Documentos Concepto de marginación social 1. Características históricas de la marginación social. Algunos acontecimientos parecen situarse en el origen de la marginación en España. Si nos remontamos a la Edad Media, parece que se consagra una estrategia de idealización de la pobreza como método de provocar la actitud de sumisión fatalista a las estructuras que producen la miseria (Mena, 1985). La nobleza y la burguesía urbana fueron los principales agentes de la transformación (Pereda, de Prada y Actis, 1994) que tiene lugar en el país y consolida la civilización europea en el Renacimiento y la Edad Moderna. Muchos fueron los gobernantes que consideraron la pobreza y marginalidad como pereza, lo que puede ser el antece-dente de los que, actualmente, pretenden igualar paro y pereza: Enrique II, en el siglo XIV, establecía el derecho de los señores a someter a su servicio a las personas que encontrase en vagancia; los Reyes Católicos, en 1499, los obligaban o bien a realizar un oficio o bien a servir a un señor, y en la época de Felipe V tenían que participar en campañas bélicas. Posteriormente, hacia el siglo XVIII, se cambian los objetivos de servidumbre y bélicos por el trabajo en minas y galeras. Asimismo, se crean las casas de misericordia para asistir a las personas incapaces de producir y el ejército inicia una labor represiva y de control que le aparta de sus objetivos, por lo que se crea la Guardia Civil para cumplir esos objetivos (López Garrido, en Mena, 1985). En todo caso, históricamente se aprecia que la reacción ante la mendicidad es represiva, la ley republicana de Vagos y Maleantes en 1933 "en la práctica, lógicamente, nunca alcanzó la ley de Vagos y Maleantes a quienes no trabajaban porque otros lo hacían para ellos" (Mena, 1985, p. 19). Esta ley experimenta una actualización con la ley de Peligrosidad y Rehabilitación social del 4 de agosto de 1970, que básicamente se mantiene en la Constitución. 2. Conceptos relacionados Es frecuente el uso de diferentes términos relacionados con el hecho de la marginación social: inadaptación, desviación o pobreza se utilizan indistintamente para referirse a uno u otro proceso social. Por ello, es importante, antes de definir y caracterizar el concepto de marginación, dedicar un espacio a, básicamente, concretar a qué hace referencia cada término; tarea difícil, puesto que la mayoría de los autores los usan sin distinción. 2.1. Adaptación-inadaptación y desviación social La adaptación es un fenómeno por el cual un individuo se relaciona con el medio. Este concepto, como proceso individual, se refiere a la armonía interior del hombre, y como proceso social, la adaptación puede entenderse como la acomodación del sujeto a normas y valores de la sociedad circundante. De esta forma, la adaptación social es el nivel, más o menos óptimo, de acomodación comportamental al modo de vida existente y mayoritariamente aceptado en el grupo al que se pertenece, así como la disposición del individuo para participar activamente en dicho grupo. Asimismo la persona adaptada es la que interioriza los modelos, valores y símbolos de su medio ambiente, los ha interiorizado de forma que pertenece realmente a esas colectividades. En ciencias sociales se habla de adaptación cuando se adopta la cultura, creenecca cia, leyes, costumbres y modo de hacer las cosas que tiene una sociedad (Correa y Martín, 1996). Todas las sociedades tienen formas de pensar, sentir y actuar que constituyen las normas sociales. Se trata de leyes, costumbres, usos que guían la conducta de los seres humanos y que facilitan la comunicación y relaciones interpersonales. Algunas objeciones a esas definiciones se refieren a que las experiencias sociales y grupales no pueden violentar las necesitadas de los sujetos, las opiniones y valores del grupo mayoritario no pueden contradecir las del grupo de origen, además estas definiciones dejan poca posibilidad a la innovación y el cambio social. Según un criterio psicológico, la normalidad se define por la adaptación del ser humano al mundo y a los otros, con eficacia y felicidad. Algunos autores conciben la normalidad como integración, ante lo que Valverde (1988) recuerda que el trastorno, la desviación o inadaptación no es un hecho aislado ni individual sino complejo y grupal, además la inadaptación es una forma de equilibrio ante un contexto diferente u hostil. Este autor habla de persona normal al referirse a la que se encuentra integrada o adaptada y no marginada; es normal el que es etiquetado como tal, es aceptado por su ambiente como un individuo que no necesita ser curado, se tolera a sí mismo y es tolerado, el que aun realizando conductas ‘no Marginación e integración social 17 Documentos normales’ posee una situación social que se lo permite, el que no pone en peligro las estructuras de poder, el que forma parte de la definición convencional de normalidad. Para Valverde (1988) la inadaptación es sinónimo de desviación ya que define al inadaptado como la persona que no sólo se encuentra al margen de la normalidad social sino que además manifiesta comportamiento discrepante respecto de las pautas comportamentales normales en un contexto. Siguiendo con la opinión de este autor, frecuentemente, la situación de marginación es la causa de que el individuo llegue a manifestar comportamientos discrepantes. Sin embargo, en algunos casos esos comportamientos discrepantes no sólo no son considerados inadaptados sino que pueden convertirse en moda, o ser valorados socialmente en función de la pertenencia grupal del autor del comportamiento. Es decir, el concepto de inadaptación también alude a diversos comportamientos en los que influye: el contexto social en los que se produce, quién sea el individuo que lo realiza, el grupo social del inadaptado, quién lo evalúa, la distancia entre el contexto social del que realiza el comportamiento y quien lo evalúa, el nivel de reconocimiento social de los valores que aporta, las consecuencias del comportamiento y a quién afecta o si existe amenaza para el sistema social. La inadaptación social parte de una situación conflictiva más o menos permanente entre el individuo y el entorno social, determinada por la interacción de esa persona con la situación económica, social, escolar, personal, etc. Esta interacción es ideográfica, ya que aunque existen situaciones objetivas de marginación –pobreza, deficiencias físicas o psíquicas, grupos étnicos, etc.– el individuo y el grupo social interpretan la situación y le asignan un significado (García, et al., 1991). Para Lobrot (1976) existe inadaptación cuando las exigencias esenciales de los individuos no son satisfechas, estas exigencias varían en función de las épocas y del nivel general de la colectividad. Esto implica que se puede encontrar inadaptación cuando las exigencias del sujeto son elevadas y no pueden ser satisfechas o cuando la sociedad no se adapta a las exigencias del individuo, porque es un nivel elevado de exigencias, porque tiene una actitud agresiva hacia él o porque no dispone de los medios para satisfacerle. Por lo tanto, se puede resumir que la inadaptación está caracterizada por lo siguiente: • Relaciones no adecuadas entre el individuo y su entorno, situación conflictiva, desajuste en el proceso de interacción multidimensional entre ambos. • Permanencia o larga duración de estas relaciones inadecuadas. Se habla de desadaptación si es de corta duración y con nuevas interacciones se produce un nuevo equilibrio. • Inadecuada vivencia y utilización de los elementos subjetivos y del mundo circundante. • Desequilibrio entre el concepto que tiene de sí mismo y su experiencia vital. • Falta de participación activa y constructiva en el grupo social. • Dificultades para vivir en sociedad. 18 Marginación e integración social • Participación en un grupo que tiene finalidades alejadas de los patrones intelectuales, afectivos, comportamentales con relación a la sociedad o a sí mismos. • La inadaptación produce efectos psicológicos como consecuencia de estas características: falta de recursos, percepción no adecuada de sí mismo y del entorno, etc. En cualquier sociedad hay unas determinadas costumbres y comportamientos que se consideran normales. Por lo general, tales pautas de conducta están cargadas de consideraciones de valor y existen diversas instituciones –la familia o la escuela– que, como decía en el análisis histórico, se encargan de difundirlas. A veces, las normas cobran tal importancia que se sanciona su incumplimiento. Las normas sociales sirven para distinguir lo permitido y lo prohibido, lo deseable y lo que conviene reprimir, marcan los límites entre lo propio y lo extraño, lo integrado y lo desviado o lo marginal, lo normal y lo anormal, etc. Por lo tanto, se define la desviación como la transgresión en la conducta pública de las normas vigentes en la sociedad. Cuando la desviación se da de forma reiterada, como conducta activa del actor o como reacción social a un acto, se transforma en un proceso de desviación o secuencia de actos desviados y reacción frente a los mismos por el entorno. Dentro de la desviación se distingue transgresión de normas cuya legitimidad no se discute, de la transgresión que acompaña al cuestionamiento de la legitimidad de las normas transgredidas. Aquella no va siempre acompañada de autoconciencia de desviación, sin embargo, la segunda sí. Además si reúne cierto grado de organización, pertenece al campo del conflicto social o político. La desviación implica la transgresión o violación de normas y valores sociales; aunque en todas las sociedades se produce desviación, lo que es en concreto conducta desviada depende de lo que la sociedad defina como tal (Garvía, 1998). Una clasificación valorativa, a partir del grado con que la sociedad responsabiliza al elemento distorsionante, es la que distingue la desviación pasiva como aquella cuya responsabilidad no corresponde al desviado –enfermo, pobre etc.– y desviación activa como la atribuible a la responsabilidad del individuo –la delincuencia–. Los desviados no se limitan a no cumplir las normas adoptadas por la mayoría (Correa y Martín, 1996), sino que las atacan frontalmente, por lo que suelen ser objeto de la criminología, se puede decir que existen tantos tipos de desviación como normas. Mediante el término desviación se hace referencia al individuo y a los contextos más relevantes del mismo. Para finalizar la descripción de estos conceptos, sólo recordar que la perspectiva de la desviación se considera diferente en función de la teoría sociológica de la que se parte. Durante los últimos treinta años algunos sociólogos promocionaron la inadaptación con una connotación positiva como agente de cambio social; un ejemplo lo encontramos en Garmendia (1984) para el que la desviación es siempre una amenaza para la organización, sin ecca Documentos embargo, en dosis limitadas puede contribuir a la vitalidad y eficiencia de la vida social. 2.2. Pobreza A pesar de los avances económicos de las sociedades desarrolladas, todos conocemos la existencia de personas, grupos y situaciones que no poseen los mínimos necesarios para vivir dignamente, con las posibilidades del resto de la población. Hay personas que no tienen una vida normalizada, que carecen de empleo regularizado y de recursos económicos, con otros problemas añadidos que pueden ser tanto consecuencias como causa de la carencia económica. Son personas que han perdido su autonomía individual y social y necesitarán apoyo externo para poder recuperarla. Pobreza y marginación están tan estrechamente unidas que la mayoría de los autores que tratan uno o ambos temas no hacen distinción al referirse ellos. La precariedad y pobreza son presupuestos de marginalidad. A nivel operativo la pobreza se refiere a la ausencia de recursos económicos, sin embargo, ésta se traduce en realidades personales y grupales que se acercan a la marginación y la exclusión. De este concepto existen dos tendencias en Europa, una de tradición anglosajona y escandinava y otra continental. Según resume Camarero (1 998), la primera entiende la pobreza como falta de recursos personales, individuales o del hogar; se deriva de la desigualdad en la distribución del salario y de los recursos comunitarios. Esta concepción refleja un modo indirecto de describir la pobreza al definirla sobre la base de un concepto mínimo de subsistencia, por la falta de recursos económicos. Las políticas de intervención se basan en que el Estado garantice un ingreso mínimo para todos los ciudadanos que reduzca la desigualdad ante las necesidades fundamentales. La segunda concepción de pobreza se refiere a la dimensión relacional. Implica un modo de vida caracterizado por carencias básicas, por una inadecuada participación y la falta de integración social de los pobres, se basa en las condiciones de vida y la inserción. Describe la pobreza de forma directa porque se basa en la observación de las condiciones de vida del pobre. Las políticas de actuación van contra la exclusión social, no sólo con medidas económicas, sino con servicios sociales y programas para la inserción social. Con relación a estas concepciones se distingue entre pobreza absoluta –carencia de lo necesario para la subsistencia– y pobreza relativa y social –se define con relación al medio de vida usual en la sociedad donde se encuentran (Townse, 1979)–. Posteriormente, Gil y Berjano (1995) recogen la diferencia conceptual entre pobreza absoluta y relativa. La primera se refiere a los niveles mínimos objetivos necesarios para el desarrollo de la persona, operativizados en las necesidades básicas (comida, vestido y vivienda), en la comida con relación a los ingresos (la relación de los gastos de comida e ingresos decreecca ce cuando los ingresos aumentan), y en la relación costes fijos e ingresos y relación del total de gastos con los ingresos. La pobreza relativa se refiere a la comparación entre la población, el pobre es el que tiene menos que los otros miembros de la sociedad. La consideración de definiciones que tienen en cuenta aspectos psicosociales es importante para la medición de la pobreza y la comprensión de la misma; de esta forma se incluye como posible medida de la pobreza, la autopercepción de la situación económica, las conductas asociativas y la posibilidad de apoyo social. Por lo tanto, se deben analizar los factores de riesgo que generan la pobreza, estudiando tanto procesos personales y vivenciales como procesos sociales. En nuestro país se hallan ejemplos de la utilización de estos indicadores tanto en iniciativas públicas –en estadísticas y encuestas– como privadas –asesorías, sindicatos, Caritas–. Paralelamente se distingue una pobreza objetiva (carencia de recursos según un grado determinado) y subjetiva (percepción del sujeto que la padece). La Comisión Económica Europea (1984, en Camarero, 1998) adopta la definición de pobreza relativa y sociológica: pobre es la persona, familia o grupo cuyos recursos materiales, culturales y sociales son tan limitados que les excluyen del mínimo nivel aceptable en el país donde viven. El Consejo Económico y Social (CES, 1997) distingue pobreza subjetiva (percepción de las personas sobre sus necesidades) y pobreza objetiva (definida por variables objetivas) dentro de la cual se sitúan la pobreza absoluta y la relativa, antes definidas. En resumen, recopilando diferentes aspectos de las definiciones, la pobreza queda conceptuada con los siguientes rasgos: • La pobreza es un fenómeno multidimensional (Caritas, 1998b), con origen y características diferentes según los colectivos, territorios y problemas que produce en las personas pobres. • Se define como carencia, falta de bienes, y estrictamente significa carencia de lo necesario para sustentarse, mantenerse y vivir (Alonso Torréns, 1989). La pobreza se manifiesta por una carencia del capital económico (ingresos, empleo, patrimonio), del capital cultural (formación y educación), del capital social (relaciones) y del capital psicofisiológico (salud), (Valtriani, 1993). • La pobreza es un concepto relativo, encuadrado en un contexto cultural, social y económico concreto, la situación de pobreza es en la que están los grupos o comunidades que tienen niveles de vida por debajo del nivel medio de vida, consumo o bienestar dentro de una sociedad determinada. • Algunas definiciones económicas consideran que afecta a las familias con ingresos inferiores a la mitad de la renta media de la población de referencia. De forma concreta, el pobre es el que tiene una renta inferior a la mitad de la renta media, por persona y mes, de un país donde habita Marginación e integración social 19 Documentos (EUROSTAT, 1988). Siguiendo estas definiciones se encuentran diferentes grados de pobres, por un lado, la pobreza moderada se refiere a las personas situadas entre el 25 y 50% de la renta per cápita, esta población no llega a un nivel de bienestar mínimo. Por otro lado, se encuentra la pobreza severa que la padecen los que tienen menos del 25% de la renta per cápita. Según el Banco Mundial (Royo, 1994) los pobres y los pobres extremos son los que ingresan menos de 370 y 275 dólares al año, respectivamente. • El Comité Económico y Social de la CEE (1989) la considera como la que afecta a los individuos, familias o grupos cuyos ingresos materiales, culturales y sociales son tan escasos que son excluidos de las formas de vida mínimamente aceptables en el Estado de Bienestar. Lo que significa que las familias afectadas por la pobreza absoluta están excluidas de la sociedad, no tienen derechos ni apoyos. • Se caracteriza por la ausencia de libertad y de calidad de vida (Camarero, 1998; Valtriani, 1993). En el informe final de la Comisión Europea sobre el Programa "Pobreza 3" (en Caritas, 1998b) se define la pobreza como la falta de una o varias garantías, especialmente el trabajo, que permiten a las personas y sus familias asumir sus obligaciones profesionales, familiares y sociales y gozar de sus derechos fundamentales. Se convierte en pobreza extrema cuando afecta a varios sectores de existencia, cuando es persistente o cuando compromete las posibilidades de que la persona asuma de nuevo sus propias responsabilidades y reconquiste por sí misma sus derechos para tener un porvenir más seguro. Una vez expuestas diferentes definiciones del concepto de pobreza, veamos las características de la pobreza, que forman parte de su misma conceptuación. Renes (1996) caracteriza la pobreza como exclusión y desintegración con dos dimensiones. La primera es la interconexión de los problemas, lo que significa que existen más carencias a medida que aumenta el nivel de pobreza, se asocian la vivienda, ocupación e identidad psicosocial (integración personal/familiar y esperanza/pesimismo) y esta asociación es más problemática en los medios menos rurales. La segunda característica se refiere a la multidimensionalidad, es decir, hay problemas que se asocian: ocupación, problemas personales y familiares, problemas de vivienda, salud y entorno social, desesperanza y analfabetismo. A esta ultima dimensión también se refiere Alonso Torréns (1994) que constata, a través de investigaciones en el ámbito español, que la pobreza económica no es la única causa de desigualdad, sino que existen otros factores que inciden de forma acumulativa y se refuerzan entre sí; las carencias y los problemas se acumulan en las personas con precariedad económica, existe acumulación de males (Alonso Torréns, 1989b). Si 20 Marginación e integración social bien esta acumulación no es de la misma intensidad cuantitativa y cualitativa en todos los pobres –las múltiples carencias son mayores cuanto más bajo se está en la escala social—, se observa que las familias pobres están más afectadas por el paro, el analfabetismo y otros problemas. Esto significa que la desigualdad social no es sólo desigual posesión de bienes sino también desigual padecimiento de males. La pobreza es multidimensional, en el sentido de que a medida que se agrava la pobreza, se acumulan más carencias en otras áreas y se agravan las que ya existen (Camarero, 1998). Una característica de los pobres, considerada por varios autores y especialmente por Martín-Baró (1987) en Latinoamérica, es el fatalismo, una actitud básica, una forma de situarse ante la propia vida, caracterizada porque las personas piensan que: • los aspectos principales de la vida están definidos en el destino desde cuando nacen, • no pueden hacer nada por cambiar ese destino porque existen fuerzas superiores que escapan al propio control y poder, • el destino es atribuido a Dios, lejano y todopoderoso. En opinión de este autor, esas ideas producen sentimientos de aceptación y resignación ante el propio destino, de no dejarse afectar o no experimentar grandes emociones por los sucesos de la vida, y de aceptación del sufrimiento que cada uno padece. A su vez, esas ideas y estos sentimientos, están acompañados por tendencias comportamentales: conformismo y sumisión, no realizar esfuerzos y tender a la pasividad, y tener en cuenta sólo el presente, ya que el pasado y el futuro sólo sirven para confirmar el destino. No es necesario una relación estrecha con los sectores socioeconómicos bajos y la población marginada para observar esta actitud. Silva (1972) explica que la psicologización (ahistoricismo y no contextualización del comportamiento) del fatalismo conduce a considerar que esta característica es un rasgo del pueblo latinoamericano, de su carácter, es una actitud propia de la población marginada que le impide integrarse en el mundo moderno y le mantiene en la miseria. Una forma bien diferente de considerar el fatalismo, es interpretarlo como un síndrome debido al desarrollo de unas pautas culturales necesarias para sobrevivir, pero que a su vez, perpetúan las mismas condiciones que las producen, produciendo un círculo vicioso que Osear Lewis (1959) denominó cultura de la pobreza. Esta cultura se refleja en un modo de vida, con valores, normas y comportamientos propios: uniones libres, ausencia de infancia como periodo prolongado bajo la protección paterna, frecuente abandono paterno, autoritarismo y énfasis verbal en la solidaridad familiar. Los individuos tienen sentimientos de marginalidad, impotencia, inferioridad, dependencia, fatalidad, no tienen conciencia de clase. Este perfil de la subcultura puede diferir según el contexto de la cultura de la que formen parte y normalmente es un estilo de vida que nace en un contexto ecca Documentos determinado. Es una adaptación y, a la vez, una reacción de los pobres a su situación marginal en la sociedad estratificada, individualista y capitalista, supone un esfuerzo por manejar los sentimientos de impotencia al comprobar que no tendrán éxito siguiendo los valores predominantes de la sociedad. Por ello, el fatalismo sería una forma de adaptación y supervivencia dejándose llevar por los poderes establecidos; de esta forma la necesidad se convierte en virtud, y la cruda realidad se hace más llevadera. Aunque esta cultura aparece como forma de adaptación ante situaciones de marginación, es más difícil de eliminar que la misma pobreza (Martín-Baró, 1987) y tiende a perpetuarse a través de la familia. Lo que hay de verdadero en el fatalismo es que a la población marginada le resulta imposible lograr un cambio de situación social mediante sus esfuerzos. Además, "si con el fatalismo las personas de las clases oprimidas encuentran un sentido a su vida, ello mismo constituye un valioso instrumento ideológico para las clases dominantes" (Martín-Baró, 1987/ 1998, p. 97). Concretamente en España, y entendida como fenómeno social, la pobreza une una serie de factores que la producen y definen su perfil: • Carencia o precariedad de ingresos provenientes del trabajo, situaciones de desempleo o subempleo relacionado con un bajo nivel formativo. • Límites de la protección social que no llega a todos los colectivos y personas que la necesitan, o cuando llega no lo hace en la medida que se necesita. • Dificultades de acceso a bienes y servicios que son derechos sociales: vivienda, salud, educación, formación. • Pérdida de dinamismo personal y colectivo: falta de autoestima, de confianza, pasividad, falta de reivindicación de sus derechos, falta de expectativas, etc. • Degradaciones complementarias inducidas por esas situaciones de pobreza, como la dependencia institucional, marginación, discriminación, etc. • Reproducción generacional de la pobreza. En resumen, y recopilando las ideas anteriores, podemos definir la pobreza por siete características principales: • Carencia de recursos económicos y/o medios para conseguirlos (empleo, capital, vivienda...). • Bajo nivel de formación y escasa cultura. • Escasas relaciones sociales. • Acumulación de otros problemas sociales: drogodependencias, delincuencia, mendicidad, entorno social. • Degradación personal: baja autoestima, pasividad y sentimiento fatalista, problemas de salud. • Transmisión de una generación a otras. • Ausencia general de calidad de vida. Desde una perspectiva comunitaria y ecológica y orientada hacia la intervención (Gil y Berjano, 1995), las tres cuestiones importantes sobre el concepto de pobreza, son la autopercepción de la situación económica, los procesos de integración psicosocial y las fuentes potenciales de mejora. Esta perspectiva no supone ignorar la responsabilidad del individuo sino considerarlo miembro de una comunidad que ha interiorizado los valores del medio social donde vive (Barriga, 1987). Renes (1996) también considera necesario tener en cuenta la percepción subjetiva de la pobreza por parte de quien la vive, lo que supone considerar tanto aspectos estructurales como factores contextuales y de significación. 3. Exclusión y marginación social Desde los científicos sociales que actualmente profundizan en las desigualdades sociales se desarrolla el término de exclusión social como el que mejor define y engloba esta realidad social de las sociedades avanzadas. Tezanos (1999) enumera tres bloques de conceptos relacionados con la problemática que analizamos: el primero engloba conceptos referidas a vivencias sociales que implican apartamiento de los estándares sociales, de la cultura o del modo de comportarse, ya sea o no voluntariamente. Aquí se incluye la desviación social, la marginación o la segregación. El segundo bloque contiene los conceptos situados en un ámbito económico, carencia de recursos o pobreza, que alude a factores materiales cuantificables. Y el ultimo, reúne conceptos relacionados con la problemática de la alienación, procesos que hacen que los hombres se sientan extraños y ajenos a la ecca sociedad. El concepto de exclusión social recoge en una nueva síntesis elementos de los tres bloques de conceptos, con una dimensión cultural económica y, a la vez, una dimensión relacionada con la problemática del trabajo como mecanismo fundamental de inserción social. El término exclusión social se utiliza para referirse a todas las personas que se encuentran de alguna manera fuera de las oportunidades vitales que definen una ciudadanía social plena en las sociedades avanzadas (Tezanos, 1999). Esta expresión implica una cierta imagen dual de la sociedad, en la que existe un sector integrado y otro excluido (García Roca, 1999); por ello, el estudio de la exclusión remite a los factores que determinan la ubicación de los individuos y grupos en uno u otro sector. Marginación e integración social 21 Documentos Sin embargo, la realidad no es simple, no se está dentro o fuera de un día para otro, por el contrario, transcurre un proceso que a continuación retomamos de la mano de diferentes autores, en el que las últimas fases son la exclusión y, finalmente, la marginación social. Desde mi punto de vista, el concepto de exclusión tiene un sentido más amplio, engloba a más personas que el de marginación, fundamentalmente incluye a los nuevos pobres. Cuando además de las características que pueden describir la exclusión, se sufre estigmatización, a nivel general, hablamos de marginación. A partir de estas observaciones se puede intuir que todo lo que de los excluidos se escribe, o se dice, también es aplicable a los marginados. Por ello, y porque la mayoría de los profesionales o estudiosos de la marginación social no se implican en este análisis, aquí utilizaré, con las salvedades apenas mencionadas, uno y otro término indistintamente. Aún así, recojo algunas definiciones de uno y otro concepto y su modo de aparición en las últimas décadas. 3.1. Concepto Fue desde la sociología desde donde se hicieron los primeros usos del término marginación (Campoy, 1995), con autores como Park (1928, 1937) o Stonequist (1937) que identificaban al hombre marginal con el que vive sucesiva o simultáneamente en dos o más sociedades, orientándose con valores diferentes; se referían a las personas emigrantes. El concepto de exclusión social aparece en Francia en los años sesenta para designar inicialmente a los pobres. Las tres características de las personas excluidas eran la marginalidad respecto a las pautas de vida común, la desprotección del sistema general de seguridad social y la dependencia graciable de la asistencia social del Estado. Es decir, se utiliza en ámbitos técnicos, políticos y públicos para referirse a los ciudadanos que padecen situaciones personales precarias, carenciales o desventajosas con relación a otros ciudadanos y que están marginados de la sociedad y desprotegidos del Estado. Hace tres décadas, la persona inadaptada, marginal o asocial (no se hacía distinción entre conceptos) era la que, en función de su minusvalía física o mental, de su comportamiento psicológico o de su ausencia de formación, es incapaz de satisfacer sus necesidades, o exige cuidados constantes o representa un peligro para otros, o se encuentra segregada de la colectividad (Lenoir, 1974). El criterio de dependencia excluye a los pobres no dependientes de la asistencia social del Estado, se trata de un criterio basado en la desprotección de estas personas de los sistemas generales de la seguridad social, personas que dependen de una asistencia social graciable (Silver, 1994). A partir de los años setenta el concepto de exclusión social se amplía para denominar, además, a las personas con deterioro de vinculación e inserción social, debido al desempleo o al empleo precario debido a los modelos 22 Marginación e integración social de crecimiento económico (Román, 1993; Yepes del Castillo, 1994). En los años ochenta se desarrollan en Europa fenómenos que aumentan el número de ciudadanos en situación precaria, es lo que se conoce como la "nueva pobreza". Estos fenómenos son el desempleo de larga duración y el paro juvenil, la concentración de población urbana en barriadas periféricas y el incremento de personas sin hogar ni vivienda fija y el aumento de familias monoparentales. Como consecuencia de estos fenómenos, la exclusión social se convierte en un problema social y político, lo que lleva a que los gobiernos promuevan políticas específicas de inserción en tres áreas: vivienda, empleo y territorio (referido a barriadas periféricas de las ciudades). Por lo tanto, el concepto de exclusión social expresa el incremento del desempleo, la inestabilidad de la familia, hogares monoparentales, aislamiento social y declinación de la solidaridad de clase (Silver, 1994). Este concepto no se referirá sólo a situaciones concretas sino a las dimensiones sociales y relacionales de las mismas, es decir, se define el proceso que conduce a las situaciones graves de carencia y deterioro humano y su relación con la nueva estructura social, los nuevos modelos de crecimiento y el abandono de valores relacionados con la solidaridad ciudadana. Se pasa de un concepto más individualista centrado en factores personales (minusvalías, comportamientos, ausencia de formación) a un concepto psicosocial que encuentra la principal causa de la exclusión en el empleo precario o el desempleo y otras cuestiones relacionadas como la falta de vivienda o el hecho de vivir en la periferia de la ciudad. En sentido opuesto, la integración social se entiende como la capacidad que tiene o adquiere el individuo para participar interactivamente de los recursos sociales de su entorno que le permitan satisfacer sus necesidades y ser protagonista de su bienestar (Costa y López, 1996). La esencia del concepto de exclusión social es la no-participación en la sociedad (García Castaño, Granados y Dietz, 1999). La Unión Europea define la exclusión social como la imposibilidad de gozar de derechos sociales sin ayuda, la imagen desvalorizada de sí mismo y de la capacidad para hacer frente a las propias obligaciones, riesgo de verse relegado al estatus de persona asistida con la estigmatización que esto supone para las personas, grupos y comunidades o barrios. Esta conceptuación se identifica más plenamente con lo que aquí denominamos marginación social. En el diccionario de la Real Academia Española (1992) aparecen el concepto de marginación y otros derivados: el marginado es la persona o grupo no integrado en la sociedad; marginal dícese de las personas o grupos que viven y actúan fuera de las normas sociales comúnmente admitidas; marginar significa preterir a alguien, ponerlo o dejarlo al margen de alguna actividad, prescindir o hacer caso omiso de alguien; y marginación es ecca Documentos la acción o efecto de marginar. Asimismo, excluir es quitar a una persona o cosa del lugar que ocupaba, y exclusión es la acción y efecto de excluir. Según el diccionario de la Unesco (Mauro y Pírez, 1987) la marginación se refiere a la no-participación activa ni pasiva en la sociedad, sin organización comunitaria y sin recibir servicios y bienes sociales. Se trata de personas abandonadas, no incorporadas a las relaciones de producción, en este sentido la marginación es similar a la exclusión social. Respecto al sentido de los conceptos ofrecidos por la Real Academia Española (1992), observo el hecho de que la marginación es el resultado de marginar, son otros los que dejan al margen a determinadas personas, concretamente, el grupo mayoritario o dominante es el que hace caso omiso de determinados grupos sociales, situándolos fuera de la sociedad. Del mismo modo, si bien es cierto que antes de estar excluidos no suelen ocupar lugares privilegiados, la exclusión quita a las personas de su lugar en la sociedad. Son muchos los autores de capítulos o libros que escriben sobre la marginación o sobre determinados grupos que consideran marginados sociales. Sin embargo, son pocos los autores que dedican unas líneas a la definición de marginación social y menos aún los que profundizan en el proceso y el concepto en sí mismo, para definirlo, analizar las características generales de las personas marginadas. Esta es nuestra pretensión, quizás excesivamente ambiciosa: exponer varias definiciones de diferentes autores y describir las características generales del concepto diferenciándolo de otros con los que establece una estrecha relación. Para Grijalba (1971) o Bautista (1985) la marginación es un fenómeno a través del cual se mantiene a personas y grupos al margen de la vida social por poseer unas características y normativas diferentes de las de los grupos sociales que definen la normalidad, características orgánicas o de comportamiento que no se adecúan a las normas y valores de la comunidad. La marginación se refiere a estar al margen de la normalidad y enfatiza el papel excluyente de la sociedad (ésta margina al individuo) (Correa y Martín, 1996). Asimismo, González Duro (1974) piensa que las personas que han transgredido las normas sociales son consideradas por los demás como personas diferentes que no viven de acuerdo con las normas sociales, se les clasifica de marginados sociales y se les presenta como alguien intrínsecamente diferente a los demás, que se separa él mismo de la sociedad con su conducta. Es marginal con respecto a un grupo todo el que de una u otra manera, por algún motivo y en un área más o menos concreta, se encuentra situado al margen de la normalidad de ese grupo (Valverde, 1988). Esta última definición tiene en cuenta una serie de observaciones. En primer lugar, la marginación exige la referencia a un grupo concreto cuyas características e incidencia social son esenciales para la definición de las personas marginadas. En segundo lugar, ese grupo de referencia al que ecca se comparan los demás es el grupo normativo, en tercer lugar, este grupo se convierte en normativo en función de una determinada estructura de poder. Por otra parte, el concepto de normalidad pretende ofrecer un carácter objetivo a algo subjetivo, y por último, la marginación es una situación en la que se encuentra una persona al margen de su propia decisión y de sus intereses. En resumen, "el concepto de marginación alude a realidades muy diferentes que tienen en común una cierta exclusión, al menos parcial, de la consideración de ‘normalidad’ de un determinado sistema social, y ello en función de su distancia, personal o grupal, respecto a las normas y pautas comportamentales del grupo predominante" (Valverde, 1988, p. 24). El concepto de marginación se puede plantear desde la perspectiva de los que dominan o desde un concepto de lucha de clases donde son marginados todos los que no participan en los sectores dominantes de la sociedad. Desde esta última perspectiva, no todos los grupos son igualmente marginados, por ejemplo existe gran diferencia entre la marginación de la mujer y la de las personas sin techo. En términos generales, la marginalidad es situarse fuera de lo instituido, quedar excluido del sistema y no participar de su discurso hegemónico. Puede abarcar desde minorías específicas (por sus características étnicas, culturales o económicas, por su minusvalía, edad o sexo) hasta grandes colectivos en situación de agravio comparativo con el resto de la sociedad (mujeres, homosexuales, etc.). "No creo que lo marginal sea la anécdota (...) no es lo pequeño ni anecdótico, sino muy grande cuantitativamente, y muy estable. Si entendemos, como entiendo yo, por marginados a la tercera edad y a buena parte de los jóvenes y de las mujeres, aparte de colectivos concretos, pero muy numerosos, como los homosexuales, estamos hablando de entre ocho y diez millones de personas en nuestro país" (Fundación Sol Hachuel, 1989, p. 141). Rueda (1989) entiende la marginación como cualquier situación individual o colectiva alejada del centro, sea éste de poder, de riqueza o de uso de posibilidades. Este autor distingue dos situaciones de marginación: marginación objetiva y subjetiva. La primera tiene su origen y explicación en las leyes dialécticas de la sociedad, se trata de la marginación sociológica o situación del individuo o grupo con relación al sistema total. Posee un plano económico –distancia del individuo o grupo del poder económico–, un plano cultural –valores aceptados o no–, y plano sociológico –distribución del poder–. La marginación subjetiva o encarnada tiene su base y explicación en los mecanismos conductuales que regulan la vida del grupo y la personalidad de los sujetos. Estos mecanismos se aprenden durante la socialización y se mantienen en la vida adulta para pertenecer a un grupo. Esta marginación es la psicosocial y se refiere a lo que significa para el propio individuo o grupo que la vive, se convierte en regulador de los procesos de adapMarginación e integración social 23 Documentos tación de un individuo con los otros, con el mundo social y con la naturaleza. Ambos tipos de marginación van siempre juntos, se complementan, sin embargo, esto no significa que se den en la misma proporción. Sin embargo, para Miranda (1985), la marginación siempre es colectiva, se produce en grupos de personas con situaciones similares y mecanismos de exclusión producidos por políticas sociales aplicadas a personas que se hallan en situaciones de inferioridad, indigencia o carencia de cualquier tipo. El científico social no debe olvidar que la discriminación que sufren los grupos minoritarios no va dirigida contra los miembros del grupo en tanto que individuos sino en tanto que pertenecen a ese grupo, por ello, la actuación debe ir en ese sentido (Lewin, 1946/1988). La marginalidad se refiere a pautas de comportamiento sociales, económicas y culturales históricamente determinadas en un contexto (Ruesga, 1992), asimismo, es posible hablar de la marginalidad desde la perspectiva de la oferta o de la producción, de la economía sumergida, entendida como conjunto de actividades productivas y/o comerciales que se realizan al margen de los circuitos formales de la economía. Incluso en el ámbito teórico, la marginación es un concepto utilizado de forma intuitiva y polisémica. Podemos considerarla como un conjunto de procesos que, en las condiciones materiales, sitúan a los individuos o grupos sociales en situación de inferioridad, o limitación de acceso a los recursos habituales de la sociedad, acompañados de racionalizaciones ideológicas que mantengan la compatibilidad con la estructura económico-social y su código cultural dominante. Esto conlleva a que la marginación se caracterice por una posición socioeconómica débil, por segregación y discriminación (Romani, 1992). La marginación registra dos polos opuestos, ambos son marginadores desde el punto de vista de Biurron (1985). El polo democrático hace referencia a la marginación generalizada tanto del delincuente como del policía, del gitano o el militar, etc. El polo tecnocrático de la marginación se refiere a los grupos que tienen ciertas condiciones socioeconómicas: gitanos, drogadictos, vagabundos y algunos grupos más perfectamente identificados. Como alternativa, Biurron (1985) propone una definición que considera ajena al discurso marginador, una definición dinámica: "Marginado es aquel sujeto, aquel grupo en desacuerdo ideológico, material o ambos con la ideología dominante en un asunto que ésta considera grave" (p. 222). Será marginado el que no se ajusta al modelo, o es apartado de los espacios de consumo, de raza o status privilegiados por el poder. El sujeto paciente de la marginación se encuentra en ese estado por imposibilidad material (jubilados, etnias segregadas, campesinos, bajos proletariados) o por no aceptar las condiciones puestas por el sistema (inadaptados, homosexuales, delincuen- 24 Marginación e integración social tes, radicales). Piénsese en la utilidad de los parados, o de grupos marginados que sirven de chivo expiatorio. "La marginación es un subproducto necesario de una dinámica que no se desea cambiar (...) no hay un Hitler sin judíos y gitanos" (p. 225). Por último, existe la marginación personal y voluntaria, desviaciones o modificaciones de la conducta respecto al comportamiento común; sin embargo, cuando se trata de situaciones voluntarias se considera autoexclusión, por lo que estos casos no se considerarían en el concepto que aquí se contempla. También se conoce como disidencia: abarca a los individuos o grupos que por razones ideológicas, religiosas o políticas rechazan los valores establecidos en el sistema social. Los rasgos que los definen son dos: autoposición de censura al sistema y elección de la situación. Son personas que eligen vivir al margen de la sociedad, sin embargo, existen pocos casos de pura automarginación, porque en primer lugar, hay personas que deciden realizar comportamientos no comunes o mayoritarios –como la homosexualidad–, pero no eligen por ello estar fuera de la sociedad ni ser estigmatizados por esta, sino que resulta una consecuencia no deseada. En segundo lugar, en muchos casos que desde fuera se clasifican de autoexclusión, realmente quedan serias dudas sobre la capacidad de decisión del autor o la gran influencia de factores contextuales para incitar a tal comportamiento. Actualmente, los analistas económicos y sociológicos describen la sociedad como dual o de tres tercios: un colectivo permanece fuera de los márgenes de una vida digna y otro sector más minoritario se encuentra en un sistema de subsistencia vital excluido de la posibilidad de vivir dignamente (Alonso Torréns, 1994). La sociedad dual se traduce en la existencia de un continuo donde existen dos polos, el supremo bienestar y el supremo malestar, que es paralelo al polo de la posesión y carencia de bienes y servicios de diferentes tipos. La mayoría de las definiciones de marginación social incorporan algunos rasgos distintivos que ayudan a una conceptuación más completa: • Desacuerdo material y/o ideológico con la población dominante: imposibilidad material (personas que se hallan en situaciones de inferioridad, indigencia o carencia de cualquier tipo) o noaceptación de las condiciones del sistema. • Incapacidad para satisfacer sus necesidades: se trata de personas dependientes de una asistencia social. • Características orgánicas o de comportamiento que no se adecúan a la norma. Personas que se desvían del terreno normativo social, se mantienen al margen de la normalidad del grupo. • Personas excluidas, fuera del sistema y de lo instituido; ausencia de participación de la vida social. • La marginación social es colectiva, de grupo: a la persona se la margina por su pertenencia a ese grupo. ecca Documentos • Se enfatiza el papel excluyente de la sociedad: a la persona marginada se la presenta como alguien que se separa voluntariamente de la sociedad, pero realmente, se las mantiene al margen de la vida social por sus características personales o comportamentales. Son personas que se dejan al margen de la sociedad, se prescinde de ellas y se les priva de ocupar un lugar dentro de la sociedad. • El concepto exige la referencia a un grupo, el grupo normativo según una determinada estructura de poder. 3.2. Criterios y características de la marginación social Algunos autores definen y caracterizan la marginación social en función de la ausencia de bienestar social. Es el caso de Alonso Torréns (1994) para el que el bienestar social se basa en una serie de elementos cuya deficiencia provocará malestar social y éste puede ser el primer paso para la marginación social: • Un nivel económico suficiente para satisfacer las necesidades medias personales, sociales y familiares vigentes en un contexto determinado. • Nivel educacional y cultural que permita al sujeto vivir con soltura en una sociedad compleja. • Situación laboral y ocupacional adecuada a las capacidades de la persona que posibilite su realización personal. • Alojamiento digno. • Estado de salud físico y psicológico positivo que le permita vivir satisfactoriamente. • Un nivel aceptable de integración personal, familiar y social tanto en la familia como en otros grupos sociales. Por lo tanto, las carencias en alguno o varios de estos elementos dan lugar a situaciones de malestar social, siendo, en resumen, los más importantes el trabajo, la educación, la salud y la vivienda. Para Renes (1993) las tres formas que adopta hoy la exclusión social son la del empleo, la formación y la vivienda. Aliena (1990) considera que los tres pilares para la integración social son el trabajo, familia y domicilio; la exclusión social y marginación se caracteriza por el deterioro de esos pilares (García y Malo, 1996). Así, la Teoría Económica se basa en estos pilares para caracterizar la fragmentación social. El trabajo es una variable flujo que depende de la existencia de capital humano y capital de redes sociales del individuo. La vivienda es un capital físico, también una variable que depende de la inversión del individuo en el pasado, además habitar en un domicilio fijo repercute en cuestiones como las redes sociales. La familia es uno de los recursos más valiosos que influye en las redes sociales y en la búsqueda de trabajo, entre otros. Otros criterios de marginación son las características físicas o psiquiátricas, la deficiencia mental o física, enfermedad, transgresión de normas, poseer culturas diferentes, la pertenencia a una minoría étnica, ecca autoexclusión por razones psicológicas o culturales, falta de educación y formación profesional, edad –en lo que relaciona con la independencia económica–, el género, el criterio económico o la pobreza. Por su parte, para García Roca (1995) la marginación es producto de la ruptura económica, social y vital. Este autor define las características de los marginados sociales actuales a través de tres dimensiones: • Dimensión económica de la marginación o exclusión social. Se trata de una dimensión macrosocial, una cualidad del sistema que expulsa a muchos ciudadanos y construye el bienestar de algunos. Las principales características son el desempleo, la desigualdad social y las contradicciones de la protección social. Con relación al trabajo, la tecnología ha repercutido negativamente sobre las relaciones laborales, ya que se ha expulsado a grupos de población sin cualificación necesaria. Un dato al respecto: cada año se destruye un 10% de puestos de trabajo (Comisión Comunidades Europeas, 1993). Por otra parte, las desigualdades económicas manifiestan que la organización social actual no universaliza los bienes existentes, sino que está basada en una distribución de la renta que produce empobrecimiento. Respecto a la protección social, en principio ésta se diseñó para atender a los indigentes no válidos o incapaces para trabajar, personas que no podían ser autosuficientes, sin embargo, la figura actual del pobre válido es una realidad que demanda formar parte de una sociedad activa, necesita ser formado, competente y protagonista de su vida. Considerar esta dimensión nos acerca al carácter macrosistémico del problema, de forma que se conocen los condicionamientos estructurales de la marginación "Sólo así podremos entender un rasgo esencial de la exclusión social que tiene hoy gran importancia: la exclusión como expropiación y expulsión. El excluido se siente hoy expulsado por unas fuerzas que él no domina y que son las que convierten la exclusión en un drama personal y social" (García Roca, 1995, p. 11). • Dimensión social de la marginación o vulnerabi- lidad vital: se caracteriza por las transformaciones Demográficas, con desagregación familiar, emergencia de la sociedad de riesgo y fragilidad de los servicios de proximidad. El daño que se produce por los acontecimientos depende tanto de la intensidad del golpe como de las resistencias del contexto, es decir, la intensidad del daño depende de la vulnerabilidad del contexto social. Esta vulnerabilidad se verá afectada por las transformaciones demográficas que hacen que la familia se apoye más en vínculos efectivos y con libre decisión de sus componentes. Asimismo, se Marginación e integración social 25 Documentos ha pasado de una saciedad de peligros (catástrofes, guerras...) a una sociedad de riesgos (desempleo, inseguridad, deterioro del medio ambiente...) los cuales no tienen una causa identificable ni se pueden planificar. Por último, el Estado de Bienestar además de inducir nuevas demandas, también incapacita para responder a través de la implicación personal: los problemas sociales se remiten al Estado, desapareciendo los denominados servicios de proximidad; la solidaridad se institucionaliza y se rompen las formas tradicionales de responder a la necesidad. Esta dimensión contextual de la marginación tiene en cuenta las potencialidades de las experiencias microsociales que ayudan a la reinserción. 3. Escasas redes sociales y/o familiares. 4. Vivienda en condiciones precarias o falta de vivienda. 5. Comportamientos no aceptados socialmente: economía sumergida, prostitución, delincuencia. 6. Características personales no aceptadas socialmente o infravaloradas: ser extranjero, homosexual. 7. Escasa formación y educación. 8. Enfermedades o ausencia de salud: SIDA, deficiencias físicas o psíquicas. En función de estas características, posteriormente se expone un intento de clasificación en el que queden reflejados los posibles grupos marginados que se incluyen en psicología de la marginación social. 3.3. Zonas y proceso de marginación • Dimensión personal de la marginación o preca- riedad cultural, cualidad del sujeto: se caracteriza por la ruptura de la comunicación, fragilidad cultural para dar sentido a la vida, falta de confianza y autoestima, impotencia personal, con ideologías de lo inevitable, debilitamiento de la cultura de barrio y nuevos procesos de socialización. Estas características, especialmente la desmotivación y sentimiento de impotencia, son signo de la marginación, "la impotencia decretada por las altas esferas ideológicas del poder que han declarado sin vigencia el futuro y la utopía, tiene sus efectos más perversos en aquellas personas que no tienen presente y que todo lo esperaban del futuro" (García Roca, 1995, p. 14). La consideración de esta dimensión subjetiva recuerda la necesidad de estrategias de acompañamiento para la inserción, donde la persona excluida tiene presencia real. El problema de la marginación es un asunto de intersección de estas tres dimensiones y su abordaje remite a la integralidad, lo que dificulta la intervención psicosocial. Desde este planteamiento, López-Cabanas y Chacón (l997b) proponen analizar tres bloques de recursos para conocer la situación de los excluidos: recursos materiales, recursos psicosociales (redes sociales, principalmente) y recursos personales (tanto aptitudes, competencias y habilidades, como componentes actitudinales donde consideran la autoestima, los sentimientos de competencia y las actitudes hacia el trabajo, la familia y la participación). En conclusión, tras haber definido el concepto de marginación social, existe , una serie de criterios que, concretamente, caracterizan a las personas marginadas, participando cada grupo de más o menos criterios; son los que se proponen a continuación: 1. Falta de recursos económicos. 2. Falta de empleo o empleos precarios o de exclusión. 26 Marginación e integración social Algunos autores perciben diferentes espacios o zonas en la sociedad según el grado de integración de la población. Robert Castel (1992) distingue tres zonas en la sociedad: una zona de integración con personas que tienen un trabajo estable y relaciones sociales sólidas; una zona de vulnerabilidad donde se sitúan las personas vulnerables, con inestabilidad, trabajo precario y relaciones frágiles; por último, está la zona de marginalidad o exclusión, marcada por ausencia de trabajo y aislamiento social. Caire (1995) describe el proceso de marginación que se sigue habitualmente, según tres ámbitos de pobreza: • Precariedad, que implica desigualdad, especialmente salarial, pero no exclusión ni marginación. Se caracteriza por la falta de recursos económicos. Las personas en esta situación suelen ser personas insertas en las estructuras de vida laboral y social y suelen participar de sus sistemas funcionales, aunque en desigualdad de condiciones. • El segundo grado de pobreza se caracteriza por la desigualdad y un primer grado de exclusión social debido a la falta de inserción laboral, lo que impide obtener ingresos regulares y suficientes; esto a su vez, les priva de relaciones sociales y políticas. • El final del proceso es la total exclusión y la marginación. Se caracteriza por una persistencia intergeneracional de la pobreza, se carece de relaciones en todos los ámbitos y las personas en esta situación se convierten en sospechosas de violencia, robos, inactividad, etc. De forma similar, Laparra, Gaviria y Aguilar (1996) diferencian entre precariedad, exclusión y marginación social: • Precariedad e integración precaria: con estos conceptos se hace referencia a situaciones de subempleo, subprotección social o subintegración con empeoramiento de las condiciones de vida. Las personas en esta situación tienen salarios bajos, empleos eventuales y malas condiciones laborales, viviendas caras e inadecuadas, etc., lo que ecca Documentos supone una inadecuación a los estándares medios y cierta vulnerabilidad. Los autores asocian esta precariedad a la pobreza relativa (según la UE es la situación en la que se tienen ingresos inferiores al 50% de la renta media del país). • Exclusión social: significa un no-acceso a la relación salarial, basado en la economía sumergida, el auto-empleo, el servicio doméstico. Se trata de familias sin vivienda o infraviviendas y con una situación de relativa irreversibilidad e incapacidad para salir de la situación. La exclusión social está asociada a la pobreza absoluta referida a las necesidades básicas. Las características principales son la no-participación social y la no-ciudadanía en el sentido de poseer derechos legales y sociales. Entre ellos se encontrarían las mujeres jóvenes con cargas familiares, las víctimas de fracaso escolar. Algunos autores hablan de subclase. • Marginación social: se refiere a las situaciones de pobreza absoluta que además son estigmatizadas, criminalizadas y segregadas, existe una repulsa social hacia las personas marginadas. Laparra, et al. (1996) la entienden como contraria a la normalización, que implica cierta desviación respecto de las normas, consideran en este grupo a inmigrantes magrebíes, personas adictas a la heroína, con SIDA o reclusos, población gitana. Estos autores insisten en que en los tres grandes espacios se aprecian pobres, dando lugar a pobres integrados, pobres excluidos y pobres marginados. El pobre integrado es un individuo vulnerable y en situación precaria, que se sitúa cercano a la exclusión. El excluido no tiene acceso a un puesto laboral normalizado, no participa socialmente, es un no-ciudadano. Los marginados pobres, que pensamos pueden ser las personas sin hogar que mendigan, son los repudiados socialmente, estigmatizados y segregados. Laparra, et al. (1996), a pesar de diferenciar teóricamente los tres conceptos, no reflejan, en su análisis posterior, ni en los ejemplos de poblaciones, la diferencia entre excluidos y marginados socialmente. Por otra parte, obvian la existencia de marginados por otras causas, no directamente relacionadas con la pobreza, es el caso de los inmigrantes y enfermos de SIDA. Como acabamos de señalar, Castel (1992), Laparra, et al. (1996) y Caire (1995) consideran espacios diferentes que van desde la integración hasta la marginación social. A partir de los dos primeros autores, García y Malo (1996) proponen unas zonas de integración, vulnerabilidad y marginación subdivididas, a su vez, en varios espacios. • La integración se caracteriza por un trabajo estable y redes sociales sólidas. Hay tres zonas: (1) integración total, (2) erosión de las redes sociales, (3) pobreza integrada con ingresos bajos y regulares y redes sociales sólidas. • Vulnerabilidad y exclusión, donde predomina la inestabilidad laboral y las relaciones sociales frágiles. Aquí se aprecian dos zonas: (4) pobreza económica, problemas relacionados con la vivienda y la erosión de las relaciones no familiares, (5) exclusión social con economía sumergida, problemas de vivienda y erosión de las relaciones familiares. • Exclusión y marginación, con ausencia de trabajo y aislamiento social. Las dos zonas son: (6) exclusión social severa, con economía sumergida (actividades irregulares y/o delictivas) o mendicidad, deterioro de los hábitos y normas sociales, graves problemas de vivienda o inexistencia. (7) marginación y muerte social del individuo. (Figura 1). Posteriormente, Tezanos (1999) propone un mapa de riesgos de exclusión social en el que se consideran tres niveles de riesgo en función de cuatro variables: trabajo, ingresos, vivienda y relaciones-apoyo social. (Cuadro 1). 1 2 3 4 5 6 7 Figura 1: García y Malo, 1996. Como puede apreciarse, propone la existencia de cuatro zonas básicas en el proceso de exclusión social: integración, vulnerabilidad, asistencia y exclusión, en donde se incluyen variables laborales, económicas, culturales, etc. De forma esquemática, las cinco propuestas sobre el proceso de marginación son las reflejadas en el Cuadro 2. Se puede apreciar que existen pocas diferencias entre las zonas que considera cada autor, quizás las más completa son la de García y Malo que, a su vez, divide cada una en varios espacios; y la de Tezanos que incluye la vivienda y los ingresos como factores integradores. Por lo tanto, se puede pensar en un continuo que va de mayor a menor integración social: Intregración – Precariedad –Exclusión – Marginación, Estigmatización > Integración < Integración ecca Marginación e integración social 27 Documentos Integrados Trabajo Riesgos Bajos Empleo estable Ingresos Relaciones sociales Vivienda Familia e integración satisfactoria en redes sociales Riqueza, in- Vivienda gresos sufi- propia cientes Trabajo preca- Ingresos mí- Vivienda en al- Crisis familiares, redes Medios rio y/o poco nimos garan- quiler, situacionesde sociales débiles. Apoyos sociales compensatorios remunerado tizados hacinamiento Altos Aislamiento, rupturas sociales. Carencias de apoyos institucionales. Exclusión del Situación de Infravivienda, mercado de pobreza sin techo trabajo Excluídos Cuadro 1: Los riesgos de la exclusión social (Tezanos, 1999, p. 45). Castel, 1992 1. Integración 2. Vulnerabilidad 3. Maginaciónexclusión Caire, 1995 1. Integración 2. Primer grado exclusión 3. Exclusión totalmarginación Laparra, Gaviria y Aguilar, 1996 1. Precariedad 2. Exclusión 3. Marginación García y Malo, 1996 1. Integración 2. Vulnerabilidad y exclusión 3. Exclusión y marginación Tezanos, 1999 1. Integración 2. Vulnerabilidad 3. Asistencia 4. Exclusión Cuadro 2: Propuestas del proceso de marginación. 28 Marginación e integración social ecca Documentos 4. Sobre las causas de la pobreza y la marginación. Lasser (1982) sintetiza algunas de las perspectivas que intentan buscar las causas de la marginación. Entre estos intentos se encuentra la tesis ecológica, como la perspectiva urbanística de Lomnitz (1987) que asimila la marginación con determinadas zonas urbanas; la tesis desarrollista encuentra las causas en las contradicciones del crecimiento económico, la concepción histórico-cultural se basa en el problema de excedente demográfico, la teoría del etiquetamiento o la identificación de la marginación con la cultura de la pobreza de Lewis (1961), que hemos descrito anteriormente, son otras posibles explicaciones. Ahora dejamos a un lado las aportaciones teóricas que sirven de reflexión, para ocuparnos de aspectos concretos antecedentes de la pobreza, la marginación y la exclusión social. Generalmente, los autores coinciden en que estos problemas sociales tienen un carácter estructural, por lo que es necesario una estrategia política para luchar contra ella. "La exclusión es un fenómeno estructural (y no causal o singular), que está aumentando, que tiene un cariz multidimensional (y, por tanto, puede presentar una acumulación de circunstancias desfavorables), y que se relaciona con procesos sociales que conducen a que ciertos individuos y grupos se encuentren en situaciones que no permiten que sean considerados como miembros de pleno derecho de la sociedad" (Tezanos, 1999, p. 31). Pero la exclusión no tiene sólo una dimensión estructural sino contextual y subjetiva que contempla de forma integrada la pobreza, el desempleo y la desintegración social (Renes, 1996). Todo ello implica que la sociedad haga una reflexión seria sobre las causas de la exclusión social y sobre las omisiones concretas de la sociedad que provocan situaciones de marginación: en el mercado de trabajo, la vivienda, la salud y la escuela (González, Estivill y De la Hoz, 1993). La pobreza y la injusticia son fenómenos empíricos, del mismo modo que lo son las estructuras sociales, económicas y políticas que hacen posible el hambre, la enfermedad, la cárcel, etc. (Ellacuría, 1990). "La pobreza y la marginación no son consecuencia de la democracia, son un fenómeno estructural muy antiguo y profundo. Sin duda, la incultura, la baja cualificación profesional, el paro, la mala salud, la disminución física o psíquica, la realización de actividades laborales poco valoradas o marginales, etc., son causas de encontrarse en la pobreza: sin embargo, no hay que confundirlas con la causa de la pobreza. La causa profunda y última de la pobreza está en la entraña misma de un sistema social basado en un concepto utilitarista de la persona y en una filosofía de la desigualdad: esto es lo que permite que aquéllos que se encuentran en peores condiciones para competir acaben en los ecca estratos más bajos de la estructura social: la explotación de los más débiles y la marginación de los menos útiles, así como la justificación ideológica de las posiciones sociales dominantes, son la verdadera explicación causal de la pobreza" (Navarro, 1984, pp. 15-16). La marginación social debe entenderse como el final de procesos complejos que surgen de la combinación de diferentes factores de riesgo. Comprender esto es fundamental en la intervención psicosocial con marginados, que debe atender a toda la trayectoria social y personal, en un contexto concreto. En resumen, las principales causas o portadores de los riesgos de empobrecimiento son los siguientes: 1. Modelo de desarrollo económico: la pobreza del cuarto mundo no es heredada, sino que tiene su origen en el modelo de desarrollo económico, dual, que genera paro, desigualdad e inestabilidad social. Este modelo se basa en el libre mercado y su objetivo es la competitividad y el máximo beneficio, tiende a la concentración y al dualismo produciendo grandes diferencias entre ricos y pobres. Reflexionar sobre las situaciones de necesidad o carencia, implica reflexionar sobre las personas marginales, sobre las estructuras y superestructuras sobre las que se asientan. Se trata de un fenómeno estructural antiguo y profundo, cuya causa última se encuentra en el sistema social, en el orden económico. Los factores estructurales producen el subempleo o desempleo, y en una posición económica que impide el acceso adecuado a los bienes de consumo (comida, vivienda y ropa) e impide el acceso regular a los servicios públicos (educación, salud, ocio). El capitalismo produce desigualdad en el disfrute de los bienes y servicios, siendo la causa de la marginalidad: "A nadie le interesa decir que lo que tenemos es un sistema de escala de explotación, y que cuando hablamos de marginación, nos referimos al último de la escala, porque eso supondría admitir que hay que cambiar el concepto de desarrollo y de economía. (...) En definitiva, hay un poder establecido, que es el financiero, al que obedecen todos los demás. Por encima del poder financiero está el poder político, y por encima de éste, un modelo de desarrollo económico y productivo. No hay marginados, hay supermarginados y superdependientes. Es, al fin y al cabo, el producto lógico de una sociedad de desigualdades" (Fundación Sol Hachuel, 1989, p. 147). El hecho de que aparezcan nuevas formas de pobreza obliga a reflexionar sobre el carácter estructural de las nuevas situaciones y de sus causas (COM, 1992); el informe del Consejo Económico y Social (1997) también considera las causas estructurales, dinámicas y multidimensionales para explicar la exclusión social. Las causas estructurales se refieren a las nuevas formas de creMarginación e integración social 29 Documentos cimiento económico, cambios demográficos, migratorios, poblacionales y del sistema de valores. El sistema económico ha deteriorado las relaciones familiares y la solidaridad interpersonal. El modelo socioeconómico actual no ofrece ventajas a todas las personas, es más, excluye originariamente a muchos. Los elementos básicos de la exclusión social, resumidos por Camarero (1998), son los siguientes: • Gran porcentaje de desempleo persistente consentido por los sistemas sociopolíticos. • La insuficiente aplicación de los derechos sociales. Porque cada ciudadano tiene derecho a un estándar de vida básico y a participar de las instituciones sociales y ocupaciones de la sociedad. • La exclusión como proceso y demanda de intervención estatal: en un momento del proceso la persona reclama soluciones al Estado, y cuando el proceso está muy avanzado la persona suele ser marginada de todos los sistemas estatales, incluso de los que están dirigidos a su problemática. • La relevancia en la sociedad del mercado libre: estar dentro o estar fuera del circuito de relaciones económicas y del consumo. La sociedad actual se dualiza en estar in o estar out, es decir, participar y estar dentro de los sistemas de acceso a ingresos fijos y a las relaciones que eso posibilita, o estar fuera, excluido de esos sistemas. En este mismo contexto, García Roca (1995) describe tres imágenes para representar el espacio social. La primera imagen se construye sobre el vector arriba/abajo, se trata de una sociedad estratificada, con elementos económicos y de reparto de poder que marcan la desigualdad. Esta imagen se ha interesado por la pobreza. La segunda imagen se construye sobre el vector centro/ periferia, donde la organización social gira en un sistema ordenado que tiene sus elementos ajustados. La cohesión está marcada por elementos culturales y de adaptación a las normas sociales, por lo que se ha interesado por la inadaptación como fenómeno agregado a la marginación. La tercera imagen utiliza el vector dentro/fuera, de forma que el excluido está fuera del sistema. Desde esta perspectiva, el problema no es si las personas se favorecen o no en la escala social, sino si tienen un lugar en la sociedad. Para García Roca (1995), en una sociedad estructurada según el dentro/fuera, todas las personas son perdedoras porque las de dentro no se benefician por la expulsión de las otras. 2. Cambios en el mercado laboral, el desempleo. La escasez y precarización de los puestos de trabajo es una realidad de la sociedad de los últimos treinta años, así como la pérdida del poder adquisitivo salarial. El mercado laboral europeo se caracteriza por el crecimiento del paro, la incorporación de la mujer, el envejecimiento de la población en edad laboral, la mayor movilidad de la mano de obra, un medio más competitivo, movimientos migratorios del sur y del este y riesgo de emigración de empresas, todo lo cual puede conducir a la 30 Marginación e integración social marginación social de determinados grupos. Existe un gran número de personas que carecen del medio básico para cubrir sus necesidades, carecen de empleo; estas personas son las protagonistas de la "nueva pobreza". La mayoría de los autores coinciden en destacar el papel del empleo. Peiró y Prieto (1996) diferencian términos como trabajo, ocupación y empleo: el empleo es un trabajo con unas relaciones de intercambio institucionalizadas, regulado por rigurosas normas sociales y conlleva un aspecto económico (Fryer y Payne, 1984); es una actividad realizada en condiciones contractuales por las que se recibe una remuneración (Jahoda, 1987). La ocupación se refiere a la actividad realizada para obtener una fuente de ingresos y determina su posición social, su rol identificable y con significado. Es un aspecto del trabajo que introduce el concepto de rol, es decir, las personas actúan según sus perspectivas y en su interacción con otras personas (Hall, 1986). El trabajo, según Peiró (1986) es un conjunto de actividades humanas, retribuidas o no, productivas o creativas, que permite obtener, producir o prestar servicios, mediante el uso de técnicas, instrumentos, materias o informaciones disponibles. En esta actividad, la persona aporta energías, habilidades, conocimientos, recursos, y obtiene compensación material, psicológica y/o social. El paro y el desempleo, básicamente estructurales, son las causas desencadenantes de la mayoría de las situaciones de marginación. El empleo (entendido también como trabajo y ocupación) no sólo es factor de creación y distribución de riqueza sino también es un elemento de dignificación personal lo que significa que la recompensa económica no es la única, a veces ni la más importante, motivación del individuo para realizar un trabajo. La importancia de tener empleo se debe, además de ser el medio básico de subsistencia, a que actúa como plataforma para el establecimiento de relaciones sociales, le permite establecerse metas y tener expectativas, impone estructura a nuestra vida, ofrece contactos regulares, fuerza a realizar una actividad, forma parte de la identidad social y el autoconcepto del individuo, le extrae de la posible rutina doméstica, es importante en el desarrollo de habilidades y creatividad y en el control de la propia vida. El trabajo es el elemento central del ser social del hombre, y principalmente desde pensamientos socialistas, es el elemento fundamental de integración. En contraposición, el paro es un elemento decisivo en la marginalidad actual ya que aunque no todos los desempleados se encuentran entre los sectores marginados, la mayoría de los marginados se encuentran entre los permanentemente desempleados o endémicamente subempleados. El desempleo afecta a la salud entendida en su sentido más amplio, incluyendo aspectos físicos, sociales y psicológicos. Son muchas las consecuencias psicológicas del desempleo, desde la crisis económica hasta el impacto en la familia, la pérdida de identificación grupal, el conflicto de valores que puede llevarle tanto a bajar el nivel de aspiraciones como a aceptar propuestas ecca Documentos que en otro momento consideraría inaceptables, a entrar en el mundo de la delincuencia, etc. Pero la amenaza del paro también afecta a los que poseen un empleo, García (1985) y Torregrosa (1980) coinciden en apuntar que en épocas de déficit laboral se produce un aumento del miedo a quedar en paro y, en general, efectos negativos en los trabajadores y en los estudiantes que están finalizando su formación. El subempleo es una actividad laboral de baja productividad, que se desempeña con poca eficiencia. El sector informal urbano comprende esas ocupaciones que perciben escasos ingresos y carecen de prestaciones laborales, en cambio el sector formal del empleo comprende las ocupaciones que cumplen los requisitos legales. Los marginados son los sujetos idóneos para ser explotados en el sector informal por carecer de formación cualificada y tener necesidades básicas. El tipo de empleo que se está creando, mayoritariamente, es empleo precario porque además de ser empleo temporal, supone bajos salarios, inseguridad contractual, escasas posibilidades de promoción y formación, escasas condiciones de salubridad, falta de derechos sindicales y laborales, etc. En general se trata de empleos con condiciones sociales negativas que significan precariedad, lo que se expande a áreas ajenas a lo laboral: sus efectos son de marginación social porque las personas y familias que los padecen son privadas de un nivel de renta suficiente para cubrir sus necesidades. Generalmente, los excluidos sufren un desempleo endémico, de larga duración y sin prestaciones; a pesar de que el acceso al empleo regularizado es muy reducido, existe gran actividad económica. Es lo que los autores denominan empleo de exclusión, que intensifica su propia exclusión: trabajan desde más jóvenes y dejan de hacerlo cuando son más mayores, no cotizan a la seguridad social, la remuneración media es menor, los trabajos suelen ser de venta ambulante, jornaleros agrícolas y otras actividades marginales como la mendicidad y la prostitución. Por lo tanto no se puede decir que existe inactividad sino falta de reconocimiento social y estigmatización del trabajo que realizan. El problema central actual no es el de las malas condiciones del trabajo, sino el de las malas condiciones sociales en que se encuentran los que carecen de trabajo o tienen un empleo precario. La aportación de la psicología social no debe quedarse en el estudio de las consecuencias negativas del desempleo, sino que debe diseñar intervenciones que minimicen estos efectos negativos, y en ningún caso esos programas psicosociales podrán sustituir un puesto de trabajo remunerado. 3. Sistemas de Protección Social. Existen numerosas lagunas en los sistemas de seguridad y protección social, acompañada de la actual política de recortes en los mismos. No cabe duda de que la consideración que se tenga de las causas que provocan o facilitan la marginación social, va a influir en las políticas de intervención, el modo y las características de las intervenciones. ecca Las políticas contra la exclusión social pueden ir desde la aplicación de medidas legislativas o económicas hasta la implantación de dispositivos que no van a la raíz de las causas del problema. Se puede, por ejemplo facilitar la inserción a algunos marginados sin producir excesivos cambios sociales, sin afrontar cuestiones fundamentales como el tema de la vivienda o el empleo. Estos dos objetivos suponen para cualquier sociedad unas medidas político-financieras muy decididas. Incluirían la exigencia de una auténtica revisión de la escala de valores asumida por el conjunto del país. Sin esta premisa muy difícilmente se puede esperar que la lucha contra la exclusión conlleve efectos globales y duraderos. Si no se utilizan estrategias globales donde los marcos sociales sean los objetivos de la intervención, sólo se realizarán experiencias concretas de inserción en el ámbito local. Se puede decir, por tanto, que en España existe la exclusión asistida, es decir, protegida socialmente. Sin embargo, los excluidos perciben menos pensiones contributivas e inferiores que la población general, especialmente cuando se acaban los empleos precarios y las prestaciones de desempleo, por lo que no se puede afirmar la hipótesis de la dependencia como característica de la exclusión. 4. La desigualdad social derivada de los factores anteriores. Hay pobres porque hay abundancia y no todos participan de ella, es decir, la pobreza es consecuencia de la desigualdad propiciada por el sistema. Desde esta perspectiva, la pobreza tiene un carácter estructural, donde una serie de factores relacionados, determinan esas situaciones de pobreza. El Estado y la Administración Pública en sus diferentes niveles generan formas concretas de exclusión a través de su ordenamiento jurídico, porque los derechos no se materializan para todos, sino que hay personas que quedan excluidas. Incluso puede pensarse que la sociedad excluye a determinados grupos como mecanismo de cohesión y adaptación del resto no integrado. 5. Otros factores, como los cambios en la estructura familiar y factores individuales. Los cambios en los sistemas de valores de las familias han provocado el aumento de la cantidad de personas que viven solas o sin hogar, sin apoyo social, dando lugar a concentraciones de población urbana conflictivas. Asimismo, factores individuales que llevan a ciertas personas a situaciones de analfabetismo, soledad, ignorancia o enfermedad. Apenas unas líneas para recordar que abordar el tema de la pobreza en España implica reconocer la existencia de la pobreza en el mundo, que tienen en común causas similares, responsabilidades y soluciones parecidas. Mientras los países avanzados progresan tecnológicamente y viven en democracia y bienestar, gran parte de la humanidad se debate entre la pobreza, el hambre o la enfermedad, países condenados a la dependencia económica y al subdesarrollo, distanciados cada vez más de los países ricos. Fuente: Psicología de la marginación social. Concepto, ámbitos y actuaciones. Mª del Pilar Moreno Jiménez Marginación e integración social 31