Metodología y visión del marxismo Eduardo Garzón Espinosa Universidad Complutense de Madrid, octubre de 2012 eduardo.garzon.espinosa@gmail.com Metodología del marxismo A) La apuesta metodológica de Marx combina conocimiento científico con sentido filosófico en el marco de una cosmovisión definida como “materialismo histórico”. Marx parte de una cosmovisión de la sociedad y de la historia definida como “materialismo histórico”, que expresa el movimiento dinámico y contradictorio del proceso histórico (modo dialéctico de pensar), explicando éste a partir de factores materiales (concepción materialista del mundo: primero existen las cosas y luego las ideas). La base material de las sociedades se encuentra en la producción de los medios de vida, por lo que Marx sitúa como núcleo de los fenómenos económicos al proceso de producción. El procedimiento para obtener conocimiento tiene que partir de la realidad, y ha de tener en cuenta que esa realidad tiene un orden conflictivo y dinámico. Marx sostuvo que la comprensión de los fenómenos económicos y sociales puede y debe basarse en un conocimiento científico (aunque nunca llegó a concretar el método por el que se inclinaba), pero en sus obras económicas se aprecia una combinación de trabajo científico con sentido filosófico, y un buen ejemplo de ello es el desarrollo de su teoría valor-trabajo. Marx propone conocer la convulsa y dialéctica realidad económica y social que le rodea a través de un conocimiento científico que ha de ir acompañado de un elaborado pensamiento filosófico precisamente debido a ese carácter contradictorio y complejo de la realidad. Por eso mismo, Marx aclara que existen leyes que explican los fenómenos económicos y sociales (estos fenómenos no ocurren por casualidad, sino que responden a conexiones causales), pero añade que éstas sólo pueden ser válidas para un período de tiempo y para un espacio delimitado, puesto que la realidad está cambiando 1 constantemente (así, la ley valor-trabajo solo impera en el marco de una economía mercantil capitalista). El materialismo histórico puede exponerse de forma concisa de la siguiente manera: la producción material de la vida inmediata y la forma de intercambio correspondiente a ese modo de producción (las fuerzas productivas) determinan las relaciones de producción, esto es, la forma de organizarse en sociedad. En otras palabras, las condiciones materiales de producción determinan lo que los individuos son en sus comunidades; aunque también existe una relación bidireccional, por la cual lo que los individuos son en sus comunidades puede influir sobre las condiciones materiales de producción. A su vez, tanto las fuerzas productivas como las relaciones de producción constituyen la estructura económica de la sociedad y la base sobre la que se asienta la “superestructura”, que aglutina las formas de conciencia, políticas, jurídicas, artísticas, etc. Puesto que en toda realidad se producen cambios, en esta dimensión los cambios se inician en las fuerzas productivas, que con el paso del tiempo se desarrollan más de lo que las relaciones de producción le permiten. Esta contradicción termina estallando a través de una revolución social y termina configurando una nueva articulación de las relaciones de producción de forma que no impidan el desarrollo de las fuerzas productivas. El estadio final de esta dinámica contradictoria es la sociedad socialista, una vez superadas las fases de esclavismo, feudalismo y capitalismo. B) En el método marxista existe una relación entre el análisis teórico y la práctica política. El contenido del análisis marxista es teórico, pero su propósito está orientado a la práctica. Los problemas no se pueden reducir a cuestiones meramente intelectuales, epistemológicas, mentales, sin considerar su carácter práctico, real. La existencia de intereses antagónicos entre las distintas clases sociales provoca que en la naturaleza del análisis económico aparezca la ideología, lo que dificulta su desarrollo como ciencia, aunque no impide la posibilidad del conocimiento científico en este ámbito. El entendimiento de los fenómenos económicos y muy especialmente el de los circunscritos en un sistema económico capitalista ha de servir para transformar la 2 sociedad. El despliegue teórico de Marx no trata de alcanzar el conocimiento verdadero por simple amor al arte, sino que obedece a un proyecto político-práctico cuyo objetivo es superar la economía capitalista a través la lucha social. La clase social perjudicada por la dinámica capitalista (los trabajadores) tiene que valerse de la herramienta analítica que Marx ofrece para abolir las cadenas que le impone el sistema. C) Existe una relación permanente y estrecha entre las variables técnicas y las variables sociales a la hora de explicar los fenómenos económicos. Precisamente a raíz de la concepción dialéctica de la realidad, Marx entiende que la libertad del ser humano es un factor explicativo en los hechos económicos ocurridos en sociedad, por lo que entiende que para comprender la vida económica y social hay que tener siempre en cuenta los elementos sociales que caracterizan la organización de una comunidad. Por esto mismo, no se pueden utilizar idénticos elementos analíticos para estudiar una sociedad feudal que para estudiar una sociedad capitalista, puesto que la organización social es radicalmente diferente y ello afecta a la naturaleza y características de los fenómenos económicos. Utilizando como ejemplo la teoría valortrabajo, vemos que para medir el valor generado en un proceso de producción hay primero que ubicarse en el contexto social en el que ocurre ese fenómeno. Visión del marxismo El objetivo del análisis marxista es el descubrimiento de las leyes que rigen la dinámica de la economía capitalista. El estudio se centra en la creación del excedente, su distribución entre las clases sociales, y su crecimiento a través de la acumulación de capital. Esencialmente estas características son compartidas con los autores clásicos, pero la novedad es que Marx razonó que el capitalismo presenta signos inevitables de caducidad histórica. Excedente Marx toma como punto de partida la propuesta de Ricardo basada en el trabajo como única fuente de valor, pero le añade nuevas consideraciones que terminarán alejando radicalmente el entendimiento marxista del ricardiano. Para Marx los productos fabricados socialmente tienen por un lado un valor de uso en cuanto a su posibilidad de 3 atender a las necesidades y deseos humanos a través del consumo (tienen utilidad para alguien); por otro lado un valor de cambio ya que tienen que intercambiarse en el mercado a través de relaciones monetarias (el precio de venta); y por último está su “valor” a secas, que no es sino su auténtico significado como actividad productiva y social que ha exigido una cantidad de trabajo y que una vez concluido el proceso de fabricación queda incorporado al producto. En este sentido, el capital no genera valor. El capital no es sino trabajo acumulado en tiempos pasados (apreciación compartida por Ricardo), que se utilizó en su día para formar el capital en forma de maquinaria y otros equipos propios del proceso del producción. Estos medios de producción no generan valor (porque sólo el trabajo físico lo hace), pero sí facilitan el procedimiento por el que el trabajador crea valor. Es en esta fase de la economía, la de la producción, donde Marx sitúa la creación del excedente económico. Ricardo también mantenía esta tesis. La novedad es que el filósofo alemán pondrá de manifiesto que parte de ese excedente generado por el trabajo es apropiado por el capitalista debido a unas relaciones de dominación del capital sobre el trabajo originado en la propiedad privada de los medios de producción. Una vez generado el excedente, parte del mismo se destina a la inversión de capital, otra parte a remuneración del trabajador (atendiendo a las necesidades de subsistencia propias de la época y del contexto social), y una última parte sobrante es adquirida por el empleador, a pesar de pertenecer a los trabajadores por ser su trabajo la única fuente generadora de valor. Esta apropiación indebida del valor es conocida como explotación del trabajo por parte del capitalista. La generación de excedente (la creación de valor), por tanto, tiene su origen en la explotación de los trabajadores a manos de los empresarios. El trabajo no pagado a los trabajadores es la plusvalía que se apropian los empresarios en forma de ganancias. Estas ganancias son a su vez necesarias para revalorizar el capital y proseguir con la acumulación capitalista, por lo que se deduce que la acumulación de capital sólo es posible llevando a cabo una explotación de los trabajadores. Marx irá todavía más lejos, cuando añada que la acumulación de capital sólo es posible llevando a cabo una explotación de los trabajadores cada vez más intensa. Pero cuando hablamos de plusvalía nos estamos refiriendo a una dimensión abstracta que nos facilita la comprensión analítica del procedimiento de explotación. Esa 4 plusvalía puede producirse sin que exista una ganancia por parte de los empresarios. Es decir, plusvalía no es exactamente lo mismo que ganancia del empresario. Para que la plusvalía se convierta en ganancia es necesario que el empresario coloque la mercancía producida en el mercado, y por lo tanto que valide socialmente el valor que posee la mercancía. De esta forma se originará el precio (el valor de cambio) y el empresario obtendrá su ganancia a partir de esa plusvalía apropiada anteriormente. El hecho de que la dimensión palpable sea la última, la de las ganancias, actúa como acción encubridora del proceso de generación de plusvalía. Por eso no es evidente que el empresario haga negocio gracias a que en el proceso de producción se ha apropiado de parte del trabajo de los empleados. Existe un problema metodológico en este planteamiento del valor generado por el trabajo, al ser una concepción marcadamente filosófica y que no admite fácilmente mediciones cuantitativas. Marx estableció pautas que permitirían cuantificar el trabajo, pero todas ellas presentan limitaciones insalvables para cuantificar con precisión la creación de valor desde este planteamiento. Por ejemplo, Marx sostenía que el valor depende del contexto y de las particularidades sociales, por lo que no hay ninguna forma de sistematizar alguna medición. Así las cosas, Marx entendía que el trabajo sólo se podía medir a través del “tiempo socialmente necesario en condiciones medias de aptitud de un trabajador tipo”, que no es más que el tiempo que necesita un trabajador medio según los avances tecnológicos y organizativos existentes en su contexto histórico. Para equiparar los tiempos de trabajo de diferentes complejidades técnicas y cualificaciones profesionales ideó una regla consistente en reducir los tiempos de trabajo más complejos y de formación cualificada a tiempos de trabajo menos complejos y de formación simple. No obstante, todo ello no liberó a su planteamiento de la imposibilidad de cuantificar con acierto el valor generado en la etapa de la producción. Además, Marx apuntó que la ley del valor-trabajo no siempre opera en el mundo real (ni en la economía mercantil capitalista), y para ello exponía los casos individuales de producción artística, en cuyo seno no tenía sentido ubicar ningún tipo de valor-trabajo (al no ser una producción llevada a cabo socialmente). Distribución del excedente Marx entiende que el salario es independiente de la dinámica de las empresas, pues viene determinado por el “mínimo necesario de supervivencia” de los trabajadores. El 5 salario no es más que la cantidad de dinero que necesita el trabajador para restaurar su energía y atender el resto de sus necesidades básicas para poder continuar la jornada de trabajo. En este sentido, Marx establece tres tasas a tener en cuenta: la tasa de plusvalor (excedente/salario) en el ámbito de la producción, que no es sino la relación entre la cantidad de trabajo no pagado con la cantidad de trabajo pagado; la tasa de ganancia (beneficio/inversión), que es la cantidad de ganancia que obtiene el capitalista por unidad de dinero invertido en el negocio; y la composición orgánica del capital (capital constante/capital variable), que es la relación entre la cantidad de dinero necesaria para reproducir los medios de producción y la cantidad de dinero necesaria para reproducir el trabajo. La relación entre estos coeficientes es la siguiente: la tasa de ganancia es una función directa de la tasa de plusvalor e inversamente proporcional a la composición orgánica del capital. Es decir, cuanto mayor sea la tasa de explotación (cuanto más explote el capitalista al trabajador) mayor será la tasa de ganancia; y cuanto más capital constante haya por cantidad de capital variable menor será la tasa de ganancia. A su vez, la tasa de plusvalor (y por lo tanto la tasa de ganancia) puede incrementarse a través del aumento del plusvalor total (excedente económico) con el incremento de la jornada de trabajo, de su intensidad y de la reducción de tiempos muertos, o bien mediante el incremento de la productividad debido al progreso técnico y a la mejora de la cualificación y de la organización del trabajo fabril. También aumenta cuando los salarios caen por debajo del nivel de subsistencia, cuando existen condiciones de sobrepoblación y cuando la cesta de bienes que determinan el nivel de subsistencia se abarata. Lo contrario sucede cuando los salarios se elevan por motivos técnicos y por motivos sociales. Por otro lado, los factores que pueden disminuir la composición orgánica del capital (y por lo tanto aumentar la tasa de ganancia) son las ayudas estatales, la importación de bienes de inversión más baratos, el progreso técnico y el desplazamiento de las inversiones hacia ramas con menor composición orgánica. Obviamente, cualquier cambio de sentido en estas variables provocará el efecto inverso, es decir, el de disminuir la tasa de ganancia. Este juego de tendencias y contratendencias marcará el ritmo de la tasa de ganancia, que es la variable relevante de las decisiones empresariales y por tanto del crecimiento económico capitalista. No obstante, Marx sentencia exponiendo que existe una tendencia decreciente inevitable de la tasa de ganancia debido a que la composición orgánica del capital crece a un mayor ritmo que la tasa de plusvalor. Esta tendencia 6 marca la ley de funcionamiento del modo de producción capitalista. Pero no se debe entender esta caída de la tasa de ganancia como si no presentara oscilaciones. Marx deja claro que la tendencia a largo plazo de la evolución de la tasa de ganancia es decreciente, pero que los factores contrarrestantes pueden hacer que la tasa de ganancia aumente durante épocas determinadas y por un tiempo considerable. Se ha comentado que cuando la plusvalía se transforma en ganancia -a través de la validación social del trabajo inserto en la mercancía correspondiente, es decir, de la colocación en el mercado de la mercancía- el capitalista se la apropia para poder continuar con su ciclo de acumulación de capital. Pero en realidad este planteamiento es más complejo en el mundo real. La utilidad de presentarlo de una forma tan simple consiste en poder comprender apropiadamente la transformación de plusvalía en ganancia capitalista. En el mundo real no sólo hay una lucha social entre capitalista y trabajador -que gira en torno al nivel salarial y a las condiciones de trabajo que deben regir- sino que también hay una lucha social entre diferentes capitalistas. No sólo existe el capitalista industrial, sino que hay también un capital comercial y otro financiero. Decíamos que para que la plusvalía generada en el proceso de producción se transformara en ganancia era necesario que la mercancía fuese vendida (validada socialmente). Pero en este cometido el capitalista industrial suele necesitar la ayuda de otro agente: el capitalista comercial. Éste último se encarga de trasladar la mercancía al lugar adecuado y en el momento oportuno para que algún comprador se haga con ella. Puesto que por hacerlo le cobra un precio al capitalista industrial, comprobamos cómo parte de la ganancia acaba en las manos del capitalista comercial. Ello significa una merma en la ganancia del capital industrial, y su cuantía depende de la relación de poder entre ambos capitalistas. Si el capital comercial goza de mucho poder sobre el industrial, la merma de su ganancia será mayor, y viceversa. Esta relación de poder tiene que ver principalmente con la capacidad de lograr la venta de las mercancías. Si el capital industrial sólo puede vender sus mercancías gracias a un único capitalista comercial, entonces el poder que tiene este último sobre el primero es importante. Y al revés. El capital financiero juega un papel muy parecido al del capital comercial. Normalmente el capitalista dueño de un proceso productivo necesita financiación para poder ponerlo en marcha. Es ahí donde interviene el capital financiero a cambio de un 7 precio. Ese precio es la merma que sufrirá el capital industrial en su ganancia, de la cual una parte se trasvasará a manos del capitalista financiero. De nuevo la cantidad de ganancia traspasada dependerá de la relación de fuerzas entre los distintos capitalistas particulares. En ese despliegue de relaciones de poder y negociación, dominado por la competencia feroz entre capitales, algunos de ellos se ven expulsados del mercado al no poder revalorizar adecuadamente su capital (al no conseguir una rentabilidad adecuada para mantener su negocio). Según Marx, este trasvase de ganancias entre distintos capitales hace que tienda a existir una rentabilidad media bajo la cual los capitales desaparecen. Por eso los capitales tienen que esforzarse por ganar la batalla en el mundo de la competencia y presentar una rentabilidad superior a la rentabilidad media. Aun así, inevitablemente muchos no lo consiguen y terminan desapareciendo o siendo absorbidos por otros capitales. Esto tiene como resultado que cada vez haya menos capitales en el mercado y que por lo tanto que éstos cada vez sean más grandes y tengan más poder. Marx lo llama centralización del capital, que no es más que la tendencia de los capitales a aumentar su tamaño y poder. Cuando estos capitales lo hacen, la competencia no desaparece, sino que se traslada a un nivel superior y por tanto se da entre otro tipo de capitales de mayor tamaño. Acumulación Una vez que los propietarios de los medios de producción obtienen ganancias después del proceso de fabricación, se ven obligados a invertir una parte de las mismas en las capacidades productivas de sus medios, aumentando el stock de capital variable y capital fijo. Esta acumulación de capital es la que permite el crecimiento económico en el sistema capitalista. Decimos que se ven obligados porque estos capitalistas están compitiendo con otros capitalistas por disponer de un mercado en el que colocar sus productos fabricados o sus servicios prestados, por lo que si no quieren perder clientes tendrán que mejorar su oferta mediante la modernización y ampliación de las capacidades productivas que poseen. Para ello es necesario el progreso técnico. El capitalista que no mejore su proceso de producción quedará a la zaga con respecto a sus competidores, y estos últimos podrán aprovechar las mejoras llevadas a cabo para disminuir el precio de sus productos o para mejorar su calidad, lo cual hará que los 8 compradores se dirijan a ellos en vez de al capitalista que no realizó ninguna mejora en su negocio. Este comportamiento presionado por la competencia unido al anteriormente comentado sobre los distintos tipos de capitales y sus trasvases de ganancias, provoca que cada vez sea mayor la concentración de capital, quedando finalmente recogido de forma general por unos pocos grandes propietarios. Lo que a su vez tiene como consecuencia un aumento de la desigualdad económica entre las distintas clases sociales, puesto que los medios generadores de riqueza estarán concentrados cada vez en menos manos. Con respecto a la expulsión de capitalistas del mercado es necesario entender que ello no se deriva del malvado comportamiento de unos capitalistas que buscan aplastar a los demás, sino que es producto de la propia lógica del sistema por la cual quien no derrote a su adversario, será finalmente derrotado. No obstante, el crecimiento económico no tiene lugar de forma gradual, sino que viene acompañado de fuertes shocks que detienen el proceso e incluso lo hacen retroceder hasta que pasado un tiempo se vuelven a configurar los factores que permiten su reaparición. Esas oscilaciones son las conocidas crisis capitalistas, y según el planteamiento de Marx tienen lugar debido a varias explicaciones. La primera explicación que ofrece Marx en los tomos de “El Capital” es que determinadas crisis se producen cuando el tipo de producción que se lleva a cabo en el sistema no coincide con el tipo de producción necesaria para continuar la acumulación capitalista. Los medios de producción necesitan ser mantenidos y reproducidos con un tipo de producción determinada (por poner un ejemplo simple: las máquinas tienen que ser arregladas con herramientas, y no con comida), así como los trabajadores necesitan un tipo de producción en concreto para poder continuar con su trabajo (los trabajadores necesitan comida para sobrevivir, y no herramientas). Cuando la cantidad de un tipo de producción es insuficiente o mucho más voluminosa de lo que debiera, se producen la detención de la acumulación capitalista y por lo tanto se entra en crisis. Esto ocurre debido al carácter libre y caótico de un sistema económico en el que los medios generadores de riqueza son privados y no obedecen a ninguna planificación social, sino que responde a intereses que buscan maximizar una ganancia privada. Pero la principal causa de las crisis capitalistas es la inevitable caída tendencial de la tasa de ganancia que ya se ha comentado. Debido a que la composición orgánica del 9 capital crece a un mayor ritmo que la tasa de plusvalor, la rentabilidad de los capitales se hace insuficiente para proseguir la acumulación capitalista, provocando las crisis. Lo que ocurre en estos períodos de crisis es que se produce una destrucción del capital que se prolonga hasta que el nivel de capital es tan bajo que vuelve a ser rentable volver a poner en marcha el proceso de acumulación. Es decir, el final de las crisis viene mercado por una recuperación de la tasa de ganancia que se explica por la reestructuración de las capacidades productivas que se produce durante las crisis (mayor progreso técnico, descenso de los salarios, hundimiento de empresas rivales, aumento de la desocupación, etc) y de las condiciones sociales, lo que permite generar una nueva senda expansiva de la dinámica capitalista. Ahora bien, con cada crisis capitalista que se da, la tasa de ganancia cada vez tiene menos margen de recuperación. Esto es debido a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, que irremediablemente conducirá tarde o temprano al colapso definitivo del sistema capitalista y su sustitución por un sistema socialista. 10 Bibliografía GILL, L. (2002): Fundamentos y límites del capitalismo, Edit, Trotta. Madrid. ARRIZABALO, X (2012): La economía, una “ciencia extraña”. (Objeto, naturaleza y fundamentos del análisis económico) PALAZUELOS, E. (2000): Contenido y método de la economía. El análisis de la economía mundial. Akal. Madrid. GALBRAITH, J. K. (2003): Historia de la economía. Ariel. Barcelona. NAREDO, J. M. (2003): La economía en evolución. Historia y perspectivas de las categorías básicas del pensamiento económico, Siglo XXI, Madrid. FERNÁNDEZ LIRIA, C. Y ZAHONERO A. (2010): El orden de “El Capital”. Akal. EAGLETON, T. (2011): Por qué Marx tenía razón. Ediciones Península. Madrid. 11