dirigentes, cabecillas o financistas. Y (b) el castigo tanto del

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TEMAS FUNDAMENTALES DE LA NIÑEZ
Y ADOLESCENCIA EN LA JUSTICIA PENAL JUVENIL
dirigentes, cabecillas o Ànancistas. Y (b) el castigo tanto del reclutamiento como de la
utilización de niños y jóvenes como parte de una estructura delictiva.
La que nos interesa es sobre todo la última, y que obviamente para su aplicación
requiere comprobar primeramente que estamos ante una organización o agrupación
de carácter ilícito. En otras palabras, debe comprobarse primero que el reclutador o
quien utilice a niños, niñas y adolescentes forme parte –como miembro, asociado,
cabecilla, dirigente, jefe– de un colectivo delictivo que tenga las características
señaladas en el párrafo primero.
Ahora bien, la opción que el legislador ha tomado para el combate de la
criminalidad organizada es la reformulación del delito de agrupaciones ilícitas.
Esta opción de técnica legislativa no es la única que se utiliza, pues también cabe la
opción de agravar la pena de algunos delitos cuando se realizan en el marco de una
organización criminal –por ejemplo en la trata de personas–122.
Empero, conviene precisar que debemos entender por asociaciones,
agrupaciones u organizaciones, de acuerdo a una interpretación de corte dogmático
penal del artículo.
En realidad, tales términos denotan un esquema delictivo que actúa de forma
permanente. Y esto nos recuerda la prístina deÀnición brindada por el profesor
CORDOBA RODA, acerca de qué puede entenderse por asociación: “…es el
organismo resultante de la unión de una pluralidad de personas, dotado de una
entidad independiente de sus individuos y dirigido al logro de un determinado
Àn”.123
Es evidente que a efectos penales, no resulta necesario que la entidad ostente
una personería jurídica reconocida. Tampoco puede considerarse como asociación
ilícita el hecho de no haber cumplido los requisitos y trámites exigidos por la ley. En
realidad, lo que caracteriza a efectos penales es su vocación delictiva. Como bien lo
señala el profesor GONZALEZ RUZ, lo relevante es, en todo caso, la Ànalidad que
122
MOCCIA propone una sugerente tesis de castigar el fenómeno asociativo criminal, una vez haya
existido una ofensa a un bien jurídico determinado, sin tener que recurrir a pruebas “diabólicas”
para comprobar la constitución de la mera asociación para su castigo. En este sentido, este
perspicaz profesor italiano considera la necesidad que exista una cláusula en la parte general que
permitiera su aplicación con el delito contemplado en la parte especial. La ventaja de su propuesta
es el claro respeto al principio constitucional de lesividad, en la medida que la peligrosidad de las
asociaciones criminales se demuestra en la comisión de los delitos programados. En sus palabras:
“…[u]na solución de tal tipo tendría la doble virtud de respetar integralmente los principios de
ofensividad o de materialidad, que constituyen garantías irrenunciables, en un estado social de
derecho, para la tutela de la libertad y la dignidad del individuo; además de representar una
adecuación de la solución normativa a la realidad de las cosas”. Véase al respecto su libro: El
Derecho Penal entre ser y valor, Edit. B de F, Montevideo, 2003, Pág. 255.
123
CORDOBA RODA. Libertad de asociación y ley penal, ADPCP, Pág. 7-8.
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