Estudios encuentran que la recompensa a menudo no

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Estudios encuentran que la recompensa a menudo no es
motivadora
La creatividad y el interés intrínseco disminuyen si la tarea se hace por ganar
Alfie Kohn
Especial para el Boston Globe
Artículo tomado de GNU PROJECT
En el laboratorio, las ratas consiguen Arroz Krispies. En el salón de clase los estudiantes más
destacados alcanzan las mayores calificaciones, y en la fábrica o en la oficina los mejores trabajadores
obtienen aumentos. Es una cuestión de fe para la mayoría de nosotros que las recompensas
promueven un desempeño mejor.
Pero un cuerpo creciente de investigación sugiere que esta ley no es tan rigurosa como se pensó una
vez. Los psicólogos han estado encontrando que las recompensas pueden bajar los niveles de
desempeño, especialmente cuando el desempeño implica creatividad.
Una serie de estudios relacionados muestra que el interés intrínseco en una tarea - en el sentido de que
algo es valioso de hacer por su propia razón - típicamente declina cuando alguien es recompensado por
hacerlo.
Si una recompensa - dinero, premios, elogios, o el ganar una competencia - llega a ser visto como la
razón número uno para engancharse en una actividad, esa actividad será vista como menos agradable
que por su propia razón.
A excepción de algunos comportamentalistas, quienes dudan de la existencia misma de la motivación
intrínseca, ahora estas conclusiones son aceptadas extensamente entre psicólogos. En conjunto,
sugieren que podemos estar variando involuntariamente el interés y desalentando la innovación entre
trabajadores, estudiantes y artistas.
El reconocimiento que las recompensas pueden tener efectos contraproducentes se basa en una
variedad de estudios, que han venido aflorando con hallazgos tales como éstos: Los niños a quienes se
recompensa por dibujar, es menos probable que lo hagan por su propia cuenta que aquellos que dibujan
sólo por la diversión de hacerlo.
Los adolescentes a quienes se les ofrece recompensas por jugar juegos de palabras, gozan menos de
los juegos y no juegan tan bien como quienes lo hacen sin recompensas. Los empleados que son
constantemente alabados por cumplir con las expectativas de un directivo sufren un bajón en la
motivación.
Gran parte de la investigación sobre creatividad y motivación ha sido realizada por Theresa Amabile,
profesora asociada de psicología de la Universidad de Brandeis. En un artículo publicado a comienzos
del año pasado en su estudio más reciente, presentó un informe de los experimentos realizados con
estudiantes de educación básica y de universidad. A los dos grupos se les pidió realizar collages
"tontos". También se les pidió a los niños que inventaran historias.
Los proyectos menos creativos, según lo calificaron varios profesores, fueron hechos por aquellos
estudiantes con quienes se había convenido recompensas. Puede ser que el trabajo comisionado, en
general, sea menos creativo que el trabajo que se hace fuera de puro interés, dijo Amabile.
En 1985, Amabile pidió a 72 escritores creativos de la Universidad de Brandeis y de Boston que
escribieran poesía. Entonces a algunos estudiantes se les dió una lista de razones extrínsecas
(externas) para escribir, tales como impresionar a los profesores, ganar dinero y graduarse en la
escuela, y se les pidió pensar en sus propios escritos con respecto a esas razones. A otros se les dió
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una lista de razones intrínsecas: el disfrute de jugar con palabras, satisfacción de auto-expresión, y
otras. A un tercer grupo no se le dio ninguna lista. A todos se les pidió que escribieran más.
Los resultados fueron claros. Los estudiantes a quienes se les dio las razones extrínsecas escribieron no
sólo en forma menos creativa que los otros, según lo juzgado por 12 poetas independientes, sino que la
calidad de su trabajo bajó perceptiblemente.
Las recompensas, dice Amabile, tienen este efecto destructivo sobre todo con tareas creativas,
incluyendo solución de problemas de alto nivel. "A mayor complejidad de la actividad, mayor es el daño
causado por las recompensas extrínsecas", dice.
Pero otra investigación muestra que los artistas no son los únicos afectados.
En un estudio, niñas de quinto y sexto grado enseñaron a niños más jóvenes en forma mucho menos
efectiva si a ellos se les prometía entradas para ir al cine.
El estudio, de James Gabarino, ahora presidente del Instituto Erikson de Chicago para Estudios
avanzados en el Desarrollo del Niño, mostró que a los profesores particulares que trabajaban por la
recompensa les tomó más tiempo para comunicar sus ideas, se frustraron más fácilmente, y al final
hicieron un trabajo más pobre que aquellos que no fueron recompensados.
Tales hallazgos llaman a cuestionar la creencia extendida que el dinero es una manera eficaz e incluso
necesaria de motivar a la gente. También desafían la suposición comportamentalista que cualquier
actividad es más probable de llevar a cabo si se recompensa.
Amabile dice que su investigación "definitivamente refuta la noción de que la creatividad se puede
condicionar operantemente".
Pero Kenneth McGraw, profesor asociado de psicología de la Universidad de Mississippi, advierte que
esto no significa que el comportamentalismo se ha invalidado a sí mismo. Los principios básicos del
refuerzo y recompensas ciertamente funcionan, pero “en un contexto restringido" - restringido, eso es, a
tareas que no son especialmente interesantes.
Los investigadores ofrecen varias explicaciones para sus hallazgos sorprendentes sobre recompensas y
desempeño.
Primero, las recompensas animan a la gente a centrarse estrechamente en una tarea, para hacerla tan
rápidamente como sea posible y para tomar pocos riesgos. "Si sienten que esto es algo que tienen que
hacer para alcanzar el premio, ellos lo harán en forma menos creativa", dice Amabile.
Segundo, la gente llega a verse como si ellos mismos estuvieran siendo controlados por la recompensa.
Ellos sienten menos autonomía, y esto puede interferir con su desempeño. "La extensión de la
experiencia de una persona que está siendo auto-determinada es limitada", dice Richard Ryan, profesor
asociado de psicología de la Universidad de Rochester, "la creatividad de una persona se reducirá
también".
Finalmente, las recompensas extrínsecas pueden erosionar interés intrínseco. Quienes se miran a si
mismos trabajando por dinero, aprobación o éxito competitivo, encuentran sus tareas menos
placenteras, y por lo tanto no las hacen tan bién.
La última explicación refleja los 15 años de trabajo hecho por el mentor de Ryan en la Universidad de
Rochester, Edward Deci. En 1971, Deci mostró que el "el dinero puede cortar la motivación intrínseca de
una persona por una actividad" en el largo plazo.
Diez años más tarde, Deci y sus colegas demostraron que tratar de ser mejores que otros tiene el mismo
efecto. Los estudiantes que compitieron para solucionar un rompecabezas rápidamente lo hacen en
forma menos gustosa que aquellos que no competían por mantenerse trabajando en esto una vez que
había terminado el experimento.
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El Control juega un rol
Hay acuerdo general, sin embargo, de que no todas las recompensas tienen el mismo efecto.
Ofrecer un valor sustancioso por participar en un experimento - similar a un salario por hora en el
mercado laboral - usualmente no reduce la motivación intrínseca.
Es solamente cuando las recompensas se basan en la ejecución de una tarea dada o en hacer un buen
trabajo - análogo al pago y bonos por pieza-tarifa, respectivamente - que el problema se produce.
La clave, entonces, radica en cómo se experimenta una recompensa. Si nosotros mismos llegamos a
mirar el trabajo como medio para conseguir algo, nunca más encontraremos esta actividad valiosa por sí
misma.
Hay un viejo chiste que ilustra agradablemente el principio. Un hombre mayor, acosado por las mofas de
los niños de la vecindad, finalmente idea un esquema. Ofreció pagar a cada niño un dólar si ellos podían
regresar el martes y proferir sus insultos otra vez. Ellos lo hicieron con impaciencia y recibieron el dinero,
pero él les dijo que sólo les podría pagar 25 centavos el miércoles. Cuando volvieron, lo insultaron otra
vez y recogieron sus cuartos, el les informó que la tarifa del jueves debería ser sólo un centavo.
"Olvídalo", dijeron - y nunca se mofaron otra vez de él.
Medios para un fin
En un estudio realizado en 1982, el psicólogo de Stanford Mark L. Lepper mostró que cualquier tarea, sin
importar que tan placentera haya parecido una vez, sería devaluada si fuese presentada como un medio
antes que como un fin.
Les dijo a un grupo de preescolares que no podrían comprometerse con una actividad que les gustara
hasta tanto no hayan tomado parte en otra. Aunque habían disfrutado de ambas actividades por igual,
los niños llegaron a tener aversión a la tarea que era un requisito previo para la otra.
No debería sorprender que cuando la retroalimentación verbal se experimenta como una forma de
control, el efecto sobre la motivación puede ser similar al del pago. En un estudio de empleados
corporativos, Ryan encontró que a quienes se les dijo, "Bien, usted está haciendo como debería"
estuvieron "significativamente menos motivados intrínsecamente que aquellos que recibieron
retroalimentación informacional".
Hay una diferencia, dice Ryan, entre decir, "Le voy a dar esta recompensa porque reconozco el valor de
su trabajo" y "Usted obtiene esta recompensa porque ha vivido en conformidad con mis estándares".
Existe una serie distinta pero relacionada de problemas en el caso de la creatividad. Los artistas deben
poder sobrevivir, por supuesto, pero Amabile enfatiza que "el impacto negativo del trabajo por
recompensas sobre la creatividad se puede reducir al mínimo" disminuyendo el significado de estas
recompensas e intentando no utilizarlas en una forma controlada. El trabajo creativo, sugiere la
investigación, no puede ser forzado, sino únicamente permitido que ocurra.
Alfie Kohn, un escritor de Cambridge, MA, es el autor de ``No Contest: The Case Against
Competition'' publicado por Houghton Mifflin Co., Boston, MA.
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