t.7. lesiones del aparato locomotor

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C.F.G.S. Animación de Actividades Físicas y Deportivas
Asignatura: PRIMEROS AUXILIOS
I.E.S. Seritium
Jerez de la Frontera
TEMA 7
LESIONES Y TRAUMATISMOS DEL APARATO LOCOMOTOR
1. LESIONES DEL SISTEMA ÓSEO.
1.1. FRACTURAS.
1.1.1. Concepto y clasificación.
1.1.2. Signos y síntomas.
1.1.3. Primeros auxilios.
2. LESIONES DEL SISTEMA ARTICULAR-LIGAMENTOSO.
2.1. DISTENSIONES ARTICULARES O ESGUINCES.
2.1.1. Descripción.
2.1.2. Causas.
2.1.3. Signos y síntomas.
2.1.4. Prevención.
2.1.5. Tratamiento.
2.2. LUXACIONES.
2.2.1. Descripción
2.2.2. Signos y síntomas.
2.2.3. Prevención y tratamiento
3. LESIONES DEL SISTEMA MÚSCULO-TENDINOSO.
3.1. CALAMBRE.
3.1.1. Descripción.
3.1.2. Causas.
3.1.3. Síntomas.
3.1.4. Prevención.
3.1.5. Tratamiento.
3.2. CONTRACTURAS.
3.2.1. Descripción.
3.2.2. Causas.
3.2.3. Síntomas.
3.2.4. Prevención y tratamiento.
3.3. DISTENSIONES MUSCULARES.
3.3.1. Descripción.
3.3.2. Causas.
3.3.3. Síntomas.
3.3.4. Prevención.
3.3.5. Tratamiento.
1. LESIONES DEL SISTEMA ÓSEO.
1.1. FRACTURAS.
1.1.1. Concepto y clasificación.
Se entiende por fractura a la pérdida de
continuidad en un hueso. Esta puede ir desde una
simple fisura, hasta la rotura completa del hueso.
Generalmente se producen como resultado de la
aplicación de una fuerza de intensidad
considerable sobre el esqueleto. También pueden
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producirse como consecuencia de determinadas enfermedades que afectan a los huesos
(osteoporosis, por ejemplo).
Básicamente podemos clasificar las fracturas en:
- Cerradas: es aquella en la que no hay herida en la piel.
- Abiertas: es aquella en la que la piel se rompe, poniendo en comunicación el hueso
con el exterior. Implican otra serie de riesgos adicionales, como son: hemorragia y/o
infección de la herida y de los extremos del hueso fracturado.
1.1.2. Signos y síntomas.
Para determinar el alcance de la lesión, es importante la palpación del hueso,
comenzando por la zona proximal, para localizar puntos dolorosos. Normalmente nos
encontraremos con los siguientes signos y síntomas:
- Dolor intenso, que aumenta al intentar mover la zona lesionada.
- Deformidad, que variará en función del grado de desviación de los fragmentos
rotos. Para comprobar la magnitud de la deformidad debemos comparar la
extremidad fracturada con la del lado opuesto.
- Amoratamiento, que implica edema y hematoma en la zona.
- Impotencia funcional, que se trata de un síntoma variable en función de la
gravedad de la fractura.
- La existencia de compresión vascular y/o nerviosa se trata de uno de los peligros
más importantes en una fractura, ya que puede comprometer la evolución de la
lesión. Este hecho puede sospecharse si hay una ausencia de pulsos periféricos, un
relleno capilar anómalo (más de 2’’ en recobrar el color), baja temperatura de la
zona (comparar con la otra extremidad), alteración de la sensibilidad y de la
movilidad de la extremidad (posible sección nerviosa)
1.1.3. Complicaciones.
- Posibilidad de lesión en las partes blandas adyacentes: vasos sanguíneos, nervios,
músculos, órganos internos, etc. Un ejemplo típico es cuando una costilla fracturada
perfora un pulmón.
- Hemorragia y shock hipovolémico. Es especialmente importante en la fractura de la
pelvis y de la diáfisis femoral, o en politraumatizados donde se suman las pérdidas
de sangre de varias lesiones.
- Shock neurogénico debido al intenso dolor. Suele ser frecuente en politraumatizados
y en los casos de una mala inmovilización.
- Infección de la herida en el caso de fracturas abiertas.
1.1.4. Primeros auxilios.
Antes de aplicar primeros auxilios a una fractura debemos realizar la evaluación
primaria del accidentado para asegurarnos de que no esté en peligro su vida. Para ello
debemos comprobar su nivel de consciencia y sus constantes vitales. Una vez tenemos
la seguridad de que su vida no corre peligro pasaremos a aplicar los primeros auxilios a
la fractura. Estos van a consistir en lo siguiente:
- Escuchar de voz del accidentado, si es posible en función de su nivel de consciencia,
el relato de los hechos. Si esto no nos ayuda a tener la certeza de que existe una
fractura procederemos como si realmente existiese.
- Es fundamental no movilizar al accidentado, a no ser que sea absolutamente
necesario, para evitar agravar la fractura.
- Retirar anillos, relojes y pulseras (en caso de fractura de extremidad superior); ya
que pueden dificultar la circulación sanguínea cuando se edematice la zona.
- Si se trata de una fractura abierta deberemos cubrir la herida con apósitos estériles
antes de proceder a su inmovilización. Del mismo modo si existe una hemorragia
debemos controlarla primero.
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Inmovilizar el foco de la fractura (sin reducirla) incluyendo las articulaciones
adyacentes con férulas rígidas evitando siempre cualquier movimiento brusco.
Trasladar a un centro sanitario para su tratamiento definitivo. Si existe fractura en
una extremidad (superior y/o inferior), la llevaremos elevada y previamente
inmovilizada.
Observar con frecuencia la presencia de pulso periférico (en el caso de las
extremidades), la coloración y temperatura de la piel. Una coloración blanquecina o
azul oscura, indican que los vendajes están demasiado apretados y sería necesario
aflojarlos.
2. LESIONES DEL SISTEMA ARTICULAR-LIGAMENTOSO.
2.1. DISTENSIONES ARTICULARES O ESGUINCES.
2.1.1. Descripción.
Distensión articular es sinónimo de esguince. Se trata de una lesión que afecta a una
articulación que sufre un movimiento forzado que no llega a ocasionar una luxación
permanente de las superficies articulares ni la fractura de los extremos óseos. Lo que si
se produce es el estiramiento violento de los tejidos, especialmente de los ligamentos,
de la articulación.
Lo que se produce es una elongación o estiramiento excesivo de los ligamentos de una
articulación, generalmente producido por un mecanismo indirecto (autoproducido), que
sobrepasa los límites de elasticidad de dichos ligamentos, pudiendo llegar, incluso, a la
rotura del mismo.
Aunque el caso más típico es el esguince de tobillo o rodilla, también se puede producir
un esguince de dedo o de muñeca (lo que se conoce comúnmente como muñeca
abierta); o de cualquier otra articulación del organismo, incluida la columna vertebral.
2.1.2. Causas.
Generalmente se debe a fuerzas deformantes en posturas anormales (caída sobre un pie
en apoyo inestable) o posiciones normales excesivamente forzadas (posición repetida y
forzada en cuña al esquiar). Se trata de una articulación que ha sobrepasado su límite de
elasticidad.
Puede deberse a un mecanismo indirecto (un mal apoyo al hacer un cambio de
dirección) o a un mecanismo directo (una patada lateral sobre la rodilla con la pierna en
apoyo). Pueden producirse como consecuencia de un choque, una caída simple, una
caída con un adversario, un resbalón, una pérdida de equilibrio, una caída en abducción
y rotación, etc.
2.1.3. Signos y síntomas.
Los síntomas generales que se presentan son una hinchazón de la zona dependiendo del
grado de distensión (edema), y dolor a la palpación. Sin embargo los síntomas van a ser
muy variables en función de la gravedad del esguince. Por ejemplo, si el dolor es
evidente durante el esfuerzo la lesión será más grave que si el dolor aparece una vez que
nos hemos enfriado o al día siguiente.
En este sentido casi todos los autores distinguen tres grados de gravedad: grado I,
grado II y grado III. En los casos más graves es aconsejable no establecer un
diagnóstico de distensión sin contar con un estudio radiológico, sobre todo en las
distensiones de rodilla y tobillo.
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a) Distensiones de Grado I: en ellas aparece una molestia funcional clara, aunque no
impide continuar con la actividad. Tan sólo se produce una distensión de los
ligamentos, pero sin alterarse su continuidad
estructural. Suelen ser benignas o poco importantes. Se
caracterizan por un dolor de aparición tardía; las
circunstancias
del
accidente
pueden
pasar
desapercibidas; suelen presentar evidencias de dolor a
la palpación.
b) Distensiones de Grado II: en ellas se produce una
distensión de tal intensidad que conlleva el desgarro de
las fibras del ligamento y en ocasiones la rotura parcial
del éste, con aparición de dolor y edema. La gravedad
y evolución de esta lesión va a depender de factores
como: forma de aparición del dolor, durante o tras el
esfuerzo; importancia del edema, de la equimosis y de
los hematomas; estudio de la molestia y/o impotencia
funcional; alteraciones de la marcha y/o el apoyo;
palpación, localización y extensión de la zona dolorosa;
nivel de inestabilidad articular (cajón articular); etc.
c) Distensiones de Grado III: en ellas se produce una
rotura total del ligamento distendido. La impotencia
funcional es grande, con aparición de edema
periarticular y hematoma. El dolor es muy intenso tanto
en el momento de la lesión como el provocado por la palpación. El apoyo y la
marcha serán prácticamente imposibles
2.1.4. Prevención.
Las actuaciones preventivas que podemos aconsejar son las siguientes:
- Realizar un calentamiento adecuado antes de comenzar la actividad deportiva.
- Evitar posturas anormales o excesivamente forzadas.
- Dedicar especial atención a la hora de realizar la actividad física en terrenos muy
bacheados o irregulares (carreras de orientación, cross, etc.)
- Utilizar vendajes preventivos en aquellas articulaciones que se vayan a
sobrecargar con la actividad o hayan estado lesionadas previamente.
- Utilizar un calzado adecuado para la actividad que vayamos a realizar.
- No reiniciar de nuevo la actividad deportiva sin haber rehabilitado
completamente un esguince anterior. Aquí tiene especial atención la educación
propioceptiva de la articulación.
- Corregir malos apoyos con ayuda de medidas ortopédicas si fuera necesario.
2.1.5. Tratamiento.
Por regla general en todos los casos deberemos
aplicar frío local, elevación (para disminuir la
inflamación), reposo de la extremidad afectada y un
vendaje compresivo. No es conveniente aplicar
pomadas antiinflamatorias ni analgésicas antes de
acudir al traumatólogo, ya que estas enmascaran los
síntomas y pueden conducir a un diagnóstico
equivocado. Lo antes posible llevar al afectado a un
centro sanitario (sobre todo en los esguinces de grado
II y III).
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Una vez que acudimos al traumatólogo, el tratamiento va a quedar condicionado por la
gravedad de la lesión y siempre bajo la responsabilidad del facultativo. Este puede ir
desde la simple inmovilización (vendaje y/o reposo deportivo durante varios días) a la
inmovilización mediante escayola durante quince días a un mes, hasta la intervención
quirúrgica en los casos de rotura total de ligamentos.
Nuestra labor se limitará a prestar los primeros auxilios y acudir a un centro sanitario lo
antes posible. No estamos capacitados en ningún momento a prescribir un tratamiento
en estos casos. Sin embargo es bueno que conozcamos cuáles serían las medidas
generales a adoptar en cada caso en función de la gravedad:
a) Distensión de grado I (benigna o poco importante): Lo primero que debemos
hacer es aplicar frío local, reposo con vendaje compresivo y elevación. La
inmovilización con escayola cada vez está más en desuso, ya que la marcha no
se ve dificultada. Lo que si se recomienda es el reposo activo mientras se
mantengan los síntomas. La vuelta a la actividad se debe hacer con un vendaje
funcional para proteger la articulación dañada y evitar una repetición de la
misma. Son convenientes ejercicios de reeducación propioceptiva y de
tonificación mediante contracciones isométricas e isotónicas a velocidad lenta
de la musculatura que moviliza la articulación, siempre en grados
progresivamente crecientes. Tras dos o tres días de reposo y aplicación de frío
local son recomendables los baños de contraste (frío-calor) al menos dos veces
al día durante otros dos días como mínimo.
b) Distensión de grado II (medias y graves): En casi todos los casos se aplica una
inmovilización mediante escayola durante un periodo de 15 a 30 días según cada
caso particular. Es recomendable realizar contracciones isométricas bajo el yeso
y a una intensidad moderada desde un principio. Los antiinflamatorios son
aplicados durante 7 a 20 días en función de la gravedad. Al retirar el yeso se
realizará una reeducación y rehabilitación de la articulación progresiva hasta la
vuelta a la actividad. La vuelta a la actividad suele hacerse con la ayuda de
vendajes funcionales hasta que la recuperación sea completa.
c) Distensión de grado III (graves y muy graves): deben ser tratadas lo antes
posible por personal médico cualificado. Nuestra labor será la de inmovilizar la
articulación afectada y asegurar un traslado rápido al centro sanitario
2.2. LUXACIONES.
2.2.1. Descripción
Se trata de la separación de las superficies
articulares que forman una articulación. Esta
separación puede ser completa (luxación
propiamente dicha) o incompleta (subluxación). A
diferencia del esquince, en la luxación los
segmentos óseos pueden no volver a su posición
normal.
2.2.2. Signos y síntomas.
- Dolor intenso, debido a la extrema sensibilidad que poseen las articulaciones.
- Inflamación.
- Cuando existe compresión vascular y/o nerviosa puede aparecer un débil pulso
periférico, piel fría, decoloración y/o entumecimiento (falta de sensibilidad) de la
zona.
- Deformidad evidente de la zona (comparar con el miembro contrario). En las
luxaciones de hombro el brazo parece plano en vez de redondeado
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Impotencia funcional.
Es posible que el sujeto haya oído un ruido seco en el momento de producirse la
lesión.
2.2.3. Prevención y tratamiento
Deberemos inmovilizar la articulación afectada tal y como se encuentre.
En ningún momento intentaremos reducir la luxación, ya que podemos lesionar
otras estructuras y/o tejidos (vasos sanguíneos, nervios, cápsula articular, etc.). Está
totalmente contraindicada la tracción de la extremidad luxada. Puede que exista
alguna fractura ósea y cualquier movimiento agravaría la lesión.
Aplicar tratamiento para shock si fuera necesario.
Si el traslado se retrasa aplicaremos frío local cuidadosamente durante 15 minutos.
Traslado a un centro sanitario para su reducción y tratamiento definitivo.
No dar nada por vía oral al paciente, ya que posiblemente será necesaria la
aplicación de anestesia para reducir la luxación.
Observar la circulación distal a través de los pulsos periféricos, la coloración y la
temperatura de la piel.
3. LESIONES DEL SISTEMA MÚSCULO-TENDINOSO.
3.1. CALAMBRE.
3.1.1. Descripción.
Se trata de una contracción involuntaria, persistente y dolorosa de uno o varios
músculos. Estos se vuelven duros, dolorosos e incapaces de distenderse. Corrientemente
se localiza en los músculos de la pantorrilla; pero también pueden ser afectados los de
los dedos de las manos y los pies, así como los músculos isquiotibiales, dorsales y
lumbares.
Son una tetanización global del músculo, espontáneamente reversible, o reversible por
el estiramiento y la compresión del músculo. No dejan habitualmente secuelas
dolorosas. Aparecen con la fatiga o en condiciones metabólicas defectuosas; a menudo
están ligadas a un defecto de entrenamiento o de adaptación.
Así pues, si durante un determinado esfuerzo se produce una contracción involuntaria
de uno o varios músculos, acompañada de dolor, que aparece bruscamente e impide
continuar la actividad que se estaba realizando y además es de corta duración, nos
estamos refiriendo a un calambre; y aunque disminuye con el estiramiento, es
aconsejable abandonar la actividad.
También puede ocurrir tras el esfuerzo cuando estamos en reposo, debido a la fatiga
muscular.
3.1.2. Causas.
Se han descrito dos tipos de causas:
a) Calambres que aparecen durante el esfuerzo:
a. Por causas tecnológicas: falta de técnica, movimientos defectuosos,
material poco adecuado. En este caso la prevención y la terapéutica
incumben a la tecnología.
b. Causas vasculares: arteritis (inflamación de una o varias arterias) de los
miembros inferiores. Con lo cual se aconseja la moderación en el
esfuerzo e incluso el reposo de la actividad deportiva.
b) Calambres después del esfuerzo: debidos a la fatiga, a veces por errores
cuantitativos.
Algunos autores explican este fenómeno por una acción nerviosa a distancia o por una
dificultad vascular. Las razones de estos calambres pueden ser múltiples: frío,
cansancio, posición defectuosa, radiculitis, error dietético, déficit de sal en el
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organismo, técnica errónea, esfuerzos deportivos intensos a temperaturas muy elevadas
(calambres por calor), sudoración abundante, falta de preparación, entrenamiento mal
dirigido, etc.
Estas son las principales causas de la contracción involuntaria o calambre (intra y
postesfuerzo), las cuales han de ser tenidas en cuenta para evitar problemas musculares
que puedan derivar en una lesión más grave.
3.1.3. Síntomas.
Los síntomas de un calambre son:
- En función de la intensidad del calambre, la sensación que se tiene va desde una
ligera molestia hasta un intenso dolor local del músculo afectado.
- Incapacidad para relajar voluntariamente el músculo afectado.
- Cuando se da durante el esfuerzo suele deberse a alguna contracción muscular
que lo provoca; pero cuando es después del esfuerzo, el afectado siente un dolor
repentino que le impide controlar la contracción.
3.1.4. Prevención.
Las actuaciones preventivas varían en función de la causa que lo produce:
- Si se deben al frío, un calentamiento previo y masajes con pomadas
termoestimulantes pueden ayudar a frenarlo.
- Los baños con agua muy fría ayudan a recuperar la musculatura después del
esfuerzo, bajando la inflamación muscular.
- Perfeccionar los gestos técnicos para evitar malas ejecuciones.
- Moderación en el esfuerzo, sobre todo cuando hacemos ejercicios novedosos
que implican a músculos que no están acostumbrados al nuevo esfuerzo (por
ejemplo, al uso de aletas en natación)
- Hidratación adecuada con bebidas isotónicas para evitar los calambres
producidos por esfuerzos muy intensos en situaciones de calor con abundante
sudoración.
- Mantener una alimentación equilibrada sin un consumo excesivo de carne y
especias.
- Masajes de la zona fatigada tras el esfuerzo.
- Utilización de un material (ropa, calzado y equipamiento) adecuado para cada
actividad.
3.1.5. Tratamiento.
En el momento de ser notado debemos cesar inmediatamente la actividad, antes de que
el calambre sea tan intenso como para que el dolor sea insoportable.
Será imprescindible estirar, cuanto antes y con mucho cuidado, el músculo para aliviar
el espasmo muscular.
Es recomendable junto al estiramiento la aplicación de presión en el músculo afectado.
Si el estiramiento alivia el espasmo y el dolor, se puede reanudar la actividad; pero si
reaparece debemos parar, ya que podemos llegar a sufrir un desgarro muscular.
El tratamiento puede implicar también la aplicación de un masaje en los momentos
posteriores a la aparición.
En el caso de un calambre rebelde la aplicación de calor puede ayudar (compresas
calientes, aire caliente, baños en agua caliente, etc…) a relajar la zona.
Una vez recuperado el calambre podemos aplicar frío local para reducir la posible
inflamación producida.
Por regla general el reposo se hace obligatorio, así como la corrección de errores
alimenticios mediante una buena hidratación y el consumo de alimentos que
reequilibren los electrolitos perdidos.
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3.2. CONTRACTURAS.
3.2.1. Descripción.
Podemos decir que estamos ante una contractura cuando
sufrimos una contracción muscular involuntaria y duradera,
acompañada de rigidez o alteración de la postura y que no
es posible corregir en el momento mediante estiramientos.
Los músculos afectados resultan sensibles a la palpación y
al movimiento.
3.2.2. Causas.
Las causas son variadas; aunque suelen ser debidas a una
alteración del metabolismo y la química del músculo.
Podemos distinguir distintos tipos de contractura:
- Contractura isquémica: debida a falta de irrigación sanguínea muscular por
compresión de los vasos (contracción isométrica, arteritis, malas posturas, etc.)
- Contractura miopática-neuropática: tienen su origen en la misma fibra muscular
o en una adhesión nerviosa respectivamente.
- Contractura por fatiga muscular: suele ser la evolución de un calambre sufrido
por el sobreesfuerzo al que sometemos al músculo.
- Contractura por radiculitis: es consecuencia de una lesión nerviosa (raíz del
nervio), producida a distancia del músculo (generalmente a nivel de la columna
vertebral), por lo cual los músculos inervados por la raíz se contraen
involuntariamente. Según la zona afectada podemos hablar de una cervicalgia,
dorsalgia o lumbalgia.
3.2.3. Síntomas.
- Sensación desagradable más que verdaderamente dolorosa.
- El músculo contracturado es sensible a la palpación y sobre todo al movimiento;
llegando a ser incluso doloroso.
- El músculo resulta poco eficaz en el momento de la actividad deportiva, la cual está
desaconsejada.
- El dolor suele acentuarse después de una sesión de entrenamiento o competición.
3.2.4. Prevención y tratamiento.
La prevención de este tipo de lesiones pasa por realizar un calentamiento progresivo y
adecuado, evitando sobre todo las condiciones de frío y humedad. La moderación en el
esfuerzo es imprescindible, sobre todo después de un largo periodo de inactividad.
Ayuda bastante la realización de estiramientos después de la actividad.
Puesto que el objetivo es el de relajar la zona contraída, suele estar indicada la
aplicación de calor seco sobre la zona para aliviar la contractura. Sin embargo, el
tratamiento variará en función del tipo y gravedad de la contractura con que nos
encontremos.
a) Contractura por fatiga: suele desaparecer de manera espontánea a los 2 ó 3 días
cuando los elementos presentes en la fibra han sido reabsorbidos. Esta
reabsorción se favorece mediante la aplicación de calor profundo y/o masaje de
los músculos contraídos. El masaje persigue por un lado calmar el dolor y por
otro reducir la contractura. Éste debe ser aplicado por manos expertas, ya que de
lo contrario podemos agravar el problema.
b) Contractura por radiculitis: a veces ceden de manera espontánea. De cualquier
forma debe ser tratada por personal cualificado. El tratamiento osteopático suele
ser el más favorable para liberar los posibles pinzamientos de las raíces
nerviosas a nivel de la columna vertebral.
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3.3. DISTENSIONES MUSCULARES.
3.3.1. Descripción.
Se trata de un accidente muscular severo, que se
traduce en un dolor repentino y una impotencia
funcional inmediata. El sujeto suele tener la
sensación de “pinchazo o pedrada” en el músculo
que sufre la lesión, llegando incluso a caer al
suelo como consecuencia del dolor y de la
incapacidad para mover la zona.
En función de la gravedad podemos encontrarlos
los siguientes tipos de lesión:
- La distensión propiamente dicha, con elongación
de las fibras musculares hasta el límite de rotura;
pero sin llegar a ella.
- La rotura simple, que tan sólo afecta a algunas
fibrillas musculares.
- La rotura profunda y parcial, que afecta a
numerosas fibrillas musculares.
- La rotura total, que afecta a la totalidad de las
fibras del músculo.
3.3.2. Causas.
Las causas que pueden provocar una rotura muscular, independientemente del grado de
ésta son:
- Movimiento violento, rápido, de gran intensidad (impulsión, arrancada, etc.)
- Movimiento imprevisto e incontrolado (resbalón, apoyo en falso, patada al
vacío, caída, etc.)
- Agotamiento o trastorno resultante del exceso de esfuerzos.
- Falta de calentamiento o insuficiencia de éste.
- Lesiones y trastornos anteriores.
- Trastornos circulatorios locales.
- Perturbaciones del sistema nervioso.
- Deficiente preparación física.
- Etc.
Los músculos más frecuentemente afectados son los
posteriores del muslo (isquiotibiales), el cuádriceps, el
origen del sartorio y recto femoral en la espina ilíaca, el
psoas ilíaco en el trocánter menor y el adductor largo en
la sínfisis del pubis.
Las fibras musculares no pueden regenerarse y suelen
ser reemplazadas por tejido cicatricial que debilita el músculo y produce nódulos
palpables.
3.3.3. Síntomas.
Los síntomas variarán en función de cada caso:
a) Distensión o elongación muscular: el sujeto siente un dolor muy agudo a nivel
muscular (signo del “pinchazo”). Aunque con dolor puede proseguir con la
actividad, aunque no es nada recomendable. El músculo es sensible a la palpación y
está ligeramente contraído. Con la movilización activa reaparece el dolor y cesa con
el descanso. Existe equimosis, aunque no siempre se hace visible, o al menos no en
primera instancia; puede que al día siguiente.
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b) Rotura simple: dolor muy violento (signo del “latigazo”), la impotencia muscular es
inmediata pero relativa (es posible el apoyo y la marcha). Duele incluso con el
descanso, aunque de forma menos aguda, y se incrementa con la presión y el
movimiento (nada aconsejable). Duele sobre todo al tocar con el dedo en el foco de
la lesión, donde el músculo está más caliente. Al romperse algunas fibras
musculares se produce un derrame sanguíneo que forma un pequeño nódulo, a veces
palpable. Horas después puede aparecer una pequeña equimosis a cierta distancia de
la rotura (por efecto de la fuerza de la gravedad). La rotura puede estar en la parte
posterior y superior del muslo y el hematoma aparece detrás de la rodilla.
c) Rotura parcial y profunda: se manifiesta por un dolor brutal e intenso (signo de “la
pedrada”). Es posible que se produzca un desmayo, debido al fuerte dolor. La
impotencia es total e inmediata (no está permitida la marcha). La zona herida sufre
un edema y hematoma rápidamente. La palpación es muy dolorosa y es mejor no
hacerla para no agravar la lesión.
d) Rotura total: el dolor es muy grande y la impotencia funcional completa e inmediata
(signo del “hachazo”). Los dos extremos del músculo roto se retraen hacia su
respectivo tendón y dejan entre ellas una depresión visible y palpable, sobre todo
cuando se trata de un músculo superficial. Esta depresión es cubierta rápidamente
por un hematoma y edema. La contracción refleja y el dolor no permiten la
palpación. El aumento de volumen de la zona herida y la ausencia de movimiento
absoluta permite deducir una rotura total.
Las complicaciones más frecuentes de este tipo de lesión son:
- debilidad de la cicatriz y desgarros recurrentes.
- Infección de los hematomas.
- Formación de quistes a partir de los hematomas.
- Adherencias cicatriciales a otros músculos, huesos, tendones, limitando la
movilidad y la extensión total.
- Miositis osificante, al convertirse en tejido óseo el hematoma, lo cual interfiere
grandemente sobro la actividad muscular normal.
- Estas protuberancias óseas son difíciles de eliminar y pueden arruinar la carrera
deportiva del sujeto.
3.3.4. Prevención.
Las actuaciones preventivas para evitar este tipo de lesiones son:
- Realizar un buen calentamiento, incluyendo estiramientos de la musculatura
antagonista, antes de cualquier esfuerzo.
- Evitar los estiramientos mediante rebotes, sobre todo cuando no se domina esta
técnica.
- Adecuar la intensidad y exigencia del esfuerzo a la capacidad y características
individuales de cada uno.
- Tras una inactividad prolongada, reemprender el entrenamiento de forma
gradual.
- En caso de sobreentrenamiento o agotamiento, reducir el esfuerzo. Sobre todo si
se han sufrido calambres o contracturas previas.
- Evitar el masaje violento, por el riesgo de microlesiones que favorecen la rotura.
- Mantener un buen nivel de hidratación durante el esfuerzo.
- Adecuación del material deportivo.
- Las precauciones deben ser extremas en el caso de deportistas jóvenes y en
periodo de crecimiento.
3.3.5. Tratamiento.
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C.F.G.S. Animación de Actividades Físicas y Deportivas
Asignatura: PRIMEROS AUXILIOS
I.E.S. Seritium
Jerez de la Frontera
Aunque en todos los casos debemos interrumpir la actividad, el tratamiento va a variar
en función de la gravedad de la lesión.
a) Distensión o elongación muscular: el reposo relativo favorece la evolución, mientras
que si se sigue con la actividad se corre el riesgo de agravar la lesión. El reposo total
no hará más que retrasar la vuelta al estado normal. La finalidad del tratamiento es
conseguir una reeducación en el plazo de curación. El tratamiento va a consistir en
la aplicación de frío local nada más producirse la lesión, para posteriormente aplicar
masaje suave y calor (siempre por manos expertas). Suele ser una lesión que tiene
un plazo de curación de unos 2 a 3 días.
b) Rotura simple: para no agravar la lesión se impone el reposo absoluto. El calor, el
masaje y el estiramiento no han de aplicarse nunca como primera medida. El
tratamiento debe favorecer la cicatrización y el ablandamiento del tejido cicatricial.
Su tratamiento puede durar unos 7-8 días. Sólo después de este plazo se iniciarán los
masajes con el fin de reducir las adherencias del tejido cicatricial y conseguir que el
músculo pueda recobrar su elasticidad con más rapidez. Es indispensable la
rehabilitación activa diaria, para evitar la atrofia muscular, paralelamente al masaje,
fundamentalmente mediante ejercicios isométricos y/o dinámicos sin carga y con
pequeño recorrido articular. Acelerar la incorporación a la actividad conllevar
riesgos de recaída. El tratamiento completo puede durar de 2 a 3 semanas. La mayor
complicación que presenta es la rotura recidivante (repetitiva) por la zona de cicatriz
del músculo; de ahí la importancia de un buen tratamiento y una vuelta a la
actividad muy progresiva, controlada y sin prisas.
c) Rotura parcial y profunda: El tratamiento inicial a de ser a base de crioterapia,
vendaje compresivo suave centrípeto, elevación y reposo absoluto. El calor, el
masaje y el estiramiento no han de utilizarse nunca. La aplicación de fío debe ser
durante un máximo de 12-20 minutos, varias veces al día y durante 4 ó 5 días. El
tratamiento médico debe favorecer la reabsorción del hematoma y activar la
cicatrización de la rotura parcial. El hematoma se reabsorbe a lo largo de varias
semanas. Su presencia retrasa la cicatrización; se corre el riesgo de enquistarse y
calcificarse si se somete a masaje prematuro. La inmovilización se prolonga de 4 a 6
semanas. La reanudación de la actividad se efectuará a partir de la 8ª ó 10ª semana
después de la lesión. En ocasiones es necesaria la intervención quirúrgica. Es a
partir del 7º día cuando podemos aplicar tratamiento fisioterápico (calor en forma de
ultrasonidos, microondas, etc.; masajes periféricos; etc.)
d) Rotura total: el traslado a un centro sanitario debe ser rápido. El tratamiento será
quirúrgico.
BIBLIOGRAFÍA.
- Martínez Varela, Pedro (1998). Anatomía, Fisiología y Primeros Auxilios. A
Coruña. Xaniño S.L.
- Varios (2000). Servicios Preventivos. Formación Básica en Socorros. Madrid.
Cruz Roja.
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- Varios (1997). Problemas de Salud en la Práctica Físico-Deportiva. Sevilla.
Wanceulen Editorial Deportiva, S.L.
TEMA 7: Lesiones y Traumatismos del Aparato Locomotor (ene’14)
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