a la mente reunir sólo los cuentos de autores que han sido fundamentales en mi vida y, tal vez, en mi obra. Configurar, a la distancia, una autobiografía secreta a través de una lista de textos realmente preferidos. Seleccionar títulos y autores que han sido también mis circunstancias”. Más que prólogo, confesión, de pocos autores se puede decir que están conscientes de que su propia autobiografía son los libros que han leído. Ya se sabe que la vida que recordamos de nosotros mismos no se escribe tal cual, se le quita aquí y se le pone allá: se edita, pues, como una obra literaria. Sabemos que se traduce editando, adaptando a nuestro idioma, eligiendo esta o aquella palabra. Que se editan libros o revistas de acuerdo a nuestro 10 Litoral e gusto. Que se lee editando, regresamos a una página, saltamos un párrafo o capítulo, releemos, y editamos cada vez una obra diferente a cada lectura. Si no el único, sí el más decidido y apasionado, Pitol nos ha ido dando su propia versión de su corpus literario: sus reuniones de cuentos son libros nuevos en los que se toman relatos escritos en los años sesenta junto a otros de los años noventa; sus reuniones de ensayos convierten a éstos en textos nuevos; su autobiografía, ya nos lo ha dicho él mismo, está formada a través de los libros que ha leído. III Termino con una cita de El mago de Viena y que resume, de mejor manera que mis palabras, el papel de Pitol en la literatura, en la edición y en la traducción: El escritor sabe que su vida está en el lenguaje, que su felicidad o su desdicha dependen de él. He sido un amante de la palabra, he sido su siervo, un explorador sobre su cuerpo, un topo que cava en su subsuelo; soy también su inquisidor, su abogado, su verdugo. Soy el ángel de la guarda y la aviesa serpiente, la manzana, el árbol y el demonio.