MAS ALLÁ DEL DILEMA MERCADO-CONTROL ESTATAL La disciplina económica puede orientarse de otra manera para ser realmente útil. Los problemas deben plantearse del lado del mercado, eso es verdad, pero no partiendo de una estructura abstracta propia del ámbito académico sino de las serias dificultades que experimenta el concierto económico, yendo mucho más allá de los aspectos de fachada. Jaime Carrillo Prof. Escuela de Relaciones Industriales. FACES La prensa nacional reproduce a diario las agudas diferencias entre los especialistas que definen al mercado como la única opción para enrrumbar correctamente la economía nacional y los que la adversan proponiendo el control estatal. Esta diatriba, parece más dirigida a alimentar de tonos altos y estridentes el pentagrama informativo que a presentar verdaderas opciones frente a la crítica condición existencial de las mayorías nacionales. Quien critique la libertad de mercado corre el riesgo de ser etiquetado de estatista y devoto extemporáneo de relaciones productivas de corte colectivista. Al contrario, se hace más fácil el aparecer como un moderno defensor del liberalismo económico dado que se estará en la onda de los tiempos. Una crítica acerba contra el Estado pasará más fácil en la medida que las expresiones públicas calificadas tampoco dan mucho por él. La disciplina económica puede orientarse de otra manera para ser realmente útil. Los problemas deben plantearse del lado del mercado, eso es verdad, pero no partiendo de una estructura abstracta propia del ámbito académico sino de las serias dificultades que experimenta el concierto económico, yendo mucho más allá de los aspectos de fachada. Veamos este asunto tomado como referencia la demanda y la oferta como problema, tal cual se nos presentan en nuestra economía. LA DÉBIL DEMANDA EFECTIVA Desde el terreno de la demanda es apreciable un reforzamiento de fenómenos que ya se venían pronunciando en las décadas anteriores y ligadas a la globalización de los medios informativos. Los consumidores hoy tienen más información general sobre las diversas mercancías que entran dentro de sus expectativas, pero a la vez esa es una información que se tiende a quedar en un terreno superficial y de la cual se substrae cualquier aspecto que sea nocivo para la difusión masiva de la producción y afecte, claro está, los niveles de beneficios esperados por las empresas. Otro fenómeno que afecta seriamente la efectividad de la demanda es el relacionado al origen de su composición desde el punto de vista de los sujetos. En nuestras sociedades, la terciarización de la economía lleva consigo una estructuración cada vez más pronunciada del ingreso ligada al comercial y a la especulación. Expresión notable de esta tendencia es la llamada economía informal la cual, la mayoría de las veces, no va a referir procesos económicos en desarrollo sino más bien de involución y la exclusión de amplios grupos poblacionales de los ámbitos económicos creativos. La demanda que se le asocia a esta formación tiende a reproducir patrones de consumo emparentados con las actividades parasitarias. Diferentemente, estudios recientes ligados a la socio dinámica del ingreso ponen de manifiesto una tendencia más racional de la demanda cuando ella corresponde a estamentos poblacionales relacionados a la producción directa y de carácter creativo1 Al analizar el consumo es imprescindible tomar en consideración la demanda efectiva. Durante la última década, en los países avanzados, el poder adquisitivo ha aumentado para los grupos intermedios de la población,2 Contrariamente, en el caso de Venezuela, asistimos a un curso de caída libre de los ingresos reales de la mayoría asalariada de la nación, lo cual nulifica los tan esperados efectos multiplicatorios como probables dentro de una real dinámica progresiva de la economía. FRAGILIDAD Y DESARTICULACIÓN PRODUCTIVA Del otro lado del mercado suele ser analizado el componente oferente en términos cuantitativos dejando de lado las consideraciones que permitan desplegar juicios más certeros sobre la capacidad productiva y los potenciales que encierran los capitales invertidos. En diversas oportunidades la prensa nacional ha recogido, en el mes de julio de 1994, las informaciones de las empresas manufactureras con relación a que las medidas de control de cambio adoptadas por el gobierno de Rafael Caldera les llevaría a cerrar sus plantas. A comienzos de ese mes se planteó en un tono inquieto la existencia de cuatro a seis semanas de inventarios para cumplir con los planes productivos y que por tal razón las empresas se orientaban a una reducción drástica de los días laborables así como a un adelanto de las vacaciones de su personal. Este solo dato nos va a referir la existencia de un viejo problema no resuelto; la altísima subordinación de la industria local de sus suplidores extranjeros. Es comprensible que la manufactura venezolana se haya iniciado en condiciones frágiles, dependiendo de las grandes corporaciones internacionales, lo que no lo es, vendría a ser como esa industria dejó de avanzar por una senda de relativa autonomía, esbozada a sus inicios, y fue cristalizando sus características más adversas, a saber, las de ser una industria de acabado local.3 La mercancía de acabado local es un producto doblemente débil. Del lado de la producción ella es la expresión de la dominación mercantil de las empresas extranjeras. Del lado del consumo es difícil asociarlas a un verdadero contexto nacional, pues la participación de los nacionales en su elaboración sólo ha sido en sus fases finales de acabado, sin que se perciba como algo local. Los consumidores tendrán que consumirla muchas veces de una forma "irremediable" a sabiendas de su inferior calidad frente a una de plena procedencia extranjera. Difícilmente un consumidor hará suya la exigencia de los industriales frente al Estado en el sentido de reclamar "dólares para importar los insumos" pues los beneficios reales derivados de este tipo de producción han sido en extremo modestos. /.- AUBERTN. y GAULEJAC V. El coste de la excelencia. Paidos, Barcelona. 1993. 2.- FREEMAN C. El Reto de la Innovación. GALAC. Caracas. 1993. 3.- CARRILLO J. Las relaciones sociales de producción en Venezuela, Mimeo. FACES. Valencia. 1994. Cuál ha sido realmente el aporte tecnológico científico de las empresas automotrices, después de cuarenta años ensamblando vehículos en nuestro país? Hoy por hoy no se trata de buscar los resultados con una lupa sino más bien de aprovechar las circunstancias extremas para presentar cambios radicales en los preceptos básicos del modelo productivo. Es lícito poner en la balanza la existencia de, por ejemplo, esas industrias de ensamblaje, frente a la apertura plena de un mercado negado a los venezolanos como lo es el de los vehículos de ocasión o de segunda mano en proveniencia de los países avanzados. Con el argumento de que las empresas ensambladoras dan empleo a dos o tres mil trabajadores se ha venido presentando una justificación para su existencia. Siguiendo este ejemplo vemos como esas mismas firmas internacionales no sólo se garantizan la totalidad del mercado nacional sino que también, con la pretendida razón de garantizar el empleo de los asalariados allí ocupados, se reservan los mecanismos de importación de líneas de vehículos -siempre nuevos- para los estamentos poblacionales de mayores ingresos. El subsector de los vehículos de carga nos puede dar una idea de lo que ocurriría con un cambio drástico de los mecanismos de la oferta que imperan en la actualidad. Las grandes empresas transportistas, dado los altos costos de los equipos ensamblados localmente, han obtenido las facilidades del Estado para importar vehículos usados desde los Estados Unidos. De este modo, la renovación del parque de camiones se ha venido haciendo en Venezuela, en forma silenciosa pero efectiva. Los vehículos importados, en este caso, pueden significar no más del 40% del precio de un vehículo equivalente, nuevo y ensamblado en Venezuela. Es así como con una provisión de esta mercancía, en relativo buen estado, se puede constituir un "mercado" más real que reconozca las dimensiones de la demanda efectiva y que no disloque a los sectores productivos con un mayor dinamismo. Adicionalmente, se puede afirmar que, la ausencia de verdaderos reflejos competitivos entre los distintos componentes de los sectores productivos, vinculada a la colusión de políticos y empresarios, beneficiarios de amplios recursos públicos a lo largo de tres décadas democráticas es uno de los factores determinantes que dificulta la conformación de la oferta con cienos rasgos de racionalidad tal como se presenta en los países ejes de la economía. UN CASO: LA PRODUCCIÓN Y EL COMERCIO EXTERIOR Al analizar los valores del comercio exterior podemos apreciar la magnitud de los problemas anteriormente planteados. En los últimos tres años la relación desfavorable de la balanza comercial no petrolera se ha mantenido en forma global, por cada dólar en divisas que recibimos de las exportaciones no tradicionales tenemos que erogar 3.3 por concepto de importaciones (ver cuadro sobre el Comercio Exterior). Si bien entre 1992 y 1993 hubo un significativo incremento de las exportaciones de Plástico, Caucho y sus derivados (56%) la producción de estos productos -con amplias ventajas comparativasdentro del total de las exportaciones no deja de ser en extremo modesta (3,9%). En este caso la relación entre lo que tenemos que pagar por importaciones y lo que recibimos por importaciones es de 3.4 veces, aún mayor que la relación global. Los productos químicos mantienen una participación del 11 % en las exportaciones no tradicionales. Sin embargo estos valores se han mantenido estables y la relación con los productos similares importados sigue siendo abiertamente desfavorable. Por cada dólar percibido como divisas hay que erogar 3.6 por concepto de importaciones. A pesar del amplio apoyo que el Estado viene dando a la industria petroquímica, y particularmente a la privada, es notorio que aún estamos lejos de poder exhibir este sector productivo como emblemático del país. He aquí una cuestión central que debe ser abordado por las diferentes disciplinas relacionadas con los procesos productivos: Si hay una actividad que debe ser retomada con especial énfasis es la de la industria petroquímica y las derivadas que se le emparentan. Particularmente desalentador resulta la participación de maquinaria y material eléctrico dentro del conjunto de las exportaciones. En 1993 esos rubros apenas alcanzaban el 3% del total siendo que ya en los años setenta habían alcanzado el 5%. En la actualidad, por cada dólar que percibimos en calidad de divisas se tienen que erogar 36 por concepto de importaciones. Estas relaciones son tal vez las más reveladoras de nuestro atraso. Los países avanzados pugnan por incrementar su porción del mercado internacional y particularmente con medios de producción que les permite obtener posiciones privilegiadas frente a la competencia. En nuestro caso, sino la retrogradación por no hablar de la casi inexistencia de las exportaciones de máquinas y equipos eléctricos, debe ser un tópico de discusión prioritario. La situación de los derivados de hidrocarburos y los equipos de producción nos dan la medida de nuestra verdadera situación en el mercado internacional. De resultados estériles resultan las políticas, imperantes hasta ahora, de depender de los precios internacionales de los crudos, mientras que un redibujo de la política comercial internacional aún espera por ser desplegada con urgencia. UNA OPORTUNIDAD PARA LA ECONOMÍA La economía en tanto que disciplina que explica las relaciones productivas establecidas por los hombres, tiene oportunidad para explicar, de cara al país, las razones de la desarticulación por la que transita el aparato productivo y, a la vez, de señalar las perspectivas que puede tener éste junto a un desarrollo sostenido y coherente del consumo. Esta tarea es posible en la medida que nos alejemos de discusiones sin salidas como la planteada con relación al binomio estatismo-liberalismo. Más que detenerse a defender o atacar al Estado, se trata de comprender a profundidad las características del proceso productivo local, muchas de las cuales no se materializaron por casualidad sino dentro del contexto de los intereses de las grandes corporaciones internacionales. De su lado, el Estado no necesita ser protegido como hoy sucede por obra de sus exégetas, conscientes del alto nivel de fracturas que él presenta, particularmente después del Coup d'Etat fallido del 4 de febrero de 1992. El Estado continúa a ser ese ente contradictorio, cobertor de los mayores actos de corrupción económica que se conozcan en estas latitudes, a la vez que la instancia designada muchas veces embellecida- para la solución de los más diversos problemas colectivos. En todo caso, el Estado venezolano luce incompetente para abordar las tareas que le han sido asignadas, cuestión ésta que no desdibuja en absoluto el carácter colectivo de la solución de esos mismos problemas. Organismos descentralizados, asociaciones civiles, instancias cooperativas, nuevas empresas soportadas en el dinamismo productivo, son algunas de las figuras que necesitan ser comprendidas por las diversas disciplinas humanas. Allí la economía tiene un terreno de encuentro. Se trata de que no nos equivoquemos una vez más. El desarrollo de una fuerte industria petroquímica, en la ocurrencia, no puede avanzarse a costa de un depauperamiento adicional de las grandes mayorías asalariadas del país.4 Es perfectamente congruente ese desarrollo productivo junto a un aumento del salario real de la población, que a su vez impulse la efectividad de la demanda o, si se quiere, la demanda efectiva, en un contexto de rediseño de las relaciones de nuestra colectividad. Valencia, 1/8/94 4.- SHAIKU A. Valor, acumulación y crisis. Tercer mundo. Bogotá 1990.