ASÍ NOS TRABAJA DIOS sobre los falcesinos. En la orilla izquierda se ven todavía los restos de un templo del siglo XII atribuido a los Templarios y donde se ha venerado a Nuestra Señora de las Arcas. Son fértiles sus tierras y convierten a Falces en un magnífico centro hortícola en el que se encuentran cultivos de secano y de regadío: trigo, cebada, maíz, vid, espárragos. Es una villa de gente trabajadora y tranquila hoy día. Sorprenden, sin embargo, los vestigios de historia que han quedado impresos en uno y otro lugar: restos de una antigua villa romana; el castillo, conocido desde el siglo IX, testigo de las luchas contra el Islam: de la derrota ante Mohamed I en 860, y de la victoria de los vascones que lo recuperaron con Sancho Garcés l, aunque de nuevo se convirtiera en una fortaleza tomada por Abderramán III en 924, antes de ser rescatada por Sancho el Mayor (990-1034). Se conservan también en Falces algunos palacetes y escudos de sus épocas de realengo y de sus tiempos de régimen señorial. El rey D. Juan donó la villa de Falces a Mosén Pierres de Peralta. El castillo y sus pechas pertenecieron a su mujer, Dª. Isabel de Foie, y los heredaría su prima, la reina Dª. Catalina de Navarra, en 1508. Más tarde, en 1513, el rey Fernando el Católico se lo dio a D. Alonso Carrillo de Peralta, que fue el primer Marqués de Falces. La parroquia está dedicada a la Natividad de Nuestra Señora. Data seguramente del siglo XI. Fue una iglesia de patronato, cedida por éste al rey Teobaldo I y, posteriormente, a la reina Dª. Juana II de Navarra, a su esposo Felipe de Evreux y a sus sucesores17. Los habitantes de Falces nunca han sido muy numerosos. Se han mantenido siempre entre los 2.800 habitantes de 1875 y los 3.140 de 1970. El trabajo principal de la población activa sigue siendo la explotación agrícola. Hoy día son muchos los falcesinos que restauran sus casas y las embellecen, dentro del estilo sobrio y sencillo de la villa. 17 108 E.I.P.V., vol. XIII.