¿ES POSIBLE LA RENTABILIDAD SIN BIENESTAR DEL PERSONAL? Leopoldo Barrionuevo Siempre hubo algo espurio en los esfuerzos que desde Taylor, pasando por Elton Mayo, hizo la industria para intentar resolver el problema de una producción más eficaz, algo que se mal se denominó “Relaciones Humanas”. Una y otra vez la gente se sentía usada y manipulada por lo que parecía bienestar a cucharadas. Los sindicatos defendían sus derechos al pleno empleo y las personas duraban en las empresas con la esperanza de una pensión y después, la muerte. Los gobiernos populistas les prometían mejoras salariales que siempre quedaban atrás del creciente costo de la vida sostenido implacablemente por el proteccionismo de turno. Fue Raúl Prebisch quien hace cincuenta años propuso crear una industria ineficiente, pero industria al fin en nuestros países, con base a ese esquema. Se sabía que más tarde o más temprano las cosas cambiarían y había que ser competitivos entonces, pero el entonces quedaba lejos y el contrabando arreciaba. Las empresas exigían a las personas fidelidad, sentimiento de pertenencia y en especial, aceptar las reglas del juego. La gente quería ser retenida, cuidada, cubierta y protegida y de no ser así se enrolaba en la lucha social que sostenía el marxismo. De pronto, todo cambió: el Estado no alcanzó, se enfermó de gigantismo, defeccionó el comunismo y el trabajador manual dejó paso al trabajador cerebral, la nueva figura del conocimiento que inició un cambio que apenas atisbamos sin comprender su magnitud e implicancias. Por primera vez reconocemos el verdadero valor del recurso humano: el de quien lleva un costo acumulativo de tiempo para adaptarse a una empresa y su particular cultura y que cuando se va se lleva la experiencia y deja un vacío que no siempre se llena eficazmente y de ser así requiere tiempo y adaptación del sucesor. Cada vez más el management adquiere un enfoque más humanista e intenta reducir la costosa rotación que fomenta la discontinuidad. En verdad, pocas veces nos preguntamos cuál es el fin último del individuo y olvidamos que lo que realmente cuenta es la búsqueda de significado para la vida y no puede existir la vida profesional o de trabajo separada de la personal. No se puede trabajar fácilmente en una organización en la que uno está aislado, no se lo tiene en cuenta y no se equilibra la motivación necesaria con la dureza del trabajo, la capacitación, el trato digno y el reconocimiento y la superación. Los temas de preocupación más importantes para las empresas son: encontrar personal calificado (un 72 %), motivarlos (55 %) y retenerlos (43 %) según una encuesta reciente en USA. Sin embargo, no hay hasta el presente estudios serios para mejorar los programas que contemplen las necesidades de los empleados y determinar por qué llegan a una empresa y por qué se quedan en ella. No existe aún una estrategia coherente, pese a que el costo es abrumadoramente alto. Hay que plantearse cómo optimizar recursos tan costosos como el humano que tiene tan pobre performance en resultados a punto tal de no alcanzar el diez por ciento de nuestra capacidad intelectual, cuando es el conocimiento la clave del potencial ejecutivo. No hay fórmulas susceptibles de ser etiquetadas como prefieren algunos empresarios: lo humano siempre requiere propuestas que contengan dosis de seguridad laboral, el calor de las relaciones, la afirmación personal y el reconocimiento y desde ya, la posibilidad de la autorrealización, tal cual lo quería Abraham Maslow, muy estudiado pero poco practicado.