8. REPERCUSIONES EN LOS USOS AGRARIOS DEL SUELO Las tierras labradas de España están por debajo de los 18 millones de hectáreas, lo que supone un poco menos del 35% de toda su superficie. Hasta comienzo de los años noventa, las cifras estuvieron rondando los 20 millones, pero desde esa fecha ha comenzado un lento retroceso, sin duda relacionado con las perspectivas de la PAC. Similares procesos y cifras se dan entre nuestros países vecinos y miembros de la UE. 207 Este descenso en las tierras labradas ha dado lugar a que aumentase la superficie destinada a prados (ligeramente), pastizales (14,4%) y terreno forestal (33,6%), que en total ocupan un 48% de la superficie española, un 1,7% más que en 1997. El resto del suelo español (un 17%) se dedica a usos no agrarios (eriales, suelos improductivos, etc.), que, auspiciados por las políticas llevadas a cabo por las autoridades de la UE, también han ganado terreno. 208 Los abandonos, las jubilaciones, la agricultura a tiempo parcial, el nuevo sistema de subvenciones (Pago Único), etc. están ocasionando ese lento abandono de suelos y de cultivos que requieren mucho trabajo y tienen escasa competitividad, para reconvertirse en otros más apoyados por la UE (apoyo a la reforestación como medida medioambiental), que requieren menos trabajo y son compatibles con la agricultura a tiempo parcial o con el arrendamiento (desarrollo de prados y pastizales), o que son más competitivos-rentables (leñosos de regadío: forestales, frutales y hortalizas). El barbecho también ha disminuido, como venía haciendo desde la década de los sesenta, aunque por diversos motivos: hasta la década de los noventa por la utilización de inputs (abonos, fertilizantes...) y desde la nueva PAC por el fomento de los abandonos, especialmente de los cultivos menos 209 rentables y, desde 2003-2005, a través del régimen de Pago Único, que limita o elimina las subvenciones a los precios y a la producción y fomenta que el agricultor cultive lo que es competitivo y rentable. Por zonas, donde el barbecho es más abundante es en el Sistema Ibérico, Sistema Central y zona occidental de la Meseta, donde los suelos son más mediocres y el relieve dificulta la mecanización. Por el contrario, el barbecho es escaso en la zona Norte y el valle bajo del Guadalquivir (vertisuelos). El regadío, por su parte, ha continuado creciendo, aunque, como ya hemos señalado antes, a un ritmo mucho más lento. El desarrollo de un ciclo de sequía a partir de 2005 está originando que los abandonos se realicen sobre los cultivos que requieren más agua y sobre los de secano más extensivos. De forma general, se puede señalar que los cultivos herbáceos han disminuido, tanto en regadío como en secano, que en regadío han sido sustituidos por lechosos de regadío (forestales, cítricos y algunos frutales). Lo que ha marcado la disminución de tierras labradas ha sido la disminución de los secanos extensivos, tanto herbáceos como leñosos, que han sido sustituidos por el desarrollo de suelos baldíos, prados (ligeramente) y pastizales y terrenos forestales. Veámoslo por grupos de cultivo: Los cereales en grano siguen siendo el cultivo más extendido (ocupan entre un 35 y un 37 % del total de las tierras cultivadas, con fluctuaciones en función de los precios del mercado, las subvenciones y los ciclos de sequía). Desde la década de los noventa, con los cambios en la PAC, comenzó un declive la superficie dedicada a estos cultivos, que se frenó a finales de la década, dando lugar a una situación de estancamiento o de ligero retroceso. 210 Los dos cereales abrumadoramente mayoritarios son el trigo y la cebada, que en conjunto suponen el 82% de la superficie cerealista y que han sufrido una progresiva reducción e la superficie dedicada a su cultivo. El trigo vio descender la superficie que ocupaba hasta la segunda mitad de los años ochenta por dos motivos: los problemas de competitividad que presentaba en el mercado mundial (dependía de las subvenciones) y por ser sustituido como cultivo extensivo de secano por la cebada, que encontraba más demanda como alimento para la creciente cabaña ganadera (hasta los primeros ochenta) y como materia prima para la creciente industria cervecera. El estancamiento ganadero y la entrada 211 en la UE frenó la demanda de la cebada y tuvo como resultado que la superficie dedicada a ella descendiese de forma rápida hasta finales de la década de los noventa, mientras que la del trigo se estabilizó ya a mediados de los ochenta. La tendencia desde entonces, para los dos cereales es al estancamiento o a un ligero retroceso en su superficie cultivada, pero a un ligero aumento en su productividad y, por ello, en su producción. 212 El centeno ha sufrido un descenso en su superficie cultivada y en su producción mucho más acusado que el trigo y la cebada. La tendencia en general en toda Europa, aunque en España se da más acentuada, dadas sus escasas aptitudes (es un cereal de zonas frías y suelos ácidos y arenosos). 213 La avena, en cambio, ha manifestado un constante crecimiento desde los años noventa. Sus usos para la ganadería, y la implantación de su uso para la industria farmacéutica y alimentaria, así como sus bajos costes de producción, están detrás de ello. No obstante, su importancia es pequeña, dado que no ocupa más de un 8% de la superficie cerealista española. 214 El maíz y el arroz son dos cereales muy dependientes del agua, así que acusan claramente los ciclos de sequía. El primero tuvo un fortísimo crecimiento (por sus aptitudes para alimentar el ganado) hasta el ingreso en la UE, en cuyo mercado los precios españoles resultaron ser poco competitivos. Además, la demanda ganadera se estancó. No obstante, la superficie dedicada al sector se mantiene relativamente estable entre las 400.000 y las 500.000 hectáreas. El arroz presentó cifras crecientes hasta comienzos de la década de los noventa en que aliaron un ciclo de sequía y la apertura del mercado europeo a los arroces asiáticos mucho más baratos; no obstante, la especialización en calidad, las subvenciones y la extensión del regadío han dado lugar a una tendencia, apreciable desde la segunda mitad de los noventa, a un ligero crecimiento, que sitúa su superficie cultivada por encima de las 120.000 ha. La actual fase de sequía está reduciendo su cultivo. La situación está cambiando por dos causas: 1. El establecimiento del sistema de Pago Único está haciendo que se abandonen los cultivos que requieren más costes, como el trigo o la cebada, y se sustituyan por otros cultivos. 2. El desarrollo de la demanda mundial de cereales para la fabricación de biocombustibles más allá de la actual producción mundial, está encareciendo sus precios, por lo que está comenzando a ser rentable su producción, hasta tal punto que las autoridades de la UE están planteándose (finales de 2007) subvencionar su producción. A nivel de la UE, España ocupa el cuarto lugar en cuanto a superficie dedicada al cereal, aunque a bastante distancia de Francia, que ocupa el primero. Es necesario destacar también los problemas que para la competitividad de nuestros cereales presenta la incorporación de Polonia y de Rumanía que, con un producto más barato, tienen también una importante superficie cerealista, la primera en trigo y cebada, y la segunda en maíz y trigo. Por cultivos concretos, es discreta la posición española en trigo y maíz (éste por cuestiones climáticas), aunque ocupamos de forma destaca el primero lugar en cebada 215 216 217 218 219 Asociadas a los cereales se encuentran las leguminosas para grano, dado que se suelen utilizar en las rotaciones de cultivos por sus aportaciones de nitrógeno al suelo, además de formar parte de la dieta tradicional de la España de secano. La superficie dedicada a legumbres sufrió un fortísimo retroceso entre 1960 y comienzos de los noventa debido a la reducción de la superficie del trigo y la cebada, a la utilización de abonos que eliminaron su papel en la rotación de cultivos, a cambios en la dieta y a la competencia con las legumbres de países (con costes menores) que las ponen en el mercado a precios más bajos. No obstante, la política de subvenciones y una cierta especialización en calidad produjeron una reacción que se manifestó en unos años de un vigoroso crecimiento, que se convirtió en estancamiento a partir de los primeros años dos mil. En la actualidad, con el cese de las subvenciones europeas, se está asistiendo a otro retroceso importante. El olivar, con casi dos millones y medio de hectáreas cultivadas es el segundo cultivo más importante de España, tras la cebada. Además, la superficie que se le dedica viene experimentando un crecimiento constante desde los noventa, al igual que su productividad. El olivar se dedica en su casi totalidad a la producción de aceituna para aceite. Las causas de esta situación se encuentran en los escasos requerimientos de mano de obra para su cultivo (excepto para la recolección), en su especialización en calidad (el aceite de oliva español gana competitividad y mercado progresivamente), en su valor medioambiental, en su consideración como “grasa de calidad” que se incorpora a la dieta conforma aumenta el nivel de rentas (es más caro que otras grasas alimentarias de “peor calidad”, como el aceite de semillas), etc. 220 A nivel comunitario, España es el país con mayor superficie dedicada al olivo, duplicando la de Italia, que es el segundo país en importancia. Pero, a pesar de estar en constante crecimiento, la productividad española es menor que la italiana. En cuanto a la posición en el mercado, España también tiene problemas de competitividad con los aceites italianos, que ofrecen mayor calidad. Esta situación ha originado que España exporte aceites “a granel-baratos” para luego ser elaborados y manipulados en otros países que los comercializan como aceites de calidad-caros. Sin embargo, la situación presenta perspectivas de mejora: la progresiva mejora de la calidad de nuestro aceite y la adopción de políticas comerciales adecuadas están situando nuestros productos a un nivel cada vez más competitivo. 221 El cuarto cultivo en importancia es el viñedo, cuya superficie está prácticamente estancada, desde mediados los noventa, en un poco menos de un millón doscientas mil hectáreas, cantidad asignada en las cuotas europeas (para limitar los enormes excedentes que se estaban produciendo). Sin embargo, la producción, gracias aun notable aumento de la productividad, manifiesta (con las fluctuaciones derivadas de las del clima) un manifiesto avance. La inmensa mayor parte de nuestra producción de uva se destina a la producción de vino. Hasta hace pocos años, el principal problema de nuestro sector vitivinícola era que su escasa productividad (España producía 3.335 Kg de uva por hectárea, frente a los más de 7.000 de Francia o Italia) iba acompañada por la producción de vinos de baja calidad, que competían por el precio. La situación ha experimentado un notable cambio: 222 - Nuestra productividad, en 2005, se situaba en 6.000 Kg/ha, muy próxima ya a la de nuestros principales competidores. En la actualidad, más del 35% de nuestros vinos son de calidad, elaborados bajo las condiciones de los Consejos Reguladores de las Denominaciones de Origen, que encuentran una buena relación calidad-precio y ganan progresivamente cuota de mercado. Los llamados “vinos comunes” están en un proceso de reconversión. 223 De esta forma se está haciendo frente tanto a la competencia de los vinos europeos (franceses e italianos, especialmente) a niveles de calidad como a la de los vinos baratos del cono Sur americano. Por otra parte, al amparo de la globalización, las grandes empresas vitivinícolas están llevando a cabo un proceso de concentración empresarial que les está permitiendo acceder con sus productos a los consumidores del mercado mundial y, a la par, deslocalizar plantaciones, lagares y lugares de elaboración, buscando una mayor calidad a un menor coste. Andalucía Aragón Illes Balears Canarias Cataluña Castilla y León Castilla-La Mancha Extremadura Galicia Madrid Murcia (Región de) 1 2 3 4 5 28 29 30 31 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 45 46 47 48 49 50 51 52 53 69 60 54 55 56 57 58 62 63 65 CRDO “Condado de Huelva” CRDO “Jerez-Xeres-Sherry y Manzanilla Sanlúcar de Barrameda CRDO “Málaga” CRDO “Montilla-Moriles” CRDO “Sierras de Málaga” CRDO “Calatayud” CRDO “Campo de Borja” CRDO “Cariñena” CRDO “Somontano” CRDO “Binissalem-Mallorca” CRDO “Pla i Llevant” CRDO “Abona” CRDO “El Hierro” CRDO “Lanzarote” CRDO “La Palma” CRDO “Taroconte-Acentejo” CRDO “Valle de Güimar” CRDO “Valle de Orotava” CRDO “Acoden-Daute-Isora” CRDO “Alella” CRDO “Ampurdán-Costa Brava” CRDO “Ca Priorat” CRDO “Cataluña” CRDO “Conca del Segre” CRDO “Costers del Segre” CRDO “Montsant” CRDO “Penedés” CRDO “Pla de Bages” CRDO Tarragona” CRDO “Terra Alta” Asoc. del Vino de Calidad o Indicación Geográfica de Arlanza Asoc. del Vino de Calidad o Indicación Geográfica de Arribes CRDO “Bierzo” CRDO “Rueda” Asoc. del Vino de Calidad o Indicación Geográfica de Tierra de León Asoc. del Vino de Calidad o Indicación Geográfica de Tierra del Vino de Zamora Asoc. del Vino de Calidad o Indicación Geográfica de Valles de Benavente CRDO “Toro” CRDO “Ribera el Duero” CRDO “Cigales” CRDO “Manchuela” CRDO “Méntrida” CRDO “Mondejar” CRDO “Pago Guijoso” CRDO “La Mancha” CRDO “Almansa” CRDO “Valdepeñas” CRDO “Dominio de Valdepusa” CRDO “Ribera del Júcar” CRDO “Uclés” CRDO “Ribera del Guadiana” CRDO “Monterrei” CRDO “Rias Baixas” CRDO “Ribeira Sacra” CRDO “Ribeiro” CRDO “Valedorras” CRDO “Vino de Madrid” CRDO “Yecla” CRDO “Bullas” 224 Navarra (C. Foral) País Vasco Valencia Denominaciones de Origen pluricomunitarias 59 42 43 44 66 67 68 27 64 61 CRDO “Navarra” CRDO “Chacolí de Bizcaia-Bizkaiko Txacolina” CRDO “Chacolí de Getaria-Getariako Txakolina” CRDO “Arabazo Txakolina-Txacolí de Álava” CRDO “Utiel-Requena” CRDO “Valencia” CRDO “Alicante” CRDO “Cava” CRDO “Jumilla” CRDO “Rioja” 225 226