Psicoanálisis en no oyentes

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Psicoanálisis en no oyentes
Autor: Jesica Victoria Ferrari
Resumen:
El presente trabajo pretende dar cuenta, sobre la base de Teorías Psicoanalíticas, de que es
viable una Terapia Psicoanalítica para personas no oyentes. Se hará hincapié sobre algunas
cuestiones relacionadas con la estructuración y conformación del psiquismo en el niño
explorando escritos de autores tales como Sigmund Freud, Jacques Lacan y Marta Schorn,
para dar cuenta de que mientras las funciones del lenguaje (“DM y NP”) se produzcan
correctamente, es decir que el niño atraviese el Complejo de Edipo y el Complejo de
Castración y de allí resulte con un deseo, con una significación fálica propia (adviniendo
como sujeto escindido) no habría diferencias en la constitución del psiquismo entre niños
oyentes y no oyentes. La falta de voz (en términos de sonido) se suplantaría con otros
recursos (sabemos que el sordomudo “escucha” con el cuerpo); hay numerosos estudios que
comprueban un mayor desarrollo en el área visual en las personas no oyentes, a través de la
función de mirar, compensan el sentido que falta. De aquí en más, surgen cuestiones en
relación a este campo tan desconocido en el ámbito de la Psicología, tales como: que un
sentido compense por la falta o falla de otro ¿esa sustitución modificaría la constitución del
yo, influiría en la construcción del aparato psíquico?, ¿Cómo sería la formación de un
Superyó sin voz?, ¿De qué manera lo simbólico media en el sujeto cuando no hay palabra?
Al igual que los sujetos oyentes, los sordos hacen síntomas, tienen lapsus, se angustian,
tienen proyectos, objetivos pero de todas maneras ¿qué sucede cuando desean ir al
Psicólogo?, Tendrían que contar con un intérprete para poder comunicarse con el
Psicólogo, debido a que (En la inmensa mayoría de los casos) ninguno de los dos conoce la
lengua del otro, pero, ¿qué sucede allí con el derecho a la intimidad del paciente, con el
secreto profesional? Nos encontrarnos ante un campo nuevo, y por ende escasamente
desarrollado e investigado, los Psicólogos no poseen ningún tipo de formación de grado al
respecto, no conocen las características de la Comunidad Sorda, ni su Lengua de Señas
(LSA); la problemática a resolver sería avanzar sobre estas cuestiones para lograr un mayor
conocimiento de la estructura, organización y gramática de la Lengua, así como la
formación de Psicólogos idóneos en el tema, que conozcan y utilicen la lengua de señas al
igual que un sordo.
El trabajo que aquí se desarrolla tiene como objetivos:
1) Dar cuenta de la constitución del psiquismo en un niño sordo a través de la Teoría
Psicoanalítica.
2) Dar cuenta de la necesidad de la formación de Psicólogos idóneos en el conocimiento
de Lengua de Señas.
Debido a diferentes motivaciones personales decidí formarme como interprete de Lengua
de Señas Argentina (LSA). En el marco de esa capacitación y debido a mi condición de
estudiante de la carrera de Psicología, me surgieron preguntas y dudas acerca de la
posibilidad de un sordomudo de realizar una terapia psicoanalítica. Movida por esos
intereses consulté a los docentes del curso quienes en principio, aportaron más dudas.
Primeramente fui informada acerca de la imposibilidad de los sordomudos, de elaborar la
metáfora y al indagar sobre esa cuestión, terminé haciéndome una idea apriorística de que
la psiquis de un niño sordomudo se constituiría de manera diferente que la de un niño
oyente.
Luego consulté a docentes de las materias que cursé en la Facultad y a partir de su
acompañamiento en el razonamiento acerca de esa problemática, leyendo bibliografía por
ellos recomendada y entrevistándome con profesionales de la Psicología con experiencia en
clínica con niños sordomudos, esa idea acerca de la constitución del psiquismo en niños
sordos fue variando. También variaron, robusteciéndose, mis ideas previas acerca de la
posibilidad o no, de un paciente sordomudo, de emprender una terapia psicoanalítica.
El Psiquismo del niño no oyente:
La propensión en el niño sordo a adquirir el lenguaje se demuestra en el hecho de que el
lenguaje de señas no se adquiere sin una predisposición al significante, en tanto medie lo
simbólico habrá circulación de significantes y significado.
En términos de estructuras neuróticas, cuando las funciones del lenguaje (“DM y NP”) se
producen correctamente, es decir, que el niño atraviese el Complejo de Edipo y el
Complejo de Castración y de allí resulte con un deseo, con una significación fálica propia
no hay diferencias en la constitución del psiquismo entre niños oyentes y no oyentes. La
falta de voz “materna” (en términos de sonido) se suplantaría con otros recursos (sabemos
que el sordomudo “escucha” con el cuerpo). El sentido que falta o falla se compensaría a
través de la función del mirar. Sobre esta cuestión se podría indagar sobre las posibles o no,
repercusiones en la estructura del niño debido a que un sentido compense (por falta o falla)
a otro, pero en este trabajo no nos extenderemos.
La situación es que la conformación del psiquismo del niño sordo lleva consigo marcas
producto de que el vínculo primordial se ve dañado; por un lado, debido a que el lenguaje
materno (oral) no se corresponde con el del niño, esto provoca falta de entendimiento y de
comunicación generando una intensa angustia y por otro lado en términos afectivos, debido
al dolor que sienten los padres (y el niño) ya que según algunos autores “su deseo de `hijo`”
no se condice con el ´niño` con un diagnostico de sordera. La frustración de los padres, se
hace manifiesta a través de la falta o de la insuficiencia de la trasmisión amorosa. Estas
perturbaciones en el niño engendran retrasos en lo que concierne al desarrollo intelectual y
emocional.
Haber tenido un hijo no oyente puede no coincidir con el deseo de hijo de los padres, con el
niño que soñaban tener. Esto muchas veces provoca que los niños sordos sean privados de
su propia lengua por ejemplo, haciéndolos oralizar para que se diferencien lo menos posible
de los niños oyentes. Esto conduce a retrasos madurativos, a una mayor impulsividad
característica en niños sordos producto de la falta de entendimiento y comprensión de los
padres. Al forzar al niño sordo a oralizar, se lo imposibilita, en términos de su
comunicación, de expresarse con naturalidad, y libertad, y en términos de comprensión, su
capacidad de comprender el lenguaje hablado, sufre una importante merma: (Solo un 30%
de los niños sordos lee los labios, y del discurso obtenido por medio de la lectura de labios
solo comprenden el 20%).
Por el contrario muchos padres sobreprotegen a sus hijos no oyentes. Tienen hacia ellos
cuidados desmedidos, por ejemplo respecto de la de dedicación que les brindan a sus
hermanos oyentes, entonces la diferencia empieza estableciéndose en el entorno familiar.
Estas características en su crianza y en la particular relación con sus padres, provocan en el
niño un mayor aislamiento, un menor desarrollo y en algunos casos patologías, como el
autismo o como las ya mencionas conductas impulsivas en niños sordos.
El Psicólogo y su paciente no oyente:
Abordaremos la cuestión de “la necesidad de formación de Psicólogos idóneos en el
conocimiento de Lengua de Señas” y comenzaremos con un ejemplo: Una persona sorda
decide ir al psicólogo, habría tres formas por las cuales ellos se podrían comunicar: las dos
primeras forman parte de la brecha que hasta hoy existe, entre una persona no oyente y la
Psicología. La tercera forma sería a través de la Lengua de Señas utilizada por ambos.
A continuación las detallaremos:
1) Un intérprete traduce el discurso de ambos, estableciendo con su subjetividad “la
comunicación” entre el paciente sordo y el psicólogo:
Esta forma de comunicación, pensada desde el psicoanálisis, pareciera no ser viable debido
a que ese tercero (el intérprete), puesto en juego distorsionaría el contexto terapéutico. La
subjetividad del intérprete en el momento de interpretar el discurso del sordo y del
psicólogo modificaría la relación terapéutica. Esta situación repetiría y actualizaría (en lo
que concierne a la transferencia) la modalidad relacional de la niñez basada en la falta y la
distorsión en la comunicación para con los padres y el entorno social con su consecuente
frustración del niño sordo.
Otro punto a destacar es el derecho a la intimidad del paciente que en este caso quedaría
completamente desdibujada por la presencia del intérprete. Estas cuestiones claramente
interfieren en una terapia psicoanalítica.
2) El paciente (Sordomudo) escribe lo que le pasa, lo que siente o lo que se le ocurra sobre
un papel y luego lee los labios del psicólogo, cuando éste le da una devolución:
Esta segunda opción, tiene varios puntos a analizar: por un lado que el sordomudo no se
pueda expresar en su lengua natural, significa que la asociación libre, descripta por Freud
como la "regla fundamental" constitutiva de la técnica psicoanalítica (y que consiste en que
el analizado exprese todas sus ocurrencias, ideas, imágenes, emociones, pensamientos,
recuerdos o sentimientos, como se le presentan, sin ningún tipo de selección, restricción o
censura, aun cuando el material le parezca incoherente, impertinente o desprovisto de
interés) quedaría sin efecto, ya que al volcar sobre un papel sus discurso se perderían las
asociaciones espontáneas, así como los lapsus. Por otra parte, no todos los sordos pueden
leer los labios y los que lo logran tienen una comprensión muy pobre del discurso.
La tercer forma de comunicación posible se basaría en la utilización de la Lengua natural
del sordo: la Lengua de Señas, (hasta el momento no utilizada) en la terapia psicoanalítica.
Esto permitiría por un lado, que la brecha que existe entre el sordo y el oyente disminuya
restituyéndole al paciente sordomudo su condición de semejante y por el otro, que el
profesional pueda comprender y transmitir la LS en una terapia psicoanalítica haría posible
los aspectos fundamentales de la técnica como ya fueron mencionados anteriormente.
Desde un punto de vista ético, resulta deseable que el psicólogo se encuentre
consustanciado con las necesidades de los pacientes, capacitándose en la utilización del LS,
verdadera barrera entre la Psicología y el sujeto no oyente.
La necesidad de adquirir herramientas que permitan una mayor inclusión debería sentirse
en el campo profesional, pero además en el ámbito de la formación, generándose espacios
de capacitación en la Universidades, para que como ocurre la enseñanza de otros idiomas
(Inglés y Francés en la curricula de esta Facultad) se aseguren, desde el Estado, los medios
necesarios para un pleno acceso a servicios de salud mental por parte de una población
específica. En este punto y como estudiante, resulta necesario mencionar que no existen
políticas específicas de inclusión para no oyentes que deseen estudiar la carrera de
Licenciatura en Psicología y aunque bien podría solucionarse el eventual caso contratando
un intérprete que acompañe al estudiante a sus cursadas, sigue quedando en pié la creación
de políticas de inclusión para personas no oyentes deseen estudiar en la Universidad.
El análisis de la estructura psíquica (neurótica) de una persona no oyente, analizable desde
la Teoría Psicoanalítica, requiere para ser posible de la adquisición de herramientas como lo
es la lengua de señas por parte del Psicoanalista. Se debe promover la identidad lingüística
de las personas sordas, así como la necesidad de formación del Psicólogo para levantar las
barreras que se imponen entre el sordomudo y la Psicología.
Bibliografía:
Freud, S. (1923) El yo y el ello. Obras Completas, vol. XIX. Buenos Aires, Amorrotu.
Lacan, J. (1975) Conferencia en Ginebra sobre el síntoma. Interv. y textos 2, conferencia
33. Manantial, pp. 133, 134, 135.
Schorn, M. (2008) La conducta Impulsiva del niño sordo. Buenos Aires, Lugar Editorial.
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