“Aprender otra cosa de manera diferente” El 27 de mayo, Un diábolo lanzado al cielo, para después ser recuperado sobre el hilo que le da vida, que le hace girar, que le da velocidad para lanzarlo de nuevo, siempre más alto, siempre más derecho hasta alcanzar el movimiento perfecto. La curiosidad de descubrir nuevos implementos, la perseverancia después haber realizado mal algunas figuras, hacen parte de las calidades que cada apasionado de malabarismos y de circo en general debe tener. Los aprendices de las clases de CP de la escuela básica están en el buen camino. Desde el latillo chino hasta las argollas, el diábolo y el golo, los niños intentan todos los artes del malabarismo hasta tener un golpe de amor por uno de esos. Presentarán luego, durante un espectáculo al fin de año, sus figuras aprendidas y repetidas decenas y decenas de veces « ¡Profe, profe! » resuena por la derecha, « Profe, ¿viste lo que hice? » llegando por el lado opuesto. Cada niño, durante este momento extraescolar se crea un espacio único de intercambios con el implemento que tiene en sus manos, reemplazando los contactos matinales con los lápices y las tijeras. Se pone en un rincón del patio, concentrado, no molestando a sus vecinos. El diábolo no viene a perturbar el baile de los pajaritos, y tampoco el latillo chino no va a robar los palitos del diábolo, quedándose en su soporte. Comparten después sus descubrimientos con su profesora, mostrándola los gestos ya conocidos. « Intentar, intentar, intentar y seguir, seguir sin aburrirse nunca! », eso es la descripción de lo que es el circo según Daniela Castro, que dedica tres tardes de su semana a enseñar su pasión a los alumnos del Liceo Antoine de Saint-Exupéry.Al mismo tiempo, da clase de trapecio y de tela a adolecentes en una escuela de circo en Puente Alto. Ella se especializa en el “mano a mano”, después haber probado todas las expresiones artísticas vinculadas al mundo del circo. Dijo a los niños de ponerse en una fila por un instante este martes. “ Golo, golo, diábolo, latillo chino, diábolo… ». Cada cara de niño ha recibido un nuevo nombre, el nombre de su nuevo compañero que tendrán que “domesticar” durante el resto de la sesión. Una sonrisa llegó en cada cara y una excitación también, pensando en los futuros instantes que van a llegar. Simón y su nariz de payaso se van con su diábolo, para hacerlo girar, aún…