Algunas notas sobre la evolución de la pobreza absoluta y la pobreza relativa en México, 1992-2004 Javier Ruiz-Castillo Universidad Carlos III de Madrid e Instituto Tecnológico Autónomo de México Diciembre 2005 PRESENTACIÓN Este trabajo versa sobre la evolución de la pobreza en México durante el período 1992-2004. En este país, como en toda Latinoamérica, África, Asia y en el propio Banco Mundial, preocupa especialmente la pobreza absoluta. Así, el CTMP (Comité Técnico para la Medición de la Pobreza) revisó recientemente los estudios existentes sobre las necesidades humanas de determinados nutrientes, su ingesta a través de ciertas cantidades de alimentos y la valoración de éstos a precios de agosto del 2000 en el sector urbano y el rural. Estas líneas de pobreza que recogen las necesidades alimenticias básicas en ambos sectores fueron oficialmente aceptadas por la Administración actual y posteriormente expresadas a precios de los demás años del período 1992-2004. En un momento dado del tiempo, se considera como pobres a los individuos pertenecientes a hogares cuyos ingresos per capita son inferiores a la línea absoluta de pobreza del sector en que residan.1 Ahora bien, en los países más desarrollados donde la pobreza absoluta está prácticamente erradicada se habla también de pobreza, pero se trata de una noción relativa dependiente del nivel de vida medio del país de que se trate. En concreto, se suele considerar pobre a las personas pertenecientes a hogares cuyos ingresos o gastos equivalentes están por debajo de la mitad de la media de la distribución. Así, puede ser que los pobres relativos en un país como Canadá no sean considerados pobres absolutos en otro país como Guatemala; o puede ser que un individuo que se ha clasificado como relativamente pobre en un momento dado deje de ser considerado como tal en un momento ulterior porque su situación personal en términos reales se mantuvo constante mientras que el nivel general de vida descendió. El CTMP y las instancias oficiales se refieren también a otras dos líneas de pobreza que recogen necesidades distintas de las alimenticias, pero en lo que sigue nos limitaremos a examinar el concepto de pobreza extrema o alimenticia descrito en el texto. 1 2 A la vista de estas consideraciones, la contribución de este trabajo consiste en estudiar ambas nociones de pobreza simultáneamente. El resto de este trabajo se organiza en tres apartados. En el primero se revisan algunas características básicas de la información estadística utilizada, proveniente de las ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares), mientras que en el segundo se discute la distribución del bienestar individual que será objeto de estudio. Finalmente, el tercer apartado se dedica a la presentación de los resultados más importantes. I. LOS DATOS DISPONIBLES En México, como en los demás países, existen fuertes divergencias entre la visión de la economía a través de las estadísticas de producción y la Contabilidad Nacional, o a través de la agregación de la información microeconómica sobre el consumo o el ingreso disponible proveniente de encuestas de hogares como las ENIGH. Durante el período que nos ocupa, la economía mexicana ha atravesado por fases muy distintas: la crisis de 1995, la rápida recuperación posterior, así como la leve caída de la actividad en 2002 seguida de la recuperación en 2004. Con independencia de las diferencias entre los niveles de las macromagnitudes que se midan a través de la Contabilidad Nacional o las ENIGH, el agitado perfil de los últimos años constituye un formidable reto estadístico para las encuestas de ingresos y gastos de los hogares. La Figura 1 pone de manifiesto la coherencia entre las cifras de ingresos y gastos totales en términos reales durante todo el período, así como la nitidez con que esas variables captan la evolución reciente de la economía mexicana.2 Estos y otros rasgos, hablan muy favorablemente de la calidad y la comparabilidad de las ENIGH durante el período 1992-2004. Así pues, coincidimos con los expertos del CTMP, la Administración, la comunidad académica mexicana y el Banco Mundial en que las Todo ello a pesar de que la proporción de hogares para los que el gasto (neto) es mayor que la renta oscila entre el 36.9% en 2002 y el 45.3% en 2004, mientras que es igual al 39.4% en el año clave 2000. 2 3 ENIGH constituyen la fuente estadística más importante para el análisis de la evolución del bienestar en México. II. LA DISTRIBUCIÓN OBJETO DE ESTUDIO Aunque la mayoría de las personas viven agrupadas en hogares, desde el punto de vista normativo estamos interesados en evaluar el bienestar de los individuos, no el de los hogares que son entidades sin personalidad moral. El problema es que en la práctica carecemos de información sobre cómo se distribuyen los recursos del hogar entre sus miembros. Además, es conceptualmente difícil identificar el bienestar individual que se deriva del consumo conjunto de bienes o servicios como la vivienda, la televisión o la electricidad. Por tanto, debemos comenzar por medir el bienestar del hogar. En este trabajo se identifica el bienestar del hogar con su consumo corriente. Existen buenas razones para ello, es una opción defendida por autores notables – incluido el Banco Mundial- y de esta manera se ofrece una visión complementaria a la de la mayoría de la literatura reciente que ha seguido las recomendaciones del CTMP a favor de los ingresos corrientes. No existen procedimientos generalmente aceptados para valorar monetariamente el ocio del que disfrutan los miembros del hogar ni el consumo de bienes públicos, como la defensa nacional, o de bienes privados proporcionados total o parcialmente por el estado, como la educación o la salud. Por tanto, la mejor forma de aproximar el consumo corriente es a través del gasto corriente en bienes y servicios privados que, por otra parte, es el concepto que se recoge en las ENIGH. Ahora bien, trabajar con el gasto corriente exige deducir los gastos en la adquisición de bienes de inversión e incluir en cambio el valor monetario del flujo de 4 servicios del stock de bienes duraderos del hogar. Así pues, el bienestar del hogar se aproxima por lo que denominaremos el gasto neto del hogar, es decir, el gasto corriente en bienes y servicios privados procedente de las ENIGH, neto de los gastos en la adquisición de automóviles u otros medios de transporte privado, y los gastos en el mantenimiento y reparación de la vivienda que, en ocasiones, incluyen los gastos en la ampliación o la construcción ex novo de la vivienda. Sin embargo, sólo podemos incluir el valor monetario de los servicios del stock en el caso de la vivienda, pues las ENIGH informan de las evaluaciones que realizan los ocupantes de las viviendas en propiedad o cedidas por distintas razones sobre el alquiler de mercado que deberían pagar por sus viviendas si las ocuparan en arrendamiento. Pero ¿cómo se pasa del bienestar del hogar al bienestar de sus miembros? En particular, habría que reconocer que (i) hogares del mismo tamaño pero con distinta proporción de adultos y menores tienen necesidades distintas, y (ii) hogares de distinto tamaño tienen diferentes oportunidades de aprovechar las economías de escala en el consumo de bienes públicos del hogar. Por lo demás, esos factores demográficos pueden operar de manera distinta en función de los precios de mercado y el nivel de vida del hogar. En la práctica, una buena manera de dar entrada –siquiera parcialmente- a las consideraciones anteriores es la siguiente. Sea xh la variable que mejor aproxime el bienestar del hogar h, y sean th, ah y mh el tamaño del hogar, el número de adultos y el número de menores, respectivamente, de manera que th = ah + mh. Definamos el número de adultos equivalentes de un hogar θ por (ah + αmh) , donde α es un número entre 0 y 1 que nos sirve para reflejar nuestras creencias sobre la relación entre las necesidades de un menor y un adulto, y θ es otro parámetro que toma valores entre 0 y 1 y nos sirve para representar la importancia que atribuimos a las economías de escala en el seno del hogar: cuanto más cerca esté θ de 0, mayores se supondrá que son las economías de escala y viceversa. Pues bien, el 5 bienestar individual de un miembro de ese hogar se define por el gasto neto equivalente del hogar que viene dado por la expresión θ xh/(ah + αmh) , (1) El CTMP recomienda la elección (α, θ) = (1, 1); es decir, se decanta por una situación en que se supone que las necesidades de los adultos y los menores son iguales y no existen economías de escala en absoluto. Si aplicamos estos supuestos en la expresión (1), el bienestar individual se reduce a xh/th, es decir, al gasto neto per capita del hogar. Sin abandonar ese caso, en este trabajo se recomienda experimentar en primera instancia con la opción (α, θ) = (1/3, 0.8) que recoge dos supuestos: que las necesidades de un menor equivalen a un tercio de las de un adulto y que existen algunas economías de escala en el seno del hogar. En resumen, a efectos normativos se estudiará la distribución personal donde a cada individuo se le asigna el gasto neto equivalente del hogar al que pertenece, es decir, el gasto neto del hogar ajustado por diferencias en las necesidades de acuerdo con la expresión (1) para las especificaciones (α, θ) = (1/3, 0.8) y (α, θ) = (1, 1). III. RESULTADOS Existen numerosas investigaciones recientes que aproximan el bienestar del hogar de otras formas y seleccionan otras especificaciones de los parámetros (α, θ) distintas de la que aquí se estudian. El consenso alcanzado puede resumirse en los tres puntos siguientes. En primer lugar, recordemos que existen dos líneas de pobreza absoluta, una urbana y otra rural. A pesar de que la primera es siempre mayor que la segunda, la pobreza absoluta es considerablemente mayor en el sector rural. En segundo lugar, durante el período 1992-2000 la pobreza se comporta contra-cíclicamente en todos los 6 ámbitos geográficos: aumenta fuertemente en años de recesión y cae a medida que se recupera la actividad económica. En tercer lugar, aunque en el importante período 2000-2004 no hay apenas variaciones en el nivel de actividad en términos reales la pobreza desciende significativamente. Como se observa en la Figura 2, donde se representa la incidencia de la pobreza absoluta en % que hemos estimado en los distintos niveles geográficos, esos tres puntos se confirman plenamente. La pregunta que se hace aquí por primera vez es ¿qué ocurre en ese mismo período con la pobreza relativa? En primer lugar, en la medida en que los sectores urbano y rural son parte de una misma comunidad nacional y política, en cuanto se adopta un punto de vista relativo es natural definir una única línea de pobreza que toma como referencia el nivel de vida medio de la población total. Es de esperar que sea más difícil alcanzar esa línea de la pobreza por parte de los hogares rurales. Efectivamente, como se observa en la Figura 3, la pobreza relativa es mayoritariamente pobreza rural. En segundo lugar, a lo largo del período 1992-2000 se observan diferencias considerables entre el sector urbano y el rural. En el primero, la pobreza relativa apenas varía, mientras que en el sector rural sigue claramente una trayectoria cíclica. Aunque pudiera parecer paradójico que la pobreza disminuya y aumente con la actividad económica, no hay que olvidar que se trata ahora de un concepto relativo de pobreza. Teniendo en cuenta que la línea de la pobreza relativa se mueve al son de la media, lo que esta trayectoria cíclica de la pobreza indica es que la recesión ha sido levemente igualadora mientras que la recuperación ha operado en sentido contrario. Estos hechos confirman que la pobreza relativa y la absoluta son fenómenos distintos que se comportan de forma opuesta a lo largo del ciclo. La pregunta importante es ¿se comportan también diferentemente en el período de estancamiento entre el 2000 y el 2004? La respuesta es negativa: la pobreza relativa se mantiene 7 bastante estable en el sector urbano pero disminuye considerablemente en el sector rural. Por lo demás, la tendencia observada en el sector rural se transmite al conjunto nacional. Para terminar, merece la pena comparar algo más de cerca los niveles de pobreza absoluta y relativa, o formular la pregunta siguiente ¿cuántos pobres en sentido relativo son también pobres en sentido absoluto y cuantos no? En la Figura 4 se representan conjuntamente las líneas de la pobreza absoluta en los distintos ámbitos geográficos y la línea de pobreza relativa a precios de cada año. Al nivel nacional, la línea de la pobreza relativa va por encima de la absoluta al comienzo del período, pero con la recesión la segunda supera a la primera. Tras la recuperación del nivel de actividad, la línea de la pobreza relativa vuelve a situarse por encima de la absoluta. En la Figura 5 se representan ambos tipos de pobreza. Al comienzo del período, un quinto de la población está debajo de la línea de pobreza absoluta y algo más del 35% es pobre en un sentido relativo. Sin embargo, cuando en 1996 llega la caída de la actividad económica, la totalidad de los que son pobres relativos se convierten en pobres absolutos. Tras la recuperación la pobreza relativa vuelve a ser mayor que la absoluta. En 2004, el 30.3% de la población es relativamente pobre, mientras que 18.5% es absolutamente pobre. En resumen: en presencia de cambios moderados en la media y la desigualdad del gasto neto equivalente, encontramos también reducciones moderadas en la pobreza absoluta y relativa. No obstante, merece la pena estudiar por separado lo que ocurre en el sector urbano y el rural (véanse las Figuras 6 y 7, respectivamente). Los perfiles de la pobreza relativa y absoluta en el sector rural no se distinguen demasiado de lo que encontramos a escala nacional. Sin embargo, la fuerte caída de la actividad en 1996 en el sector urbano (véase la Figura 1.B) da lugar a un importante aumento de la pobreza absoluta en el sector urbano que supera claramente a la pobreza relativa. 8 Renta Gasto 8,000 7,000 6,000 5,000 4,000 3,000 2,000 1,000 0 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 Figura 1.A. Renta y Gastos totales agregados per capita en términos reales 9 National Urban Rural 9,000 8,000 7,000 6,000 5,000 4,000 3,000 2,000 1,000 0 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 Figura 1.B. Gasto total agregado per capita en términos reales en distintos ámbitos geográficos Nacional Urbano Rural 60,0 50,0 40,0 30,0 20,0 10,0 0,0 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 Figura 2 Incidencias de la pobreza absoluta en % en distintos ámbitos geográficos, 1992‐2004 10 Nacional Urbano Rural 70,00 60,00 50,00 40,00 30,00 20,00 10,00 0,00 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 Figura 3. Incidencia de la pobreza relativa en % en distintos ámbitos geográficos, 1992‐2004 Urban Rural National National 6.000 5.000 4.000 3.000 2.000 1.000 0 1992 1994 1996 1998 2000 2002 Figura 4. Líneas de pobreza relative y absolutas a precios corrientes, 1992‐2004 11 2004 % Absoluta Relativa 40 35 30 25 20 15 10 5 0 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 Figura 5. Incidencia de la pobreza relativa y absoluta en % en el país en su conjunto % Absoluta Relativa 25 20 15 10 5 0 1992 1994 1996 1998 2000 2002 Figura 6. Incidencia de la pobreza relativa y absoluta en % en el sector urbano 12 2004 Absoluta % Relativa 70 60 50 40 30 20 10 0 1992 1994 1996 1998 2000 2002 Figura 7. Incidencia de la pobreza relativa y absoluta en % en el sector rural 13 2004