LA LIBERTAD COMPETENCIAL COMO GARANTÍA. Algunos apuntes sobre la libertad económica, el Estado y el bienestar social.1 ˜™ “Lo importante no es ganar, sino competir.” Barón Pierre De Coubertin. En la teoría económica no se ha encontrado, todavía, un modelo de régimen de mercado mejor –en relación con otros modelos como el oligopolio y el monopolio– que el régimen de libre competencia. Este es, desde un punto de vista económico, el más perfecto y benéfico para la sociedad, porque trata de evitar todo costo social y promueve la eficiencia en la asignación de los recursos. Sin embargo, como suele suceder generalmente, existe un divorcio entre la teoría y la práctica que ocasiona que, en la traslación del modelo al mundo imperfecto, exista siempre un elemento muy predecible y que, por ende, se debe necesariamente tomar en cuenta al momento de aplicar el modelo: la falibilidad del ser humano. De ahí que la Legislación en casos como el de la libre competencia deba prever mecanismos adecuados para garantizarla, como el de imposición de precios máximos; pero siempre mediante criterios que eviten la insuficiencia en el abasto y tomando en cuenta que tenga mínimos efectos sobre la competencia y libre concurrencia. La regulación de las relaciones humanas, a nivel personal y social, se ha convulsionado en un oleaje que en el siglo XX 1 ESTE TEXTO, INICIALMENTE, CONSTITUYÓ LA PARTICIPACIÓN DE LA AUTORA EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO “LA LIBRE COMPETENCIA ” DE JAVIER B. AGUILAR ÁLVAREZ DE ALBA, EL 5 DE SEPTIEMBRE DE 2001, EN LA COMISIÓN FEDERAL DE COMPETENCIA, EN LA CIUDAD DE MÉXICO. arrastró al naufragio a muchas instituciones sociales, pero que conservó, con inusitada vitalidad, una llama que ojalá se encienda con mayor fuerza: el discurso de los derechos. Desde el hecho mismo de su connotación, pasando por el de su fundamento y el de su aplicación, el debate de los derechos ha sido una constante en el siglo que ha terminado. Los derechos han sido el instrumento que la modernidad se ha dado para expresar los intereses y necesidades de tantas personas, especialmente de las más débiles. En ello, entre otras cosas, radica la importancia del libro que escribiera sobre el tema el Sr. licenciado Javier Aguilar Álvarez de Alba. El autor propone, en concordancia con algunos criterios adoptados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que la libre competencia es una garantía constitucional. Particularmente, según una de las más recientes resoluciones de nuestro más alto Tribunal –que por cierto es comentada exhaustivamente por el autor– se trata de una garantía que tiene una doble dimensión: individual y social. Esta doble dimensión se explicó, en la ejecutoria que menciono, de la manera siguiente: "Mientras el Constituyente de mil ochocientos "cincuenta y siete concibió a los monopolios como "una práctica atentatoria fundamentalmente de la "libertad individual en la materia económica, el "Constituyente de mil novecientos diecisiete los "prohibió no sólo por ser contrarios a las libertades "clásicas de comercio, industria y contratación que "habían sido objeto de tutela en la normatividad "constitucional desde la consagración del Estado "de Derecho, sino también en cuanto constituían "un ataque a bienes de la colectividad que debía "ser reprimido. "La doble dimensión individual-social de la "prohibición de los monopolios y figuras afines se "halla reflejada tanto en los textos legales "producidos en la materia …como en la "interpretación jurisprudencial elaborada por este "alto tribunal a propósito del artículo 28.” Esta interpretación, fortalece la premisa, muy difundida en nuestros días, de que los derechos fundamentales son uno de los pilares que sostienen todo Estado de Derecho; pero son sobretodo el pilar en el que descansa la democracia moderna. Es imposible concebir un estado democrático de derecho que no se ocupe de proteger los derechos fundamentales de manera eficiente, digna y amplia. Es imposible pensarnos como un Estado moderno sin un sistema de protección de esos derechos fundamentales que permita a todos un margen mínimo de seguridad jurídica, pues la valía de los derechos fundamentales radica en su aporte a la paz, a la igualdad, a la democracia, pero sobretodo, a la protección de los más débiles. En ese entendido, el libro que nos ocupa es una contribución importante para comenzar a difundir esa cultura de respeto a los derechos fundamentales consagrados en nuestra Constitución, que tanta falta nos viene haciendo desde hace tiempo. Y digo que el libro de Javier Aguilar contribuye en ese sentido, porque hablar sobre la libre competencia implica, necesariamente, hablar sobre la protección de los mercados, la libre concurrencia, la intervención estatal y el bien común. Términos que –como también se estableció en la ejecutoria que comentamos– no escapan de la indeterminación que es propia de ciertos vocablos. El libro titulado “La Libre Competencia”, es el reflejo de un análisis profundo, concienzudo y amplio, que cubre a fondo diversos tópicos, que transcurren desde los preceptos constitucionales que fundamentan la libre concurrencia y sus antecedentes en la constitución de 1857, hasta las leyes reglamentarias del artículo 28 constitucional; llegando incluso hasta un estudio de derecho comparado y cómo ha sido la inserción de la materia de libre concurrencia en diversos tratados de libre comercio que México ha signado, como son los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, Chile, la Unión Europea o Israel; así como las relaciones que guardan con la competencia económica. El libro, entre sus tantos méritos, estudia también temas que muy pocas veces son abordados con el profesionalismo y el conocimiento de causa con el que Javier Aguilar lo hace, dada la posición que tuvo en la Comisión Federal de Competencia. Temas como la creación de la propia Comisión, su naturaleza, funciones, el cambio estructural sufrido a lo largo del tiempo y los diversos precedentes resueltos por la misma, son muestra de muchos otros que, con mucha probabilidad, no podrán ser tratados posteriormente –con la claridad que el autor lo hace– por algún autor que los haya conocido desde fuera. En ello radica uno más de los méritos del libro que presentamos. Es una visión desde las entrañas mismas de la autoridad, de un estudioso del derecho de toda la vida. Javier Aguilar hace especial énfasis en algunos sectores de la economía que se han visto involucrados en el tema de la libre competencia. Así, el sector transporte, el energético y de telecomunicaciones son tratados en el libro de manera puntual y específica. Áreas estratégicas de la economía que, entre muchas otras, debieron adecuarse al nuevo proceso de economía abierta y libre competencia que se vive en el país desde 1986, a raíz de la entrada de México al entonces GATT, hoy OMC (ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO). En el libro se realiza un análisis de diversos casos resueltos por la Comisión y sus consecuencias en el mercado. Cada uno de ellos merecería, por lo interesante que resulta, tener una referencia particular para incentivar a su lectura; sin embargo, sólo quiero resaltar los siguientes: • El de la distribución de gas licuado por parte Petróleos Mexicanos, dados los beneficios en términos de calidad y atención en el servicio que han tenido los consumidores. Este beneficio se derivó tanto de la desregulación de dicho sector, como de los acuerdos a los que se llegó con la Comisión Federal de Competencia para que la distribución de gas licuado se adaptara al régimen de libre competencia, para el efecto de que a los particulares se les otorgaran mas y mejores servicios; sin que ello significara, como se hace patente en el libro, que el gas licuado dejara de ser un recurso respecto del cual el Estado Mexicano, conforme a la legislación actual, tiene el derecho exclusivo para explotar, refinar, transportar, almacenar, distribuir y realizar ventas de primera mano. • Los casos de transporte, y telecomunicaciones (tema que trata, me atrevería a decir incluso, apasionadamente); pero excedería los límites de simple comentario si sólo me concretara a sintetizar los puntos interesantes del libro que presento, sin motivar a su lectura. Espero que ese sea el efecto que mi presentación provoque y que el hecho de solamente esbozar los temas tratados por Javier Aguilar orille a todos a acercarnos a esos temas y a otros, como el de las privatizaciones, que el libro ayuda a comprender mejor. Es más, sin afán de mostrarme como mera difusora de la obra, me atrevería a afirmar que el libro es una síntesis del proceso económico que ha vivido México en la última década y que aquellos que quieran comprender nuestra realidad en su conjunto tienen que acercarse a él para conocer no sólo el punto de vista de la autoridad, sino el punto de vista del jurista. Un punto de vista que ha sido, en los últimos años, bastante desdeñado. También llama la atención el autor sobre otros aspectos que son de mucho interés: la exclusión del control de precios a las mercancías, (asunto respecto del cual, dicho sea de paso, resulta muy significativo resaltar lo curioso que es observar que las últimas mercancías en liberalizarse hayan sido la harina y la tortilla de maíz en mil novecientos noventa y ocho) y el hecho de que el Reglamento de la Ley Federal de Competencia Económica haya sido publicado en el Diario Oficial de la Federación, cuatro años después de la creación de la Comisión. El razonamiento del autor justifica ese hecho en que si bien se pudo haber llegado a estimar que ello traía graves consecuencias de inseguridad jurídica, no era así en virtud de que el retraso en la publicación del reglamento obedeció a que era necesario contar con alguna experiencia en el tema del manejo de los términos vertidos en la ley. Nuevamente, los tan polémicos términos. Y es en ello que radica una más de las aportaciones del libro. Tratar con definiciones tan técnicas como las que la ley utiliza, fue para los Ministros que integramos el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación un asunto que nos llevó a discusiones muy enriquecedoras. De ello da cuenta también el libro, pues se ocupa de poner especial atención en el análisis que han realizado los Tribunales Federales de la constitucionalidad de determinados preceptos de la Ley Federal de Competencia Económica y su Reglamento. El autor se suma, en términos generales, al criterio adoptado por la mayoría de los Ministros que integramos el Pleno en el Amparo en Revisión, 2617/96, y da contestación a los argumentos vertidos en el voto particular generado en la tan acalorada discusión que sostuvo el Pleno en ese asunto, en el que se analizó la constitucionalidad de varios de los preceptos de los ordenamientos jurídicos ya referidos. Cuyo voto minoritario estimó razonadamente y por que no decirlo, en cierta medida justificadamente, que la Ley Federal de Competencia Económica contenía criterios legales indeterminados y laxos, tales como el concepto de agente económico, poder sustancial, mercado relevante y concentración, de los que se podría inferir e inducir una actuación casi discrecional de las autoridades administrativas. Ante dicho voto minoritario y cada uno de sus argumentos, el autor tiene también un razonamiento sólido como respuesta, como el hecho de estimar, como hizo la mayoría de los Ministros, que independientemente de la novedad, de la falta de definiciones formales y por ende, la posible indeterminación de los términos empleados en la ley; corresponden a conceptos que cada vez más serán accesibles a los sujetos obligados por la Ley Federal de Competencia Económica y que finalmente, habrán de analizarse dentro del contexto en el que se está viviendo en la actualidad, en donde se fomenta la competencia interna, misma que está relacionada con la apertura de la competencia externa. Además, considera el autor que no puede existir discrecionalidad en el actuar de la autoridad, pues no hay gobernante que escape a la obligación de fundar y motivar debidamente sus actos, tal como lo ordena el artículo 16 constitucional, por lo que con ello, en cierta medida, se puede evitar la inseguridad jurídica para con los gobernados. Ciertamente aún el lapso de tiempo que ha transcurrido a raíz de la publicación y entrada en vigor de la Ley Federal de Competencia Económica y la consecuente creación de la Comisión, institución cuya vida es menor a una década, es muy breve y por ende, el camino aún se está construyendo, caso por caso, precedente por precedente. De ahí, que los términos que contempla la ley, así como los diversos procedimientos que se ventilan ante la Comisión y en última instancia ante los órganos jurisdiccionales del fuero federal, sigan siendo sumamente novedosos y por ende sujetos a interesantes discusiones. Por tanto, como bien se desprende del libro, la evaluación de los cambios que se han dado en la sociedad, derivados de esta legislación, se realizará a través de los años; pero puede afirmarse que, en el corto tiempo de su vigencia, han comenzado a tener consecuencias en la economía, consecuencias que es aún difícil valorar. En relación con la libre concurrencia, vuelvo al punto de destacar su carácter de garantía. Este régimen económico está tutelado por los artículos 5º y 28 de nuestra Carta Magna y, por ende, es una garantía constitucional con la que cuenta cualquier gobernado, su finalidad es el bienestar social, ante cuya ausencia, los consumidores resentirían el abuso en precios, las restricciones en las cantidades ofrecidas de bienes o servicios, o una efímera calidad en los mismos, pues los monopolistas y, oligopolistas se apoderan de los mercados imponiendo las condiciones de venta, como precio y cantidad ofrecida de sus productos o servicios, en perjuicio del consumidor. Tal como enuncia el autor, y me permito citar textualmente: “... el fomento de la competencia es un componente importante de la política industrial, ya que para un mejor funcionamiento de los mercados promueve la utilización eficiente de los recursos productivos de la sociedad y, por tanto, del ahorro y de su adecuada inversión. Todo esto constituye una de las condiciones necesarias para alcanzar la máxima tasa de crecimiento económico posible sobre bases sólidas y duraderas ...” (pag. 87) Con ello concluyo, invitando a los lectores a consultar el libro de Javier Aguilar, por la valiosa aportación que hace al mundo de lo jurídico tratando un tema poco explorado, quizá por el grado de dificultad que el mismo reviste.