Las mentorías grupales: el camino al éxito Victoria N. Mutiso y David M. Ndetei Frustrados por la falta de apoyo La historia del Coloquio para Doctorandos de la Fundación para la Salud Mental en África (Africa Mental Health Foundation, AMHF) comenzó en 2006 con un grupo de seis amigos estudiantes del Máster en Psicología Clínica en la Universidad de Nairobi y la invitación informal entre ellos de reunirse a escuchar las historias del otro. Los seis estudiantes, agobiados por la tarea de completar su propuesta de investigación y frustrados por la falta de apoyo por parte de los supervisores de la Universidad, decidieron ayudarse los unos a los otros debatiendo sus ideas en reuniones informales en clase. Una vez concluidos sus estudios de Maestría y al pasar a los estudios de Doctorado, se encontraron con la aún más abrumadora tarea de completar un proyecto de tesis, en las mismas frustrantes condiciones, por lo que decidieron continuar con esos debates informales. Con el tiempo, el grupo se agrandó hasta llegar a diez estudiantes, la mayoría del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Nairobi. Las sesiones ya no podían llevarse a cabo en las aulas de clase debido a las frecuentes interrupciones por clases programadas allí. Entonces, decidieron hacerlas en la cafetería de la Universidad, donde, como condición para utilizar las instalaciones, cada uno tenía que comprar algo para consumir. Sin embargo, más tarde, este entorno también pasó a ser hostil. El propietario de la cafetería se sentía estafado, puesto que el grupo sólo compraba productos acordes al presupuesto de un estudiante (té o café) y se quedaba durante largas horas, ocupando un espacio que podría ser utilizado por clientes que gastan más dinero. Por suerte, David Ndetei, Profesor de Psicología en la Universidad de Nairobi, percibió lo que estaba sucediendo y les ofreció su despacho en el edificio de la AMHF. Los conflictos de planificación eran muy comunes, y muchas veces se quedó sin lugar en su oficina para que las sesiones se pudieran realizar. Eventualmente, no le quedó otra opción que participar en las sesiones. Después de presenciar algunas de ellas, se despertó el interés del Profesor Ndetei y creyó oportuno ofrecer su tiempo y compartir sus conocimientos con el grupo. El Profesor David Ndetei habla de su experiencia como mentee y sobre cómo satisfacer las necesidades de los estudiantes “Tuve una experiencia maravillosa con mis supervisores cuando estaba haciendo mi doctorado en Psiquiatría en el Reino Unido. Siempre encontraban el tiempo para revisar mi trabajo, me daban consejos de buena gana y uno incluso ofreció financiarme los gastos de logística. Me decepcionó mucho volver a Kenia y ver que los estudiantes tenían poco o ningún apoyo de sus supervisores. Para algunos estudiantes era casi imposible establecer un contacto significativo con sus supervisores, y los que lo lograban recibían las revisiones generalmente con retrasos, lo que provocaba un retraso general en el cumplimiento del programa. Entonces me pregunté cómo podíamos hacer que la mentoría fuera una experiencia valiosa para los estudiantes en salud mental de la Universidad y del país.” “Cuando asistía a las sesiones del grupo que tenían lugar en mi oficina, se me ocurrió que esta era la oportunidad que había estado esperando desde siempre. Los debates eran acalorados y reveladores tanto para los estudiantes como para mí. Había un flujo libre de ideas y sugerencias de los estudiantes que enriquecía su trabajo y ayudaba a avanzar a los que estaban atascados. Fue entonces cuando me di cuenta de que en la situación actual, donde pocos mentores están dispuestos a dar su tiempo y apoyo a los estudiantes, más estudiantes podrían beneficiarse si la mentoría se hiciera en grupo, en lugar de individualmente, como se había hecho hasta ahora. Así, al estar un mentor disponible para varios mentees al mismo tiempo, se ahorraría tiempo y el mentor no se sentiría agobiado.” “El aprendizaje entre pares, en el que los mentees critican el trabajo de unos y otros durante las sesiones, haría que el programa fuera aún más beneficioso, ya que enriquecería el trabajo producido a través de la evaluación desde distintas perspectivas. Aquellos que se beneficiaron del programa podrían ser mentores de otros en el futuro, contribuyendo, así, al desarrollo de capacidades en los programas de mentoría de investigación en salud mental en el país. Al desarrollar sus aptitudes de investigación, los beneficiarios del programa podrían implementar sus ideas a mayor escala y participar en investigaciones financiadas sobre salud mental”. Los mentees toman el mando Aunque el apoyo del Profesor Ndetei había sido vital para que el coloquio fuera exitoso, la iniciativa siempre había provenido de los estudiantes e incluso algunos estudiantes de fuera de la Universidad de Nairobi solicitaban unirse al grupo. Eran los estudiantes quienes planeaban las reuniones que, por lo general, eran sesiones de tres horas una vez por semana, o al menos dos veces al mes. La AMHF proporcionaba el apoyo logístico: se ocupaba de distribuir la correspondencia entre los miembros y proporcionaba equipos (proyectores y pizarrones) para que se utilizaran durante las presentaciones. Todos los miembros del coloquio podían utilizar las instalaciones y facilidades de la AMHF cuando quisieran, entre las que se incluían el centro de estudiantes, el acceso a una conexión a Internet de alta velocidad, libros, artículos y revistas de la biblioteca. Las reuniones no tenían una estructura formal, pero los estudiantes preparaban un programa para asegurarse de que cada uno de ellos tuviera la oportunidad de presentar su trabajo al resto del grupo. En algunas reuniones participaba el mentor; en otras, estaban solo los estudiantes para ayudarse unos a otros antes de presentar su trabajo a todo el grupo y al mentor. Estas últimas proporcionaban la oportunidad de llevar a cabo una mentoría entre pares que complementaba el programa de mentoría grupal. Los estudiantes que presentaban sus propuestas un día determinado se hacían cargo de los gastos del lugar donde se llevaba a cabo la sesión (para entonces, se había decidido alquilar un sitio para las reuniones) y proporcionaban algún refrigerio. Después de cada presentación, el resto del grupo, incluido el mentor, hacía una contribución que el estudiante debía incorporar a su trabajo. Como cortesía para todos los miembros del grupo, la asistencia a las sesiones era obligatoria. Si un miembro faltaba a tres sesiones, se le enviaba un ultimátum para que volviera a participar activamente o dejara de ser miembro. Desafíos En las etapas iniciales se plantearon varios desafíos, como la falta de compromiso serio para con la actividad de algunos miembros. Algunos se desanimaron por las críticas a sus trabajos y abandonaron el grupo; otros se unieron al grupo con intenciones poco honradas, buscando robarse ideas de otros miembros que luego presentaron como propias. Sumado a esto, los miembros tenían otras obligaciones laborales y del programa de doctorado que les dejaban poco tiempo para trabajar en su propuesta como era necesario. El programa también se vio perjudicado por la actitud negativa de supervisores universitarios que creían que la mentoría en grupo reducía la calidad del trabajo producido por los mentees. La mayoría creía que los pares no podían hacer contribuciones significativas, ya que no estaban calificados para ello al encontrarse al mismo nivel. Además, muchos sentían que el grupo se arrogaba su papel como mentores y socavaba sus puestos de supervisores. Se enfadaron porque el grupo incluso criticaba las contribuciones y devoluciones que ellos proporcionaban a sus mentees y lo sintieron como un ataque personal a sus capacidades y estatus. La realidad había sido distinta ya que se había invitado a muchos de los supervisores a unirse al grupo en calidad de mentores, pero ellos rechazaron la propuesta. El primer grupo de miembros del coloquio produjo un trabajo tan excepcional que el estándar que impusieron todavía no se ha superado. De hecho, el programa del Máster en Psicología Clínica incluso superó al del Máster en Psquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad en términos de la calidad de las propuestas que se han realizado. A pesar de todo esto, los supervisores de la Universidad continúan oponiéndose firmemente al programa hasta el día de hoy. Ha sido difícil enfrentar la actitud y las críticas negativas de los supervisores universitarios. Como resultado de la continua lucha contra el programa, cada vez menos estudiantes de la Facultad de Psiquiatría de la Universidad están interesados en participar. Muchos temen obtener calificaciones negativas de sus supervisores por el hecho de participar en el programa. En consecuencia, la cantidad de estudiantes que obtienen el doctorado ha disminuido: al recibir poca ayuda, la mayoría no puede completar sus propuestas. Para lidiar con algunos de los otros desafíos, como el de los estudiantes que se unían al grupo con intenciones poco honradas, la admisión al programa se reservó a los estudiantes inscritos en la Facultad de Psiquiatría de la Universidad de Nairobi. Los interesados debían presentar documentos que demostraran que estaban matriculados en la Universidad. Desde entonces el coloquio se ha ampliado para incluir a estudiantes de otras universidades, tanto locales como internacionales, interesados en la investigación en salud mental y a aquellos que trabajan en colaboración con la AMHF. Los que se quieran unir al programa tienen que comprometerse a cumplir con su propuesta en un plazo de dos años y medio. De esta forma, se garantiza que los miembros tomen el proceso con seriedad. Beneficios “La combinación de cerebros, esfuerzo y músculo permite terminar el trabajo en tiempo récord y ahorrar tiempo y dinero”, dice la Dra. Victoria Mutiso, una de las primeras beneficiarias del programa. “Completar la propuesta no es fácil, pero en el grupo uno recibe el apoyo de otros que están en la misma situación y juntos nos alentamos para seguir adelante”. Al contar con un ambiente en el que pueden focalizarse en su investigación y aprender de ellos mismos y del cuerpo académico más experimentado, los participantes desarrollan una mente abierta y son capaces de conciliar distintas opiniones y puntos de vista. Esto contribuye a ampliar su conocimiento y al desarrollo de una mentalidad dispuesta a utilizar criterios científicos, una predisposición necesaria para realizar trabajos de investigación. Además, el programa contribuye a paliar el déficit de mentorías, ya que pueden participar mentores de otras universidades. Los beneficiarios del programa pueden transmitir lo aprendido, al actuar como mentores en el futuro en sus universidades. El programa también tiene un aspecto social, ya que permite a los participantes hacer nuevos amigos y organizar eventos sociales. Muchos participantes del primer grupo continúan siendo amigos y brindándose apoyo en su desarrollo profesional y personal. El futuro Desde que se creó el coloquio hace dos años, cuatro de los 10 miembros originarios han obtenido sus títulos de doctores. Dos de ellos retribuyen al programa participando como mentores y se han incorporado cuatro miembros nuevos. Esperamos que el programa pueda crecer para incorporar estudiantes de otras universidades locales (públicas y privadas) e internacionales en colaboración con sus supervisores. Actualmente la AMHF proporciona oportunidades de financiación para estudiantes locales e internacionales de distintas universidades interesados en la investigación en salud mental en Kenia. Aquellos que se relacionan con el programa a través de estas oportunidades son también bienvenidos al coloquio; de esta manera, podemos desarrollar un programa de intercambio para mentores y mentees de países desarrollados y en desarrollo y, así, los estudiantes de países desarrollados pueden beneficiarse de los mentores de países en desarrollo y viceversa. Lo mismo podría ocurrir con los mentores, ya que haríamos que los mentores de los países en desarrollo trabajen con mentores de países desarrollados para que aprendan sobre mentoría y para que se brinden apoyo mutuamente. Los mentores de los países desarrollados serán seleccionados entre colaboradores del AMHF. A pesar de los problemas que tuvimos, como la pérdida de miembros y la falta de apoyo de los supervisores de la universidad, el programa ha tenido inmensos beneficios para los participantes al permitirles completar sus estudios en tiempo récord y producir un trabajo de calidad. Como mentores, podemos decir que ha sido una experiencia gratificante y que estamos felices de sentir esa satisfacción que viene de dar. Darse cuenta del potencial y de la capacidad de los otros y aprender de ellos ha sido una lección de humildad. David Ndetei es el director fundador de la AMHF y Victoria Mutiso es directora de Administración y Finanzas al mismo tiempo que ejerce como investigadora asociada. Puede obtener más información sobre la AMHF en su sitio web: http://www.africamentalhealthfoundation.org/