Ley de enseñanzas medias

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El Ministerio Ruiz-Giménez (1951-1956)
Con la llegada de JoaquÃ−n Ruiz-Giménez a la máxima instancia del Ministerio de Educación en 1951
se inicia un perÃ−odo de cierta apertura liberalizadora que, a pesar de su brevedad temporal -el ministro fue
destituido en 1956-, dejará huella en el mundo de la enseñanza. Ruiz-Giménez, catedrático de
FilosofÃ−a del Derecho y embajador ante el Vaticano, pertenecÃ−a a la ACN de P como su predecesor y
afrontó desde el principio los problemas y retos de su departamento con un nuevo talante liberal. à ste pudo
comprobarse en determinadas medidas que, más allá de su importancia real, supusieron cambios de actitud
no percibidos con anterioridad en el Ministerio.
El texto legal más importante de su mandato por su influencia posterior fue la Ley de Ordenación de
Enseñanza Media de 26 de febrero de 1953, con un nuevo plan de bachillerato que estarÃ−a vigente hasta
1970. El nuevo plan de estudios pretendÃ−a cambiar los fundamentos técnicos y didácticos de la
enseñanza secundarla sin trastocar los principios católicos, pilares del sistema educativo tal y como lo
habÃ−a ratificado el Concordato con la Santa Sede suscrito ese año. No obstante, si la ley anterior
permitÃ−a una libertad prácticamente absoluta para el establecimiento de centros, lo que habÃ−a servido a
las órdenes religiosas para ampliar el número de sus colegios sin mucho control, la nueva legislación
obligaba a todos los centros a mantener una determinada plantilla con formación suficiente y unas
infraestructuras concretas para que fueran reconocidos por el Ministerio. Además de ampliar y acomodar las
asignaturas de carácter cientÃ−fico a los nuevos avances producidos, el plan asumÃ−a una mayor
flexibilidad en su organización interna con el fin de que el alumno tuviera una cierta capacidad de decisión
sobre la elección de su preferencia. AsÃ−, el bachillerato se distribuÃ−a en dos grados, de los cuales el
segundo, el superior, daba cabida a dos opciones: ciencias y letras. El alumno, una vez alcanzado este nivel,
podÃ−a elegir entre una y otra para continuar sus estudios. No obstante, las formas pedagógicas variaban
poco: la importancia de la memoria en la asimilación de los contenidos, el saber de tipo enciclopédico o
los diferentes roles atribuidos a hombre y mujer, continuaban como elementos caracterÃ−sticos.
Muy relacionadas con la preocupación ministerial por mejorar la formación cientÃ−fico-técnica,
estuvieron también la creación el verano de 1951 de una Dirección General de Enseñanza Laboral y,
cuatro años después, la promulgación de una ley sobre formación profesional industrial cuyo objetivo
era ordenar, promocionar y perfeccionar los conocimientos de quienes ya trabajaban o se preparaban para
trabajar en los sectores industriales. Por otro lado, Ruiz-Giménez afrontó la reestructuración del
organigrama del Ministerio de Educación, inalterado casi en la práctica desde los años treinta. A partir de
1955 se organizó una SecretarÃ−a General Técnica y dos comisiones relacionadas con la Extensión
Cultural y la Protección Escolar, aunque quedó nuevamente pendiente la descentralización de funciones:
las delegaciones establecidas en las provincias siguieron sin poder desempeñar cometidos especÃ−ficos.
El mundo universitario del que procedÃ−a traerÃ−a muchas complicaciones a Ruiz-Giménez y, finalmente,
incluso su salida del gobierno. Para eliminar el control polÃ−tico en la provisión de cátedras introdujo una
reforma según la cual tres de los cinco miembros del tribunal formado a tal efecto serÃ−an sorteados entre
los catedráticos de la especialidad; asimismo terminó con el monopolio de la Universidad de Madrid para
presentar tesis doctorales, puesto que desde el curso 1951-52 abrió esta posibilidad a todas las universidades
del paÃ−s, que desde aquel año tuvieron la facultad de otorgar el máximo grado académico; en 1953,
además, impulsó nuevos planes reformados en numerosas licenciaturas.
Pero la agitación en las aulas fue la plasmación más clara de un resurgimiento del movimiento estudiantil
universitario y tuvo su colofón en los primeros meses de 1956. En enero, las distintas sensibilidades
polÃ−ticas existentes afloraron en la reunión de la Cámara Sindical del SEU de Derecho en Madrid.
Algunas voces discrepantes pidieron entonces la reunión de un Consejo Nacional de Estudiantes para adaptar
las estructuras del Sindicato a formas más democráticas. Los enfrentamientos entre falangistas y otros
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grupos se sucedieron más o menos esporádicamente hasta culminar el 9 de febrero, conmemoración del
DÃ−a del Estudiante CaÃ−do, con una fuerte intervención policial y un estudiante falangista herido
gravemente por bala. Las detenciones de quienes habÃ−an instigado las algaradas, según la explicación
oficial, fueron numerosas y afectaron a personas de ideologÃ−a muy distinta, entre otros, Dionisio Ridruejo,
Enrique Múgica, José M.' Ruiz Gallardón o Gabriel Elorriaga. Franco terminó por zanjar el problema
creado destituyendo a Ruiz-Giménez y a los rectores de Madrid y Salamanca, Pedro LaÃ−n y Antonio
Tovar, por un lado; asÃ− como al secretario general y al vicesecretario general del Movimiento, Raimundo
Fernández-Cuesta y Tomás Romojaro, por el otro.
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