LA ESCUELA Con bastante frecuencia se habla de la Escuela (cualquier escuela) y sobre su finalidad. Se habla de lo qué debe ser la vida escolar y de la función de los centros escolares. La propia sociedad sigue manteniendo el debate de la razón de ser de estos ¿edificios? ¿comunidad? ¿? donde sus componentes más jóvenes pasan un buen porcentaje de su jornada diaria. Y nosotros, como elementos integrantes de esa sociedad, nos vemos inmersos también ante el interrogante ¿Qué es la escuela? Sin tratar de dar respuesta exhaustiva al interrogante y, lógicamente, sin plantearlo desde un postulado dogmático, nuestra experiencia nos acerca a vislumbrar la función de la escuela en una triple dimensión: Descubrir, Descubrirnos y Crecer. Descubrir al Centro Educativo/Escolar como lugar, puesto por la sociedad, para nuestra formación y donde ella misma se manifiesta (o se debe manifestarse) con toda su grandeza. Descubrir la realidad del Mundo y de la Historia, ayudándonos a asumirlo y prepararnos para ser agentes de su transformación. Descubrir, en nuestros compañeros, al grupo social como lugar de encuentro y de humana interacción. Descubrir el compromiso, la veracidad y la coherencia como algo positivo y que nos engrandece como individuos y como miembros de un grupo. Descubrir al otro (a los otros) como ser humano, como alguien que nos interpela y al que necesitamos. Descubrir el diálogo como herramienta fundamental para compartir nuestra propia inmensidad y nuestras limitaciones. Descubrirnos a nosotros mismos como seres dotados de entendimiento, capaces de conocer el mundo y sus saberes, de relacionarnos, de pensar; capaces de ser libres, de crear, de amar. Descubrirnos como seres originales y únicos, con la propia grandeza de nuestro Ser y "prisioneros" de nuestras propias limitaciones. Descubrirnos como seres portadores - especial y fundamentalmente- de valores. Descubrirnos cada uno, en definitiva, como realidad tangible, pero, sobre todo, como ese proyecto de futuro que podemos y debemos Ser. Crecer como seres llamados a la conquista y transformación del mundo y de la historia. Crecer y dominarnos, lo máximo posible, en todos los aspectos que nos conforman como seres humanos y nos facilitan el encuentro con nuestra propia realidad, con nuestra propia grandeza. Crecer como criaturas invitadas a la libertad y al amor. Crecer, en definitiva, como las rosas que, pese a las púas y los inconvenientes del tallo, llagada la madurez se muestran como lo más hermoso de la naturaleza. Si a lo largo de nuestra presencia activa en la escuela hemos avanzado en todo esto, nuestro triunfo como seres humanos puede ser una realidad. De no ser así... Santiago Gabás