1 Texto 1 Lo peor era simular. Antes aguardaba para levantarse que él hubiera salido. Pero una mañana alguien retiró las sábanas de su cama cuando aún dormía; sintió frío, la luz clara del amanecer lo obligó a abrir los ojos. Su corazón se detuvo : su padre estaba a su lado y tenía las pupilas incendiadas. Oyó : - ¿ Qué edad tienes ? - Diez años - dijo. - ¿ Eres un hombre ? Responde. - Sí - balbuceó. - Fuera de la cama, entonces - dijo la voz -. Sólo las mujeres se pasan el día echadas, porque son ociosas y tienen derecho a serlo, para eso son mujeres. Te han criado como a una mujerzuela. Pero yo te haré un hombre. Ya estaba fuera de la cama, vistiéndose, pero la precipitación era fatal : equivocaba el zapato, se ponía la camisa al revés, la abotonaba mal, no encontraba el cinturón, sus manos temblaban y no podían anudar los cordones. - Todos los días, cuando baje a tomar el desayuno, quiero verte en la mesa, esperándome. Lavado y peinado. ¿ Has oído ? Tomaba el desayuno con él y adoptaba actitudes diferentes, según el carácter de su padre. Si lo notaba sonriente, la frente lisa, los ojos sosegados, le hacía preguntas que pudieran halagarlo, lo escuchaba con profunda atención, asentía, abría mucho los ojos y le preguntaba si quería que le lavara el auto. En cambio, si lo veía con el rostro grave y no contestaba a su saludo, permanecía en silencio y escuchaba sus amenazas con la cabeza baja, como arrepentido. A la hora del almuerzo, la tensión era menor, su madre servía de elemento de diversión. Sus padres conversaban entre ellos, podía pasar desapercibido. En las noches, el suplicio terminaba. Su padre volvía tarde. Él cenaba antes. Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros, 1963 Vocabulario aguardar = esperar pasarse el día echado : passer sa journée couché ocioso: paresseux equivocarse : se tromper sosegado = tranquilo halagar : flatter 2 Texto 2 Baltazar, el carpintero del pueblo le ha traído una jaula para los pájaros a Pepe, hijo del rico José Montiel. - ¿ Qué es eso ? - La jaula de Pepe - dijo Baltazar. La mujer lo miró perpleja. - ¿ De quién ? - De Pepe - confirmó Baltazar. Y después dirigiéndose a José Montiel - : Pepe me la mandó a hacer. José Montiel salió en calzoncillos del dormitorio. - Pepe - gritó. [...] Pepe apareció en el vano de la puerta. Tenía unos doce años y las mismas pestañas rizadas y el quieto patetismo de su madre. - Ven acá - le dijo José Montiel - . ¿ Tú mandaste a hacer esto ? El niño bajó la cabeza. Agarrándolo por el cabello, José Montiel lo obligó a mirarlo a los ojos. - Contesta. El niño se mordió los labios sin responder. - Montiel - susurró la esposa. José Montiel soltó al niño y se volvió hacia Baltazar con una expresión exaltada. - Lo siento mucho, Baltazar - dijo -. Pero has debido consultarlo conmigo antes de proceder. [...] Levantó la jaula sin mirarla y se la dio a Baltazar -. Llévatela en seguida y trata de vendérsela a quien puedas - dijo. [...] El niño había permanecido inmóvil, sin parpadear, hasta que Baltazar lo miró perplejo con la jaula en la mano. Entonces emitió un sonido gutural, como el ronquido de un perro, y se lanzó al suelo dando gritos. José Montiel lo miraba impasible, mientras la madre trataba de apaciguarlo. - No lo levantes - dijo -. Déjalo que se rompa la cabeza contra el suelo y después le echas sal y limón para que rabie con gusto. El niño chillaba sin lágrimas, mientras su madre lo sostenía por las muñecas. - Déjalo - insistió José Montiel. Gabriel García Márquez, La prodigiosa tarde de Baltazar, 1962 Vocabulario una jaula : une cage el carpintero : le menuisier mandar hacer : faire faire agarrar : agripper, saisir apaciguar = tranquilizar, calmar chillar = gritar