RESOLUCIÓN núm. 19: LEYES SOBRE DIFAMACIÓN E INJURIAS. Presentado por PEN Ghana y PEN Sudáfrica La Asamblea de Delegados de PEN International, reunida en su 81º Congreso Mundial en la ciudad de Québec, Canadá, del 13 al 17[SIC] de octubre de 2015, A pesar del creciente consenso internacional en el sentido de que las leyes de difamación infringen el derecho fundamental a la libertad de expresión ejercida por las entidades y los mecanismos internacionales y regionales de derechos humanos, las acusaciones contra periodistas y otros escritores por el delito de difamación y de injurias continúan vigentes en un gran número de países. Estas leyes perniciosas, que conllevan penas severas, incluida la cárcel, son ampliamente utilizadas por los que ostentan el poder para silenciar a los críticos. Imponen penas desproporcionadas por la expresión de opiniones o por la publicación de alegaciones y, con frecuencia, son utilizadas contra los periodistas que destapan la corrupción, la prevaricación o el abuso de poder de los líderes políticos y los funcionarios del Estado. Estas leyes tienen un efecto disuasorio sobre los periodistas de investigación, que son conscientes de la posibilidad de tener que cumplir largas condenas de cárcel y quedar marcados por los antecedentes penales. Los miembros de la sociedad civil también se enfrentan a represalias similares cuando se expresan en la esfera pública, incluyendo en las redes sociales. El resultado es la supresión de la información y del debate público y la dificultad para pedir cuentas al poder. Si bien se han producido algunos cambios positivos en el último año –como la despenalización parcial de la difamación en Lituania–, otros países han introducido nuevas penas por difamación, como la nueva ley contra los delitos informáticos de Kuwait. Los periodistas y los escritores de todo el mundo siguen enfrentándose a procesos judiciales en virtud de dichas leyes. Eso es así, por ejemplo, en los siguientes países: Burkina Faso, donde Boureima Ouédraogo, director editorial de Le Reporter, un periódico de investigación de titularidad privada, fue condenado a tres meses de cárcel y a una multa en julio de 2015 por una supuesta difamación. Continúa en libertad, pendiente de recurso. Bangladesh, donde el periodista Probir Sikdar fue detenido durante tres días, en agosto de 2015, tras ser acusado de difamación a un ministro del gobierno en una publicación en Facebook. Liberado bajo fianza, la investigación del caso continúa. Islandia, donde los civiles Anna Sesselja Sigurðardóttir y Emil Thorarensen fueron sentenciados a pagar sendas multas, a pagar los daños y los costes legales, en dos casos separados en su contra a cargo del Fiscal del Estado Islandés, en nombre de funcionarios a los que habían criticado en Facebook. Irán, donde la dibujante Atena Farghadani fue condenada a 12 años y nueve meses de cárcel el 19 de mayo de 2015 por cargos que incluían “insultar a miembros del parlamento en sus dibujos”. Tailandia, donde el editor Alan Morison y la periodista Chutima Sidasathian, podrían recibir una condena de cárcel de hasta cinco años cada uno y una multa de hasta 100.000 Baht (aproximadamente 3.000 USD) por la re-publicación de una noticia de Reuters en la que se alegaba que algunos miembros de la Marina se estaban beneficiando del tráfico de los refugiados Rohingya de Myanmar. El 23 de febrero de 2015 los activistas estudiantiles Patiwat Saraiyaem y Pornthip Munkong fueron condenados cada uno a dos años y medio de cárcel por violar la ley de lesa majestad de Tailandia en una obra de teatro que escribieron. Turquía, donde el escritor, periodista y cineasta documental Can Dündar va a ser juzgado por difamación en un caso presentado por el presidente de Turquía Recep Tayyip Erdoğan y su hijo Bilal Erdoğan. El caso hace referencia a una serie de artículos que Dündar escribió en julio de 2014, en los que cuestionaba la gestión de una investigación por corrupción que fue abandonada. No obstante, en los últimos meses algunos tribunales –incluido el Tribunal Constitucional de Turquía que falló en julio de 2015 que la condena de privación de libertad suspendida provisionalmente contra un periodista por “insultar” a funcionarios públicos en los medios de comunicación violaba la libertad de expresión, así como diversos tribunales de África– han adoptado un punto de vista crítico respecto al uso de dichas leyes. Los fallos de África siguen una resolución adoptada en 2010 por la Comisión africana sobre los derechos humanos y de los pueblos que anima a los estados a derogar las leyes de difamación; una resolución de 2013 del Parlamento Panafricano también pedía una reforma legal similar. Al año siguiente, el 12 de junio de 2014, el Tribunal Constitucional de Zimbabwe, en una vista de una acusación de difamación presentada por Munyaradzi Kereke, miembro del partido gobernante Zanu PF, contra Nevanji Madanhire, editor de The Standard, y el reportero Nqaba Matshazi, determinó que la ley viola una salvaguarda constitucional sobre la libertad de expresión y que los casos de difamación deberían presentarse ante tribunales civiles. Los dos habían sido arrestados y puestos en libertad bajo fianza. En diciembre de 2014, se adoptó una decisión judicial de más alcance. El Tribunal africano de derechos humanos y de los pueblos, cuyos fallos son vinculantes para los estados miembros de la Unión Africana, dictó una sentencia en un caso contra el gobierno de Burkina Faso presentado por el editor LohéIssa Konaté, que había sido encarcelado durante un año por un cargo de difamación. Fue la primera sentencia del tribunal sobre una cuestión de libertad de expresión, pero fue muy firme en su rechazo de la condena de Konaté. El tribunal determinó que el encarcelamiento por difamación viola el derecho a la libertad de expresión y que dichas leyes solo deberían utilizarse en circunstancias muy concretas. Ordenó a Burkina Faso a modificar sus leyes sobre la difamación –al igual que las de muchos países africanos, una reliquia del colonialismo e incompatibles con una África independiente y democrática porque violan un derecho civil y político fundamental y restringen e impiden el debate sobre cuestiones de interés público. Hasta el momento, la sentencia ha sido ignorada por Burkina Faso y otros estados miembros de la Unión Africana, aunque su adopción por este tribunal los obliga a ellos a modificar sus leyes de difamación. Esta sentencia contaba con el respaldo de 18 organizaciones críticas de la sociedad civil –incluida PEN International, junto con PEN Argelia, PEN Nigeria y PEN Malawi– a las que les fue concedida una petición de amicus curiae en apoyo de los periodistas. Sus llamamientos a la derogación de las leyes de difamación e injurias no han sido atendidos. A pesar de estos acontecimientos, las campañas contra la legislación por parte de la World Association of Newspapers and News Publishers [Asociación mundial de periódicos y editores de periódicos o WAN-IFRA), que adoptó en 2007 la Declaración de Table Mountain, en la que llama a la abolición de las leyes de difamación e injurias y demás restricciones del funcionamiento de los medios de comunicación por las naciones africanas y por Pansy Tlakula, Relatora Especial de la Unión Africana para la libertad de expresión en África, han tenido unos resultados limitados. La Asamblea de Delegados de PEN International llama a todos los gobiernos A derogar las leyes de difamación e injurias A retirar todos los cargos existentes contra escritores y periodistas presentados en virtud de las leyes de difamación e injurias A poner en libertad a todos los escritores y periodistas actualmente detenidos o encarcelados por cargos de difamación También hace un llamamiento especial a los estados miembros de la Unión Africana a respetar el fallo del Tribunal africano de derechos humanos y de los pueblos en el caso Konaté enmendando sus leyes de difamación e injurias.