L a herbolaria en la Nueva España y su empleo en la botica del Colegio de Vizcaínas 1775-1780 Herbalism in New Spain (Mexico) and its use in the Colegio de Vizcaínas pharmacy 1775–1780 Norma Balderas Sánchez norma_magia@hotmail.com Resumen: E l conocimiento de las plantas medicinales ha sido un factor indispensable que ha ayudado al hombre a combatir las enfermedades y los embates del clima desde hace muchos siglos atrás. En el caso particular de la Nueva España, su medicina estuvo enriquecida tanto por los saberes anatómicos y botánicos de sus primeros pobladores mesoamericanos, como por la herbolaria y las teorías humorales que trajeron consigo los europeos durante la conquista. No obstante, es hasta el último tercio del siglo XVIII, que aún se sabe sobre el menosprecio de los conocimientos indígenas en el mencionado campo, por la comunidad académica. En este sentido, el siguiente texto buscará desentrañar cómo funcionaba una botica virreinal, antes que la Cátedra de Botánica se estableciera y nuevas ideas transformaran la percepción de los novohispanos sobre sus recursos naturales. Para lograrlo se recurrirá al micro universo que fue el Colegio de Vizcaínas y el objeto de estudio son los recetarios que los médicos escribieron de 1775 a 1780, respecto a cuáles eran las medicinas que sus pacientes deberían tomar. Palabras clave: Nueva España, herbolaria, botica, Colegio de Vizcaínas. Abstract: The awareness of medicinal plants has been a major factor which has helped mankind both fight disease, and withstand the weather’s battering for many centuries. Particularly New Spain’s medicine was enhanced by the botanical and anatomical understanding provided by the first Mesoamerican settlers as well as by herbalism and the humoral theories that Europeans brought with them during the conquest. Nevertheless, it was not until the last third of the XVIII century that the underestimation of the indigenous knowledge in the aforementioned field raised the Academic Community’s interest. That is why this text intends to disentangle the way pharmacies worked during the núm. 11, 2012, pp. 47-59 viceroyalty period before the Cátedra de Botánica (Botanics Professorship) was established and even before new ideas transformed the New Spainers’ perception of their natural resources. In order to attain this goal we will turn to the micro universe of the Colegio de Vizcaínas (Vizcaínas College) and the subject of study are the prescription pads written by doctors from 1775 to 1780, used for writing prescriptions to their patients. Keywords: New Spain, Herbalism, Pharmacy, Vizcainas College 47 Norma Balderas Sánchez García Gabino Eduardo Castrejón H oy en día cuando se tiene algún dolor o malestar en el cuerpo, es común que se recurra en primera instancia al típico té que ha sido recomendado generación tras generación, dejando para después al antibiótico recetado por el médico de cabecera. Esto puede suponer que las razones que anteponen a los remedios populares por sobre los medicamentos procesados, divergen entre los agentes químicos que contiene la aludida bebida, en conjunción con la fe ciega con la que el pueblo ha dotado a sus componentes y los ha calificado como benéficos. Sin embargo, para comprobar la verdad científica detrás de la tradición, los investigadores más modernos se han dedicado a la ardua tarea de analizar cuáles son las propiedades naturales responsables de dichos efectos; sorprendiendo indudablemente los avances que se han logrado, gracias a la consulta de los viejos textos medicinales que una vez fueron desdeñados por su supuesta “superchería”. Motivo por el cual es de trascendental importancia volver la mirada y reformular todo aquello que se daba por sentado; empleando como objeto de estudio, para esta ocasión, al Colegio de Vizcaínas, primera institución novohispana en ofrecer una educación laica a sus estudiantes y que hasta la fecha continúa con su labor académica. Las obras que se refieren a sus fundadores y a las niñas que ahí se instruían son abundantes, pero poco o casi nada se sabe sobre cómo y con qué eran tratadas las enfermedades que sus habitantes adquirían, resultando de ahí un entrañable micro universo provisto de toda una idiosincrasia y una serie de costumbres que por su singularidad es necesario rescatar. Antes de abordar el estilo de vida que llevaban las alumnas, es importante conocer sobre el entorno general en el que se desarrollaba la sociedad de su tiempo y sus propios antecedentes con respecto a la medicina. Por lo que durante las primeras páginas el lector podrá encontrar un breve resumen de las diferentes prácticas curativas que se emplearon en el territorio a través de los años, para posteriormente entrar de lleno a lo concerniente con la botica de la mencionada institución. La temporalidad en la que se basó este artículo se debe, en primera instancia, a que ya mucho se ha referido sobre los cambios que se dieron en la medicina, gracias a la Expedición Botánica de 1786; pero es imposible notar claramente las diferencias que se originaron, si antes no se tiene un punto de comparación como lo es el presente caso. Pues tal y como explica Hipólito Villarroel en el texto Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España, hasta finales del siglo XVIII, varios recursos naturales oriundos del territorio, todavía eran desperdiciados a comparación de las “rancias, hediondas y desconocidas [hierbas medicinales] a que nos sujetamos por los recetarios y farmacopeas de los médicos, sacados de los oráculos.”1 Queda abierta la invitación para que los investigadores visiten el archivo Vizcaínas; donde además de existir información relativa a la educación femenina en el instituto y en otros colegios novohispanos, también se cuenta con toda una serie de textos referentes a la historia de los vascos en México. Disponiéndose asimismo, con una sección de fotografías y partituras musicales del colegio, que esperan por ser analizadas. 1 48 Hipólito Villarroel, Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España, México, Porrúa, 1999, p. 220. LA HERBOLARIA EN LA PATRIMONIAL NUEVA ESPAÑA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO La herbolaria mesoamericana: entre ciencia y magia Humanidades Para hablar sobre las plantas y remedios que los antiguos mesoamericanos emplearon para tratar a sus enfermos, se debe tener en cuenta que muchos de sus documentos han desaparecido por el “peligro” que en su momento llegaron a representar durante la conquista espiritual del territorio. Algunos de los vestigios que han quedado son los murales de Tepantitla y los frescos de Bonampak2 por ejemplo, o los compendios que se crearon posteriormente a la llegada de los españoles. Desgraciadamente y como suele acontecer en el oficio del historiador, estos documentos no pueden asegurarse totalmente representantes de las tradiciones precolombinas por el simple hecho que su fecha de elaboración y los términos que emplearon ya denotan la intervención europea. Aún así, y gracias al valioso trabajo de varios estudiosos, se han podido identificar las características principales de la medicina indígena y bajo qué parámetros clasificaban a las plantas que ellos manipulaban. La enfermedad para los nahuas podía ser producto de una deidad que estaba molesta por el quebrantamiento consciente o inconsciente de alguna prescripción religiosa por el hombre, la acción de un brujo o la influencia del calendario. Sin embargo, también entendían que el hombre era capaz de repercutir en su vida a través de sus acciones; razón por la cual en sus remedios, lo mágico y el conocimiento empírico iban tomados de la mano. Era considerado buen médico aquel que tenía un amplio conocimiento de las plantas y las distintas partes del cuerpo, mientras que el mal médico era “inhábil, en lugar de sanar empeora a los enfermos con el brebaje que les da. Y aún a las veces usa hechicerías o supersticiones por dar a entender que hacen buenas curas.”3 Aquellos que estaban predestinados a dedicarse a la medicina4 podían llegar a ella a razón del día de su nacimiento,5 el tener algún defecto físico y/o la simple herencia del oficio que practicaban sus padres.6 Para la venta, preparación y dispensación de los remedios y medicamentos intervenía otro personaje que recibía el nombre de Panamacani o Panamacac, del cual existían dos variantes: “Los Papini, quienes utilizaban plantas narcóticas para conocer el diagnóstico y encontrar el tratamiento del paciente y los Tepatiani que conocían las propiedades y secretos de las plantas con fines curativos y mágicos.”7 Para conocer sobre las plantas que en los murales se representan, véase a Xavier Lozoya, Los señores de las plantas. Herbolaria y medicina en Mesoamérica, México, Pangéa Editores, 1990, pp. 25-33. 3 Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España. Tomo 2, México, Editorial Patria, 2ª edición 1989, p. 597. 4 Entre los mexicas, Titici o Tlámatica era como se llamaba a los médicos que atendían los problemas “generales” de salud. Mientras que para sanar una fractura o luxación se debía recurrir con el Tepoztecpahtiani. Por su parte al cirujano se le denominaba Texoxotlaticitl y a los sangradores se les llamaba Tezoctectezoani. Existiendo también el especialista en ojos conocido como Texpatiani, el que curaba los males en el oído, Tenacazpatiani, y el responsable del cuidado de los dientes, Tlancopinaliztli. La evolución de la farmacia en México, México, UNAM: Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, 2001, p. 17. 5 Para el pueblo mexica, el tiempo podía ser contabilizado a través de dos calendarios distintos, el Xihuitl y el Tonalpohualli. Este último en particular, era empleado para adivinar el futuro. Cada vez que un niño nacía, era costumbre que se le llevara con el Tonalpouhque, quien pronosticaba el porvenir del infante a través de su fecha de alumbramiento. Eduardo Matos Moctezuma, Tenochtitlan, México, F.C.E., 2006, p.149. 6 María del Carmen Anzores y Bolaños, La medicina tradicional en México. Proceso histórico, sincretismo y conflictos, México, UNAM, 1983, pp. 49-50. 7 “Los Panamacac conocían varias formas farmacéuticas semejantes a las actuales: los zumos Pascatl, extraídos de hojas, raíces y flores frescas, las infusiones y cocimientos de las mismas partes, jarabes, aceites, emulsiones, polvos, pastas, ungüentos, emplastos y pociones.” Juan Francisco Sánchez Ruiz y Valentín Islas Pérez, La evolución de la farmacia en México, México, UNAM: Facultad de Estudios Superiores 2 49 Norma Balderas Sánchez García Gabino Eduardo Castrejón La clasificación botánica tenía tres grandes órdenes naturales que eran: las plantas leñosas, mentales o flores y las plantas medicinales, dándose también la identificación de plantas por familias como la de los frutos agrios y la de los frutos dulces, entre muchas otras,8 llamándose Ticiámatl o Amochpatli, los libros que contenían dichos saberes.9 Las invocaciones y los conjuros fueron otros de los elementos propios de sus métodos curativos junto con las mandas, las extracciones y las famosas limpias. La mezcla entre lo sobrenatural y los efectos químicos que las hierbas provocaban en el hombre ocasionó que posteriormente los españoles vieran con malos ojos a estas prácticas y se les persiguiera por brujería. Pero de eso se hablará más adelante cuando se toque lo concerniente al Protomedicato. El mestizaje de la herbolaria. Chalchiuhtlicue y Dios Padre Entre las cosas que más impresionaron a los europeos cuando llegaron a América estuvo la increíble riqueza tanto vegetal como animal que había en el territorio. Personajes como Cristóbal Colón y Hernán Cortés fueron de los primeros en alabar el variado conocimiento que tenían los aborígenes sobre sus recursos naturales, tal y como se puede apreciar en la descripción que hizo el conquistador sobre la zona comercial de México-Tenochtitlan: “Hay calle de herbolarios, donde hay todas las raíces y hierbas medicinales que en la tierra se hallan. Hay casa como de boticarios donde se venden las medicinas hechas. Así potables como ungüentos y emplastos… Venden mucha leña y carbón y hierbas de comer y medicinales…”10 La necesidad de curar sus cuerpos maltrechos y cansados por las batallas y el clima obligó a los españoles a recurrir en un principio a los médicos indígenas, ya que sus hombres se enfrentaban ante enfermedades y plantas que en sus vidas habían conocido. Más la incapacidad por adaptar ciertas prácticas al entorno y la búsqueda por cumplir otro tipo de exigencias impulsó a Cortés a solicitarle a su majestad en 1524, el envío de una cantidad considerable de plantas originarias del Viejo Mundo. Con el arribo de la medicina oficial europea, la teoría de los humores de Hipócrates y la de los “contrarios” de Galeno,11 el tratamiento mesoamericano de la salud fue transformado considerablemente. Los principios galénicos dieron origen a la clasificación de los medicamentos en tres grupos.12 1. Sustancias que actúan por sus cualidades elementales de calor, frío, humedad y sequedad. 2. Medicamentos que combinan más de una cualidad elemental u otros temperamentos. 50 Zaragoza, 2001, p. 17. 8 Lozoya, op. cit., p.38. 9 Sánchez Ruíz, loc. cit. 10 Hernán Cortés, Cartas de relación, México, Porrúa, Colección Sepan Cuantos, 2005, p.78. 11 Para Hipócrates, en el cuerpo existían cuatro sustancias diferentes: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la negra. Éstas a su vez estaban relacionadas con los cuatro elementos principales: tierra, fuego, agua y aire. Cualquier desequilibrio entre ellos podía causar en el hombre enfermedad y/o afectar su estado de ánimo. Por lo que según la teoría de los contrarios, para nivelar el calor y la humedad, se debía recurrir al frío y a la sequedad. 12 José Sanfilippo B., “La aculturación de las plantas medicinales mexicanas a la medicina europea” en La investigación científica de la herbolarias medicinal mexicana, México, Secretaría de Salud, 1993, p. 40. LA HERBOLARIA EN LA PATRIMONIAL NUEVA ESPAÑA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO 3. Medicamentos con efectos específicos bien conocidos como los purgantes, vomitorios, diaforéticos, eméticos, etc. Y para la consulta sobre productos medicinales de origen animal, vegetal y mineral, el médico medieval consultado por excelencia hasta el siglo XIX fue Pedanius Dioscórides Anazarbeo con su Materia Médica. Humanidades La resignificación de los recursos naturales y el nacimiento de una nueva medicina ocurrieron en 1565 cuando se publicó la Primera parte de las cosas que traen de las Indias Occidentales, del médico sevillano Nicolás Monardes. En su libro, el investigador analiza las plantas novohispanas desde sus elementos curativos, con una explicación científica de los efectos humorales de cada planta. Cinco años después, la primera expedición científica emprendida por iniciativa de la Corona Española tuvo lugar. Su encargado, Francisco Hernández se dio a la copiosa tarea de reunir un sin número de plantas y terminó por rematar la resignificación de conceptos que había iniciado Monardes desde España.13 Por otro lado, los indígenas también aportaron su granito de arena a través de los textos producidos en el Colegio de Tlatelolco, donde aprendieron y adaptaron las recetas medicinales extranjeras.14 Los mismos informantes de Sahagún, durante la conformación de la Historia general de las cosas de la Nueva España van dando evidencias de un proceso de culturización que apenas comenzaba. Será hasta el siglo XVIII con el cambio de dinastía, que los Borbones se interesen por conocer mejor sus territorios y propiedades para una óptima explotación; iniciándose así en 1787 la Real Expedición Botánica que incluía una cátedra. Además, para todos aquellos alumnos que estaban estudiando medicina, se volvió obligatorio que asistiesen al recién construido Real Jardín Botánico de la Ciudad de México, para que de esa forma sus conocimientos se vieran enriquecidos por la experiencia y aprovechasen mejor las cualidades curativas de las plantas oriundas de la Nueva España.15 No obstante, antes de explorar cómo es que funcionaba una botica durante el último tercio del siglo dieciocho, es importante que el lector conozca las condiciones en las que los farmacéuticos vivían hasta antes de 1788. Según explica Aceves Pastrana, los estudios sobre botánica anteriores a la fecha mencionada, no estaban relacionados con una profesión en específico. Esto quiere decir que no existía el puesto de botánico, ni tampoco se contaba Ídem.,p. 49. “Con el fin de evadir la represión, los indios (también) cambiaron los nombres de muchas de sus plantas para confundir a frailes y sacerdotes que los acusaban ante el Tribunal del Santo Oficio por considerarlos herejes y practicantes de brujería. La nomenclatura botánica se llenó entonces de términos cristianos referidos a antiguas yerbas medicinales aztecas cuyo uso se había prohibido. Así surgieron nuevos nombres de plantas tales como “codo de fraile” (antes yoyotli), “purga de ánimas” (antes mecapatli), “palo santo” (antes motlalcuahuitl), etc.” No obstante algunas otras quedaron prohibidas definitivamente por la fuerte carga mágico-religiosa con la que los indígenas las habían clasificado. Xavier Lozoya, La herbolaria en México, México, CONACULTA, 1999, p.20. 15 “Conviene destacar que los dos de los pilares fundamentales de la formación de los farmacéuticos eran la botánica y la química. La primera especialmente en la parte dedicada a la materia médica, siendo los simples de origen vegetal los más usados en las preparaciones farmacéuticas; y la segunda como herramienta indispensable en la elaboración de los diferentes remedios minerales o en las preparaciones de carácter mixto.” Patricia Aceves Pastrana, “La renovación de la farmacia en la Nueva España a finales del periodo colonial” en Anales de la Real Academia Nacional de Farmacia, 2004, vol. 70, p. 128. 13 14 51 Norma Balderas Sánchez García Gabino Eduardo Castrejón con una enseñanza institucionalizada sobre las facultades benéficas de las hierbas. Fue a través de la inauguración del Jardín Botánico y la difusión de sus descubrimientos que el despotismo ilustrado buscó, entre otras cosas, debilitar el modelo gremial de los médicos y mejorar las condiciones sanitarias.16 Por otro lado en la Nueva España, a diferencia de la Península, los cirujanos y boticarios nunca pudieron ser reconocidos como protocirujanos y protofarmacéuticos, y los médicos se mantuvieron al frente del Protomedicato17. Mientras que en 1780 en España, el tribunal de dicha institución quedó dividido en tres audiencias: de cirugía, medicina y farmacia.18 Evidentemente muchas fueron las personas que no pudieron ser validadas por las autoridades, ya sea por la falta de conocimiento y capacidad en el campo de la medicina,19 como por la imposibilidad de los más humildes por reunir todos los requisitos que se les pedían, lo que nos lleva a entender el por qué es tan sencillo encontrar en los registros del Archivo General de la Nación (AGN), varios casos contra médicos y curanderos que habitaban en regiones alejadas y que huían del ojo vigilante del Protomedicato.20 El Colegio de San Ignacio de Loyola (Vizcaínas) y su botica Refiriéndonos ahora a la institución que nos atañe, en noviembre de 1732, el rector de la cofradía de Aránzazu, Doctor Juan José Eguiara y Eguren, responsable también de la creación de la “Biblioteca Mexicana” en la Real y Pontificia Universidad de México, mandó a votación la conformación de un colegio para la instrucción de la mujer.21 La respuesta afirmativa no se hizo esperar, sin embargo, para que el proyecto se consumara, antes los vascos tuvieron que enfrentarse a la autoridad papal que deseaba la injerencia en la naciente institución. Durante aquel periodo es importante aclarar, que la Corona española se encontraba en un proceso de centralización y simultáneamente requería de más fondos que le llegaran a sus arcas, por lo que la idea de tener un organismo más bajo el poder de la Iglesia no era de su conveniencia. Razón por la cual el monarca dio su voto a favor por la autonomía del colegio tras largos años de espera. De esta forma en 1767 se abrieron las puertas de Vizcaínas para las hijas de la comunidad vasco-navarra y para aquellas mujeres que habían enviudado Patricia Aceves Pastrana, Química, botánica y farmacia en la Nueva España a finales del siglo XVIII, México, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, 1993, p. 75. 17 El Protomedicato fue el organismo responsable de evaluar a cada uno de los pasantes y vigilar, entre otras tantas funciones, que ninguna persona que no hubiera sido examinada por él pudiera ejercer. Los requerimientos para ser farmacéutico, previamente a la conformación de la cátedra de botánica, eran: ser español, presentar la fe de bautismo, llevar una vida recta y de buenas costumbres, tener una constancia de limpieza de sangre en donde se autentificara que cuatro generaciones atrás no había existido familiar musulmán o judío, constancia de haber practicado la farmacia con un profesor aprobado por el Protomedicato, saber latín y tener al menos 25 años. Además que se debía aprobar un examen teórico-práctico y pagar setenta pesos. Sánchez Ruíz, op. cit., p. 29. 18 Aceves, op. cit., p.45. 19 Para llevar a cabo los exámenes se reunían a tres protomédicos y a un maestro farmacéutico como sinodal. La primera parte de las pruebas estaba dedicada a la lectura de varios pasajes en latín de la Pharmacopoeia matritensis, para pasar consecutivamente a un examen teórico en el que el aspirante debía denotar su capacidad argumentativa. Finalizando la inspección con una práctica en la botica del sinodal, en la que el objetivo era demostrar el conocimiento en los pesos y medidas para realizar las preparaciones requeridas y explicar sus utilidades. Aceves, op. cit., p. 128. 20 El castigo por medicar sin licencia podía variar entre el destierro y la condena de muerte. Motivo por el cual algunas de las plantas que llegaban a recetar los curanderos adquirían grandes precios por lo difícil que era conseguirlas. De igual manera otro aspecto que perjudicó a la herbolaria indígena fue la prolífica difusión de las hierbas europeas que en cualquier lugar eran cultivadas. Xavier Lozoya, Plantas, medicina y poder. Breve historia de la herbolaria mexicana, México, Editorial Pax México, 1997, p. 89. 21 Elisa Luque Alcaide, La cofradía de Aránzazu de México (1681-1799), España, Ediciones Eunate, 1995, p. 92. 16 52 LA HERBOLARIA EN LA PATRIMONIAL NUEVA ESPAÑA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO y no tenían lo suficiente para sostenerse. Los gastos para el mantenimiento de las mismas y del edificio correrían a cargo de las limosnas recibidas y del dinero de la cofradía, siendo ésta última la que tendría el control absoluto de las decisiones administrativas; tales como la elección de la rectora y los capellanes.22 Humanidades La estructura de una familia amplia fue la organización que se implantó para mantener un equilibrio entre las alumnas. Ellas eran divididas en viviendas con nueve niñas cada una, más una superior que fungía como una madre para sus compañeras.23 Los siguientes peldaños en la escalera administrativa eran la secretaria, la vicerrectora y la rectora. Cumpliendo esta última con la función de entrevistarse cada mes con la junta menor para discutir todo lo concerniente a la institución y a sus observaciones con respecto al rendimiento de las muchachas. Pero conforme la demografía fue aumentando, más puestos se tuvieron que crear como la prefecta de coro y la celadora de la escoleta de música.24 Volviendo ahora a las cuestiones de salud, días después de la inauguración del colegio, el 27 de septiembre de 1767, José Corteseros fue nombrado médico de las colegialas, con un sueldo anual de doscientos pesos.25 Éste se entregaba en tres exhibiciones de sesenta y seis pesos y seis reales durante el mes de octubre y las otras dos restantes al siguiente año, por sesenta y seis pesos y cinco reales en junio y sesenta y seis pesos y seis reales en febrero.26 De la misma forma se contrató como cirujano a Domingo Rusi,27 y se encomendó a Francisco Besartia, dueño de la botica situada en el Puente del Espíritu Santo, la provisión de medicinas.28 Con todo, para el año de 1778 Vizcaínas atravesó por serios problemas económicos que repercutieron en los gastos de la capilla, reparos de la fábrica material, médicos y botica. Estando la atención médica en el segundo lugar como el gasto más fuerte para los cofrades y el gasto del culto en primera instancia. Además, también se sabe por los registros que de 1775 a 1780, los cargos de médico y cirujano variaron constantemente entre Domingo Russ,29 Manuel Antonio Moreno y Francisco Camarena. El único que permaneció en su puesto fue el sangrador Antonio José Ídem. Esta maestra debía educar a sus pupilas en la religión y en la formación moral. La preparación de alimentos y el aseo de estas pequeñas “casas” era responsabilidad de sus propias inquilinas, quienes no tenían permitido tener sirvienta alguna que las auxiliara. Sólo las más pequeñas quedaban exentas del trabajo pues, el estudio era en lo que se debían concentrar.Ídem., p. 280. 24 Pronto la popularidad de San Ignacio de Loyola atrajo a señoritas que pagaban anualmente 120 pesos para poder entrar. En 1790 se ubicaron en la planta baja escuelas públicas y gratuitas para todo tipo de mujeres. Además que también existieron las nombradas porcionistas, quienes respondían por su instrucción a través de la venta de sus bordados, trabajos de flores, etc. Sin olvidarnos por supuesto de las jóvenes pensionadas que estaban a cargo de sus respectivos benefactores. Ídem. 25 Enrique de Olavarría y Ferrari, El Real colegio de San Ignacio de Loyola, vulgarmente, Colegio de las Vizcaínas, en la actualidad, Colegio de la Paz: reseña histórica, México, 1889, p.84. 26 Archivo Histórico del Colegio de las Vizcaínas “José María Basagoiti Noriega” (en adelante AHCV), Estante 15, Tabla 1, Volumen 7, (en adelante E-, T-, V-).Pago del médico y el cirujano 1776. 27 Apreciado por los miembros de la comunidad vascongada, Domingo Russi fue médico del virrey Bucareli y del arzobispo Alonso Núñez de Haro. Antes de radicar en la Nueva España ocupó el cargo de cirujano de la Armada de España, para después jubilarse de dicho puesto por su mayor interés en la cirugía. Ya estando en América, participó junto con otros cirujanos en la primera iniciativa que Antonio Arroyo, administrador del Hospital Real de Indios, presentó al marqués de Cruillas para crear una cátedra de anatomía en dicho hospital. En 1778, envió a la RSBAP una memoria sobre cómo le salvó la vida a unos mineros que sufrían afectaciones por el azogue, gracias al empleo de la balneoterapia y el oro fulminante. Además, Russi tiene entre otros textos las obras tituladas Memorias sobre la descripción de las virtudes de la planta llamada Ynmortal y Exposición sobre el origen, análisis, chimica del Pulque y del licor Chinquirito o aguardiente. Josefina María Cristina Torales Pacheco, Ilustrados en la Nueva España: los socios de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País, México, Universidad Iberoamericana, 2001, pp. 299-301. 28 Olavarría y Ferrari, loc. cit. 29 Aparentemente se trata del mismo Domingo Russi que fue contratado como cirujano en 1767. 22 23 53 Norma Balderas Sánchez García Gabino Eduardo Castrejón Álvarez, quien percibía cincuenta pesos anuales bajo un sistema parecido al de los antes mencionados.30 Por otra parte y con base en la Constitución no. XX de San Ignacio de Loyola, la clausura de las niñas debió cuidarse a tal grado que se requería de un permiso especial para que cualquier otra persona ajena a la institución pudiera entrar. Por lo que, cuando alguna de las jovencitas caía enferma, la rectora debía expedir un permiso para que el médico, cirujano ó barbero del colegio entrara al edificio para cumplir su tarea. No obstante, todo aquel que recibía el pase debía estar acompañado por dos ayudantes de las porteras hasta que él o los aludidos se fueran; y cuando la consulta requería de más tiempo, la rectora asignaba a dos colegialas de bastante edad, y confianza, para que vigilasen a los visitantes y estos no establecieran conversación con nadie ni recorrieran sin supervisión los recintos. Por lo demás, el cuidado de las convalecientes recaía en una enfermera que podía contar con cuatro o más asistentes, según considerase necesario la rectora. Necesitándose la firma de la enfermera o de cualquiera de sus auxiliares para que el tesorero pudiera otorgar el dinero que se requería para la compra de las medicinas.31 Ahora, una botica común en la Nueva España estaba conformada por cuatro habitaciones, en donde el primer cuarto servía para la venta de los medicamentos. Los frascos en los que se conservaban las medicinas, se distribuían en los anaqueles que llenaban la habitación, haciendo uso también de la parte posterior del mostrador para guardar las plantas y botes de porcelana rotulados en latín, para su futura compra por los pobladores. El segundo departamento, mejor conocido como “Rebotica”, era el almacén que albergaba las sustancias ya preparadas, siendo el tercero, el “Obrador” o “Pieza de las Hornillas”, el sitio en el que se ubicaban el alambique, la prensa y los demás aparatos necesarios para producir cocimientos, extractos, destilación de agua y fabricación de jarabes, junto con los medicamentos oficiales y galénicos.32 La última sala, nombrada “Pieza de Yerbas” fue, como su nombre lo indica, donde se resguardaban las flores, hojas, raíces y frutos que el farmacéutico empleaba para su trabajo.33 Los recetarios y sus particularidades Para llevar a cabo un registro sobre de cuáles medicamentos necesitaba surtirse la botica y cuántas mujeres habían sido atendidas durante el año, cada 8 de julio el boticario empezaba un nuevo libro de recetas para las medicinas. Estos cuadernos se caracterizaban por estar escritos enteramente en latín, a excepción del nombre del paciente. Además, se tomaba nota sobre cuáles eran las cantidades que el convaleciente debía tomar, pero nunca se hacía especificación alguna sobre qué mal se estaba tratando. Motivo por el cual AHCV, E-15, T-1, V-7, Pago del médico, el cirujano y el sangrador, 1778. Ídem., pp. 64-67. Sánchez Ruíz, op. cit., p. 32. 33 En su obra Pharmacopoeia matritensis, Dioscórides dedica los primeros capítulos para explicar las maneras más idóneas para seleccionar los miembros del reino vegetal y animal que se usarán en pro de la salud, junto con cuáles son sus principales atributos en cuestiones médicas. Más adelante un cuadro de medidas con las que debe regirse el interesado y el correcto modo en el que deben ser aprovechados 30 31 32 54 LA HERBOLARIA EN LA PATRIMONIAL NUEVA ESPAÑA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO se presentan a continuación las memorias sobre qué contenía la botica de Vizcaínas durante 1775 a 1780, para posteriormente mencionar cuáles son algunos de los probables padecimientos que requerían la presencia de los polvos y aguas que aparecen en las listas.34 Humanidades Para lograrlo se recurrió al Florilegio Medicinal de Juan de Esteyneffer, jesuita que se dedicó a reunir en un solo libro las diferentes plantas y tratamientos que son benéficos para el hombre.35 Por lo que es factible que el médico de Vizcaínas recurriera a este texto para el ejercicio de su profesión.36 Memoria de los medicamentos que contiene el botiquín Cordialero Polvos o ungüentos Agua de la reina Agua de la vida de las mus. Sal tártara Vomitorios Xp. Preparado Creta blanca Agua de Lilia Ojos de cangrejo Cuerno de c. Polvos de diarrhodon Polvos de rosa Sal prunela Polvos de molleja de gallo Polvos de víbora Polvos de castor Esperma Diacathalicon Ungüento rosado Ungüento de marciaton Jubera Athea Osorio Manzanas Arthanita Nervino Agripa Maca. de asar Pulpa de cañastófila Sumo de rosas de agras B[alza]mo negro Aceite de asuferas De yema de huevo De alcaparras De eneldo Az[eite]. De lomb[rice]s. De castor De zorra, o vulpi De almaciga Rosado De ajenjos De 7 flores De manzanilla De adormideras De almen[dra]s dul[ce]s De almen[dra]s amar[ga]s De espica De ruda De membrillo Jarabes Jarabes de amapola De clavel De culantrillo De 5 raíces De adormideras De manzanas De coral violado Miel rosada De corteza de naranja Miel virgen sus instrumentales de trabajo también pueden ser consultados. Dioscorides, Farmacopea matritense en castellano, trad. por D. Cosme Martínez, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1823, pp.3-8 y 95-104. 34 Las divisiones que aquí aparecen corresponden a la separación original con la que el médico clasificó los medicamentos con los que contaba la botica. Las abreviaturas fueron desatadas, a excepción de aquellas que se desconocen. 35 Su compendio fue publicado en 1712 y debido a su popularidad como guía médica se editó cuatro veces más durante el siglo XVIII y otra vez en los siglos XIX y XX. Para mayor información sobre los libros que empleaban los médicos durante la Colonia, se recomienda la consulta del cuadro que aparece al final del artículo “La renovación de la farmacia en la Nueva España…”, ya anteriormente citado. 36 AHCV, E-3, T-1, V-8 a 12, Recetario del Colegio de las Vizcaínas de 1775 a 1780. 55 Norma Balderas Sánchez García Gabino Eduardo Castrejón De rosado de omphan Violado B[alza]mo de calabaza Ag[ua] de toronjil alcamp[o] De grama de varietaria Yerbas Gordolobo Manzanilla Adormides Salvia r[ea]l Rosa Ajenjos o estafiate Pimpinela Té de tila Cantueso Violetas Parietaria F. de sauco Culantrillo Capitaneja Raíz de peonia Raíz de Chicoria Aguas De hinojo De manzanilla De rosada De lanten De todas cidras De sauco De cardo s[an]to De borraja De amapola De pimpinela De chicoria Emplastes varios Chochos Agallas Eneldo Alholvas Linaza Orozuz Calaguala Purgas Escorzonera Pol[vo]s de sándalo De incienso De almaciga Cantaridas Rasuras. De marfil Rasuras de c. de c. Como el lector puede observar, cada una de las divisiones que aparecen en el recuadro corresponde al tipo de presentación en el que venían los medicamentos. En los dos primeras se tienen al “cordialero” y los “polvos o ungüentos”. El primero era el nombre que recibía un mueble especial propio de las boticas. Estos solían tener pequeñas divisiones para el almacenamiento de diminutos recipientes de vidrio llamados “cordiales”. Etimológicamente, el término cordial, proviene de cor, cordis, corazón37. Los remedios que eran clasificados bajo este nombre se creían que estaban dirigidos a fortalecer el corazón y la mayoría de ellos tendían a ser sustancias aromáticas o licores alcohólicos. Una de sus excepciones es el polvo de diarrhodon, aquí enunciado. Este polvo cordial contenía esencialmente rosas rojas, que podían ser combinadas con otras plantas dependiendo de la enfermedad que se quería combatir. Por ejemplo, para “resolver los vapores” que ocasionaban los dolores de cabeza, Esteyneffer recomendaba que se pusieran los “boses” recién sacados del carnero, o en crecimiento en leche y después se espolvoreara diarrhodon y aromático rosado, y a falta de ellos una pulpa de carnero “soassada” solamente, y sin vino. Para posteriormente colocarse esto en la cabeza o en la parte donde hubiere dolor.38 Jaume E. Mercant Ramírez, Historia de la farmacoterapia: siglos XVIII y XIX. La farmacia monástica de la Real Cartuja de Valldemossa, Tesis, Facultad de Medicina, UAB, p.176. 38 De Esteyneffer, Juan, Florilegio Medicinal, (estudio prelim. María del Carmen Anzures Bolaños), México, Academia Nacional de Medicina, 6ª ed. 1978, p. 253. (La Historia de la medicina en México. Colección de nuestros clásicos; 2). 37 56 LA HERBOLARIA EN LA PATRIMONIAL NUEVA ESPAÑA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO Humanidades Cabe mencionar que los polvos en general, podían ser administrados por vía tópica u oral; mientras que los ungüentos eran medicamentos compuestos, de consistencia blanda que únicamente se aplicaban por vía cutánea. Otro ejemplo de esto lo tenemos en el tratamiento para detener el flujo menstrual. Ahí el Florilegio exhorta a tomar en ayunas, medio o un tomín entero de polvo de la cáscara de un huevo, en agua de llantén o con cualquier otra bebida. Si por alguna razón no se podía adquirir el huevo, también éste podía ser reemplazado por polvo de la “costra” del árbol de las moras.39 Los aceites, por su parte, se empleaban ya fuera por vía cutánea o ingiriéndolos. En la tabla de la botica es posible identificar la predominancia de elementos vegetales en ellos, por encima de los de origen animal. En el caso del aceite de lombrices, dicho medicamento servía para aliviar las heridas ocasionadas en los nervios, mientras que el aceite de almendras dulces era empleado para la curación de llagas.40 Las yerbas, los jarabes, los emplastes y las aguas que restan en la recopilación son en su totalidad plantas o raíces, y algunas de sus aplicaciones prácticas fueron las que se presentan a continuación. Para expulsar la flema de la garganta se podía elegir entre beber el jarabe de culantrillo, chupar una raíz de orozuz ó machacar una punta del mismo y sumergirla en el primer jarabe para después chuparla de cuando en cuando. Asimismo, para refrescar los pulmones, espalda y riñones, era necesario tomar una libra de enjundia de marrano, lavarla nueve veces en agua ordinaria y ya que estuviese bien escurrida, se mezclaba con cuatro onzas de rosas frescas. Se ponía al par por unos siete días y después se debía derretir muy suavemente sin quemarla, para que así caliente el paño se exprimiera y se guardara para su posterior uso.41 La incontinencia urinaria, por otro lado, era tratable con la molleja de gallo pero si el paciente se encontraba en la situación opuesta, entonces lo más indicado era usar la parietaria. La orina para Esteyneffer, era un buen medio para que el cuerpo se liberara de los humores perjudiciales, por lo que en algunas ocasiones era conveniente inducir una ligera purga para que el cuerpo se liberara de aquello que le estaba afectando.42 La fuerte presencia de plantas como las rosas, el ajenjo, el gordolobo y muchas otras más, nos dan muestra que la gran mayoría de los productos que aquí se encontraron son de origen europeo y asiático; nombrándose apenas unos cuantos representantes de la biodiversidad americana. Este detalle puede deberse tanto a las carencias que tenía para ese entonces la botica del colegio, como a la indisposición por parte de varios médicos por hacer uso de ciertos recursos de procedencia indígena, tal y como se ha venido explicando en páginas anteriores.43 Una notable preferencia por hacer uso de estos medicamentos en aguas y muy pocas veces como emplastes u otro tipo de presentación, es otro rasgo que también destaca al Ídem., p.216. Ídem., pp. 377 y 386. Ídem., p. 511. 42 Ídem., p. IX: 43 No hay que olvidar que el mismo Russi realizó investigaciones sobre determinadas plantas de origen americano, por lo que sería un error afirmar que él estaba en contra del uso de cualquiera de ellas. Véase cita 26. 39 40 41 57 Norma Balderas Sánchez García Gabino Eduardo Castrejón momento de leer las prescripciones. Ya que si bien es cierto que es gracias a los árabes que los españoles aprendieron el proceso de destilación; también existen investigadores que afirman que en la medicina indígena se conocían estos y otros métodos para sacarle provecho a sus materias primas44. Lo que nos lleva a la inevitable pregunta de ¿hasta qué momento podemos hablar de un tipo u otro de medicina? Y ¿a partir de cuándo éstas se volvieron una sola? Evidentemente desde el arribo de los españoles a tierras americanas, una serie de transformaciones comenzaron a tener lugar, pero lo complejo y lo interesante surge del rastreo de este camino que no obedece ordenanzas ni mandatos, dejándose guiar por sus propias convicciones. Pues como ya vimos en el presente trabajo, la preponderancia de las plantas e instrumental europeo en la instrucción “socialmente aceptada” del virreinato, no significó la desaparición total del conocimiento mesoamericano. En todo caso a la situación a la que nos enfrentamos al momento de hablar sobre la ruta de la herbolaria en la Nueva España es, la de una fusión de dos mundos que traen consigo una ideología diferente a la del otro, pero que al unirse dan como resultado una nueva cultura. Una en donde Chalchiuhtlicue y Dios Padre conviven en un mismo lugar y tiempo, y la ciencia y la tradición se funden con el día a día. Referencias bibliográficas: Fuentes manuscritas • Archivo Histórico del Colegio de las Vizcaínas “José María Basagoiti Noriega” (AHCV) • E-3, T-1, V-8, Recetario del año de 1775 a 1776. • E-3, T-1, V-9, Recetario del año de 1776 a 1777. • E-3, T-1, V-10, Recetario del año de 1777 a 1778. • E-3, T-1, V-11, Recetario del año de 1778 a 1779. • E-3, T-1, V-12, Recetario del año de 1779 a 1780. • E-15, T-1, V-7, Pago del médico y el cirujano 1776 • E-15, T-1, V-7, Pago del médico, el cirujano y el sangrador, 1778. 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LA HERBOLARIA EN LA PATRIMONIAL NUEVA ESPAÑA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO • • • • • • • • • • • Humanidades • CORTÉS, Hernán, Cartas de relación, México, Porrúa, Colección Sepan Cuantos, 2005. DE ESTEYNEFFER, Juan, Florilegio Medicinal, (estudio prelim. María del Carmen Anzures Bolaños), México, Academia Nacional de Medicina, 6ª ed. 1978. (La Historia de la medicina en México. Colección de nuestros clásicos; 2) LOZOYA, Xavier, La herbolaria en México, México, CONACULTA, 1999 ---------------------, Los señores de las plantas. Herbolaria y medicina en Mesoamérica, México, Pangéa Editores, 1990. ---------------------, Plantas, medicina y poder. Breve historia de la herbolaria mexicana, México, Editorial Pax México, 1997. LUQUE ALCAIDE, Elisa, La cofradía de Aránzazu de México (1681-1799), España, Ediciones Eunate, 1995. MATOS MOCTEZUMA, Eduardo, Tenochtitlan, México, F.C.E., 2006. MERCANT RAMÍREZ, Jaume E., Historia de la farmacoterapia: siglos XVIII y XIX. 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Miembro del Seminario Permanente de Paleografía de la misma institución y participante en el V Encuentro de Estudiantes de Historiografía de México, con la ponencia Siembran cabezas y nacen cruces. 59