LA ACTUAL CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL: OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS PARA EL DESARROLLO DE AMÉRICA LATINA CLASE MAGISTRAL DE INAUGURACIÓN AÑO ACADÉMICO 2009 Alicia Bárcena Secretaria Ejecutiva, CEPAL Dr. José A. Morandé Lavín Director, Instituto de Estudios Internacionales Prof. Walter Sánchez Director, Escuela de Postgrado En primer lugar, quiero agradecer muy sinceramente a las autoridades del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile por brindarme el honor de inaugurar el año académico y por darme esta valiosa oportunidad de compartir con ustedes las ideas que en la CEPAL hemos venido desarrollando a partir de de la explosión de la actual crisis económica global. Voy a dividir mi presentación en cuatro partes: en la primera, daré una visión sintética del momento que vivía América Latina al momento de desencadenarse la crisis; la segunda, una breve análisis de las características de esta crisis; la tercera, los mecanismos por los cuales esta crisis contagia a los países de América Latina y sus efectos principales; y una cuarta parte, algunas reflexiones acerca de los desafíos y oportunidades que se le presentan al desarrollo de América Latina. I.- EL MOMENTO DE AMÉRICA LATINA PREVIO A LA CRISIS La actual crisis sorprendió a América Latina y el Caribe en un período histórico de bonanza y progreso que no se apreciaba en la región desde hace más de cuarenta años. Desde el punto de vista del crecimiento de la economía gozamos de un quinquenio (2003-2007) de crecimiento que se expandió desde un 2,1% en 2003 a un 5,7 % en 2007. Este impulso le permitió a la región crecer todavía durante el 2008 a una tasa de 4,6%. En el quinquenio 2002-2007 el número de personas que viven en la pobreza disminuyó en 10 puntos porcentuales vale decir, salieron de la pobreza 37 millones de personas. Respecto de la extrema pobreza o indigencia, las cifras también muestran resultados muy positivos: disminuyó en casi 7 puntos porcentuales, lo que equivale a 29 millones de personas. Esta cifra equivale a un poco menos del doble del total de la población chilena. Ciertamente, un quinquenio muy positivo. 2 Es ya un lugar común el señalar que América Latina es la región del mundo que presenta las mayores desigualdades de ingreso en el mundo. Y constituye una muy buena noticia el observar como, en este quinquenio 2002-2007, en 8 países de la región la desigualdad disminuyó, solo en tres empeoró, y en el resto de los países se mantuvo más o menos igual. Las disminuciones son modestas, pero conociendo lo difícil que es cambiar la estructura de desigualdades en un país, estos resultados constituyen una muy buena noticia. En dicho período, el empleo aumentó en cantidad y mejoró en calidad. La tasa de desempleo bajó en promedio de 11 a 7.5% entre 2003 y el 2008, y los ingresos laborales por ocupado aumentaron en casi todos los países. El gasto público total continuó, aunque moderamente, su tendencia al aumento como porcentaje del PIB que se inició a comienzos de la década pasada. Creció la riqueza, aumentó y mejoró el empleo, disminuyó la pobreza y ha disminuido la desigualdad. Todos estos avances fueron obtenidos en ambientes democráticos y 11en el pleno ejercicio por parte de las ciudadania de sus derechos civiles y políticos. Este era el cuadro general que se apreciaba en América Latina y el Caribe cuando la crisis se desató, amenazando seriamente estos logros económicos y sociales. II.- CARACTERÍSTICAS DE LA CRISIS En primer lugar, habría que recalcar una vez más, que esta crisis se genera y produce fuera de las fronteras de América Latina. Podemos afirmar, con toda claridad, que de esta crisis no somos responsables sino simplemente víctimas. En segundo lugar, es una crisis que se desencadena a una enorme velocidad. A partir de un momento, una a una van cayendo las piezas que sostenían el sistema financiero internacional. El día 11 de marzo de 2008 Bear Sterns valís 5 mil millones de dólares; el lunes siguiente J.P Morgan Chase compra Bear Sterns en 236 millones de dólares. Luego de un convulsionado mes de septiembre, solo en la primera semana de octubre los mercados de valores mundiales perdieron 7 trillones de dólares. En tercer lugar, lo que comienza como una crisis financiera se traslada muy rápidamente al sector real. Ello hace que la economía mundial esté entrando en una recesión empujada por la enorme destrucción de riqueza (estimada en un 25% del stock mundial!!) y el aumento generalizado de la incertidumbre. Esto ha agravado la restricción crediticia y ha comenzado a producir destrucción de puestos de trabajo y aumento del desempleo. Ya no se trata, entonces, del rescate de algunos bancos en problemas sino del rescate de la economía. Hubo desde el inicio de la crisis, y continúa hasta ahora, un esfuerzo enorme de la FED y los bancos centrales europeos para 3 sostener los niveles de liquidez de los sistemas financieros pero por distintos motivos, los bancos no prestan. En cuarto lugar, se trata de una crisis global en toda la amplia significación del término. No solo porque se propaga con rapidez por todos los rincones del planeta, sino porque ningún país puede salir por sí solo de ella. La conocida tesis del “sálvese quien pueda “ no solo es éticamente discutible, sino que además hoy es prácticamente inviable. Incluso, un gigante como los Estados Unidos tuvo que salir a buscar socios a Europa, vemos muchas reuniones de bancos centrales de muchos países, y todos tiemblan ante la incertidumbre de lo que pueda hacer un país como China. III.- CÓMO AFECTA A AMÉRICA LATINA La recesión global y la disminución del comercio internacional afectan negativamente a los precios de los productos básicos, que han disminuido significativamente. Esto hace que los términos de intercambio de la región, que venían creciendo desde hace varios años, ya comiencen a deteriorarse. Para este año estimamos que la caída puede alcanzar a alrededor del 15% para la región en su conjunto, pero será mayor para los exportadores de hidrocarburos y de metales. Se observa también una fuerte desaceleración de las exportaciones. Esto afecta más a economías más abiertas como las centroamericanas y a México, que a economías donde el peso del mercado interno es mayor como puede ser el caso de algunas economías sudamericanas como Brasil o Argentina. Para algunos países, especialmente en el Caribe y en Centroamérica, habrá un impacto negativo derivado de los menores ingresos por turismo. Ya se observa una reducción de las remesas, lo que tendrá un impacto negativo sobre el consumo y deteriorará la situación social ya que los receptores de remesas suelen ser sectores cuyos ingresos son bajos (aunque no son los más pobres). La caída del precio de los bienes primarios, además afecta en muchos países a los ingresos fiscales que dependen fuertemente de estos (Venezuela, Chile, Ecuador, Colombia, Argentina) y puede imponer un límite a la capacidad de los países para implementar medidas para amortiguar los impactos de la crisis. La desaceleración o aun la disminución de los flujos de inversión extranjera directa tendrán un impacto negativo sobre la demanda. También en este caso se destacan la importancia de este efecto en países del Caribe o de Centroamérica donde la incidencia de estos flujos en términos del PIB es muy alta. Aunque también han sido importantes estos flujos en algunas economías sudamericanas como Chile, Colombia y Perú. También hay un impacto negativo proveniente de los canales financieros, dado el aumento de las primas de riesgo de la deuda de los países de la región (aunque este aumento ha sido menor que en crisis anteriores). Y, sobre todo, de la disminución de la disponibilidad de financiamiento internacional. A 4 diferencia de otras crisis, en muchos casos es el sector privado el más expuesto. A partir del agravamiento de la crisis internacional en el último trimestre del año, el impacto sobre la región fue sumamente negativo, lo que obligó a revisar a la baja la estimación del 2008 y, por lo tanto, el punto de partida para las estimaciones el corriente año es mucho más bajo. A lo señalado en relación con los impactos provenientes de los mercados externos, cabe agregar que todo esto se da en el contexto de una creciente incertidumbre a nivel regional y global que afecta negativamente a las expectativas del sector privado, con consecuencias negativas sobre la inversión y el consumo. Se espera que el PIB de la región se contraiga ligeramente este año. Los impactos más fuertes se esperan en los dos países más grandes de la región, Brasil -1% y México -2%, aunque todos los países si excepción muestran una significativa desaceleración y, con pocas excepciones, una disminución del PIB por habitante. Por otro lado, la evolución del nivel de actividad tendrá un impacto negativo en el mercado de trabajo. La tasa de desempleo puede elevarse a niveles cercanos al 9% y esto traerá aparejado además un aumento de la informalidad. Ambas cosas producirán un aumento de los niveles de pobreza. Quisiera, resaltar un problema que normalmente pasa desapercibido y que nos parece es de la más alta importancia: la experiencia histórica de América Latina nos muestra que tomó 12 años la recuperación del nivel de los indicadores de crecimiento observados antes que se desatara la crisis de los años 80. Sin embargo, tomó 24 años recuperar el nivel de los indicadores de bienestar social especialmente los de pobreza. Quiero decir algo tan simple como dramático: si nos cruzamos de brazos a ver como la crisis nos pasa por encima, podrá tomar un cuarto de siglo volver a tener los indicadores sociales que hoy día podemos observar. IV.- DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES PARA EL DESARROLLO DE A.L. En primer lugar hay que decir que es necesario resolver los problemas de corto plazo de la crisis pero con la mirada puesta en el largo plazo. Debemos ser capaces de proponer e implementar medidas de políticas públicas que hagan coherente lo urgente con lo importante. Debemos ser capaces de mirar nuestros países con una mirada larga, que lleve los desvelos de hoy a un horizonte de esperanzas compartidas para todos. Es un lugar común, pero tenemos que repetirlo: hagamos de esta crisis una oportunidad. Pero una oportunidad estratégica, una oportunidad para re-pensar los caminos y senderos que tendremos que transitar para ser parte de la comunidad de las naciones desarrolladas. Nada más ni nada menos: tenemos que repensar nuestro camino al desarrollo. 5 Mucho se ha dicho que la actual crisis se desata por una falla en la regulación de los mercados financieros. La regulación operaba para los bancos comerciales y hasta las 5 de la tarde. Sin embargo, los así llamados bancos de inversión no estaban regulados, las mayores transacciones se hacían después de las 5 de la tarde, lo que dio lugar a lo que un Presidente latinoamericano ha llamado el “capitalismo de casino”. Mirando el mundo desde América Latina la pregunta surge clara y cristalina: si se establecen mecanismos de regulación a los mercados financieros, ¿estamos en condiciones de entrar al camino de la tierra prometida? Mi respuesta es que no. Tenemos que construir una nueva ecuación entre mercado-estado-sociedad. El Consenso de Washington no falla por las medidas que propone, que en la práctica son medidas para estimular el crecimiento de la economía, sino porque algunos ideólogos construyeron la ilusión que, a fin de cuentas, todos los problemas encuentran solución en mercados desregulados. En los últimos 25 años hemos vivido bajo la esperanza que el mercado todo lo resuelve. La sociedad perfecta es aquella gobernada por mercados, en lo posible sin Estado, en donde se confunde la idea del ciudadano con la del consumidor. La actual crisis pone fin a esa ilusión. Las regulaciones son reivindicadas como bienes públicos, y como decía el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en un artículo de prensa, hoy día somos todos keynesianos. Cuando digo que hay que construir una nueva ecuación entre Estado-Mercadoy Sociedad digo que tenemos que hacernos cargo que, más allá de las regulaciones a los mercados financieros, hay dos elementos cruciales para el desarrollo futuro de América Latina y que el mercado no resuelve por sí solo: la pobreza y la desigualdad por un lado, y las amenazas del cambio climático, por otro. Una nueva ecuación no significa ni que hay que volver al Estado de los años 50, propio de un modelo de desarrollo basado en la sustitución de importaciones, cerrado al mundo y a los mercados internacionales. No, no se trata de volver al pasado sino que mirar al futuro. Tampoco significa decretar ideológicamente la muerte del mercado. Tampoco, eso, puesto que el mercado es indispensable para la asignación de recursos e insustituible para el crecimiento de la economía. Pero seamos claros, no resuelve por sí solo todos los problemas. En nuestra América Latina, que tiene el poco feliz record de ser la región con mayor desigualdad de ingresos del planeta además de una proporción de pobreza muy superior a la que le correspondería como un continente de ingresos 6 medios, sin políticas públicas claramente orientadas a esos propósitos no habrá solución real a esos problemas. Lo mismo ocurre con el cambio climático. Hay que diseñar reglas del juego, políticas públicas orientadas a la adopción de energías renovables y a sistemas de producción y de vida orientados a bajar el nivel de emisiones. Y ello no solo por una obsesión ambientalista, sino también porque hacia el año 2020 habrá tasas arancelarias especiales a países que no cumplan ciertas reglas mínimas de emisión. En este ámbito se requiere de una acción pública clara y decidida. La experiencia reciente nos indica que los países que han conseguido los mayores niveles de progreso y bienestar en el último tiempo son aquellos que han basado su estrategia de desarrollo en una sólida alianza entre el sector público y el sector privado. Permítanme dos reflexiones finales. La primera, es que si bien es cierto estamos en una crisis global, la globalización seguirá siendo el escenario en que nuestros países se deben desenvolver. Y, por tanto, el comercio internacional seguirá siendo para América latina un instrumento privilegiado para el crecimiento de sus economías. En este contexto, los impulsos que llevan al proteccionismo no son buenos, ni prácticos, ni tienen sentido estratégico. Como dijo un Presidente latinoamericano hace unos días, “el proteccionismo es como el consumo de drogas: genera una gran excitación y euforia por un breve lapso de tiempo, y luego viene un largo período de depresión. “ Pero, con la misma fuerza, tenemos que decir que hay que luchar por tener reglas del juego globales para el mundo global. Vale decir, hay que reforzar el multilateralismo tanto en materia comercial como en materia política. Cuando ello no ocurre, el resultado es que se impone la ley del más fuerte, y ello no es justo ni aceptable. Por último, esta crisis nos abre una oportunidad de ampliar el multilateralismo y profundizar los lazos de cooperación e integración regional en América Latina. Así como decíamos al comienzo que de esta crisis nadie se salva solo, podemos afirmar que en América Latina ningún país se va a desarrollar solo y por su cuenta, al margen de los demás. Hoy, más que nunca, el destino de cada una de las naciones latinoamericanas está vinculado al destino de las otras. Tenemos que ser capaces de construir lazos de mayor confianza, de mayor cooperación, de mayor integración. Solo una región integrada y unida podrá hacer valer su voz en el mundo global y podrá construir las bases para el desarrollo de todos y cada uno de los habitantes de los países de nuestra querida América Latina. Muchas gracias,