N° 4 • septiembre de 2011 Plebiscitos y democracia representativa Los plebiscitos en nuestra institucionalidad En Chile los plebiscitos están contemplados sólo para los casos expresamente previstos en nuestra Constitución. - Para recoger la opinión de la comunidad local en plebiscitos o consultas no vinculantes de carácter comunal (Plebiscito comunal) - A propósito de las reformas constitucionales, en una situación muy excepcional dentro de su tramitación, cuando surge un conflicto entre los poderes Ejecutivo y Legislativo sobre la reforma que debe aprobarse (Plebiscito nacional) Por esa razón, para hacer un plebiscito acerca de la política educacional habría que, antes de cualquier otra cosa, realizar una reforma constitucional que permitiese esta alternativa. Los riesgos de plebiscitar todas las divergencias La democracia es más que un proceso electoral, es un proceso deliberativo, de discusión y diálogo que posibilita los acuerdos, resguardado por instituciones que ejercen contrapesos entre sí. Por lo tanto, no parece pertinente contemplar el plebiscito como un mecanismo para apelar directamente a la ciudadanía para que sea ella quien resuelva cuestiones de política pública, saltándose el rol de quienes han sido electos como sus representantes. Argumentos en contra del plebiscito como instrumento para resolver políticas públicas: - Tiranía de la mayoría: un plebiscito implica decidir entre dos opciones contrapuestas, sin lugar para matices. Las minorías tienen que someterse a lo que dicte la mayoría, sin posibilidad de optar por la negociación y los acuerdos que son posibles en un parlamento, donde las minorías sí tienen representación. En este sentido, puede sostenerse que los mecanismos plebiscitarios pueden contribuir a erosionar y debilitar las instituciones de contrapeso de las democracias representativas. - Cuestionamiento de la legitimidad del Congreso: si se introdujera en la Constitución un instrumento para zanjar a través de plebiscitos materias de política pública, el Congreso iría perdiendo poco a poco su razón de ser. Si un parlamentario adhiriere a esa opción, implícitamente renuncia al rol para el que fue elegido democráticamente, cual es tomar parte en la adopción de decisiones legislativas sustantivas para resolver los problemas del país. - Herramientas de regímenes populistas usados para concentrar el poder: la experiencia reciente en países latinoamericanos, muestra que los plebiscitos frecuentemente se han convertido en instrumentos usados por presidentes populistas que buscan concentrar el poder y eternizarse en él, avasallando a los demás poderes públicos y socavando derechos fundamentales, como la libertad de prensa. - Incertidumbre y arbitrariedad de los plebiscitos: la realización de un plebiscito requiere resolver previamente una serie de cuestiones que pueden ser determinantes para sus resultados y para la forma en que éstos orientan las políticas públicas. Hay que determinar, por ejemplo, qué se preguntará exactamente a la ciudadanía, cómo se formularán las preguntas y quién será el llamado a decidir tales cuestiones. Esto plantea un amplio espacio de incertidumbre y arbitrariedad en esas definiciones. - Decisiones inconsistentes y sus consecuencias: el plebiscito admite que diferentes grupos de interés puedan, en distintos momentos, instar a someter a plebiscito propuestas diferentes que pueden ser contradictorias entre sí, y que aún así pueden ser aprobadas. - Influencia de los lobistas: en una democracia plebiscitaria el lobby y los grupos de presión ejercen un enorme peso e influencia, incomparablemente mayor y más difícil de controlar Secretaría General Unión Demócrata Independiente que la influencia que pueden ejercer sobre un parlamento donde la adopción de decisiones se encuentra disperso. ¿Por qué no es conveniente plebiscitar la política educacional en Chile? Los plebiscitos de carácter nacional pueden ser mecanismos adecuados para dirimir conflictos entre poderes del Estado o para ratificar nuevos diseños institucionales, sin embargo, no resultan adecuados para adoptar decisiones sobre diversas opciones de política pública. La política educacional debe ser definida por los representantes elegidos democráticamente, respetando la opinión de las minorías y buscando el consenso para posibilitar avances y cambios graduales y viables. En una democracia representativa son los actores políticos quienes deben encauzar los conflictos que se susciten sobre distintos enfoques de política pública por las vías institucionales respectivas, permitiendo que sea la deliberación y no el apasionamiento el espacio de encuentro que permita la negociación y los acuerdos que son consustanciales a la democracia, donde la minoría no es avasallada en decisiones de todo o nada y donde existe el contrapeso de otros poderes públicos y el marco protector de los derechos de las personas que brinda la Constitución. Fundación Jaime Guzmán