La crisis mejicana del 94: Efecto Tequila

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La crisis mejicana del
94: Efecto Tequila
Informe mensual de estrategia
octubre 2016
Alejandro Vidal Crespo
Director de Unidad, Estrategia de Mercados
Informe mensual de estrategia. Octubre 2016
La crisis mejicana del 94: Efecto Tequila.
A mediados de los 90, Méjico mantenía un tipo de cambio fijo con el dólar, fijado en torno a 3,4 pesos
mexicanos por cada billete verde. Acababa de privatizar buena parte de la banca pública (nacionalizada
apenas 12 años antes) y contaba con dinero para acometer inversiones. La estabilidad de las finanzas
mejicanas, junto con el entorno de baja inflación, habían fomentado la entrada en el país de capitales
extranjeros y la economía crecía a buen ritmo.
1994 era año electoral en Méjico y el Gobierno llevaba meses anunciando programas de gasto público
e inversiones en infraestructuras que habían disparado el déficit público hasta el 7% del PIB, financiado
mediante los Tesobonos, instrumentos de deuda a corto plazo que aseguraban su devolución en
dólares americanos. La demanda interna mejicana crecía y crecía, desajustando cada vez más la balanza
comercial por el flujo de importaciones; esto, unido al incremento en el saldo de Tesobonos (+83%
en 1994 con respecto al año anterior), provocaron la venta masiva de estos instrumentos, tanto por
parte de los inversores nacionales como de los internacionales.
Las reservas en divisas del Banco Central de México cayeron abruptamente, contrayendo la masa
monetaria. En ese escenario, las autoridades deberían haber implantado un incremento en los tipos
de interés, para tratar de retener la liquidez en el país. Sin embargo, dado que las elecciones estaban
próximas y buena parte de la financiación de hogares y empresas era a tipo variable, el Estado decidió
comprar deuda mejicana a través del Banco Central para mantener los tipos de mercado bajos. Por
supuesto, esta decisión alarmó aún más a los inversores y el ritmo de ventas se aceleró hasta dejar
las reservas de dólares en niveles mínimos. Ya nadie se creía el tipo de cambio oficial Peso MejicanoDólar USA. El mercado negro de divisas surgía con fuerza y todo apuntaba a una próxima devaluación.
Y efectivamente, se devaluó en un 15% (de 3,4 a 4), con un inconveniente: la medida fue anunciada
previamente a un grupo de inversores nacionales e internacionales, que aceleraron aún más el ritmo
de venta de Tesobonos y de todo lo denominado en Pesos. Incapaz de mantener incluso ese tipo de
cambio, el Gobierno mexicano finalmente dictó la libre fluctuación del Peso frente al Dólar, cotización
que cayó abruptamente en una semana hasta 7,2 (-80%). Con ella, la inflación y los tipos de interés se
dispararon, terminando con la clase media que se había endeudado a tipo variable.
Obviamente, este efecto no tardó en impactar sobre las entidades financieras, en términos de
morosidad disparada y devaluación de sus activos en divisa local, imposibilitando su financiación en
los mercados. El sistema financiero tuvo que ser rescatado por el Estado (Plan FOBAPROA, Fondo
Bancario de Protección al Ahorro), ante la alarmante descapitalización por las pérdidas en las carteras
de préstamos y la fuga de depósitos, incrementando aún más los desajustes en las cuentas públicas.
Sin embargo, las entidades no renegociaron los préstamos con sus clientes, de modo que las deudas
siguieron acumuladas sobre la masa consumidora, dificultando la recuperación de la demanda.
Ante esta situación, los inversores internacionales comenzaron a vender indiscriminadamente activos
de la zona latinoamericana, penalizando gravemente a otras economías como Brasil o Argentina, que
veían sus balanzas de capital perder volumen a marchas agigantadas, ante el efecto contagio de la crisis
mejicana; este contagio fue el que se denominó Efecto Tequila, ya que las economías latinoamericanas
tuvieron que apelar fuertemente a los mercados para compensar la fuga de capitales, con lo que
su endeudamiento a corto plazo, así como sus tipos de interés de mercado, se vieron fuertemente
incrementados.
Finalmente, ante el temor de que Méjico no pudiera atender a los compromisos del Tratado de Libre
Informe mensual de estrategia. Octubre 2016
Comercio de América del Norte y ante la caída de las exportaciones desde Estados Unidos, el Presidente
de EE.UU., Bill Clinton, forzó la aprobación en el Congreso de una línea de crédito de 20.000 millones
de dólares para Méjico, de modo que pudiera disponer de divisas.
A ello se sumaron 17.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional, 10.000 millones
del BIS y otros 3.000 millones de países americanos como préstamos bilaterales, entre ellos Canadá,
Brasil o Argentina.
Desde el punto de vista macroeconómico, la crisis pasó pronto. El Peso se estabilizó en un cambio de
seis unidades, México volvió a la senda del crecimiento ya en 1996 (+7% en 1999) y el país pagó los
importes adeudados a Estados Unidos de forma adelantada, en 1997.
Sin embargo, los efectos sociales de la crisis perduraron una década. La industria mejicana, dependiente
en gran medida de suministros desde Estados Unidos que ya no podían pagar (aparte del repago de
deudas a tipos de cambio estratosféricos) quebró masivamente, por lo que el desempleo se incrementó
de forma muy alarmante. Y como ya hemos comentado, la clase media seguía manteniendo deudas
imposibles de pagar.
Méjico fue la economía latinoamericana con menor crecimiento en el periodo 1995-2005, y algunos
sectores acumularon retrasos tecnológicos abismales ante la imposibilidad de importar por el tipo de
cambio. El país pasó a ser lugar idóneo para la deslocalización de manufactureras estadounidenses,
por lo que el trabajo que se generó era en industrias de bajo valor añadido (las maquilas) y en malas
condiciones laborales. Solamente la exportación de materias primas siguió funcionando y eso fue lo
que permitió a México salir de la crisis: el incremento en el precio del crudo pronto reforzaría los
ingresos de la nación.
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