Empeora la situación de migrantes en México Una de las personas que acudió al V Encuentro sobre "Mujeres en la migración, transformadoras del mundo", organizado por la Consejería en Proyectos/Project Counselling Service (PCS) los días 21 y 22 de mayo en San Salvador, fue Diego Lorente, del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdoba, en Tapachula, Chiapas, México. El integrante de esta organización de defensa de los derechos de las personas migrantes formó parte de la plenaria en la que se abordó la situación en el contexto actual de las personas migrantes y quienes defienden sus derechos humanos en México, que estuvo formada por integrantes de organizaciones diversas que trabajan en la defensa de los derechos de la población migrante. Desde PCS tuvimos oportunidad de formularle algunas preguntas. ¿En qué situación se encuentran ustedes en Tapachula a las personas que migran desde El Salvador? En Tapachula está el centro de detención donde se lleva a toda la gente detenida y desde el cual se la va a deportar. Todas estas personas tienen una situación muy difícil de privación de libertad. Entre ellas se encuentran muchas salvadoreñas. Entre las situaciones que se presentan está la falta de debido proceso, la falta de asistencia legal, el prácticamente no tener acceso a ejercer sus derechos, por ejemplo, para defenderse de la deportación si ellos no quisieran ser deportados. Y luego, está lo que es la deportación, lo cual consiste en llevárselos en autobuses y dejarlos abandonados al otro lado de la frontera, o sea, en Guatemala. Eso en cuanto a la migración en tránsito, pero hay que destacar que Tapachula es un lugar donde, desde hace muchos años vive mucha gente migrante. Entre ellos, una comunidad salvadoreña importante que también es objeto de actitudes xenofóbicas de parte de sectores de la sociedad mexicana y de discriminación por parte de funcionarios públicos. Son personas que muchas veces tienen problemas, aunque tengan documentos de estancia legal, para que sus hijas e hijos vayan a la escuela, para ser atendidos en un centro de salud, incluso para la regularización migratoria. A pesar de que son personas que aportan muchísimo a la sociedad de Tapachula, realmente hoy en día, la regularización es casi imposible. Cuesta 5 mil pesos mexicanos cada permiso, que son alrededor de $400 por año y como las familias son muy humildes, no pueden pagar esas cantidades. Y un montón de requisitos que les ponen que no pueden cumplir. Es un cúmulo de situaciones difíciles. Otra situación que me gustaría destacar es la del salvadoreño y salvadoreña que está saliendo por la violencia en el país y que solicita refugio en México y que se está encontrando una situación de parte del gobierno mexicano de abandono casi del proceso de refugio, donde no se les da casi la protección. Se analizan los casos desde un desconocimiento muy grande de lo que está pasando en El Salvador, y eso hace que estas personas se queden en el limbo, en la incertidumbre. A pesar de que salen familias casi completas para salvar la vida, sobre todo niños y jóvenes, tampoco reciban protección y son deportados, con el riesgo que supone deportar a una persona a un país donde su vida corre peligro. ¿Cuál es el papel del gobierno salvadoreño ante este problema? Evaluación al trabajo Estoy pensando en Guatemala, El Salvador y Honduras como países principales de origen de las personas migrantes que llegan a México o transitan por el país. De los tres, el gobierno más hace en estos temas es el de El Salvador. Es decir, sus consulados han sido reforzados, tienen más personal. Al lado del desorden que tienen Honduras o Guatemala, hay que destacar que El Salvador sí ha mejorado bastante en los últimos años, pero sigue siendo una política muy poco activa, sobre todo desde el punto de vista político. Sentimos que deberían ser más claros a la hora de defender los derechos de sus connacionales ante el gobierno mexicano, o sea, una postura mucho más firme. Yo sé que es difícil, porque El Salvador es chiquito y México es un monstruo diplomático. Sé que han buscado la unidad con los otros países centroamericanos, la cual no se ha podido dar, pero la protección consular sí podría ser mucho más fuerte, de decirle al gobierno, porque México tiene un sistema de detención y deportación casi automático. Entonces, si tú no estás ahí como cónsul tratando de defender los derechos de la persona que está detenida, que evidentemente no se va a poder defender, ¿Qué va a pasar? Que lo van a deportar sin saber si esa persona es víctima de trata, o si es un niño y su interés superior requiere que se quede... Es una situación difícil y, como digo, los cónsules podrían hacer más y si hemos visto en los últimos meses un deterioro del consulado de El Salvador en Tapachula. Es decir, de una postura mucho más activa hace unos meses a la actual, que es más pasiva desde nuestro punto de vista. ¿Hay unas condiciones distintas que enfrentan las mujeres al migrar? Sí, claro. Primero, están más expuestas a riesgos en el tránsito, tanto a sufrir abusos de la delincuencia organizada, como de las autoridades. Pues como siempre, por todo este patriarcado horrible en que vivimos, el cuerpo de la mujer se sigue viendo como un objeto sexual y tanto la delincuencia organizada como las autoridades corruptas tratan de aprovecharse de eso y hay mayor violencia sexual hacia las mujeres. Luego, se presenta una problemática particular en los centros de detención. Hay que destacar, que los niños y varones adolescentes tienen módulos específicos y tienen algunos programas de atención especiales, aunque no son mucho, porque siguen detenidos. Pero las niñas no, dentro del centro de detención, las niñas están en el módulo con las demás mujeres, lo cual puede colocarlas en situación de mayor vulnerabilidad. Luego, en cuanto a la migración residente, es decir los que buscan quedarse en Tapachula, una cuestión que está ocurriendo es que, como es tan caro sacar el permiso de residencia, a pesar de que son las mujeres las que hacen los trámites, ellas son las últimas en regularizar su situación. La familia se compone de cinco o seis miembros y la mujer va a hacer el trámite, pero suele ser necesario regularizar primero al marido, por cuestiones de trabajo, y en seguida a los hijos, por cuestiones de estudio. Pero ella nunca se va a regularizar, con lo cual resulta que sigue siendo altamente vulnerable y carente de derechos. Este problema de los costos no solo afecta a los que se quieren regularizar, sino también a los que ya tenían permiso y que no pueden renovar su documento porque la renovación cuesta $500. Estas problemáticas no solo afectan a las mujeres. También afectan, por ejemplo, al colectivo LGTBI, que cuando los detienen no saben dónde ponerlos y sufren un acoso tremendo cuando están recluidos con los hombres. Habría muchas cuestiones de género que podríamos mencionar. Sobre el abuso a los migrantes en México, ¿ha aumentado o se ha mantenido? Ha aumentado muchísimo desde la entrada del nuevo gobierno federal mexicano y este reforzamiento de la militarización en las fronteras mexicanas. Este intento con descaro de pasar la frontera norte de México-Estados Unidos a la frontera sur, ha aumentado muchísimo. La militarización es evidente y cuando tú colocas más policías y más militares eso automáticamente genera más violaciones de derechos humanos. Lo estamos viendo no solamente hacia los migrantes, sino hacia quienes defendemos sus derechos también.