Mao, y atravesando después las primeras estribaciones de la

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ANALES DE HISTORIA
NATURAL.
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Mao, y atravesando después las primeras estribaciones de la
cordillera de Courel, visitamos los" de Santalla de Lózara, p o r
cuyo valle corre el río del mismo nombre. De regTeso nos d e tuvimos algunos días en Monforte, revisando más en particular la campiña de Tor, accediendo gustosos á las instancias^
de sus ilustres dueños los señores de Tor. Encontramos la
vegetación de los alrededores de Monforte ya bastante agostada á causa de lo avanzado de la estación. Parecido aspectoofrecía la de Ber, á excepción de las inmediaciones del Cave
en donde se ostentaba en toda su frondosidad. Los valles y
colinas del Incio, como más elevados, y al pie de las montañas que encierran los grandes criaderos'de hierro, ofrecíansemás lozanos, aunque indicando la muy variada producción,
primaveral ya pasada y muerta. Por fin, cruzando los primeros montes, nos internamos algo en la sierra que con razón
puede llamarse misteriosa por los muchos secretos y novedades que con toda seguridad atesora en sus empinadas c u m bres, en las faldas y pliegues de sus valles y barrancos (1).
Sólo día y medio tuvimos para herborizar en las cercanías deSantalla, punto á donde nos dirigíamos, sirviéndonos de guía,.
entre otros vecinos del pueblo, el ilustrado señor párroco don
Antonio Garza. No es posible expresar con palabras la honda
impresión que en mi ánimo produjo la presencia de aquella
naturaleza, vestida entonces con sus más espléndidosadornos.
Creíame transportado como, por arte mágico á una región desconocida; á cada paso un hallazgo, una grata sorpresa; descubríase delante de mis ojos un mundo nuevo. En sólo doce ó catorce horas de herborización pude recoger más de 60 especien
por mí nunca vistas. Probablemente nos hallábamos en la línea
divisoria de la región botánica septentrional ó de los bosquesboreales y la central (2). Varias de las especies allí vistas la
demuestran. Acabábamos de levantar una punta del extensovelo que oculta tantas riquezas en aquella región inexplorada,,
y en tan corto espacio como el recorrido (4 k m . próximamente)
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(1) Me acompañaron en esta expedición el señor c u r a de Frascastro, quien c o n o ceuOr ele la e x t r a ñ a vegetación de a q u e l l o s parajes montuosos, nos animó con v e r dadero e n t u s i a s m o a emprenderla, y además D. José Maseda, cuya familia me dio c a riñosa hospitalidad en el Incio; hospitalidad y cariño q u e j a m á s olvidaré.
(2) V. Regiones botánicas de la Península ibérica, por D. Blas Lázaro é Ibiza, pág. 16-
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