Resumen/ esquema del texto Los bárbaros en la antigüedad tardía y su instalación en occidente de Goffart Este texto analiza las invasiones bárbaras a las que se vio sometido el Imperio Romano, desde los primeros indicios de las mismas. Ofrece una visión distinta a la que tradicionalmente se ha dado al respecto, y justifica el talante crítico y la visión conservadora con pruebas históricas, documentación o la falta de ellas, o simples hipótesis basadas en la lógica. En cualquier caso, el autor acepta que no existen tantas pruebas materiales como sería deseable, y asume que parte de la teorías expuestas se basan en supuestos. El esquema de razonamiento que el autor emplea es el mismo durante todo el texto: en primer lugar expone las teorías que tradicionalmente se han considerado como válidas, haciendo un repaso a la historia de distintos pueblos bárbaros, para después refutarlas con distintos argumentos. Generalmente, estos argumentos hacen alusión a la falta de un sustento fiable de dichas teorías. Alude a un cierto espíritu romántico que intenta dotar de identidad, pasado y cultura a las germanías, y a la falta de rigurosidad de sus referencias. Lo que asume inicialmente como indiscutible, y que emplea como punto de partida a su discurso, es que parte de las instituciones estatales y regímenes de propiedad que aparecen en la Edad Media, de los reinos bárbaros, son la perpetuación de las que existian en el Imperio Romano. Esto supone que los bárbaros las aceptaron y las hicieron propias. Según el esquema tradicional, los pueblos germánicos entraron en el Imperio Romano en forma de masivas oleadas, entre los siglos tres y uno a.C., movidos por el empuje de otros pueblos germánicos que venían a ocupar sus tierras, y de una forma desordenada y agresiva, que acabaron por propiciar la venida abajo del Imperio. El autor se centra en tres casos concretos: visigodos, burgundios y ostrogodos. De esta manera, y con el análisis de lo ocurrido con estos tres pueblos antes, durante y después de la caída del Imperio, pretende demostrar la poca validez de la teoría. A estos tres pueblos se les presupone un pasado lejano a su asentamiento en las fronteras del imperio Romano, y un constante errar por tierras europeas en forma de migraciones. Las pruebas que se han empleado tradicionalmente para justificar sus orígenes escandinavos y su talante errático, de tipo lingüístico, arqueológico o etnográficos son, a juicio del autor, carentes de rigurosidad científica. Lo que puede constatar la arqueología es que los pueblos germánicos formaban comunidades donde la forma de vida era sedentaria, ni siquiera parcialmente nómada. Así pues, subraya que los arqueólogos han abandonado recientemente la idea de cierta correspondencia entre, por un lado, las áreas culturales que sugieren los vestigios materiales, y por el otro, la localización aproximada de las tribus que indican los escritos grecorromanos. Estos pueblos, lamentablemente, no poseían escritura, y los que nos ha llegado son los documentos escritos lo que el autor califica de observadores mediterráneos : Plinio, Jordanes Los considera poco estrictos en detalles ortodoxos, e incluso comprara el relato de Jordanes con los relatos de Éxodo o Génesis. Afirma que hacer de estos textos una prueba histórica da lugar a argumentos de prodigiosa ingenuidad. Por otro lado, estos autores relatan lo que ellos consideran de las tribus bárbaras, y no lo que ellas consideraban de si mismas. Otra de las razones por las que el autor del texto desconfía de estas fuentes es porque se ha demostrado con distintos estudios, que la pervivencia en la memoria de un pueblo de su propia historia, si esta está cuajada de migraciones, corresponde con la última vivida, ya que para respaldar los recuerdos casi siempre es necesario [] un elemento visual. Cualquier cosa anterior se desvanece en el lapso que dura una vida humana . De esta manera, el autor tira por tierra estas teorías sobre una Escandinavia que reparte sus semillas sobre Europa, y de una antigua germanía con pueblos cohesionados y conscientes de su origen e identidad comunes. Una vez que el autor deja claro que no existió, más que en casos aislados, una avalancha de bárbaros que llevaron a cabo la caída del Imperio Romano, entra a analizar la naturaleza de las relaciones que se 1 establecieron entre ambos pueblos según los documentos escritos grecorromanos. Pero centrándose en los que hicieron pervivir las maneras de hacer romanas a lo largo de la Edad Media, es decir, aquellos que de manera aislada y en el siglo V se asentaron en tierras romanas y se romanizaron. Salen del objetivo de este estudio, por tanto, los que se asentaron en las actuales islas Británicas y en los Balcanes, ya que estos si que desplazaron a los Romanos. Los primeros contactos que establecían eran, según el autor, de origen militar. Las tropas bárbaras habían sido convencidas de que su posición más ventajosa era como siervos y protectores de Roma. Al asentarse en tierras romanas, se les concedían unas tierras en propiedad. La manera de llevar a cabo este reparto varía en distintas zonas del Imperio (expropiaciones en el norte de África, depredaciones en el norte de España, o tratados perfectamente regulados que, al menos en parte, consiguieron hacerse de manera que se mantuvo la armonía entre la población recién venida y la nativa). Lo cierto es que, al final, los terratenientes romanos eran propietarios de tierras, junto con los jefes bárbaros. El autor considerará tres aspectos novedosos respecto a este tema: • Realizará una valoración crítica del proceso de repartición de tierras. • Situará la documentación romana como piedra angular de su argumentación. • Sostendrá que las tierras otorgadas a los bárbaros se hacían en régimen especial, y no como una propiedad ordinaria. Por último, reconoce que no se ha explicado claramente porque los emperadores, a partir de un determinado momento, depositaron su confianza en tropas o jefes militares bárbaros. Pero lo cierto es que, según el autor, esto fue un experimento imaginativo que acabó con la caída del Imperio. Pagina 71 del texto de Goffart. Página 65 del texto de Goffart. Pagina 56 del texto de Goffart, en referencia a otro autor. 2