“El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que Vivian en tierras de sombras, una luz brillo sobre ellos ”(Is 9,1) “A partir de entonces, bajo la acción particular del Espíritu Santo, este corazón, el corazón de ambos una virgen y madre, siempre ha seguido la obra de su Hijo y va hacia todos aquellos que Cristo ha abrazado y abraza continuamente en su amor inagotable. Por esta razón, su corazón también debe tener el carácter inagotable de una madre. La característica especial de este amor materno que la Madre de Dios en el misterio de la redención y la vida de la Iglesia encuentra su expresión en su singular proximidad al hombre y todo lo que le sucede a él. Es en esto que el misterio de la Madre. La Iglesia, que la mira con amor y esperanza particularísima, desea apropiarse de este misterio de manera cada vez más profundo. En el presente de la Iglesia también reconoce el camino para su vida diaria, que es cada persona” (Redemptor hominis 22,4) María, necesitamos encontrar tu rostro materno en la Iglesia y en el mundo de hoy, para que Jesús pueda nacer y su luz pueda brillar en las tinieblas, para que esas tinieblas no nos cieguen, para que podamos ver tu acción en medio de todos los acontecimientos de la vida. Tú, María, conoces a Jesús como nadie, por eso, deseamos unirnos a tantos que te llamar madre de familia y viven en contigo esta relación de hijos muy queridos. A tantos que quieren caminar en la luz. Madre queremos aprender a estar contigo, queremos que nos muestres el Niño Jesús. Tú le sientes y vives con Él tan cerca, como nosotros necesitamos vivir con Él. Tú, madre, quieres compartir con nosotros la presencia de tu Hijo. Te vemos María y reconocemos que tienes un corazón que se deja estremecer por Jesús, por el Hijo amado. Mamá nos surge del interior una pregunta existencial Qué salvador descubriste en ese Niño? Qué significa María, que Dios haya escogido una mujer frágil, de nuestra raza, que haya querido una familia para ayudarlo en esta obra, para tomar esta humanidad nuestra y ser carne de nuestra carne? Nuestro corazón anhela descubrir este amor íntimo con Jesús, esa relación que tú María tuviste con Él. Miramos para la familia de Nazaret y te vemos María como esa madre atenta. Madre, pensamos en tus sueños que se fueron transformando en el sueño de Dios y ahí está la respuesta a las preguntas, fuiste conociendo a Dios y reconociste que Él escoge a los humildes. Día a día fuiste capaz de escuchar y vivir con la consciencia que tu vida no te pertenecía. Aprendiste a dar la vida y a hacer presente a Otro, a Dios, en lo cotidiano de tu vida. Vivías el servicio de una madre: limpiar, lavar, cocinar, barrer, tú dejaste que Dios tuviera el primer lugar, siendo la Sierva del Señor, la servidora del Dios Todopoderoso. Ahora es tiempo de agradecer, porque a través de ti tenemos un tesoro en las manos y llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se pueda ver que es Dios quien actúa. Así viviste tú María, con el tesoro de ese Niño y en medio de la fragilidad, pero Dios agradeció tu disponibilidad. Danos un corazón centrado en Ti, Señor, que como María te busquemos y que nuestra mayor alegría sea vivir para amar. Podríamos decir, amar a quién? Amar a Jesús en medio de las realidades que la vida nos presenta. No fuera de la realidad. Sí, encontrarle en las realidades de hoy: momentos pequeños y grandes en la familia, en los momentos de definirnos de decir lo que pensamos, lo que creemos, en los momentos en que nos enfrentamos con los otros, momentos de dificultad, cuando tenemos que pedir perdón, cuando sentimos que los otros nos hieren, cuando nos salen las cosas bien, cuando sentimos que no alcanzamos los objetivos. María, gracias por tu corazón tan grande. Te damos gracias por no esquivar ninguna situación de tu vida, por estar presente y por enseñarnos a nosotros. Tú permitiste que tu corazón latiera al unísono con el de Dios. Que podamos dejar que el nuestro se acostumbre a latir con el de Dios. Contigo María, queremos ver durante esta semana los lugares donde nos movemos. Que Jesús pueda moldear nuestra vida con su venida, que podamos hacer de los lugares donde acontece nuestra vida lugares sagrados, porque Dios está en ellos. Que te podamos servir Señor en los sitios donde estamos. Que nuestra familia pueda sentir tu presencia, que a nuestros amigos les llegue la alegría de tu salvación, que nuestras comunidades puedan vivir bajo tu mirada. Que podamos creer que tú nos haces responsables de nuestras familias, de nuestras comunidades de los sitios donde estamos inseridos, no porque nosotros podamos sino porque tú vienes con nosotros. Porque solo quien descubre el valor que tú le das a la realidad humana, mira para las circunstancias de la historia, como una historia amada y redimida por tu encarnación. Lunes Te agradecemos Jesús, por todos los ambientes donde se deponen las armas y se transmite el amor. Gracias Jesús por las familias, por las instituciones, por las vidas anónimas que van forjando en la humanidad la capacidad para amar más, para creer que podemos transformar nuestros ambientes desde el amor. (Is 2,2-5) Martes Te pedimos Jesús que delante de las situaciones desconocidas, de las situaciones que nos superan y con las cuales se nos hace más difícil la vida cotidiana, situaciones que nos causan miedo o inestabilidad, que a veces nos cuesta amar y perdonas. Realidades como la carencia económica, la criminalidad, la soledad de tantas personas, la degradación de tantas personas, danos el poder ser portadores de la Buena Noticia de tu presencia y amor en todas las situaciones de la humanidad. (Is 9) Miércoles Ayúdanos Señor a caminar como la Iglesia que se reconoce tu cuerpo. Que esta realidad nos haga estar activos en la construcción de la fraternidad. Que este tiempo de adviento nos abra los ojos a lo que significa para ti cada vida. Danos esa humanidad que tú tuviste para convivir con todos y para salvar lo que estaba perdido. (1 Cor 13) Jueves Te pedimos Jesús que demos valor a lo que hay de rutina en nuestras vidas. Sí, a veces, vemos la rutina como negativa, pero hay mucho de nuestra vida que es realizar las mismas actividades. Danos entrañas de misericordia, para no depreciar nada de lo que es humano. Que podamos vivir cada día con la certeza que tú lo estás llenando de vida, de fuerza y sobre todo, de esa Vida que no es solo para este presente, que es para compartir contigo siempre. (Lc 2,6-7) Viernes Jesús, danos un corazón misericordioso que continuamente se deje amar en sus incapacidades, para que estas se transformen en posibilidad para otros. Solo así muchos podrán descubrir que tú miras el corazón, no te fijas en las apariencias. Que podamos vivir bajo la profundidad de tu mirada que siempre ve posibilidad. (Lc 1,47-50) Sábado Mamá, que nuestro corazón se una al tuyo para vivir con más fuerza que somos imagen y semejanza del Dios que es amor. Que como tú madre, podamos creer que hay mucho de amor sembrado en nuestro corazón, que Jesús está naciendo en nuestras vidas, que eso es verdad, porque Él ya lo realizó. Te pedimos esa fe sencilla como la tuya (Lc 1,37)