¿Porqué celebrar un contrato o un convenio? Al parecer, o al menos en nuestra experiencia, el otorgamiento de contratos no es una constancia, tal y como debería serlo en el día a día de los actos que celebra la gente. En efecto, cotidianamente y muchas veces sin estar al tanto, las personas realizan actos que tienen relevancia jurídica y no todos ellos son adecuadamente protegidos por contratos o convenios que establezcan con claridad los derechos y obligaciones de las relaciones comerciales o civiles que implican tales actos. En términos generales, y tomando en consideración que los lectores de este boletín no necesariamente son abogados, los convenios o contratos se definen como acuerdos entre dos o más partes en los que se manifiesta la voluntad de éstas para crear, transmitir, modificar o extinguir derechos y obligaciones. Algunos contratos y/o convenios deben revestir o contemplar determinadas formalidades a efecto de ser validos (e.g. sobre bienes inmuebles) , y algunos otros simplemente pueden vivir libres de formalidad (e.g. compra en tiendas de autoservicio). Sin perjuicio de lo anterior, en ocasiones resulta sumamente importante celebrar como mínimo dichos actos por escrito, de tal forma que los términos generales de los derechos y obligaciones en la relación queden definidos con mayor detalle y no solamente sujetos a la interpretación de los contratantes. Como ejemplo de lo anterior, entre otros, se pueden citar los contratos de arrendamiento o comodato de inmuebles, los prestamos o mutuos, o los depósitos, en los que más comúnmente de lo que se piensa, las personas dejan de otorgar, al menos por escrito, algún convenio o contrato que les avale dichos derechos y obligaciones, cuestión que, en caso de incumplimiento o diferencias de interpretación, les provoca inseguridad jurídica por estar desprotegidas para reclamar el cumplimiento, o tener claridad en sus intereses. La clara importancia en la existencia de un contrato o convenio deviene de que éstos se constituyan como “sacos a la medida” de la relación específica que se pretenda regular, pues son documentos en los ha de quedar plasmado con el mayor detalle y entendiblemente, todo aquello a lo cual quieran someterse protegiéndose sus intereses, ya que este será el marco regulatorio que prevalecerá ante otras disposiciones de acuerdo a los principios Pacta Sunt Servanda (Lo pactado debe ser cumplido) y la voluntad es la ley suprema en los contratos. En el mismo sentido, se recomienda a los lectores en la medida de lo posible alejarse del uso de los llamados contratos “machotes”, pues si bien cubren cuestiones generales, en la mayoría de las ocasiones se alejan de especificaciones necesarias en la relación de las partes, que a la postre pueden resultar generadores de conflictos por haberse omitido una correcta redacción. La atención de un abogado especialista disminuye en un gran porcentaje dichas deficiencias y consecuentemente se evitan dolores de cabeza innecesarios que tendrán un mayor costo al momento de pretenderse la solución de problemas. Aunado a lo ya descrito, y para mayor claridad, los contratos o convenios son importantes medios de prueba al momento de llevarse ante un juicio o arbitraje, pues será a la luz de éstos que el juzgador decida los ya citados derechos y obligaciones, y deduzca la voluntad de las partes al momento de efectuar el acto que dio nacimiento a estos documentos. De otro modo, es decir, de no contar con ningún documento, se complicaría radicalmente la tarea del juzgador o árbitro en detrimento directo de los intereses de los mismos contratantes. En suma, en estas breves palabras se exhorta a los lectores a protegerse celebrando contratos o convenios que puedan darles certeza y seguridad jurídica a sus relaciones. Att. Vizcaíno y Vizcaíno Asociados, S.C.