Ello Yo Super yo El ello constituye el polo pulsional de la personalidad; sus contenidos, expresión psíquica de las pulsiones, son inconscientes, en parte hereditarios e innatos, en parte reprimidos y adquiridos. Desde el punto de vista económico: es el reservorio primario de la energía psíquica. Instancia que Freud distingue del ello y del super yo en su segunda teoría del aparato psíquico. Su función es comparable a la de un juez o censor con respecto al yo. Desde el punto de vista tópico: se encuentra en relación de dependencia aunque se presenta como mediador su autonomía es relativa. Desde el punto de vista dinámico: representa el polo defensivo, pone en marcha los mecanismos de defensa por percepción de un afecto displacentero (angustia). Desde el punto de vista económico: el yo aparece como un factor de ligazón entre los procesos psíquicos, pero en las operaciones defensivas se contamina de los caracteres del proceso primario y se vuelve compulsivo, repetitivo. Freud habla de yo (Ich) desde sus primeros escrito designando este término a la personalidad en conjunto. Funciones: conciencia moral, autoobservación, la formación de ideales. Núcleo de un conjunto caótico de fuerzas dinámicas e impulsoras que pugnan exclusivamente por una descarga, pero que reciben constantemente nuevos estímulos de las percepciones internas y externas que se hallan bajo la influencia de factores somáticos que determinan la forma en que esas percepciones han de ser experimentadas. El yo es una parte del ello modificada por la influencia del sistema de percepciones, o sea, el representante del mundo exterior, real, en lo anímico. Representante del mundo externo. Es la primera identificación que hubo de ser llevada a efecto. Desde el punto de vista dinámico: entra en conflicto con el yo y super yo que, desde un plano genético constituyen diferenciaciones. Es el núcleo de nuestra esencia. Es accesible sólo a través de otra instancia psíquica. El ello tiene conexión con el aparato psíquico y el soma a través de la libido que es toda la energía psíquica que tiene que movilizarse. Esta energía permite que haya dinamia entre las instancias, haciendo así la actividad psíquica, los procesos mentales, afectivos y emocionales. En él actúan los instintos primordiales, que son: los tres tipos pulsionales: erótica, thanática y narcisista. El ello no tiene consideración alguna por la seguridad individual, no reconoce el miedo, aunque puede producir los elementos sensoriales de la angustia. Obedece al principio de placer. Tiene por función la auto conservación, que parece ser desdeñada por el ello. El ello (das) fue introducido en 1923. Sin embargo, el ello, pretende descargar su material a través del yo, pero el super yo es el que se encarga de ver si le permite o no. El Yo se halla constituido por identificaciones sustitutivas. Utiliza sensaciones de angustia como señales que indican peligros amenazantes para su integridad. Un Yo fuerte puede llevarse bien con el ello y el super yo. Es el heredero del complejo de Edipo, y sólo queda establecido luego del declinamiento del mismo. Se forma por interiorización de las exigencias y prohibiciones parentales. El super yo (Ubre – Ich) fue introducido en 1923. Su excesivo rigor no se ajusta a un prototipo real, sino que corresponde a la intesidad del rechazo dirigido contra la tentación del complejo de Edipo. Empieza a formarse desde temprano en la infancia. No deja de ser notable que el super yo despliegue a menudo una severidad de la cual los padres reales nunca sentaron precedentes. El super yo asume una especie de posición intermedia entre el ello y el mundo exterior, reúne en sí las influencias del pasado y del presente.