Entrevista publicada en Télam Link: http://www.telam.com.ar/notas/201401/48683-la-denominacion-de-secta-esun-modo-peyorativo-que-usa-la-iglesia-para-descalificar-otros-modos-de-vivir-lafe.html Domingo 19 de enero de 2014 Religión, cultura y política en las sociedades del siglo XXI Verónica Giménez Béliveau y Emerson Giumbelli (coords.) Colección Sociedad y Religión Por Pablo Chacón En Religión, cultura y política en las sociedades del siglo XXI, la socióloga Verónica Giménez Béliveau coordina -junto al antropólogo Enerson Giumbelli- un colectivo de investigación dedicado a explorar las nuevas formas de religiosidad que atraviesan toda América Latina y su articulación con los estados, la cultura y su diversidad de acuerdo a los países y las regiones. El libro, publicado por la casa Biblos, está compuesto, entre otros, por trabajos de Fortunato Mallimaci, Roberto Cipriani, Otávio Velho, Ana Teresa Martínez, Gustavo Andrés Ludueña, Enzo Pace y por los mismos coordinadores. Giménez Béliveau se doctoró en Sociología en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París y en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Es profesora adjunta del programa de doctorado de la Facultad de Ciencias Sociales de esa casa de altos estudios. Esta es la conversación que sostuvo con Télam. T : En principio, ¿cómo está organizado el libro? G : El libro presenta una reflexión sobre las formas de pensar la religión y la cultura en las sociedades latinoamericanas contemporáneas a partir de varios ejes: la relación entre las religiones y los estados, los modos teóricos y metodológicos que usamos para pensar la religión, la relación entre religión y la sexualidad, y por último, la mirada sobre la relación entre religión y sexualidad en distintos lugares del mundo. T : Se habla de religión, política y cultura. En América Latina o en cualquier otro lugar del mundo, ¿es posible diferenciar esas tres esferas de modo tajante? Si es así, ¿cuál sería la metodología? G : No es posible diferenciar del todo religión, política y cultura: está claro que se separan institucionalmente, y que hay procesos que podemos distinguir claramente como actuantes en una o en otra esfera, pero también es claro que en la vida social las personas y los grupos transitamos distintos espacios que son, muchas veces, religiosos, políticos y culturales. La separación institucional es uno de los procesos que marcan el inicio de la modernidad, y que crean estructuras institucionales como las iglesias separadas de los estados, el episcopado o el rabinato de un país diferenciado, por ejemplo, de la cámara de diputados o de las autoridades del ejecutivo. Una celebración de bautismo, la circuncisión de un niño, una santa cena son celebraciones religiosas, pero no es tan claro que el Te Deum, que se celebra en la Argentina cada 25 de mayo, sea una conmemoración sólo política, o sólo religiosa. Se dan articulaciones, solapamientos entre las distintas esferas de actividad, y el estudio de esas intersecciones es, precisamente, uno de los temas de este libro. T : La cantidad de sectas (generalmente de origen protestante pero también el fenómeno del sincretismo), ¿qué está queriendo decir sobre América Latina? G : Desde las ciencias sociales preferimos no hablar tanto de sectas, sino de diversidad religiosa. En su versión de sentido común, la denominación de secta es un modo peyorativo que la Iglesia usa para descalificar otras formas de vivir la fe, y otras organizaciones religiosas que le disputan terreno. La diversidad creciente de creencias en América Latina nos habla, por un lado, de la mayor visibilidad de fenómenos, algunos de los cuales son muy antiguos, como las iglesias protestantes, o los cultos indígenas, y por otro lado de una mayor difusión de opciones variadas de practicar la religiosidad en una sociedad que no reconoce organizadores de la fe exclusivos, como la Iglesia católica. La sociedad moderna trae consigo distintas opciones de consumo de bienes y servicios, y esto se ve también en el ámbito de lo religioso y las creencias, cuyas opciones se multiplican. T : En los casos que conozco o bien en algunos que me han contado, las normas (de esas sectas) sobre la cuestión de la sexualidad parecen ser más abiertas, pero cuando se produce un incidente que excede la legalidad (de la secta) siempre hay una intrusión del estado. ¿Que opinás al respecto? G : No sé a qué casos te referís; el tratamiento de la sexualidad en los grupos religiosos es tan variado como los mismos grupos, desde esquemas de mayor aceptación de la diversidad sexual y de las prácticas de cuidado frente a enfermedades sexualmente transmisibles hasta modelos más cerrados a cualquier cosa que se aparte del sexo fuera del matrimonio y con fines reproductivos. Los grupos religiosos deben anotarse, según una ley que data de la época de la dictadura de Videla, en un registro, pero eso no quiere decir que el estado intervenga cuando no lo hacen. La intervención del estado y de su poder de policía se da cuando se ha cometido algún delito, como en el caso del proceso contra Julio Grassi por abuso de menores que estaban a su cuidado, porque estaban a su cuidado, no por su jerarquía religiosa. T : Sin embargo, en el mundo protestante, las rarezas suelen pasar a la pantalla grande. Frederic Beigbeder acaba de estrenar El amor dura tres años, Roman Polanski está por estrenar La Venus de las pieles", Lars von Trier, Ninphomaniac. ¿Cómo entender este fenómeno? G : El hecho que el cine, o la literatura, se ocupen de ciertos fenómenos no nos habla necesariamente de su mayor difusión. También en el ámbito católico el cine se ha ocupado de fenómenos como las posesiones demoníacas y los exorcismos, por ejemplo, y esos fenómenos suceden en casi todos los cultos, desde el judaísmo y el Islam hasta el catolicismo y el protestantismo. T : ¿Cuál es el rasgo diferencial que puede aislarse de América Latina respecto al resto del mundo, en cualquiera de los campos de estudio? G : América Latina muestra una gran vitalidad religiosa, una sociedad atravesada por los procesos de modernización en la que se mezclan grupos de población no creyente con mayorías creyentes, y practicantes de distintos tipos de cultos, ortodoxos unos y sincréticos otros. La convivencia de las opciones religiosas, y su particular modo de articularse con las organizaciones políticas y estatales en cada uno de los países, es lo que caracteriza a América Latina.