Respuesta de los Holandeses y Contrabandistas Criollos

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Nº 17, 2001, pp. 267 - 288
RESPUESTA DE LOS HOLANDESES Y
CONTRABANDISTAS CRIOLLOS EN OPOSICIÓN
A LA GUIPUZCOANA (1731-1732)
Hebe Oquendo Chacón
Investigadora, Msc. en Historia de Venezuela.
Profesora de la Universidad Simón Bolívar
Resumen
En este artículo se muestran algunos aspectos del conflicto que oponía a
contrabandistas criollos y comerciantes holandeses en contra de la
Compañía Guipuzcoana. Con la creación de la Guipuzcoana, en 1728,
aparecen prontamente las discordias debido al monopolio comercial y al
rígido control que ella impone sobre el contrabando. En efecto, la
Compañía inició la persecución de la inveterada práctica del comercio
ilegal que se mantenía con Curazao, donde cacao y tabaco se
intercambiaban por bienes manufacturados europeos. Esto desató la
abierta hostilidad de contrabandistas y comerciantes. Las actividades de
rebelión y protección del contrabando de Andresote fueron también parte
del conflicto considerado aquí, según la documentación que dejara la
investigación de Pedro José de Olavarriaga quien actuó como juez
investigador y Director de la Guipuzcoana. Las fuentes utilizadas han
sido documentales y bibliográficas.
Palabras claves: Contrabando, Compañía Guipuzcoana, Andresote,
holandeses.
Answer of the dutchmen and the creole Smugglers
in opposition to the Guipuzcoana
(1731-1732)
In this article some aspects of the conflict that creole smugglers and Dutch
merchants had against Guipuzcoana company are showed. With the
foundation of Guipuzcoana in 1728 various discords emerged because of
the commercial monopoly and the rigid control over contraband that it
imposed. Logically, for the company, the inveterate practice of the illegal
commerce that was maintained with Curazao, where cocoa and tobacco
were exchanged for European manufactured goods, should be pursued.
This would put the smugglers and the Dutch merchants in an open
hostility. Andresote‘s activities of rebellion and protection of the
contraband were part of the conflict considered in this article, as showed
Hebe Oquendo Chacón
in the documents related to the research that Pedro Josè de Olavarriaga
did as judge and director of the Guipuzcoana. The sources we have used
are printed and bibliographical documentaries.
Key words: Contraband, Guipuzcoana Company, Andresote, Dutchmen.
Réaction des Hollandais et des Contrebandiers Créoles
face à la Compagnie Guipuzcoana (1731 – 1732)
Les aspects du conflit qui opposait les contrebandiers créoles et les
commerçants hollandais à la Compagnie Guipuzcoana sont explorés dans
cet article. Cette Compagnie créée en 1728 a très rapidement provoqué de
différents désaccords à cause du monopole commercial et du contrôle
sévère qu’elle exerçait sur le contrebande. En effet, la Compagnie
Guipuzcoana était à la poursuite de l’habitude invétérée de faire le commerce
illicite du cacao et du tabac avec l’île de Curaçao pour obtenir des produits
manufacturés européens. C’est pourquoi les contrebandiers et les
commerçants hollandais étaient très hostiles à la Compagnie. L’article
analyse ce conflit, y compris la rébellion d’Andresote et sa protection du
contrebande, tel qu’il est montré dans les documents portant sur l’enquête
faite par le juge et directeur de la Guipuzcoana, Pedro Jose de Olavarriaga.
L’auteur a fait appel à des sources comprenant des reproductions des
documents originaux et des références bibliographiques sur le sujet.
Mots clés: Contrebande, Compagnie Guipuzcoana, Andresote, Hollandais.
La firme tarea en oposición al contrato ilegal que acometió
la Compañía Guipuzcoana muy rápido promovió la agresiva
disconformidad de los holandeses y otros contrabandistas
nativos, quienes combinaron energías para importunar a la
Compañía.
“... .En el momento en que la Compañía inicia sus actividades
en Venezuela, los holandeses, apoyados en la posesión de
Curazao, han establecido ya sus reales en el propio territorio
nacional, y dominan con su influencia a las autoridades y
sobre todo a la población. ...” (Espinosa; Alfonso. 1962. 39)
En 1728 se instauró la Compañía, la cual en cierto modo
reemplazó el consorcio mercantil que era exclusivo de España,
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Respuesta de los Holandeses y Contrabandistas Criollos en Oposición a la Guipuzcoana
el tenaz dominio que instituyó ofreció por desenlace la oposición de los criollos quienes se sentían despojados de determinadas prerrogativas. Al mismo tiempo, la Compañía atacó rigurosamente el contrabando que desde varios lustros atrás se realizaba en unión de Curazao.
“La Provincia de Venezuela, aunque pobre y
abandonada, llamó desde el comienzo la atención del
monopolio español. Su situación geográfica, abierta a costas
extensas, despobladas, sin milicia suficiente que las
custodiase, era, aún en plena conquista, bocado de los más
apetecidos para cuantos contrabandistas a las costas del
Nuevo Mundo, y esta situación, que al principio era eventual,
dada la imposibilidad de los extranjeros de mantenerse fijos
cerca de la costa venezolana se convirtió en tráfico ordinario
desde el definitivo establecimiento de los holandeses en
Curazao, en 1634” (Yanes; Antonio R 1936. 160 ).
Represión y contrabando impuesto
Los vecinos en complicidad con los holandeses, atacaban
las patrullas de tierra apostadas por la Compañía. Pedro José
de Olavarriaga manifestaba que las acciones hostiles contra la
Guipuzcoana eran hechas en unión de los holandeses con el
único propósito de mantener el contrabando.
“Desde el principio halló resistencia la Compañía para
montar su sistema metódico en los naturales del país de
término, habituados a las libertades del contrabando con
los holandeses. ... Apenas llegados los guipuzcoanos a
Caracas, a poner en pie las primeras factorías,... , cuando
tuvieron que vencer la oposición decidida de los holandeses,
descontentos por la llegada de aquel intruso huésped. ...”
(Basterra; Ramón de. 1954. 46).
De acuerdo con Olavarriaga, las balandras tratantes izaban estandartes francesas, inglesas o sencillamente coloridas
para despistar a la embarcación de vigilancia y nunca exhibir
su auténtico pabellón, en el que no cabía la menor sospecha de
Hebe Oquendo Chacón
que tales navíos se vinculaban a los holandeses y judíos de
Curazao, cosa que pudo confirmar por medio de los testimonios de los criollos que cooperaron en el atraco con los vigilantes
que protegían la confluencia del Yaracuy.
Dentro de las evidencias de los expedientes organizados
por Olavarriaga acerca de este tema, de igual forma aludió a
diferentes acontecimientos que igualmente fundamentaban las
maniobras de resistencia utilizados por los judíos y neerlandeses
para sustentar el mercado ilegal que, en tiempos pasados, realizaban a su capricho dentro de todo el litoral, ríos, valles y diferentes emplazamientos de Venezuela.
Las reflexiones de Olavarriaga se centraban en los siguientes
acontecimientos: en 1731, en el mes de abril dos Capitanes
Neerlandeses extrajeron del puerto de Coro a una balandra de
la Compañía y se la llevaron a Curazao. Un mes después, en
Chichiriviche, dos traficantes judíos le quitaron atropelladamente un considerable cargamento de cacao a dos comerciantes que
se aprestaban a encaminarse a la Guaira. La intrepidez de los
holandeses llegó al límite de reunirse cuatro meses más tarde
del primer hecho narrado, asediando el susodicho puerto en
unión a 18 barcos con la finalidad de sabotear la carga de la
fragata “San Ignacio de Loyola”, que iba a emprender viaje a
España ese mismo día 13 de agosto.
Argumentaba Olavarriaga que promovió las respectivas
protestas al Gobernador y los restantes participantes del Consejo de Curazao, pero desconfiaba que ello prestara resultado,
debido a que estos funcionarios favorecían las operaciones de
los contrabandistas de aquella isla. Igualmente remitió los testimonios de los expedientes para que los representantes de la Península tomaran las disposiciones precisas para obstaculizar los
atropellos de los hebreos y neerlandeses en los territorios hispanos de las Indias.
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Respuesta de los Holandeses y Contrabandistas Criollos en Oposición a la Guipuzcoana
Postura de los Funcionarios Neerlandeses
Como era de esperarse, había mucho de razón en los planteamientos que Olavarriaga hacía al referirse al Gobernador y a
su Consejo de Ministros como contrabandistas y, si no, por lo
menos de ser sus patrocinantes.
En los testimonios de los autos preparados por Sebastián
García de la Torre, el 28 de noviembre de1731, sobre la balandra “La Levantada”, encontramos que en la embarcación, aparte
de haber un cuantioso género de contrabando, sorpresivamente
fueron encontradas unas misivas las cuales revelaron el desasosiego de los representantes de Curazao por el incremento de los
costos del cacao ante la función de la Compañía Guipuzcoana.
De la misma forma se encontraron otras esquelas realizadas en
distintos muelles de Holanda, en las cuales se instruían tanto a
los Capitanes de las naves como a los funcionarios de Curazao,
para que dieran preferencia a otros productos sobre el cacao
debido a sus moderadas cotizaciones en los mercados indianos.
En el mes de octubre, el Gobernador Sebastián García de
la Torre y el Director General de la Guipuzcoana comisionaron
a Ignacio de Loperena para que presentara una carta requisitoria al Gobernador, y miembros del Consejo de Curazao, acompañada de los testimonios de autos, sobre la incursión hecha
por los acontecimientos del mes de agosto de ese año. A mediados de ese mes de octubre, los representantes de Curazao respondieron que era preciso esperar la traducción de los autos
remitidos por Olavarriaga, ya que eran muy largos y no había
quien hiciese la traducción. Sin embargo, los neerlandeses repusieron 1 lancha con sus 10 tripulantes, con la esperanza de que
se les devolvieran a los contrabandistas que la Compañía tenía
en su poder. Al no encontrarlos, el Gobernador de Curazao le
escribe a Pedro José de Olavarriaga sobre la conveniencia de
conservar la buena amistad entre los súbditos de España y de
los Estados Generales. De no ser devueltos entonces ellos procederían a tomar las embarcaciones con su contenido, y eso se
aplicaría con todo rigor.
Hebe Oquendo Chacón
Recientes protestas por la conducta desfavorable de los contrabandistas
El Gobernador de Caracas, Sebastián García de la Torre,
expuso con testimonio de los autos a la Corona, finalizando el
año 1731, las intervenciones agresivas de los holandeses contra
los navíos de la Compañía, sus ataques por el litoral y el contrabando obligado que perpetraban a costa de los residentes que se
oponían a las negociaciones furtivas.
Asimismo, agregaba lo inútil que había sido intentar llegar a un acuerdo con el Gobernador de Curazao, a fin de que le
pusiera coto a tales desenfrenos, pues los contrabandistas proseguían sus actos hostiles. El fin de esta exposición era que la
Corona tomara las medidas pertinentes para contener los atropellos de los judíos y neerlandeses.
El Gobernador de igual forma apuntaba que los marineros que trasladaban el cacao, por pedido de los propietarios de
las mercancías, sospechosamente consentían que les arrebataran tales géneros los holandeses, canjeándolos por indumentarias
y diferentes mercancías de contrabando. Una vez que los marineros se presentaban en los muelles de destino, los poseedores
de los fardos de cacao, con la excusa de ser honestos, pretendían que se les retribuyera el importe de lo aparentemente hurtado con productos canjeados por los holandeses.
El aumento de las operaciones adversas por parte de los
judíos y holandeses, forzó a Pedro José de Olavarriaga a renovar sus quejas al Gobernador de Curazao. La contestación ofrecida a tales peticiones por parte del Gobernador Juan Pedro Van
Collen y los asociados de la Asamblea de Curazao, testimonió
nuevamente el amparo que dichos representantes ofrecían a los
contraventores, y su método de dar excusas circunstanciales en
la medida que incrementaban los abusos de sus subalternos en
los dominios hispanos.
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Respuesta de los Holandeses y Contrabandistas Criollos en Oposición a la Guipuzcoana
Una manera de fundamentar el contrabando forzado era
amparar su conducta en facturas preparadas para otorgarle un
tinte de legitimidad a semejante hecho de presión y, como que si
no fuera nada, explicaron que la gran parte de los requerimientos en lo tocante a las acciones agresivas de los judíos y holandeses en diferentes zonas del litoral venezolano, de ningún modo
les concernía.
“Al mismo tiempo que iniciaba así las diligencias de
acusación contra los levantamientos del Yaracuy,
Olavarriaga, ... envía a la isla de Curaçao como apoderado
suyo a Juan de Ureta quien presenta en la isla demanda
conteniendo diferentes quejas sobre las hostilidades
‘cometidas por los capitanes que navegan de esta isla con la
dicha Compañía Guipuzcoana..., acusándolos
concretamente, de la intervención que habían tenido en los
sucesos del Yaracuy y en el fomento del trato ilícito. Pero el
Consejo de la isla hurtó el cuerpo... disponiendo... que no
había porqué castigar a los capitanes por haber sacado el
cacao que se supone hecho lícitamente, ya que hay
constancia escrita de que fue pagado hasta el último
maravedí; ...” (Amezaga Aresti; Vicente de. 1963. 36)
Tal sería la postura corriente acogida por los Gobernantes
de Curazao delante de las protestas de los representantes de
Venezuela y los delegados de la Compañía Guipuzcoana, lo cual
produjo congestionadas controversias en medio de dichas autoridades y transformó a las costas venezolanas en teatro de una
contienda sin cuartel, en la que los convenios interestatales de
ninguna cosa servía para contener el atrevimiento de los contrabandistas.
La rebelión de Andresote ante el malestar de los criollos y
neerlandeses
“... el levantamiento de Andresote ... no fue consecuencia de
los procederes despóticos de la empresa vasca como quieren
algunos, ... . Aventura ... suscitada, fomentada y sostenida
no solo con dinero y armas, sino con hombres propios
Hebe Oquendo Chacón
armados... por aquellos a quienes la instalación y el activo
funcionamiento de la Compañía habían venido a herir en lo
más vivo de sus intereses y a privarles de las enormes
ganancias que realizaban en el comercio clandestino con
Venezuela: los comerciantes holandeses de la vecina isla de
Curazao.” (Olavarriaga; Pedro José de. 1958. 177 – 178).
El asiento de la Compañía Guipuzcoana fue principio de
múltiples alborotos de patrón económico, a causa de la oposición común originada por el monopolio que ejercía la referida
Compañía. La contrariedad de los nativos y neerlandeses por la
pujante actuación de la Guipuzcoana y del Gobernador
Sebastián García de la Torre en discrepancia con el intercambio
furtivo, muy escuetamente obtenían tintes trágicos para la cadencia de la Provincia.
“Con la disminución del comercio ilícito, y no digamos su
desaparición por la imposibilidad de hacerlo en tan extenso
territorio, nació el odio a muerte a la Compañía. El odio creció
y con el tiempo vemos surgir la revueltas de Andresote en
los Valles de Yaracuy, ...” (Yanes; Antonio R. 1936. 162).
La asonada del negro Andresote estrenó un período de
revueltas, cuyo fundamental interés iba dirigido a la aniquilación de la desagradable Guipuzcoana, ya que esta impugnó a
rajatabla el contrabando que desde unos cuantos períodos precedentes se consumaba en concordancia con Curazao.
“La rebelión de Andresote es un brote eruptivo de la
penetración holandesa en el territorio de la Colonia ... : es un
estallido ... del complejo colonial de tiranía y exasperación
irremediable que España impuso a la Colonia desde su
iniciación hasta la octava década del siglo XVIII. La multitud
que se mueve agitada por los contrabandistas y los
comerciantes y hacendados, y que grita: ‘Abajo la Compañía’,
‘Viva el Rey’, no identifica todavía al soberano con la empresa
... Sus conductores sí saben lo que quieren, pero, como la
masa, todavía no identifican al soberano con la empresa. ...”
(Espinosa; Alfonso. 1962. 41)
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Respuesta de los Holandeses y Contrabandistas Criollos en Oposición a la Guipuzcoana
Andresote, en el interior de la depresión del Yaracuy, era
instrumento de los productores y trabajadores criollos para disfrazar la vigilancia de los agentes y obtener el acceso de los productos al extranjero.
“Al mismo tiempo que inicia así las diligencias de acusación
contra los levantados del Yaracuy, Olavarriaga ... envía a la
isla de Curazao como apoderado suyo a Juan José de Ureta
quien presenta en la isla demanda conteniendo diferentes
quejas sobre las hostilidades ‘cometidas por capitanes que
navegan de esta isla con la dicha Compañía Guipuzcoana y
otros vasallos de Su Majestad Católica de España’
acusándolos concretamente de la intervención que habían
tenido en los sucesos del Yaracuy y en el fomento del trato
ilícito. ...” (Amezaga Aresti; Vicente de. 1958. 179)
En septiembre de 1731, la Gobernación de Venezuela estaba estupefacta por el comportamiento de Andresote, por lo
que Pedro José Olavarriaga, Juez Pesquisador y Director General de la Compañía, comenzó la investigación para capturarlo.
El zambo se declaró en alzamiento franco impugnando a los
representantes regionales y en oposición a la Compañía
Guipuzcoana.
El Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela Sebastián García de la Torre, desde Caracas instiga el
instrumento militar y manda en la primera ocasión a Luis López
Altamirano, subsiguientemente a Luis Lovera, Juan Romualdo
de Guevara y otros, a enfrentarse a Andresote, sin embargo de
ningún modo alcanzan a subyugarlo. En presencia de esa eventualidad el Gobernador se hace cargo por sí del acomodo de las
operaciones y se conduce a Yaracuy.
Andresote jamás le dio la cara al Gobernador, por más
que este intentó ubicarlo en varias localidades, y comprendió
que ante la asistencia de su incursión había escapado por el río
Yaracuy e ingresó a una embarcación holandesa, camino a
Curazao, en donde expiró más tarde.
Hebe Oquendo Chacón
Si bien García de la Torre consiguió neutralizar la asonada encabezada por Andresote, su empresa en oposición a los
insurrectos en vez de proporcionarle reconocimiento, indujo su
declive delante de los funcionarios de la Península. Parece ser
que el Gobernador se comportó injustamente con las disposiciones que practicó para reprimir a los sediciosos y ello le acarreó
roces con el Director General de la Compañía, Pedro José de
Olavarriaga, quien se lamentó delante de la Corona repetidas
veces acerca de la funesta actuación de García de la Torre.
En abril de 1732, Olavarriaga reveló a José Patiño una sucesión de oficios en oposición al Gobernador. Por su parte, Martín Madera de los Ríos, tesorero de la Real Hacienda de Caracas, denunció al Gobernador de desfalcar los tesoros de las cajas reales, y lo acusó de juntar una cantidad gracias al contrabando que desempeñaba junto con sus socios. Por consiguiente,
Madera de los Ríos aspiraba que se le concedieran facultad para
incautar las posesiones del Gobernador y detener sus agravios.
El Fiscal del Consejo de Indias aconsejaba que debería ilustrarse al Juez Pesquisador nombrado para Venezuela, que confirmara las imputaciones formuladas por Madera de lo Ríos, y
extrajera los expedientes del Gobernador para continuar el sumario a cada uno de los cómplices en el tráfico ilegal. Para tales
intenciones, la Corona designó a Martín de Lardizával, quien al
mismo tiempo se haría cargo de la Gobernación y Comandancia General de Venezuela. El Juez Pesquisador transmitió un
veredicto condenatorio de García de la Torre.
“Lardizábal ... comenzó sus pesquisas, el resultado de las
cuales, por lo que concretamente se refiere a García de la
Torre, terminó en sentencia contra éste de la que apeló al
Consejo de Indias. ... .Unicamente ... el Rey ordena se le
permita a García de La Torre salir del convento de San
Francisco para regresar a España a dar cuenta de su
gobierno. ... .Por lo que toca a Olavarriaga, sabemos que el
Gobernador García de la Torre había operado autos contra
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Respuesta de los Holandeses y Contrabandistas Criollos en Oposición a la Guipuzcoana
él, Beato y otros Factores de la Compañía Guipuzcoana ‘en
razón del comercio ilícito que tenían en Curazao’.” (Amezaga
Aresti; Vicente. 1963. 38)
Para el propio período, la Compañía, bien sea que considerara lo que de verídico hubiese en esas imputaciones adversas a Olavarriaga, bien sea que juzgara la disposición de simple
manejo contrarrestar la resulta que había de originar en la Provincia la relevación de su Gobernador, transformado en manifiesto adversario de los guipuzcoanos, condujo a apartar de su
función de Director a Don Pedro de Olavarriaga, reemplazándolo por Don Nicolás de Francia.
De esta suerte, bajo la huella del contrabando, como investigador de él o por razón de él, contemplamos partir decididamente de este suelo, de sus ocupaciones y de sus maniobras,
a Dn. Pedro José de Olavarriaga.
Con relación al Gobernador reemplazado, este funcionario gubernamental se salvaguardó en el Convento de San Francisco y tan sólo se retiró de aquel sitio a concesión de la Real
Cédula del 2 de octubre de 1735, en atención a la cual se prescribió que se concediera su retorno a España, para que entregase razón al Gobierno acerca de su convulsionada gestión.
“... .Con ayuda del nuevo Gobernador, que por destitución
de La Torre, era a la sazón don Martín de Lardizábal, trató
de vencer las dificultades con que se pretendía marchitar la
vida de la naciente Empresa, recalando ante los superiores
la desgana y voluntad remisa con que habían recibido los
naturales ... aquella substitución del desorden por la
disciplina ...” (Basterra; Ramón de. 1954. 47).
Impulso de Martín Lardizábal en su campaña contra el contrabando. Medidas tomadas para aumentar el tráfico lícito
En el momento en el que Martín de Lardizábal efectuó la
indagación referente al alzamiento de Andresote, pudo confirmar hasta qué punto el mercado ilegal intervino en tal acontecimiento.
Hebe Oquendo Chacón
“Desde el año 1634, en que los holandeses se apoderaron de
la isla de Curazao, a la cual erigieron en depósito de
mercancías, se dedicaron ... al comercio furtivo ...,
realizándose el tráfico prohibido en grande escala. ...”
(Basterra; Ramón de. 1954. 37 – 38)
El reciente representante intervino con dureza para suprimir el contrabando. De la misma forma, el mandatario denegó
bajo sentencia de muerte el movimiento por las diferentes sendas que afluyen en las Tucacas y Curiepe. Más todavía, en adelante, para prevenir el intercambio con los extranjeros, de ningún modo se autorizaba a los agricultores que comerciaran el
cacao en el litoral a ninguna nave diferente que no fuese de la
Compañía Guipuzcoana o flota de registro. Como aditamento,
Lardizábal, en junio de 1733 propuso a la Corona la instauración de cuadrillas con 60 a 70 individuos ‘naturales del país’ en
los emplazamientos más frecuentados por los contraventores.
A comienzos de 1734, Lardizával afirmaba que la Provincia estaba enteramente tranquilizada y que el convenio ilegal se
hallaba poco más o menos suprimido, ya que había formado
abundantes arrestos de insurrectos y otros contraventores. Como
producto de todo ello, se incrementó el mercado lícito, principalmente el movimiento del cacao, tal como lo testimoniaba una
refrenda realizada por la Contaduría de Caracas.
De ningún modo cabe desconfianza en las acciones practicadas por Lardizábal, pues no sólo colaboraron a contener el
alijo sino que de igual forma fomentaron el negocio reglamentario.
Incremento de la pugna entre la Guipuzcoana y los contrabandistas
A la operación llevada a cabo por Martín Lardizábal para
detener el tráfico ilícito, se añadió la contención constante de
las embarcaciones de vigilancia de la Guipuzcoana y varios
corsarios de Santo Domingo, en resistencia a las flotas de los
contraventores.
278
Respuesta de los Holandeses y Contrabandistas Criollos en Oposición a la Guipuzcoana
La respuesta de los judíos y neerlandeses en presencia de
esta sólida operación de la Guipuzcoana de ningún modo se
hizo aguardar, y en este turno no tan sólo apelaron al contrabando obligado y a las embestidas de los destacamentos de tierra, sino que acosaron a las flotas de la Compañía e incurrieron
hechos de auténtico ensañamiento contra los vascos y otros hispanos que caían en su poder, entretanto que éstos contestaron
con igual virulencia.
“Concretándonos ahora a su actividad represora del
contrabando, diremos ... que ‘impulsada por su propio
interés, ... en estos primeros años la Compañía logró mutilar
el comercio ilícito, aunque no pudo acabar con él. En uno de
los meses de 1733,sus fuerzas capturaron nueve barcos
algunos de los cuales, provistos de doce cañones, eran lo
bastante fuertes como para ser convertidos en guardacostas
de la propia Compañía. Y hacia 1737, sus navíos habían
conseguido la pérdida de tantas embarcaciones y
cargamentos extranjeros y el castigo de tantos
contrabandistas que los holandeses de Curazao, que era la
gente principalmente perjudicada por este despliegue de
energía, se dispusieron a tomar terribles represalias.’ ”
(Amezaga Aresti; Vicente de.1966. 10 – 11).
Los hechos de desquite de los traficantes de Curazao consiguieron características de una contienda sin remedio. Ciertamente la venganza de los contrabandistas, en oposición a los
corsarios y cañoneros, no se redujo a la costa de Venezuela o al
resto de Tierra Firme, sino que abrazaron diferentes superficies
del Caribe, donde desaparecían de la asidua asechanza de los
navíos de la Compañía Guipuzcoana, hicieron causa común con
los británicos y otros mercaderes extranjeros en un bárbaro proyecto acompañado por hurtos, saqueos y homicidios.
Puede pensarse que los abusos eran propios de la actividad exclusiva de los contrabandistas, sin embargo los papeles
verifican que, a términos de 1736, el Gobernador de Curazao
Pedro Van Collen fundó la nombrada “Company of Armaments
Hebe Oquendo Chacón
for War” constituida por cuatro embarcaciones, cuyos móviles
eran agredir a los bajeles de la Guipuzcoana y las de cualesquier otro corsario hispano, llevar a término el fraude obligado
en inusitada proporción, e incursar en las posesiones hispanas
en actos de pillaje y venganza. Tales barcos eran “La María
Luisa”, “El Brasol”, “La Santa Ana” y “El Corsario de Curazao”
las cuales estaban bajo la dirección de Gabriel Lix Raben.
“Como se ve por papeles, ... los curazoleños formaron una
‘Compañía de Armamentos de Guerra’. Esta poseía cuatro
balandras armadas, y se proponía emprender hostilidades
y ejercer comercio en las costas de Cumaná y Venezuela. Las
Balandras, cayendo sobre dos barcos corsarios españoles, a
la altura de Cumaná, hundieron uno y apresaron a otro.
Después de atacar a otras varias embarcaciones más en aguas
de Venezuela, ... donde apresaron al Teniente y a otros
hombres y ‘los llevaron esposados a bordo de sus buques.’
Finalmente, dieron sobre otras dos balandras de la Compañía
de Caracas ... Estaban cargadas ‘de tabaco y cacao que ellos
transbordaron violentamente, obligándoles (a los españoles)
a recibir ropas y otras mercaderías, a modo de trueque, y
compeliendo, con la misma violencia, a la persona
encargada de los cargamentos de las dos balandras a firmar
un papel que pretendía ser la venta del dicho producto’.
Poco después, una balandra ... fue arrojada por la tormenta
a las costas de la Española donde dos diferentes balandras
holandesas la atacaron y, después de matar (al dueño de la
balandra) ..., y a la mayor parte de la tripulación, hundieron
el barco y se llevaron la carga.” (Amezaga Aresti; Vicente de.
1966. 11)
Sin embargo del mismo modo diferentes sucesos colaboraron a instaurar un ámbito de pugna expedita en medio de las
embarcaciones de vigilancia y corsarios con los contraventores
de Curazao. La aprehensión del barco “La América”, de parte
del corsario de la Habana Antonio de Castañeda con su embarcación “El Triunfo”, cerca de la Orchila, el 10 de agosto de 1736,
causó una notable aflicción en los comerciantes de Amsterdam.
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Respuesta de los Holandeses y Contrabandistas Criollos en Oposición a la Guipuzcoana
La embarcación fue apresada en el momento que salía para
Curazao con un considerable flete. Los géneros correspondían
en una gran porción a los sefardíes, y éstos promovieron sus
protestas a los Estados Generales para que se introdujeran las
peticiones respectivas ante el embajador de España en Holanda
y apremiaron a la Compañía de las Indias Occidentales, a objeto de que remitieran los bajeles de guerra para salvaguardar a
los navíos mercantiles que levaran anclas al Nuevo Mundo.
Al parecer, la proposición de los judíos a la Compañía
prestó resultado, ya que para términos de abril de 1737, el Marqués de San Gil comunicó a Sebastián de la Cuadra que estaban
listos para marcharse de Amsterdam cuatro barcos que acompañarían a otras tantas embarcaciones mercantes en su periplo
alrededor de suelos americanos.
Por la mitad de junio de 1737, Martín de Lardizábal encomendó al representante de la Compañía Ignacio de Loperena, a
objeto de que mostrara al Gobernador de Curazao, Juan Pedro
Van Collen, las quejas concernientes al desvalijamiento y derrumbe de la embarcación de Miguel Giral, demandando que se
suministrara un escarmiento modelo a los oficiales Hendrick y
Ciprian Brugman, así como la devolución de los cargamentos
hurtados a la Guipuzcoana, el saldo de compensación por los
perjuicios producidos, y que se pusiera término a las acciones
adversas de las cuatro embarcaciones dirigidas por Gabriel Lix
Raben.
Algunos días más tarde, Juan Pedro Van Collen y los diferentes participantes del Consejo de Curazao replicaron que, en
lo referente a las reclamaciones hechas contra las tropelías de
Hendrick y Ciprian Brugman, se atrajo la atención por unas
cuantas órdenes y proclamas, empero se habían fugado a Saint
Thomas y que si alcanzaba a caer en manos del poderío holandés se les proporcionaría un correctivo ejemplar. Agregaban que
el tabaco y palo de brasilete de la nave de Giral se desembarco y
tasó en Curazao y tan presto como el suceso estuviese circuns-
Hebe Oquendo Chacón
crito, se devolverían tales mercancías a la Compañía. Y en todo
lo que se refiere a los otros asuntos de la interpelación desplegada por Loperena, los empleados públicos de la isla de ningún
modo se dieron por informados.
Al mes siguiente de este desdén de los funcionarios
neerlandeses respecto de las peticiones del Gobernador de Caracas y los delegados de la Guipuzcoana, se despachó una misiva a Martín de Lardizábal informándole que por mandato deliberado de sus altipotencias de los Estados Generales, requería
que pusiera en libertad a los hebreos y holandeses apresados
por las flotas de la Compañía.
“Schryver, según dice Lardizábal, admitía la obligación de
... reprimir el comercio ilícito, pero alegaba que la pérdida de
la propiedad era suficiente castigo. En consecuencia,
presentaba una demanda para la liberación de los holandeses
aprisionados en la galera de la compañía Guipuzcoana ‘que
servían como pícaros y encadenados, contra los estatutos y
condiciones’ de los tratados hispano-holandeses. ...”
(Amezaga Aresti; Vicente de. 1966. 11 – 12).
El holandés Schriver admite que era responsabilidad de
Lardizábal realizar todos los trámites posibles con la intención
de extinguir el contrato clandestino, empero una vez capturados los filibusteros alcanzaba sólo la apropiación de sus barcos
y productos y de ningún modo la detención de sus personas.
Por consiguiente, despachaba una relación de pobladores de
Curazao que se encontraban bajo la potestad de la Guipuzcoana,
con el objeto de que los devolvieran en atención a los favorables
expedientes del Gobernador de Caracas.
El Gobernador de Venezuela le advirtió a Schriver que, en
facultad de las Reales Ordenes de Su Majestad Católica, todos
los detenidos foráneos por motivos de fraude debían despacharse
a la Casa de la Contratación de Cádiz. Así era el manejo que se
realizaba, lo cual él de ningún modo podía infringir, pese a que
estaba claro que este correctivo de ninguna forma era apto para
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Respuesta de los Holandeses y Contrabandistas Criollos en Oposición a la Guipuzcoana
detener el tráfico ilegal de los neerlandeses. Añadía Lardizábal
que incluso en aquel tiempo sus correspondencias al Gobernador de Curazao habían sido inservibles, paradójicamente, pues
cada vez se producían considerables escándalos de los judíos y
holandeses en las playas de Venezuela, lo que testimoniaba la
condescendencia de los representantes de Curazao a tales hechos piráticos.
Le advertía Lardizábal a Schriver, que las flotas de
Curazao únicamente empleaban como excusa el tráfico junto a
los fondeaderos independientes de otras naciones, de modo que
en verdad se conducían a los dominios españoles y en el momento en que no conseguían tal objeto apelaban al contrabando obligado y a diferentes hechos agresivos, como fueron los
incidentes del hurto y caída de la embarcación de Miguel Giral,
así como el desvalijamiento consumado con dos barcas de la
Guipuzcoana. Por fin aclaraba Lardizával que los arrestados
holandeses de ningún modo estaban empleados en medio rufianes como aseguraba Schriver ‘sino entre voluntarios y honrados vizcaínos’.
En cuanto a las recientes interpelaciones formuladas a Juan
Pedro Van Collen por parte de Lardizábal, los funcionarios
neerlandeses, tras verificar las relaciones realizadas por los oficiales holandeses y los testimonios jurados de cinco marineros
de las embarcaciones en custodia de Gabriel Lix Raben, comprobaron que era indiscutible que nunca se realizó hostilidad
alguna.
Con base en esto, el Consejo de Indias, después de comparar las declaraciones ofrecidas por Juan Pedro Van Collen y C.
B. Schriver al Gobernador de Venezuela, propuso a la Corona
que fortaleciera los pertrechos y la dotación de las flotas vinculadas a la Compañía Guipuzcoana, y de ser probable aumentara la usanza del corso y las embarcaciones de vigilancia con
diferentes destacamentos de la Real Armada, ya fuese de América o de la Península.
Hebe Oquendo Chacón
“... .Por más que el Consejo de Indias impartía órdenes
terminantes a los Virreyes y Capitanes Generales para que
fiscalizasen e impidiesen el tráfico clandestino, por todos
los medios posibles, éste prosperaba cada vez más,
satisfaciéndolo en parte la urgente necesidad de artículos
de toda especie a cambio de los productos de cada región.
Ingleses y Holandeses llegaron a ser, con el contrabando,
los verdaderos negociantes de la América Española. De
haberse permitido el comercio de extranjería, debidamente
reglamentado, otra hubiera sido la actitud de los criollos
americanos hacia la monarquía española.” (Rangel Báez; C.
1926. 33)
A la par de este ambiente inquieto en medio de los funcionarios neerlandesas y españolas en el Nuevo Mundo, las cuatro
embarcaciones dirigidas por Gabriel Lix Raben reanudaron sus
desvalijamientos en las costas de Tierra Firme.
Para poner límite a las tropelías de Gabriel Lix Raben, los
Capitanes de guardacostas de la Compañía Guipuzcoana resolvieron desplegarle una trampa en la ensenada de Maya, en
donde los holandeses realizaban un acentuado contrabando.
Pero no por eso descendieron las operaciones desfavorables de
los holandeses, la contienda libre en medio las lanchas rápidas
y los corsarios españoles con los traficantes ingleses y holandeses proporcionaron vigorosas demandas en los medios plenipotenciarios sin que consiguieran complacencia de una u otra parte.
Gradual aminoración de la operación restrictiva de la
Guipuzcoana.
No obstante a la progresiva oposición contra los contrabandistas forasteros, todavía a comienzos de 1739 las cuadrillas
de tierra y las embarcaciones de vigilancia de la Compañía realizaban una efectiva labor de liquidación del negocio ilícito.
“A fines de 1739, y debido, en gran parte, a las disputas
sobre la política comercial Hispano – Americana, Inglaterra
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Respuesta de los Holandeses y Contrabandistas Criollos en Oposición a la Guipuzcoana
declaró la guerra a España. La lucha, surgida de la guerra
de Sucesión Austríaca, se generalizó y no terminó hasta 1748.
...” (Amezaga Aresti; Vicente de. 1966. 13)
En octubre de 1739 explotó la batalla entre España e Inglaterra. Numerosos acontecimientos procedentes de la riña
dentro de estas dos naciones son adecuadas para demostrar la
debilidad de la Compañía, tanto en el círculo económico como
dentro de su tarea de resistir la alianza ilícita. Las embarcaciones y los individuos de la Guipuzcoana se destinaron a la salvaguardia de Venezuela en presencia del persistente desafío inglés y, al mismo tiempo, la Sociedad proporcionó inestimable
asistencia para el traslado de huestes desde la Península a numerosos lugares de Hispanoamérica. Prestó espesas sumas a la
Corona y sus navíos intervinieron en unas cuantas batallas. Por
si fuera poco, nueve de sus barcos fueron apresados por los ingleses y únicamente consiguió alcanzar la devolución de uno de
ellos, sin embargo no por ello la Compañía interrumpió sus operaciones comerciales.
“Un acontecimiento de suma gravedad internacional vino a
entorpecer el desenvolvimiento normal del negocio. Es ello
que el largo período de casi diez años, de 1739 a 1748,
España se halla en estado de guerra activa ... con Inglaterra.
Torciendo por servicio a la Corona, sus fines meramente
mercantiles, prestó a la flota del Pirineo importante ayuda y
cooperación a la Real Marina. Los navíos buscones de cacao
transportaron ... numerosas expediciones de soldados y
cantidades importantes de pertrechos de guerra....
Tales escaramuzas marítimas con los ingleses costaron a la
flota del cacao dolorosas mermas. Fueron hundidos, de
resultas de las refriegas, tres de los buenos navíos de Caracas:
... . Hicieron presa de guerra los británicos de ocho bajeles:
...” (Basterra; Ramón de. 1954. 48 – 49)
Para reemplazar la falla de telas y harinas, los funcionarios venezolanos y la propia Compañía nunca poseyeron otra
salida que adquirirlos de Curazao, e igualmente de las ínsulas
Hebe Oquendo Chacón
foráneas la harina y otros productos de primera necesidad, pese
a que tal disposición, obviamente entreabría el acceso al tráfico
ilegal. A esto hay que añadir la componenda de ingleses y holandeses para extenuar a la Guipuzcoana derribando sus flotas,
así como la malquerencia de los criollos en oposición a la empresa adecuadamente explotada por los forasteros.
“De Pons, al explicar la caída de la Compañía, dice que ésta
en sus últimos años volvió a sus antiguas malas prácticas y
añade, concretamente, que se entendía con los holandeses
para la práctica del mismo contrabando que había jurado a
su Soberano destruir. ...” (Aresti; Amezaga. 1963. 81).
Lo relativo a las operaciones de las embarcaciones de vigilancia parece que fue más menguada que en ningún otro decenio: a continuación de una presa consignada en el año 1739 la
siguiente que se deja ver es ya en 1749. No hay sospecha de que
en esos 9 años de recia contienda contra los ingleses, la Compañía, al verse en grave riesgo de no poder abastecer debidamente
a Venezuela, apeló al intercambio ilícito. El comercio ilícito relativo a asuntos alimentarios tuvo que ser admitido y éste alcanzó
suficientes energías. No obstante, al tornar la calma, la Compañía restauró rápidamente su tarea de oposición al negocio furtivo.
Si la inoperancia del servicio de guardacostas en esos tiempos de contienda con Inglaterra ha de figurar en su debe, no
obstante debe ponerse en su haber los considerables favores proporcionados a la Corona durante esos mismos años, tan inestimables que, en el momento que terminaron las refriegas, alcanzó más prerrogativas.
“... además de los gastos que la guerra con Inglaterra había
ocasionado a la Compañía, ésta se veía obligada a imponerse
gastos considerables, con miras a proteger su comercio contra
sus competidores secretos. Es fácil tener una idea de la
vitalidad que todavía tenía el contrabando extranjero en las
costas de Caracas después del establecimiento de la
Compañía, ...” (Humbert; Jules. 1976. 85)
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Respuesta de los Holandeses y Contrabandistas Criollos en Oposición a la Guipuzcoana
Pero en oposición a esto, juega en aquel momento un reciente elemento conocido como el levantamiento de Juan Francisco de León, a continuación del cual la Compañía se dio cuenta de nuevo de su debilidad y de los problemas para contener el
contrabando holandés, nuevamente en esplendor.
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