La complejidad humana Luis Carlos Torres Soler1 Resumen El ser humano, sus creencias, la cultura y la misma sociedad poseen características muy especiales. Se dice que son sistemas complejos. Un ser humano es, a la vez, el producto de la evolución biológica y de la evolución cultural efectuada en interacción con otros seres. El ser humano es complejo. Hay que buscar entender en qué sentido es complejo, y para ello es preciso entender el tejido entre lo objetivo y lo subjetivo de la realidad que ve y en la que se encuentra el ser humano. Conviene tener presente que el fenómeno de la complejidad se define por medio de un conjunto de interrelaciones que se construyen entre el sujeto y el objeto del conocimiento. Una realidad compuesta por gran número de elementos de distinta clase, relacionados de múltiples maneras, es ciertamente una realidad complicada. Pero la complejidad es algo más que la mera complicación. La complejidad como fenómeno real es algo indisoluble de la autoorganización, de las emergencias. De hecho, el sentido común sugiere que la mayoría de los fenómenos que ocurren en el ser humano muestran procesos entre el orden y el desorden, lo que provoca en un observador la idea intuitiva de complejidad. Los ecosistemas ganan de forma acelerada en complejidad, y se constituyen en un tipo de superorganismo. La creatividad en el ser humano depende de diversas interacciones: comprensión integradora, interaccionista y/o autoroganizadora, y emergencia producida por agentes que interactúan en el ecosistema, por acciones conscientes e inconscientes que ocurren en la complejidad del cerebro. La combinación inconsciente de hechos lleva a acercarnos siempre a estados reales del mundo físico. El ser humano como sistema adaptativo complejo se caracteriza no sólo por ser complejo sino también por su adaptación al entorno; un sistema adaptativo complejo que aprende a la vez que se autoorganiza. Con el tiempo, a ido entretejiéndose la existencia humana de una forma cada vez más intrincada, con interacciones espontáneas y dinámicas. La complejidad del ser humano, pues, no deja de tener un carácter anómalo e inverosímil que, más allá de la mera constatación del fenómeno, parece exigir una ulterior explicación. Cuando no se comprende la complejidad creada, nos convertimos en víctimas de la complejidad. Con frecuencia, ante tanta complejidad nos sentimos impotentes. Introducción La complejidad ha irrumpido con fuerza en diversos estudios. Ha despertado mucho 1 Matemático. Maestría en Ingeniería de Sistemas. Maestría en Ciencias de Educación. Profesor de la Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional de Colombia. Docente-investigador. e-mail: lctorress@unal.edu.co interés en la comunidad científica, así como en organizaciones de diferentes ámbitos. Aumenta de forma considerable el número de publicaciones y conferencias que se organizan en torno a ella. Busca aplicarse en diferentes ciencias, que hasta hace unos años se creía un imposible; por ejemplo, las ciencias sociales, y en particular, la sociedad, las organizaciones y el ser humano. El estudio de los sistemas complejos se ha rodeado de un aire académico, de una mística, y no se miran en su totalidad sino por partes, como si fueran algo muy difícil de desentrañar. En momentos se consideran indescifrables fórmulas exclusivas de personas con amplia capacidad matemática; sin embargo, estamos rodeados de sistemas, sistemas complejos; somos uno de ellos y en nosotros otros muchos; por tanto, sólo se pretende mostrar características de los sistemas complejos y en especial el ser humano. Este escrito pretende aproximarse al amplio escenario de la complejidad del ser humano, que es una identidad plural; lo es en la medida que pertenece a una sociedad que establece rasgos esenciales de fenómenos complejos. Se tratará, entonces, de contribuir a comprender el fenómeno de la complejidad tal como aparece en la realidad: el ser humano, la sociedad, los ecosistemas. Este ensayo aborda el ser humano, su complejidad, considerando ¿cuál es la realidad en la que se halla inmerso? y ¿qué complejidad construye en las organizaciones? Luego se analiza la noción de complejidad en general, intentando mostrar la pluralidad de significados que encierra. Algunos de esos significados resultarán, como se verá, más adecuados que otros, con miras a clarificar el fenómeno de la complejidad humana. Se definirá también la complejidad propia de las sociedades, de las organizaciones, de diversas formas presentes en la realidad; y desde luego, unas implicaciones de la complejidad del ser humano: su creatividad, la vida. Además se expresan ideas acerca de los sistemas evolutivos complejos. Por todo esto, cabe preguntarse el porqué de la moda de la complejidad: ¿cómo la complejidad, como meme, tiene capacidad para replicarse y propagarse? 1. El ser humano Ningún ser humano es una isla en sí mismo; cualquier ser humano forma parte del todo. Antes del ser humano, la vida experimentó miles de cambios diferentes. Al parecer, el ser humano es el producto de una tendencia expansionista de la vida que lo llevó a organizarse de una forma muy compleja. ¿Qué entender y qué abordar en la complejidad humana?2 El ser humano no es sólo algo extraordinariamente complejo. Es un objeto en que la complejidad se muestra, por así decirlo, a través de la complejidad de cada órgano, cada familia, cada organización, cada sociedad, cada ecosistema. El ser humano es un sistema vivo, complejo, interconectado a todos sus niveles y cuya complejidad se multiplica en sus interacciones con su entorno. La complejidad del ser humano está determinada no sólo en la familia, en las 2 La complejidad humana es una mera reflexión de la complejidad del ser humano. El hombre es todo cuerpo, pero también es todo espíritu. Un cuerpo sin espíritu no es ser humano. 2 organizaciones o en la sociedad a la cual pertenece, sino por la complejidad de su mente, de su conciencia, de los ecosistemas cuya interacción constituye el medio social de ese individuo. Una de las habilidades complejas que tienen los seres humanos es la capacidad para entender, para comprender; una capacidad de la que carecen radicalmente, por ejemplo, las máquinas más inteligentes3. El ser humano heredó una tendencia comunicativa y desarrolló una capacidad fónica que no posee ningún animal, desde sus inicios fue comunicativo. El ser humano es a la vez físico, biológico, síquico, cultural, social. Es la unidad compleja de la sociedad humana y que desintegra su conocimiento a través de las disciplinas. Conforme aumenta la complejidad del ser vivo, se incrementa la complejidad de sus decisiones y la forma en que éstas se toman. El ser humano es, en efecto, un objeto de características muy especiales. Lo mismo lo es la sociedad. Ésta es una colección de sujetos cognitivos y pragmáticos. Bien mirada, se trata de un tejido de sujetos que producen emergencias, interacciones, retroacciones que construyen organizaciones que van estableciendo comunidades y culturas. Los papeles sociales que establece un individuo llevan a una complejidad social. El ser humano es multidimensional: biológico, síquico, social, afectivo y racional a la vez. El conocimiento debe reconocer esta multidimensionalidad e insertar allí sus informaciones: se podría no sólo aislar una parte del todo sino las partes unas de otras; la dimensión afectiva, por ejemplo, está en interretroacciones permanentes con todas las otras dimensiones humanas. Es más, lo afectivo conlleva en sí, de manera hologramática, necesidades, deseos, pasiones humanas que sobrepasan los meros intereses personales. El conocimiento no es el espejo de la realidad. Todas las percepciones son traducciones y reconstrucciones cerebrales, a partir de estímulos o signos captados y codificados por los sentidos; por eso, los innumerables errores de percepción. A los errores de percepción deben agregarse errores intelectuales. El conocimiento en forma de palabra, de idea, de teoría, es el fruto de una traducción/reconstrucción mediada por el lenguaje y el pensamiento y, por ende, se corre el riesgo de error. El conocimiento en tanto traducción y reconstrucción implica la interpretación, lo que introduce el riesgo de error dentro de la subjetividad del conociente, de su visión de la realidad, de sus principios de conocimiento. Esto genera innumerables errores de concepción y de ideas que sobrevienen a pesar de controles. La proyección de los deseos, los miedos, las perturbaciones mentales, las creencias aportan emociones que multiplican los riesgos de error. Cuando se reflexiona sobre ese extraño objeto (el ser humano), llegan momentos en que se cree que es algo monstruoso. De algún modo, un sujeto que actúa de tal 3 La inteligencia artificial es la disciplina que busca definir mecanismos que faciliten a los computadores pensar, razonar, tomar decisiones autónomamente a partir representación adecuada del conocimiento, procesamiento de lo simbólico y computación paralela, emulando el cerebro humano en aspectos como percepción, cognición, aprendizaje. Una de las críticas a los trabajos y pretensiones de la inteligencia artificial es que no ha logrado nada acerca de un razonamiento autónomo, de aprendizaje, de cognición. No se han cumplido las expectativas previstas, aunque se ha adelantado mucho; pero quizás porque aún los seres humanos desconocemos cómo es el proceso de un conjunto de capacidades cognitivas y perceptivas que poseemos. 3 manera que su acción destruye otros elementos de la sociedad, quizás por inestabilidad de él o de su sociedad, construye caos. Por situaciones paradójicas que se establecen en la sociedad se producen interacciones y retroacciones que autoorganizan los ecosistemas, la sociedad, las organizaciones y, por tanto, el mismo ser humano. Las situaciones paradójicas producen desorden, orden, interacciones, culturas, creencias y conciencias en el ser humano (sujeto). Un sujeto es una realidad que afecta los objetos que componen su sociedad. Las retroacciones e interrelaciones que construye el ser humano en la sociedad para compartir, transformar y generar conocimiento hace que ésta evolucione, que él evolucione, que sea un sistema adaptativo complejo y evolutivo. Un individuo en la sociedad a la cual pertenece es una parte minúscula de ella, y observa que las interacciones dadas por la complejidad de la sociedad hace que esta esté en él como una unidad múltiple, haciéndolo un ser multidiverso que construye una complejidad social. Hay una relación de tríada individuo Æ sociedad Æ especie Æ individuo. Los individuos son el producto del proceso reproductor de la especie humana, pero este mismo proceso debe ser producido por dos individuos. Las interacciones entre individuos producen la sociedad y ésta, que certifica el surgimiento de la cultura, tiene efecto retroactivo sobre los individuos por la misma cultura. Las distintas formas de organización y agentes que contribuyen a la propagación de una moda concreta de gestión constituyen un sistema autoorganizado, y son en sí mismos, complejos. Configuran un tipo de orden, un alejamiento del equilibrio termodinámico que no tendría lugar sin el discurso que da origen a tal fenómeno4. Los procesos de autoorganización que tienen lugar alrededor de procesos replicativos son un caso concreto de un fenómeno más generalizado: la fijación de paradigmas. Las diferentes escuelas e instituciones científicas pueden ser consideradas formas de organización dedicadas a mantener determinados paradigmas a los cuales deben su existencia. Los paradigmas, y la mayor parte de los científicos, son seleccionados en relación con su capacidad para aportar explicaciones mejores o más “verdaderas” del mundo. La complejidad permite la emergencia de una red de organizaciones cuya mera existencia provoca automáticamente la expansión del término. La pregunta para formular es, ¿por qué hay tanta diversidad de significados que acaban en última instancia complicando los debates en torno a la complejidad? Para este planteamiento, varios científicos se inspiran en el paradigma de la evolución de Darwin, y más especialmente en la versión neodarwiniana que trata la evolución 4 Un sistema autoorganizado no sólo regula o adapta su comportamiento, construye su propia organización. Organización es una estructura con función. Estructura significa que los componentes de un sistema tienen un orden particular. Requiere conexiones que integran las partes en un todo, y separaciones que diferencian subsistemas. Función significa que la estructura cumple un propósito. Autoorganización significa que una estructura funcional aparece y permanece espontáneamente. Un sistema autoorganizado es intrínsecamente robusto; ellos pueden resistir una variedad de errores, perturbaciones o destrucción parcial. Ellos reparan algunos daños, volviendo a su estado inicial. Cuando el daño es muy grande, su función es iniciar el deterioro. Ellos adaptan la organización a los cambios en el ambiente, aprendiendo para solucionar problemas. Fuera del caos, ellos generan orden. 4 como un proceso de selección de los más fuertes. La metáfora del gen egoísta de Dawkins representa la expresión popular de esta idea. La esencia del argumento es que los genomas contienen el esquema del orden biológico complejo. La capacidad de replicarse sustenta la emergencia y el mantenimiento de la complejidad biológica. Más concretamente, la idea de Dawkins es que existe un replicador cultural, un meme5 que no se replica mediante un fenómeno químico sino en un sentido más amplio, a través de la imitación, de la comunicación, de las interacciones que el ser humano tiene con sus semejantes en el ecosistema, la sociedad, las organizaciones. Los memes son ideas, modas, religiones, lenguajes, dichos, maneras de pensar,… que, al igual que los virus, parecen multiplicarse y propagarse de una mente a otra, dentro de nuestra vida cultural. De este modo, la evolución cultural y del propio conocimiento puede ser modelada a través de los mismos principios darwinianos de variación y selección natural, que rigen la evolución biológica. La idea de los memes se ha utilizado en diversos ámbitos; entre otros, como teoría que sostiene el comportamiento imitador de los individuos a nivel social o como fundamento de una teoría más general sobre la conciencia individual. Una visión más amplia considera los memes como codificadores del esquema de la cultura de las organizaciones. En este sentido, las reglas de la organización pueden considerarse un producto de un sistema autorreplicante de ideas y diálogos. La organización está sujeta sin cesar a las fuerzas de desorganización y de dispersión, también a elementos de religazón que sólo les impide a los ecosistemas que se dispersen o desvanezcan. En el caso de la complejidad, al considerar la replicación como el meme egoísta que va replicándose al pasar de un individuo a otro, es indudable que la falta de claridad o consenso en el significado contribuye positivamente al proceso de replicación. El meme se replica cada vez que alguien se une a una conversación o discusión sobre su significado, ganando mayor terreno en la ecología de las conversaciones humanas cuanto mayor sea el número de acepciones diferentes que se transmitan. La vida nos enseña que la realidad nos desborda constantemente, por lo que nuestras mentes no contienen una concepción completa y global de la realidad, del ecosistema, de la sociedad, sino unos pequeños patrones o procesos que permiten navegar entre los fenómenos que nos rodean, y que generan emergencias por las interacciones que se desarrollan. Se debe comprender el pensamiento que separa y que reduce junto al pensamiento que distingue y que religa. No se debe abandonar el conocimiento de las partes por el 5 El término meme fue acuñado por Richard Dawkins en 1976, como parte de la explicación que, en su libro The Selfish Gene (El gen egoísta), daba sobre la idea de que los genes no eran las únicas partículas sujetas a la teoría darwiniana de la evolución por selección natural. También lo estaban los memes. El término meme hace referencia a patrones de conocimiento o comportamiento que pueden ser transmitidos de un individuo a otro; este nombre fue elegido por su similitud con las raíces de las palabras memoria y mímesis, así como por recordar al vocablo inglés "gene". Si el individuo que transmite el meme lo continúa portando en su mente, la transmisión puede ser interpretada como una replicación, al igual que la del ADN. El individuo que recibe el meme lo volvería a copiar para difundirlo, al tiempo que guardaría una copia para él, transformándose a su vez en portador. La continua autorreplicación del meme, y posterior infección de otra mente, conduciría a la difusión del meme entre un grupo creciente de individuos. Por todo ello, pueden definirse los memes como unidades autorreplicantes de cultura, que se comportan como si tuvieran vida propia. 5 conocimiento de las totalidades ni el análisis por la síntesis: hay que conjugarlos. Existen los desafíos de la complejidad a los cuales los desarrollos propios de nuestra era del conocimiento nos confrontan ineluctablemente. Igualmente, se requiere no ser realista en sentido trivial (adaptarse a lo inmediato), ni irrealista en el mismo sentido (sustraerse de las coacciones de la realidad), sino en el sentido complejo: comprender la incertidumbre de lo real, saber que hay posibilidades no visibles en lo real. Esto indica que debe saberse interpretar la realidad antes de reconocer dónde está el realismo. Toda interacción genera algún tipo de constreñimiento o reducción de la realidad compleja estudiada, y además, toda una serie de consecuencias imprevisibles e imprevistas en el sistema sobre el que se actúa. No debe olvidarse que al aumentar la energía de un sistema se aumenta su complejidad, con una mejor organización del mismo. Sin embargo, en situaciones no previstas generadas en el sistema, puede darse lugar a innovaciones o procesos creativos. No es el mayor número de relaciones dentro de un sistema, sino su calidad lo que facilita la generación de innovaciones o procesos creativos. Hasta mediados del siglo XX, la mayoría de las ciencias obedecían al principio de reducción, que disminuye el conocimiento de un todo al conocimiento de sus partes, como si el todo no tuviese cualidades o propiedades diferentes en relación con las partes consideradas aisladamente. El principio de reducción conduce naturalmente a restringir lo complejo a lo simple; se aplica a las complejidades vivas y humanas la lógica mecánica y determinista de la máquina artificial. También puede enceguecer y conducir a la eliminación de todo aquello que no sea cuantificable ni medible, suprimiendo así lo humano de lo humano, es decir, sin considerar las pasiones, emociones, dolores y alegrías. Igualmente, cuando obedece estrictamente al postulado determinista, el principio de reducción oculta el riesgo, la novedad, la invención. Nuestra educación nos ha enseñado a separar, compartimentar, aislar y no a ligar el conocimiento, el conjunto de partes de él que constituye un rompecabezas ininteligible. Las interacciones, las retroacciones, los contextos, las complejidades que se encuentran conforman islas entre las disciplinas y se tornan invisibles. Los grandes problemas humanos desaparecen en beneficio de los problemas técnicos y particulares. La incapacidad de organizar el saber disperso y en compartimentos conduce a la atrofia de la disposición mental natural para contextualizar y globalizar. La inteligencia es parcelada, compartimentada, mecanicista, disyuntiva, reduccionista, rompe lo complejo del mundo en fragmentos separados, fracciona los problemas, separa lo que está unido, unidimensional lo multidimensional. Es una inteligencia miope que termina normalmente por enceguecerse. Destruye desde el óvulo las posibilidades de comprensión y de reflexión; reduce las oportunidades de un juicio correctivo o de una visión a largo plazo. Por ello, cuanto más multidimensionales se tornen los problemas, más incapacidad hay de pensar su multidimensionalidad; más progresa la crisis; más progresa la incapacidad para pensar la crisis; cuanto más entornos envuelvan los problemas, más impensables son. El ser humano es incapaz de proyectar el contexto y el complejo ecosistema; la inteligencia ciega se vuelve inconsciente e irresponsable. 6 La sociedad, al actuar sobre los seres humanos —objetos—, no sólo los transforma, sino se transforma a sí misma. Y, desde luego, cuando se busca conocer el ser humano no soló se comprende sino que se modifica y, sobre todo, nos modificamos nosotros mismos6. Y esto lo hacemos siempre, en gran medida, de manera insospechada e impredecible. El ser humano es un ser totalmente biológico y cultural que lleva en sí esta unidualidad originaria. Es un súper y un hiperviviente: ha desarrollado de manera sorprendente las potencialidades de la vida. Expresa de manera hipertrofiada las cualidades egocéntricas y altruistas del individuo, alcanza paroxismos de vida en el éxtasis y en la embriaguez; en esta hipervitalidad, el Homo sapiens es también Homo demens. El ser humano es pues un ser totalmente biológico, pero si no dispusiera plenamente de la cultura sería un primate del más bajo rango. La cultura acumula en sí lo que se conserva, transmite, aprende; ella comporta normas y principios de adquisición. El sujeto sólo se completa como ser totalmente humano por y en la cultura. No hay cultura sin cerebro humano (aparato biológico dotado de habilidades para actuar, percibir, saber, aprender), y no hay mente (mind), es decir, capacidad de conciencia y pensamiento sin cultura. La mente humana es un surgimiento que nace y se afirma en la relación cerebro <-> cultura. Una vez que la mente ha surgido, ésta interviene en el funcionamiento cerebral con efecto retroactivo. Hay entonces una triada en bucle entre cerebro <-> mente <-> cultura, donde cada uno de los términos necesita a los otros. La mente es un surgimiento del cerebro que suscita la cultura, la cual no existiría sin el cerebro. La coherencia del conocimiento de una persona resulta casi imposible de determinar por los objetos que conoce y sobre los que actúa. Es altamente improbable que el mecanismo de la evolución de la selección natural, a través de las diversas formas de variación genética o del aprendizaje, el sujeto a través de las complejas interacciones —físicas, cognitivas, pragmáticas— con el entorno, aprenda a acoplarse con los resultados de su propia actividad. De igual forma, su programa, a través de mutaciones, constituye un esquema de funcionamiento complejo7 respecto a las 6 Una diferencia básica entre el cerebro y el computador digital es: mientras que los programas de computador no afectan sus circuitos —es lo que se cree—, los programas en el cerebro lo modifican y, hasta cierto punto, construyen un propio circuito, por el fenómeno de la plasticidad sináptica. Para que en el cerebro se produzca un cortocircuito, no es necesario imaginar que algo externo lo afecta. «El computador y el cerebro son dos máquinas, pero una es producida, fabricada, organizada por la mente humana, surgida de una máquina cerebral inherente a un ser dotado de sensibilidad, de afectividad y de conciencia de sí. Del ordenador no emerge ninguna mente, ni siquiera en el seno de una cultura, mientras que el cerebro tiene la capacidad, vía la mente, de reconocerse como máquina y saber incluso que es más que una máquina» [Morín, 2001: 109]. La autoorganización del hardware (cerebro) por el supuesto software (mente, razonamiento) es un cuestionamiento amplio, es un estudio que debe repensarse en términos esencialmente dinámicos, de complejidad, de evolución, de autopoiesis. 7 El esquema de autorreproducción de las cadenas de ADN que encarnan el genoma de los seres vivos no puede concebirse simplemente como un programa, pues incluye procesos de producción de la realidad misma donde debe actuar. John von Neumann consideró qué ocurriría si el constructor universal estuviese programado para construirse a sí mismo. Claro está que para hablar de genuina reproducción, la máquina debe ser capaz no sólo de hacer una copia exacta de sí misma, sino también del programa de cómo copiarse a sí misma; de lo contrario, la máquina hija sería estéril. Hay que añadir que el computador universal es un mecanismo de control. Cuando el computador haya producido 7 transformaciones que se llevan a cabo. De acuerdo con lo anterior, el ser humano (sujeto) con sus papeles, normas, creencias, actitudes, intenciones, preferencias, estructuras, organizaciones,..., es producido por sujetos, quienes a su vez transforman su existencia. Por tanto, es imposible deslindar la sociedad del ser humano, como es imposible ser investigador capaz de agotar una realidad plenamente objetivable sin resultar en ningún caso permeado por ella. Para entender en qué sentido es compleja la realidad, lo social, lo humano, hay que entender el enmarañado, casi fractal, anidamiento entre lo objetivo y lo subjetivo de la realidad. Un anidamiento que recursivamente construye un ámbito peculiarísimo, un espacio ontológico no orientable8. La sociedad es un espacio en el que lo real y el aspecto subjetivo determinado por el sujeto están dinámicamente separados. En otras palabras, se diferencian, como modos opuestos y complementarios de la realidad, a partir de la distinción que traza un sujeto. Lo antagónico pero mutuamente constitutivo, en la llamada realidad, es un dominio ontológico que todos habitamos, donde lo subjetivo se produce y reproduce a través de lo objetivo, y a la inversa. Una vez se ha tomado conciencia de la complejidad del ser humano y su realidad social, un gran interrogante surge: ¿cómo funciona tal cosa? ¿Cómo es posible que ese tejido de objetividades y subjetividades, que se producen las unas a las otras, no degenere en caos? La complejidad humana, y lo enunciado pregunta: ¿cómo pueden existir objetos tan complejos con capacidades de autoorganización y de pensamiento simple? También, ¿el ser humano es complejo biológica, psicológica o socialmente? El ser humano es él mismo singular y múltiple a la vez. Todo ser humano, tal como el punto de un holograma, lleva el cosmos en sí. Debemos ver también que todo ser, incluso el más encerrado en la más banal de las vidas, constituye en sí mismo un cosmos. Lleva en sí sus multiplicidades interiores, sus personalidades virtuales, una infinidad de personajes quiméricos, una poliexistencia en lo real y lo imaginario, el sueño y la vigilia, la obediencia y la transgresión, lo ostentoso y lo secreto, hormigueos larvarios en sus cavernas y precipicios insondables. Cada uno contiene en sí galaxias de sueños y de fantasmas, impulsos insatisfechos de deseos y de amores, abismos de desgracia, inmensidades de indiferencia congelada, abrazos de astro en fuego, desencadenamientos de odio, extravíos débiles, destellos de lucidez, tormentas dementes... El ser humano es un ser racional e irracional, capaz de mesura y desmesura; sujeto de un afecto intenso e inestable; él sonríe, ríe, llora, pero sabe también conocer objetivamente; es un ser serio y calculador, pero también ansioso, angustiado, gozador, ebrio, estático; es un ser de violencia y de ternura, de amor y de odio; es un una copia de sí mismo (más un duplicado del mecanismo de control, por supuesto), el mecanismo de control detiene el programa y lo trata exactamente igual que si fuera parte del hardware. A su debido tiempo, la máquina de Von Neumann hace una copia del programa y la inserta en la nueva máquina, que es ya con ello una réplica fiel de la madre y está lista a su vez para proceder a su autorreproducción. 8 La noción de orientabilidad se emplea en un sentido similar al concepto que se tiene en topología. Intuitivamente, una superficie es topológicamente orientable cuando existe una separación tajante entre ambos lados de la misma, de manera que un objeto que se desplace por uno de esos lados nunca podría alcanzar el otro. Cuando esta condición no se cumple —como ocurre en el caso de una banda de Möbius, por ejemplo—, nos hallamos ante una superficie no orientable. 8 ser invadido por lo imaginario y que puede reconocer lo real, que sabe de la muerte pero que no puede creer en ella, que segrega el mito y la magia, pero también la ciencia y la filosofía; que está poseído por los dioses y por las ideas, pero que duda de los dioses y critica las ideas; se alimenta de conocimiento comprobado, pero también de ilusiones y de quimeras. Y cuando en la ruptura de los controles racionales, culturales, materiales hay confusión entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo real y lo imaginario, cuando hay hegemonía de ilusiones, desmesura desencadenada, entonces el Homo demens somete al Homo sapiens y subordina la inteligencia racional al servicio de sus monstruos. Por esta razón, la locura es un problema central del hombre, y no sólo su desecho o su enfermedad. El tema de la locura humana se ha analizado desde la antigüedad y desde diferentes enfoques. El conocimiento lleva al hombre a dirigir el universo, las ciencias: humanas, básicas y técnicas, también su filosofía, su vida, su mente. 2. Complejidad La noción de complejidad, si bien resulta intuitivamente clara en muchas ocasiones y contextos, se presta a interpretaciones conceptuales muy diversas. En general, se concibe algo como complejo cuando simplemente no se entiende o, en otras palabras, cuando se es incapaz de comprender ese algo —en su totalidad—, cuando nos rebasa intelectualmente. Desde este punto de vista, la complejidad no sería un atributo del objeto, sino más bien del sujeto: indicaría que éste carece de medios para abarcar conceptualmente ese objeto, para detectar sus elementos, para conocer sus interacciones y emergencias. El conocimiento pertinente debe enfrentar la complejidad. Complexus significa lo que está tejido junto; en efecto, hay complejidad cuando son inseparables los elementos diferentes que constituyen un todo (como el económico, el político, el sociológico, el sicológico, el afectivo, el mitológico) y que existe un tejido interdependiente, interactivo e interretroactivo entre el objeto de conocimiento y su contexto, las partes y el todo, el todo y las partes, las partes entre ellas. Por esto, la complejidad es la unión entre la unidad y la multiplicidad. Los desarrollos propios al conocimiento nos enfrentan cada vez más y de manera cada vez más ineluctable con los desafíos de la complejidad. Un sistema complejo es un conjunto de elementos que interactuarán con propiedades globales en el sistema y que no se encuentran en los elementos. Esas propiedades, se dice emergen de la interacción de los elementos. La complejidad del sistema es proporcional al número de elementos, al número de interacciones y la complejidad de los elementos y de sus interacciones. Se hace común en las ciencias sociales la presencia de la noción de complejidad y de diferentes conceptos a ella asociados (por ejemplo, autopoiesis9, caos, incertidumbre, no linealidad), para referirse a procesos de naturaleza social. Y su introducción en 9 La autopoiesis es la organización particular que identifica, caracteriza, manifiesta y determina la existencia de los sistemas vivos, así como sus interacciones e interrelaciones [Humberto Maturana]. La autopoiesis trata del misterio de la vida: de cómo las entidades se crean y recrean a ellas y a su mundo. Creatividad es vida. La creatividad crea y recrea ideas para construir un mundo. 9 estas disciplinas tiene varios enfoques y van desde los que consideran que abre un camino innovador que contribuiría a resolver viejas limitaciones del pensamiento social, hasta el escepticismo y la negación más absoluta. Un peligro que se le atribuye a la acogida de las nociones de complejidad en el pensamiento social es que enmascaran un posicionamiento agnóstico de nuevo tipo, que socava la legitimidad del saber científico, al debilitar la certeza de que es posible alcanzar un conocimiento acabado de un orden sometido a leyes invariables, dado el énfasis que colocan en lo emergente, lo imprevisible, lo autoorganizativo, lo azaroso, lo acausal, cualidades obviamente más difíciles de discernir y de someter a un patrón de comportamiento preestablecido, con leyes con un ámbito de vigencia espaciotemporal suficientemente amplio como para dotarlas de cierta universalidad. En síntesis, estos estudios pueden agruparse en lo que se ha denominado análisis de dinámicas no lineales y de autoorganización, y tienen como característica esencial que, además de retar principios de la ciencia constituida, se ubican en cualidades y procesos que aparecen en la interacción de diferentes formas de la existencia (física, química, biológica, por decirlo de una forma tradicional) y que, por tanto, se resisten a los moldes estrictamente disciplinares del conocimiento científico, ubicándose en un espacio transversal, transdisciplinar. La complejidad como ciencia propiamente dicha son ideas científicas que tienen un carácter más concreto y específico, el estudio de la dinámica no lineal en diversos sistemas concretos. La teoría de la complejidad estudia los fenómenos complejos más comunes: la turbulencia, el desequilibrio y el carácter imprevisible, la autoorganización, la adaptación, el aprendizaje y los rendimientos crecientes. Esta teoría ofrece interesantes aportaciones en el campo del aprendizaje, el trabajo en equipo, el trabajo en sociedad, el servicio de entrega, las consideraciones sobre calidad, la gestión de los cambios y su aplicación y estrategias. La complejidad como método desarrolla construcciones metodológicas a partir de desarrollos científicos, para la propuesta de un método de pensamiento que supere las dicotomías de los enfoques disciplinarios del saber y que consiste básicamente en el aprendizaje del pensamiento relacional. La complejidad como cosmovisión, las elaboraciones acerca del mundo en su conjunto y el proceso de la cognición humana en general, proyectan una nueva mirada al mundo y al conocimiento que supere el reduccionismo, a partir de las consideraciones holísticas emergentes del pensamiento sistémico. La tercera distinción, la complejidad como cosmovisión, aluden al hecho de que ha quedado configurado una ruptura en las formas de conocer; una ruptura entre un ideal de simplificación como instrumental legítimo y deseable para conocer el universo y de apropiación-transformación de éste, que lo considera como algo acabado, ya hecho, que el sujeto debe descubrir y explicar, y otro ideal, el de la complejidad, que no reduce el universo, que acepta el reto de la multiplicidad, la diversidad, lo relacional de éste y su carácter inacabado, en construcción, y por ello indeterminado y, también, construible. En la medida que se refuerce el conocimiento de las bases teóricas de la complejidad, se estará en mejor condición para no dejarse seducir por los enfoques de moda del 10 momento, basados en la proporción de soluciones universales y rápidas de gestión. Por otro lado, es habitual encontrarse en la literatura y en la práctica la utilización indistinta de términos como complejidad, teoría del caos y teoría de sistemas, un claro indicador de que existe cierta confusión entre términos que a pesar de guardar relación, hacen referencia a conceptos diferentes. Igualmente, hay confusión acerca de las distintas vertientes de la complejidad: complejidad matemática, complejidad social, complejidad natural… ¿A qué se refiere cada una de ellas? ¿Qué relación hay entre ellas? ¿Qué posición ocupan dentro del mapa global de la ciencia de la complejidad? La complejidad no es un fenómeno que reside en el conocimiento10. Es un reflejo que se proyecta sobre el objeto, a partir de la conciencia de nuestra propia ignorancia, de los límites que tiene nuestra capacidad de intelección de observar la realidad no como lo es sino como se desea ver. Cuando se concibe un objeto como complejo ocurre, por no entenderlo, porque supera nuestras capacidades intelectuales, o porque se percibe como realidad repleta de interrelaciones en una fina estructura que, además, requiere para visualizarlas numerosos puntos de vista. Existen varias formas de entender la complejidad: de modo puramente subjetivo, como incapacidad de comprensión de un objeto; y de manera objetiva, como cualidad inherente al objeto considerado. Sin embargo, al mirar los objetos más de cerca, estos dos puntos de vista no son incompatibles, sino relacionados. Sólo algunos sujetos, con pensamiento complejo, están en condiciones de detectar la complejidad, y, eventualmente, de comprenderla y modelarla. Y sólo la complejidad objetiva de determinadas realidades ha podido generar sujetos capaces de tomar conciencia de aquélla. La complejidad subjetiva y la objetiva están así, pues, sutil pero efectivamente relacionadas. Conviene tener presente que el fenómeno de la complejidad se define mediante un conjunto de interrelaciones que se construyen entre el sujeto y el objeto del conocimiento. La complejidad que el sujeto descubre en el objeto es ciertamente objetiva, en el sentido de que pertenece legítimamente a tal objeto; pero no es independiente de la propia complejidad del sujeto que la descubre, y que siempre la 10 Respecto a la complejidad, podemos encontrarnos indistintamente con referencias a la teoría de la complejidad, ciencia del caos, perspectiva de la complejidad, pensamiento complejo o complejidad social, entre otras expresiones. Cuando se alude a una teoría de la complejidad o, a veces de forma intercambiable o equivalente, a una ciencia, generalmente está agrupándose en esta denominación un conjunto de hallazgos realizados principalmente dentro de la física, la química, la biología, la matemática, la geometría, la meteorología y la cibernética, que develan un conjunto de rasgos de la existencia no contemplados en las teorías anteriores. Entre los hallazgos que tributan a la teoría de la complejidad se encuentran las investigaciones sobre no linealidad, de Lorenz, y la cibernética, con la idea de retroacción y, con ellas, la de una causalidad no lineal, donde los efectos no son proporcionales a las causas y se intercambian; los objetos fractales de Mandelbroth; los atractores extraños de Reulle; la nueva termodinámica de Shaw; la autopoiesis de Maturana y Varela; las teorías de la información, que describen universos donde se simultanean orden y desorden y de lo que se extrae algo nuevo, la información; la teoría de sistemas, donde el todo es más que la suma de las partes y donde la organización del todo produce cualidades emergentes, no preexistentes en las partes; la noción de autoorganización, aportada por la teoría de los autómatas autoorganizados de Von Neuman: las máquinas vivientes, a diferencia de las artificiales, tienen la capacidad de reproducirse y autorregenerarse; el principio de generación de orden a partir de ruido de Von Foerster; la teoría de Atlan del azar organizador; la teoría de Prigogine de las estructuras disipativas,... 11 constituye en los términos de su propia complejidad11. A su vez, la propia complejidad del sujeto de conocimiento depende de la del objeto en más de un sentido: (1) sólo un ecosistema de objetos adecuadamente complejos puede engendrar sujetos capaces de atisbar esa complejidad de la realidad, y (2) sólo un largo trato empírico y pragmático con la realidad compleja produce un sujeto habilitado para conocerla. Justamente porque la complejidad es compleja resultan inadecuados los intentos de definir ese fenómeno de forma simple y reduccionista. La complejidad no sólo consiste básicamente en la coexistencia dentro de una cierta realidad, de una multitud de elementos y de numerosísimas relaciones entre los mismos. Una realidad compuesta por gran número de elementos de distinta clase, relacionados de múltiples maneras, es ciertamente una realidad complicada. Pero la complejidad es algo más que la mera complicación, pues un objeto extraordinariamente complicado, de hecho, puede carecer de algunas de las características distintivas de la realidad auténticamente compleja, como la potencialidad para generar fenómenos emergentes, la autoproducción, la autopoiesis. Por ejemplo, podríamos imaginar un gran juego altamente muy complicado que, desde luego, desbordaría en mucho nuestras capacidades intelectivas, y que, sin embargo, no sería complejo en el sentido profundo e interesante del término, al carecer de cualquier potencialidad emergente. Una realidad compleja no es pues una realidad simplemente complicada, compuesta por muchos elementos y relaciones entre los mismos —aunque, efectivamente, la complicación nos resulte por deficiencia de conocimiento—, difícil de entender. Una de las características de la complejidad es precisamente su capacidad para generar, en una cierta realidad, elementos y relaciones emergentes. De manera que, la complejidad es algo que a primera vista parece consistir en una mayor complicación: cientos, miles o millones de elementos y relaciones. Sin embargo, no es tanto la complicación lo que origina la complejidad, sino los mecanismos subyacentes del fenómeno que producen autopoiesis, autoorganización y las emergencias. Sin duda, la complejidad a menudo, produce complicación, y con frecuencia produce también simplificación12. Ya no se habla de un universo (cosmos) ordenado, perfecto, eterno, sino que se produce en la irradiación, en el devenir disperso donde actúan de manera complementaria, competente y antagónica: orden, desorden y organización. Estamos en un gigantesco cosmos en expansión, constituido por miles de millones de galaxias y miles de miles de millones de estrellas y aprendimos que nuestra Tierra es un trompo minúsculo que gira alrededor de un astro errante en la periferia de una pequeña galaxia de suburbio. Las partículas de nuestro organismo habrían aparecido 11 No hay un conjunto único de leyes hacia el que la ciencia converge. Las teorías, y las leyes contenidas en éstas, no pueden ser separadas de las circunstancias en las que nos hallamos nosotros mismos. Estas circunstancias incluyen nuestra cultura, nuestra evolución histórica y los datos específicos recogidos del universo. Una civilización alienígena con evolución histórica, cultura y ciencia diferentes, podría elaborar leyes muy distintas. Muchas leyes diferentes ajustan un mismo conjunto de datos, y que nunca podemos estar seguros de haber alcanzado el conjunto correcto [Davies, 1993]. 12 En realidad, complicación y simplificación pueden considerarse momentos igualmente necesarios en procesos de la complejidad: en muchas ocasiones cierta simplificación constituye la base necesaria de un ulterior proceso de complejización. 12 desde los primeros segundos de nuestro cosmos hace (¿tal vez?) quince mil millones de años; nuestros átomos de carbono se formaron en uno o varios soles anteriores al nuestro; nuestras moléculas se agruparon en los primeros tiempos convulsivos de la Tierra. Estas macromoléculas se asociaron en torbellinos de los cuales uno de ellos, cada vez más rico en su diversidad molecular, se metamorfoseó en una organización nueva en relación con la organización estrictamente química: una autoorganización viviente. Así, el universo no es tan complejo porque esté compuesto por infinidad de sustancias químicas distintas, y por un millar de elementos diferentes. Lo es por reproducir en su seno otros elementos a partir de retroacciones, porque existen emergencias, porque hay orden y desorden, porque hay autoorganización. Por lo que hace a la sociedad, desde luego es muy complicada y genera emergencias que la transforman continuamente. El ser humano es complejo —ya se enunció— por las emergencias, por la capacidad para autoorganizarse, por la formación de interacciones en el entorno: su sociedad. Se utiliza el concepto de orden en un sistema en el sentido que las relaciones entre la causa y el efecto son conocidas, y que se repiten para unas condiciones de partida dadas. La naturaleza del orden puede ser “visible” o evidente, o puede estar oculta, en cuyo caso requeriría investigación y análisis. Estos sistemas pueden llegar a ser muy complicados, pero las relaciones entre la causa y el efecto son abordables y permiten la predicción. La ciencia de la gestión ha estado dominada tradicionalmente por este concepto de orden. Otro enfoque establece que la causalidad de los sistemas no es estable, y que a pesar de que la relación entre causa y efecto puede resultar coherente tras un análisis retrospectivo, no conforma la base para la predicción. El no orden o desorden comprende el caos y la complejidad. Existen tres ontologías básicas: orden, complejidad y caos. Cada una de las ontologías muestra una relación diferente entre causa y efecto, por lo que requieren enfoques de gestión diferentes. La clave reside en identificar lo que se puede gestionar y lo que no en cada uno de ellos: • En un sistema ordenado, se determina el resultado o estado final deseado, se valora la situación actual y a partir de ahí se fijan los pasos que permitan eliminar el gap entre ambas situaciones. • En un sistema sin orden, no puede disponerse de estados finales deseados, y el pretender conseguirlos puede impedir la emergencia de otros estados finales más deseables. En ese caso, lo único que se debe gestionar son las condiciones de partida: ¿qué agentes están en juego?; ¿qué barreras impiden la interacción?; ¿qué atractores pueden influir la acción? La complejidad no atañe a objetos puramente formales, sino a objetos reales, dotados de algún tipo de materialidad. La complejidad observada en la realidad es resultado de la acción de componentes que pueden describirse por medio de teorías formales. Pero ninguna de esas teorías, por sí misma, puede dar cuenta de la complejidad, que es específica de cada realidad. Es posible, por ejemplo, que un mismo modelo formal de comportamiento caótico describa de manera razonablemente ajustada fenómenos tan diversos como la dinámica del fenómeno atmosférico y las oscilaciones de la economía. Pero con eso no se consigue comprender la especificidad de ninguno de 13 esos dos tipos de realidad, tan distintos. De manera análoga, el crecimiento de una población animal se describe, de manera formal, por medio de una función exponencial que sería idéntica a la que daría cuenta del crecimiento de cierto capital puesto a interés compuesto. Mas con eso tampoco aprendemos mucho de lo que diferencia a uno y otro fenómeno, evidentemente muy heterogéneos. Los modelos formales de la complejidad cumplen una función útil; sin embargo, hay que situarlos en la singularidad concreta de cada realidad. Es decir, un modelo de la complejidad sólo es capaz de describir, en el mejor de los casos, las formas manifiestas que adquiere la misma, no el elaborado proceso, en cierto modo único, a través del cual ésta se genera. Así ocurre, por ejemplo, en relación con el fenómeno de la vida. Una explicación meramente formal del mismo no explica en absoluto cómo ese fenómeno ha sido material y evolutivamente posible. Según esto, ninguna teoría puramente formal de la complejidad puede aspirar razonablemente a postularse como la teoría de la complejidad. Una teoría formal explica cómo se comporta una cierta realidad, ayuda a entender el comportamiento de una realidad, pero no puede dar cuenta de las emergencias, no puede explicar el qué de esa realidad: cómo ha venido a la existencia y qué la singulariza como tal realidad13. Las teorías formales se aplican efectivamente a ámbitos muy distintos. La naturaleza no hace nada igual: cada objeto es único y por ende posee características peculiares. No hay dos árboles iguales, no existen dos individuos iguales, ni siquiera resulta con las mismas características el mismo individuo en dos instantes de su vida: el hombre es muy diferente cuando nace de cuando muere. La igualdad es sólo abstracción matemática. Si algunos individuos fuéramos iguales no tendría objeto la sociedad misma, no existiría complejidad en el ser humano, ni en la sociedad. La realidad no es evidentemente legible. Las ideas y teorías no reflejan sino traducen la realidad, la cual pueden traducirse de manera errónea. Nuestra realidad no es otra que nuestra idea de la realidad. Un modelo, cuando se utiliza para entender sistemas reales, presupone una cierta base material cuya existencia no explica ni contiene. Esa base material suele haberse constituido como resultado emergente de procesos que, a su vez, pueden en principio ser descritos mediante otras teorías formales. Mas esas teorías, por su parte, no pueden explicar ellas mismas la base material correspondiente a tales procesos. De manera que unos determinados procesos describibles mediante ciertas teorías formales generan emergencias describibles a su vez por otras teorías, y así sucesivamente. Por ejemplo, los fenómenos climáticos tienen un determinado perfil fenoménico que los meteorólogos tratan de describir mediante teorías formales adecuadas. Pero esos fenómenos resultan inexplicables por cualquier teoría formal. Al intentar describir ese comportamiento se entra en un ámbito en el que probablemente 13 Una teoría formal como la del caos puede tal vez describir de manera parecida el funcionamiento de los géiseres y los cambios climáticos. Pero nada dice de lo que diferencia una cosa y otra, de lo que singulariza y proporciona una cierta entidad propia a los géiseres y los climas. La complejidad destapa relaciones ocultas entre sistemas tan dispares como un hormiguero, un géiser, el cerebro, la economía, o los climas. 14 la teoría no serviría para nada: habría que aplicar otros formalismos distintos, adecuados a ese nuevo dominio fenoménico. Ahora bien, esas nuevas teorías formales tampoco explicarían la existencia de los procesos neurobiológicos que están en el comportamiento humano. El proceso es recursivo tantas veces como niveles emergentes se descubran en el objeto de investigación. Situaciones semejantes se repiten en variados sistemas. Las concepciones puramente formales de lo complejo no pueden, pues, dar cuenta de la condición real, concreta, generativa y dinámica del fenómeno de la complejidad del universo, de los ecosistemas, de las sociedades, de las organizaciones y del ser humano. Y esta incapacidad se evidencia todavía más cuando esas concepciones se alían con una conceptualización de lo complejo como mera complicación, como enjambre o cardumen de elementos y relaciones. Sin embargo, es innegable que este punto de vista posee un atractivo difícil de resistir, y puede refinarse de diversos modos; por ejemplo, a través de la noción de selección. Es lo que hace Niklas Luhmann [1991], tal vez el sociólogo que le ha concedido a la noción de complejidad un papel más relevante en su propuesta teórica. Según Luhmann, la complejidad surge cuando el número de relaciones posibles entre los elementos de un sistema crece de forma desmesurada y es necesario restringir de algún modo este espacio enorme de posibilidades14. Sin embargo, la noción de complejidad como constricción de las relaciones potencialmente posibles entre los elementos de un sistema, no proporciona una razón clara de por qué ciertos sistemas necesitan restringir el número y las clases de relaciones entre sus elementos constitutivos. Una respuesta a esta cuestión podría ser la siguiente: necesitan restringir esas relaciones precisamente para mantener su organización característica como tales sistemas, para seguir siendo sistemas viables. La reducción de la complejidad potencial del sistema, entonces, sería un medio para mantener la organización propia del mismo. Pero entonces la noción selectiva de complejidad propuesta por Luhmann pierde su condición de concepto primitivo y puramente formal, y se hace dependiente de ese concepto de organización viable de un sistema (real). La relación real entre la complejidad, y el hecho de la autoorganización son esos fenómenos que explican los procesos reales de simplificación de la complejidad tanto en el mundo biológico como en el social donde se halla el ser humano. La complejidad, como fenómeno real, es algo indisociable del hecho de la autoorganización. Y, a su vez, los procesos de autoorganización son concebibles como tales en la medida que generan individualidades nuevas, realidades novedosas que se constituyen como identidades dinámicas y relativamente autónomas. En cierto modo, toda individualidad real —desde los átomos a las culturas— puede concebirse como agrupación dinámicamente constituida y por tanto emergente. Lo que diferencia a las distintas clases de individuos en el mundo son las diversas condiciones de (in)estabilidad de las mismas, y los sucesos en que su existencia se enmarca. Algunas 14 Por complejo se designa aquella suma de elementos conexos en la que, en razón de una limitación inmanente a la capacidad de acoplamiento, ya no resulta posible que cada elemento sea vinculado a cada otro, en todo momento... Complejidad, en el sentido antes mencionado, significa coacción de la selección [Luhmann, 1991]. 15 de esas identidades individuales son tan elaboradas como los seres vivos, y poseen la capacidad de producirse a sí mismas, de reproducirse (con descendencia o sin ésta) y de evolucionar, es decir, de transformar su identidad sin perderla. No hay complejidad sin emergencias, sin mantener relaciones inéditas y propiedades características a través de esas relaciones, gracias a las cuales preservan y mantienen su propia individualidad. Hay sistemas que, reproduciendo y ampliando el resultado emergente y en cierto modo azaroso por la dinámica en su entorno, son capaces de mantenerse en la existencia administrando sus propias emergencias. Tales sistemas, en la medida que tienen que renovar permanentemente sus emergencias, son sistemas intencionales. Un sistema intencional no es otra cosa que una realidad altamente contingente —y, así, extremadamente improbable— capaz de mantenerse en la existencia administrando —recreando incesantemente— sus emergencias. Entre las condiciones de emergencia de un ser vivo se encuentran otros seres vivos con los que interactúa, y que suelen tener sus propios dominios cognitivos. Y, por otra parte, en la medida que el organismo se diferencia internamente, debe generar mecanismos de cognición internos que regulen las emergencias requeridas por sus diversos subsistemas. Así, la cognición es una mezcla de emergencias internas y externas, a la vez que anida como fenómeno la complejidad de sí misma. En realidad, la evolución del hecho de la cognición es inexplicable, es un proceso recursivamente autoconstructivo, autoproductor y autoorganizador. La cognición, a partir de cierto nivel de desarrollo, no puede abordarse en el plano meramente individual, sino que debe visualizarse en el dominio social, e incluso en el ecosistema en que está el ser humano. Es decir, la complejidad propia de los sistemas autoorganizados y capaces de cognición se constituye y desarrolla, a través de una dinámica de autorreflexión, autopoiesis, autoproducción,... Teniendo en cuenta lo anotado, la complejidad sólo puede comprenderse atendiendo a su propio desarrollo y, sobre todo, a sus resultados. Es cierto que las formas inferiores de complejidad pueden ayudar a explicar las realidades complejas de nivel superior. Pero, a su vez, éstas pueden iluminar las formas inferiores del fenómeno, haciendo perceptibles aspectos que en esas manifestaciones inferiores del hecho de la complejidad apenas se dejan ver, y que por ello suelen ser a menudo desatendidos. 3. La complejidad humana-social Tras la noción de complejidad, hay que tratar de definir rasgos específicos de ésta en el ser humano. La complejidad propia de la especie humana posee peculiaridades y depende de la complejidad de la sociedad. Por tanto, debe pensarse que la realidad de la sociedad humana es una combinación de complejidades a partir de la complejidad del ser humano, de su conciencia, de su mente y de los memes que en la sociedad se diseminan por toda la realidad. La complejidad humana contiene casi todas las formas de complejidad en diferentes niveles de la realidad que establece el ser humano15. La complejidad supone irreversibilidad, no linealidad, aleatoriedad, fluctuaciones, 15 Principalmente son los niveles físico, químico, biológico, ecológico, neuronal, psicológico, etcétera. 16 bifurcaciones, autoorganización, posibilidad y extrae de los elementos nueva información, una enorme riqueza de posibilidades para aumentar el conocimiento. La complejidad característica humana y de su producto —la sociedad— tiene un doble carácter que se concreta en dos tipos de realidades siempre presentes en la sociedad. Por una parte, la sociedad es cultura material que modifica su ecosistema y crea uno artificial: el ecosistema social. Por otra parte, la sociedad es realidad de conciencia, alojada en las mentes de los seres humanos que la integran. Se pueden considerar al ser humano y a la sociedad como el ecosistema más complejo que conocemos, desde un punto de vista subjetivo, mental: es la puesta en acto de las capacidades de complejización constructiva que tiene la conciencia humana en interacción con otras conciencias. Toda sociedad humana, en efecto, consiste en un acoplamiento muy peculiar entre los seres humanos y la específica sociedad de conciencias que interactúan. Las sociedades humanas son dos cosas: realidades materiales (sujetos) y realidades de conciencia. Este problema, esta concepción dual del hecho social humano reproduce lo que se conoce como problema mente/cuerpo16. Y el comportamiento global de una sociedad no es reducible a las conciencias individuales de sus componentes, cuyas características individuales pueden llegar a ser irrelevantes para el comportamiento colectivo. La complejidad humana es una emergencia para la complejidad social. De hecho, la observación y el sentido común sugieren que la mayoría de los fenómenos que ocurren en el ser humano muestran procesos entre el orden y el desorden, lo que provoca en el observador la idea intuitiva de complejidad. Los sistemas complejos se ubican entre el orden entendido como sinónimo de determinismo y previsibilidad de la naturaleza y el caos, concebido como azar y desorden total, donde nada puede ser previsto. Lo inesperado nos sorprende porque nos hemos instalado con gran seguridad en nuestras teorías, en nuestras ideas, y éstas no tienen ninguna estructura para acoger lo nuevo. Lo nuevo brota sin cesar; nunca podemos predecir cómo se presentará, pero debemos contar con su llegada, es decir, contar con lo inesperado. Y, una vez sobrevenga lo inesperado, habrá que ser capaz de revisar nuestras teorías e ideas en vez de dejar entrar por la fuerza el hecho nuevo en la teoría, que es incapaz de acogerlo verdaderamente. El surgimiento de lo nuevo no puede predecirse, y por eso no sería nuevo. El surgimiento de una creación no puede conocerse por anticipado, porque no habría creación. La historia avanza, no de manera frontal como un río, sino por desviaciones que proceden de innovaciones o creaciones internas, o de acontecimientos o accidentes externos. La transformación interna comienza a partir de creaciones, primero locales y casi microscópicas que se efectúan en un medio restringido primero a algunos individuos, y que aparecen como desviaciones en relación con la normalidad. Si no se atrofia la desviación, entonces, en condiciones favorables formadas generalmente por crisis, puede paralizar la regulación que la frenaba o la reprimía y luego proliferarse 16 El problema de la relación mente/cuerpo se ha visto reavivado en los últimos tiempos como consecuencia de los debates suscitados por las propuestas de la llamada inteligencia artificial [Bechtel, 1991]. 17 de manera epidémica, desarrollarse, propagarse y volverse una tendencia cada vez más potente que produce una nueva normalidad. Así ha sucedido con todos los inventos técnicos, el del automóvil, el de la brújula, la imprenta, la máquina de vapor, el cine, hasta el computador, también con las grandes ideologías universales provenientes de algunas mentes marginales. Es difícil hablar de inteligencia en términos absolutos. Despreciar a las hormigas como estúpidas, en comparación con nuestros inteligentes parientes mamíferos, no deja de ser en parte un prejuicio antropocéntrico. Las hormigas constituyen sociedades a primera vista más complejas que las correspondientes a animales supuestamente más inteligentes, como los primates no humanos o los cánidos. Mas parece incuestionable que las habilidades cognitivas de los insectos eusociales son, claramente, menos elaboradas y flexibles que las de los mamíferos superiores, dotados de un cerebro altamente desarrollado.17 Miradas las cosas más de cerca, sin embargo, nos damos cuenta de que estamos hablando de realidades diferentes en uno y otro caso, de que el sujeto de esa mayor o menor complejidad social es, en los insectos eusociales y entre los mamíferos, distinto. El ser humano construye su sociedad pero ésta no puede estudiarse sólo a partir de la actividad de aquél, además, realiza tareas complejas para transformarla. Una colonia de hormigas efectúa tareas complejas como la exploración del entorno, la construcción de “edificios” con todas las estructuras imaginadas por el ser humano. Sin embargo, una hormiga sola no es capaz de acometer por sí misma ninguna de las tareas anteriores. El cerebro consta de billones de neuronas. Una sola neurona no es capaz de controlar los movimientos, los procesos, mientras que las neuronas organizadas en un sistema nervioso es capaz de proveer adaptación, interacción, inteligencia y conciencia. Todo eso emerge de las interacciones de las neuronas. Una sociedad presenta propiedades que sus miembros no poseen, tal como comportamiento colectivo, creencias, culturas, que emergen de la interacción de los seres humanos. Esto dice que en algunos sistemas no puede explicarse el comportamiento colectivo a partir del comportamiento individual. Y al pensar en nuestro cerebro como una gran colección de neuronas que interactúan, entender al detalle la complejidad de una de ellas no permitirá concluir el comportamiento global. Las propiedades emergentes son más que la suma de las partes, provienen de una interacción continua entre los componentes y el todo. La complejidad de una sociedad puede ponerse en relación, en principio, con las redes sociales que la conforman. Los seres humanos construyen redes que los conectan en formas diversas, además, definen cómo debe operar la red y, por ello se 17 El ser humano vive en este planeta y se siente el dueño y señor de todo lo que le rodea, sobre todo de lo que considera inferior a él. Esquilma la naturaleza, extermina a los animales sin ninguna necesidad, muchas veces por pura diversión (animales que son diferentes a los seres humanos, menos complejos, pero no inferiores, ya que cada cual tiene su lugar en el universo y todos son importantes para el equilibrio del universo); abarrota el mundo de máquinas que, en lugar de liberarnos, nos esclavizan cada día más. Y después de esas lindezas, todavía nos atrevemos a decir no sólo que somos inteligentes, sino los más inteligentes. 18 posibilitan procesos e interacciones entre individuos, constituyendo la sociedad. En la medida que las redes representan y regulan la sociedad, la sociedad se percibe y autoorganiza a sí misma. Una red de componentes, por ejemplo, mentes, conciencias, creencias, culturas, genera procesos evolutivos en el ser humano. La innovación y la imaginación son emergencias inducidas; es decir, el ser humano las busca, las dirige, luego es un fenómeno de transformación que genera dinámicas en las organizaciones, claro, a partir de aspectos creativos (generar ideas, reflexionarlas, incubarlas) y que modifican el comportamiento del mismo ser humano. El ser humano, en la medida que es un superorganismo y el órgano del conocimiento social (el sujeto básico del conocimiento social) es realidad, cognición y objeto de conocimiento en la sociedad. El mamífero percibe en gran medida su entorno individual, a diferencia de los insectos eusociales típicos, que sólo perciben ese entorno de manera colectiva, convirtiendo toda la organización, su sociedad, en el órgano perceptivo18. El ser humano tiene la habilidad de producir procesos cognitivos de una complejidad sin parangón en todo el reino animal, gracias a las facultades reflexivas de su conciencia. A estos procesos se les llaman mapas cognitivos societales. Se organiza socialmente de acuerdo con este mecanismo de socialidad que posee en modo eminente. Lo que privilegia cada vez más los mapas cognitivos y las formas mentales de interacción como dispositivos fundamentales, como mecanismos básicos de autoconocimiento y regulación del mismo lleva a generar autoorganización de esos mapas. Los seres humanos hemos constituido nuestras sociedades complejas actuales como mapas cognitivos que sólo pueden actualizarse conscientemente de manera parcial e idiosicrásica por las mentes de los individuos que integran tales sociedades. Las sociedades humanas complejas se piensan a sí mismas —y se controlan a sí mismas como sistemas— a través de ese asombroso acoplamiento que les es propio. La realidad de las sociedades, como ecosistema social en gran medida artificialmente producida, tiene una topología complicadísima, de carácter cuasi fractal y, sobre todo, no orientable. El acoplamiento es siempre imperfecto, y en realidad nunca puede completarse porque en el mismo acto de producirse se socava a sí mismo: cuanto más queremos conocer o controlar un objeto, más lo condicionamos con esas mismas actividades de conocimiento y control, que no pueden ser objeto a su vez de conocimiento y control. Las interacciones entre individuos no vienen prefijadas por un ente central organizador ni se fijan en el tiempo. Son dinámicas. Los diversos elementos se autoorganizan, rompiendo y estableciendo nuevas interacciones que son emergencias. El hecho social humano es efecto de la intencionalidad de los individuos, pero no está simplemente constituido por esa intencionalidad, no es un producto directo de la misma. Mas las sociedades —como los seres vivos en general— no son sistemas aislados. Y la termodinámica moderna ha demostrado que en sistemas físicos no aislados y que se mantienen alejados del equilibrio gracias a flujos energéticos 18 Cada hormiga individual sólo es capaz de percibir su medio a través del mismo hormiguero. 19 procedentes del exterior, los procesos de disipación de esa energía pueden producir orden en lugar de desorden. Esos procesos, en efecto, son capaces de generar elaboradas formas de organización de la materia a las que se ha dado el nombre de estructuras disipativas. Ahora bien, las sociedades humanas también son sistemas atravesados por flujos energéticos e informacionales procedentes del exterior —de la naturaleza y, en particular, de la propia naturaleza humana—, flujos que mantienen a tales sistemas permanentemente alejados del equilibrio. De ahí que en ellas pueda darse el siguiente fenómeno, a primera vista paradójico: los procesos de disipación intencional que inevitablemente se producen en tales sociedades no tienen necesariamente que originar, como querría el sentido común, un incremento de su desorden. La sociedad humana es como un holograma de conciencias en interacción, como una concurrencia de representaciones individuales, en las que cada individuo social reproduce todas las representaciones que puede imaginar como existentes en los otros agentes con los que interactúa, ese aspecto del fenómeno social humano considerado en su conjunto. Pues ese holograma, compuesto a su vez por hologramas presentes en cada individuo, constituye la expresión natural del mapa cognitivo mental espontáneamente generado por la socialidad propia de nuestra especie, y existe en toda sociedad al menos de manera incoada, es un constructo cuya ejecución resulta a la vez necesaria e imposible. Necesaria, porque la misma constituye una auténtica condición de posibilidad de nuestra acción y de nuestra interacción con otros agentes. No podríamos dar sentido a nuestra acción y a nuestra interacción —es decir, no podríamos propiamente actuar ni interactuar, en la acepción genuina de estos términos—, si no estuviéramos empeñados en la tarea infinita de construir y reconstruir incesantemente ese holograma que nos constituye socialmente. Pero, al mismo tiempo, esa tarea es imposible: está inevitablemente condenada al fracaso debido justamente al fenómeno de la disipación intencional. El sujeto humano siempre resulta, en definitiva, traicionado por la realidad que pretende definir intencionalmente, y más cuando esa realidad está compuesta por otros sujetos. El ser humano está dotado etológicamente de capacidades de interacción social y son tan potentes y maleables que la sociedad, de la cual forma parte, es un sistema altamente complejo. Esas capacidades nacen de la posibilidad de autopoiesis, autoorganización,… y de la capacidad de imaginar conciencias. Sin embargo, esas capacidades de representación subjetiva construyen ecosistemas sociales demasiado complejos. El ser humano gana de forma acelerada en complejidad, y se constituye en un superorganismo, en que circulan incesantemente variadísimos flujos energéticos y comunicacionales. Cuando se intenta comprender su proceso evolutivo es preciso establecer varias condiciones de posibilidad, y sí la posibilidad de inicio evoluciona para hacer evolucionar el mismo proceso19. 19 La explicación de un proceso evolutivo exige dar cuenta de las potencialidades que en todo momento han subtendido el proceso; requiere mostrar, por tanto, cómo el resultado del mismo se hallaba ya en cierto modo en su punto de partida y cómo sigue estando presente también de alguna forma en los resultados. También, exige identificar claramente los mecanismos concretos de actualización de esas 20 En relación con el proceso evolutivo del ser humano, no conocemos ninguna especie animal que tenga, ni por asomo, el grado de variabilidad social que el ser humano exhibe. Esa variabilidad no sólo se despliega espacialmente, como consecuencia de la explotación de nichos ecológicos increíblemente diversos, sino sobre todo temporalmente: a través de la progresiva aparición de estructuras sociales más y más amplias y complejas. La complejidad que se despliega, en sí misma plantea un problema: ¿cómo es posible que el ser humano constituya sociedades tan complejas? El ser humano conoce una vida social limitada a comunidades en intensa interacción. A partir de un determinado momento, algunas sociedades humanas se constituyen en un ámbito societal nuevo, mucho más amplio y complejo. La abrumadora complejidad del ser humano no deja de tener un carácter anómalo e inverosímil que, más allá de la mera constatación del fenómeno, parece exigir una ulterior explicación. Esa complejidad está directamente entrañada por la sociedad natural, la familia, y, sin embargo, resulta posibilitada por esa misma sociedad. Un examen de las condiciones de posibilidad y de actualización de la complejidad del ser humano, de la sociedad, rebasaría con mucho los límites a los que debe ajustarse este trabajo. Por ello, sólo se han apuntado algunas ideas al respecto. La complejidad del ser humano, tal como queda ejemplificada en las sociedades modernas son básicamente dos: (1) las capacidades de representación reflexiva, que permiten a cada uno imaginarse el punto de vista de los otros agentes con los que interactúa, y actuar por su parte en consecuencia; (2) el fenómeno que produce estructuras sociales por la generación de emergencias. Así, la complejidad de las sociedades humanas tiene una base posibilitadora común, las características genéricas propias del ser humano. Lo que más incrementa la complejidad humana es la invención, la imaginación, la creatividad y la innovación. Éstos aspectos permiten estructurar interacciones fuera de lo común. Siempre producen emergencias por las incertidumbres, las expectativas. Otro factor importante de la complejidad humana es la diferenciación. Los ecosistemas estan interrelacionados por determinados elementos, obteniendo así una ventaja estratégica que suelen utilizar en su propio interés. Cuando en un medio social particular se consolidan varios de esos ecosistemas visibles, así como ciertas relaciones entre los mismos, queda expedito el camino que lleva a una diferenciación social cada vez más desarrollada, tal vez el síntoma más claro de una creciente complejidad humana social. 4. La creatividad La creatividad, emergencia del pensar, es algo simple y complejo a la vez. Ninguna persona creativa entiende completamente para producir algo nuevo. No hay dos personas que tengan procesos creativos similares. No obstante, en una teoría básica sería posible que existan patrones aplicables a diferentes personas creativas. El fenómeno de la creatividad tiene aspectos ocultos por analizar. La teoría de la potencialidades. En otras palabras, explicar un proceso evolutivo no puede consistir simplemente en señalar las novedades que han liderado ese proceso. 21 complejidad podría responder a esta pregunta: ¿cómo el sistema complejo mente, crea formas diferentes? Todos tenemos algún grado de creatividad. Cada persona tiene diversos comportamientos. Éstos, en algunos casos, indican que ciertas personas poseen creatividad innata, dependiente de algo interno. Una persona altamente creativa tiene una relación estrecha entre la creatividad propia y el quehacer diario. Mientras que una persona no creativa tiene una relación débil con el entorno y, en general, es menos competitiva. La creatividad en el ser humano depende de diversas interacciones; comprensión integradora, interaccionista y/o autoorganizadora, y es emergencia producida por agentes que interactúan en el ecosistema, por acciones conscientes e inconscientes que ocurren en la complejidad del cerebro. Muchas personas creativas han expresado diversas ideas que se supone fluyen de alguna fuente interna. Formas que salen, emanan, explotan, esto es, ellos conscientemente no razonan. Grandes escritores, pintores, novelistas, científicos, profesionales, … en sus autobiografías nos muestran llamativas experiencias, las cuales no explican (porque, en general, no saben cómo ocurrieron), pero que sirven de ejemplo de cómo lograron algo asombroso. Las experiencias no son equitativas para enriquecer la creatividad, pero ellas constituyen aspectos para entenderla, generarla y proyectarla. El pensamiento creativo envuelve dos principales puntos: (1) combinación de ideas; (2) mutación de ideas. La proliferación de ideas se da por redes de pensamientos con autoorganización dinámica. Varios procesos tienen lugar en la mente al mismo tiempo, y la creatividad busca ambientes propicios para desarrollar actos con inusual libertad y flexibilidad. La flexibilidad está relacionada con acciones de la cognición y percepción, lo cual, cuando hay coherencia en esos sistemas, con facilidad se generan nuevas formas, nuevas ideas, nuevas estructuras. Algunos procesos crean su propia realidad mediante acciones perceptivas. El creativo crea su propia realidad a través de formas y estructuras abstractas, porque la creatividad trabaja en ambientes flexibles, con mayor aptitud libre para desarrollar mayor flexibilidad interna. En términos de sistemas dinámicos, la creatividad es un proceso simultáneo de creación y exploración de atractores (atrayentes) autopoiéticos. Se exploran y se encadenan ideas, se generan otras, algunas evolucionan, otras mueren. Los procesos creativos llevan a una clase accidental de convergencia de un atractor extraño; en el sentido básico para una clase de idea, se deduce qué clase de producto irá a producirse. El atractor explora de manera caótica hasta un punto en que converge el proceso. En términos de lenguaje formal, el acto de inspiración creativo crea su propio lenguaje, para que el cerebro lo entienda. La estructura jerárquica de las redes desempeña un papel importante aquí, pues un atractor avanza poco a poco a niveles altos partiendo de niveles bajos. La dinámica evolucionista en los niveles bajos produce elementos que en los niveles altos de las estructuras crean patrones emergentes. El ser humano requiere proveer autopoiesis al pensamiento, esto es, generar creatividad. La inspiración creativa plantea sistemas de pensamiento en los que para hallar una solución se requieren sistemas adaptativos complejos ideales. La actitud 22 creativa es, en parte, una manera refinada de potenciar la persistencia excesiva de sistemas de pensamiento autopoiéticos. En este sentido, el estado de conciencia creativo es estructural y funcionalmente similar a los estados ideales de conciencia. Hay otras similaridades entre estos dos estados. Por ejemplo, en ambos estados, la percepción viene del ciclo activo cognitivo perceptual al remplazar referencias en la memoria, mientras al interior de la mente se realiza una reflexión. Idealmente, al interior de la mente no existen reglas, o son reglas borrosas, mientras la inspiración creativa asume una capa extraña de gusto por querer conocer más o comprender algo. En general, se habla mucho, no se busca con perseverancia soluciones óptimas; se acepta casi de todo viniendo de otra persona con “mayor” prestigio, no se pregunta dos veces, ni se aclaran las dudas. Se gusta por momentos de un pensamiento rápido, un trabajo sin dificultades que satisfaga la necesidad, se mira sin vacilación una forma. Nunca se escoge algo. No somos creativos. La creatividad es una emergencia (ruptura) que ocasiona descarga en sí misma, abundancia de torrentes, que alteran la paz, que excitan involuntariamente el pensamiento; por eso somos algo, con la conciencia distinta por estremecidas sutiles y buscando un poco de felicidad aunque el camino sea penoso y triste, el que en algunas veces opuesto, condicionado, provocado, de color diferente al de la realidad. Algunas veces se posee involuntariedad extrema, pero después de un vendaval se produce una sensación de libertad, de potencia, de flexibilidad. La aleatoriedad de imágenes y metáforas es extraña a todo; creemos tener la noción de qué es una imagen o metáfora: algunas ofrecen un contorno más obvio, una expresión simple,... Las experiencias de inspiración son un potencial particular de las personas creativas. Pero difieren en intensidad, rara vez de forma. Algunas veces, la potencia de la fuerza es sólo un medio que se experimenta como una entidad alienada. En estos casos, relativamente raros, la inspiración creativa se oscurece. Por la poca potencia del pensamiento vemos el ecosistema, la sociedad, la organización no cómo es; sólo la realidad que se cree existe, la que se quiere mirar, no la que posee interacciones, componentes, dinámicas, orden y desorden, que potencian el mismo pensamiento para realizar procesos creativos. Escribir y leer depende de algunos estados del cerebro, de interacción con el conocimiento, de procesos establecidos por agrupación de experiencias. Algunas veces se escribe sin mucho razonamiento, intervención inconsciente de objetos externos. ¿Qué diferencia es escribir, pintar, crear con inspiración o sin ésta?20. Un ejemplo clásico de inspiración es la realización de dibujos de otros mundos, construcción de cosmos desconocidos; se dice, entonces tener visiones. Toda forma de amor, de sufrimiento, de frenesí proviene de uno mismo, quien construye y destruye, guarda su esencia. Inefablemente es una tortura en la cual requerimos toda la buena fe y energía superhumana. 20 Suponemos que las acciones inteligentes que realiza el ser humano son el resultado de un gran cúmulo de interrelaciones entre un innumerable conjunto de elementos, estructurados de una manera tan compleja que ninguna ciencia ha podido determinar al menos cuál es el inicio y el fin de los procesos que lleven a tales acciones. 23 Para llegar a lo desconocido debe buscarse el alma. Iniciando con cualquier cosa, así sea algo desconocido, se llega muy lejos. Si hay júbilo al final, seguro, se ha logrado el objetivo previsto. Se destruye lo normal y se realizan saltos en aquellas cosas no manejables, no alterables e innumerables. Algunas personas inician en el punto donde otros han sucumbido. ¿Se ha determinado que una invención puede ser percibida, palpada, escuchada? Al inducir más allá de la forma; dar nueva forma, no formal, es porque se tiene un lenguaje propio en los procesos de la mente. El arte tiene sus funciones. Los artistas son seres humanos con cualidades, potencialidades y debilidades. Poéticamente no se requiere una acción amplia para realizar algo. Pero poetas no son todos. El artista viaja hacia lo nuevo plasmando imágenes internas de travesías del consciente al subconsciente y viceversa. Los científicos también tienen experiencias de inspiración. Todos ellos, en algún momento, de repente hallan un camino por el azar; algunas veces de manera muy sistémica. Otras veces logran algo no buscado. Es muy fácil ilustrar papeles de arquetipos guiados por la creatividad que serpentean continuamente en imágenes estereotipadas, van del norte al sur o de arriba abajo. Inspeccionar la inspiración creativa impresiona al determinar que las personas creativas miran las cosas de otra manera. Por ejemplo, algunas personas al buscar concebir la estructura de un objeto la piensan mientras caminan a tomar el transporte o a una cita: no están concentrados ni en el objeto, ni en la estructura. De seguro hallan alguna solución, no necesariamente la correcta, esto es un progreso, y luego conscientemente la analizan. Algunas veces, trabajan arduamente en una estructura. Pero es bueno tener descansos. Trabajar arduamente en algo, quizá meses o años, lleva al cansancio, a estar embebido en un entorno no propicio. De vez en cuando hay que cambiar a otro problema, tomar vacaciones, considerar otra rutina para regresar semanas, meses o años después, a fin de representar la solución del problema que el subconsciente ha producido. El subconsciente también soluciona muchos problemas. Esto indicaría que una de las claves del proceso creativo es estocástico, la combinación libre de formas en configuraciones novedosas, alejándonos de la hipótesis original. Se aplica un método estocástico, por gozar de un almacenamiento amplio de información factual y de entendimiento físico; también para alterar los estados de la conciencia experimentando fallas, estados de la conciencia en los cuales las ideas se mezclan una con otra de forma más fácil que la usual, quizá misteriosamente, por procesos creativos inconscientes. La combinación inconsciente de hechos nos lleva a acercarnos siempre a estados reales del mundo físico. En química, biología y medicina, conjeturas poco precisas han llevado a un gran número de importantes descubrimientos, similar en muchas otras disciplinas. El proceso creativo aparentemente no cambia de un área de investigación a otra, pero sí la calidad promedio de resultados. Esto depende de la habilidad de ver nuevas conexiones que potencien, esto es, se requiere un sólido cuerpo de conocimiento factual. Este cuerpo de conocimiento está determinado por el área de estudio y por la interacción con otras áreas. 24 5. La vida La vida es un modo de organización, de ser, de existencia, que depende del cosmos. La vida es compleja, responde de forma natural a las transformaciones de la naturaleza. Hoy hay discrepancias formales e ideológicas entre las explicaciones de la vida. Tanto el camino de crisis y cambios complejizantes que implica la evolución, como la muerte que espera a los organismos, surge como eventos comprensibles y necesarios. Conviene subrayar un aspecto: las reacciones químicas que se cumplen en nuestros organismos pueden reproducirse en un tubo de ensayo sin necesidad de enzimas. Sin embargo, la velocidad de las reacciones en este caso es increíblemente lenta. Las enzimas no sólo constituyen entonces una manera de hacer que tales o cuales reacciones orgánicas se cumplan más favorablemente que las otras y se oriente el flujo metabólico, sino que son un medio de acelerar los procesos biológicos. En este sentido, debemos recalcar que las enzimas son responsables de que las reacciones metabólicas se cumplan a escalas temporales biológicas y no a escalas temporales geológicas, así sea la vida de un organismo una especie de fogonazo entre el nacimiento y la muerte.21 Nos cuestionamos mucho acerca del ser: ¿cuántas clases hay? ¿Qué es vida? ¿Cómo evoluciona? ¿Cómo se interrelaciona? ¿Cómo se comporta en otras galaxias? Los científicos tratan de responder estas y muchas otras preguntas acerca de los organismos. Particularmente, intentan desarrollar conceptos, principios y teorías que permitan comprender mejor la complejidad del ser y de los ecosistemas. Los biólogos continúan haciendo descubrimientos excitantes para esclarecer complejidades en el ser22. La complejidad lleva a una reflexividad, a una apertura de razonamiento y un continuo reconocimiento de los espacios oscuros de nuestro ser. También se requiere aceptar que todo lo vivo, a pesar de las incertidumbres, ambigüedades y estructuras inciertas produce la vida. El conocimiento de la vida no se detiene allí donde hay vida. La complejidad de la vida está en su esencia, en las múltiples interrelaciones y retroacciones producidas por la inteligencia. La complejidad no es una idea, está adentro y afuera, independientemente de los procesos de nuestra conciencia. La complejidad de la vida está en la célula, el órgano, el organismo, el ecosistema,... La vida acompaña desde siempre la historia de la especie humana, de todos los sistemas vivos y del cosmos, el ayer y el mañana asociados. Tal vez, erróneamente aprendimos a separar los componentes y las conexiones de los seres; quizá nunca nos hemos detenido a analizar la complejidad existente, mucho menos a esclarecer interconexiones. No obstante, el ser requiere agua y fuego, luz y 21 Cada ser humano, cada animal, cada árbol y arbusto, cada flor y toda otra planta y forma de vida es en sí misma algo especial, una peculiaridad e individualidad en todo respecto. Pero sólo la vida de forma humana, de cualquier género, es capaz de pensar y actuar de manera consciente, y de ese modo es la más especial entre todas las vidas. 22 La complejidad agita incertidumbres al mostrarnos repentinamente conexiones insospechadas, conocimiento impensado, caminos misteriosos, entre lo uno y lo múltiple. La complejidad son realidades superpuestas, simultáneas, entidades aparentemente inconexas; es interconectividad, lo multidiverso, el tejido en conjunto. 25 sombra; su vida y la de los otros, construir y destruir, salud y enfermedad, reproducirse y morir; en definitiva, un conjunto de retroacciones transformadoras de las interacciones entre los seres vivos que pueblan el medio geofísico (biocenosis), un tejido en conjunto, un complexus. La complejidad (el complexus), punto central de la reflexión, enseña que al hablar del cuerpo hay que hablar del alma; al hablar de la psiquis se debe hablar del cosmos; para hablar de vida hay que hablar de muerte; para hablar de la vida hay que hablar del medio adentro y del medio afuera que están desde siempre irrenunciablemente unidos. Por lo mismo, ninguna disciplina sola puede comprender lo complejo, sus interrelaciones, retroacciones y emergencias; se requiere la multidisciplinariedad. Hay que aceptar que existen aspectos que sobrepasan el saber: la sabiduría chamánica, el lenguaje del cuerpo y de la emoción, el manejo de las energías sutiles, las experiencias que resultan del contacto con la propuesta estética de las artes, la sabiduría ancestral de los arquetipos, los procesos inconscientes son sólo algunas de ellas. Varias dimensiones disciplinarias pueden sumarse como recursos para apreciar la complejidad de la vida. Es curioso el hecho de que no se tiene certeza de cómo funciona la evolución. La evolución significa un desarrollo de una forma a otra para enfrentar los siempre cambiantes retos de la naturaleza compleja. La evolución es un conjunto de procesos adaptativos, selectivos, autoorganizadores y ecoorganizadores de los ecosistemas para producir y autoproducir vida. Los evolucionistas sostienen que la evolución existe, pero no determinan su mecanismo. La evolución es un proceso generado por la complejidad de mecanismos genéticos. Los átomos y moléculas se forman, se interrelacionan para generar plantas y animales. Sin embargo, algunos científicos están convencidos de que la vida no existiría sin alguna forma de diseñador inteligente. La vida es aún más compleja que cualquier máquina hecha por el ser humano. La naturaleza está llena de diseños complicados y de belleza que dan vida a los objetos que la contienen. La mayoría de personas reconocen que al aumentar la complejidad de la información, existe un aumento de capacidad de la inteligencia de quien produce tal cosa. La mayoría de las personas reconocen que el dibujo de un niño es sólo una colección de líneas. Pero, ascendiendo en complejidad a través de máquinas, ordenadores,... hasta la estación orbital que puede ser considerada algo complejo jamás construido por el ser humano o la generación de vacunas contra el cáncer, el sida,..., el aumento en complejidad se relaciona automáticamente con una mayor capacidad de inteligencia. Cuanto más compleja es una cosa, más inteligencia se necesita para producirla. Pero cuando se quiere analizar la complejidad de la vida, aunque se trate de la humilde ameba, el fenómeno no se entiende. Apreciar la vida ya posee una gran complejidad. No se sigue la lógica de que un aumento en complejidad exige una inteligencia correspondiente tanto mayor para crearla; entonces, la inmensa complejidad no necesita ninguna inteligencia para su producción, hasta el punto que no se precisa de ninguna inteligencia para elaborar la más compleja de las máquinas. Los desarrollos actuales plantean modelos patéticamente simplificados para imitar la complejidad del cerebro humano. Pero, las casi tres libras del cerebro humano es la disposición de materia más compleja y metódica en nuestro mundo. Aun más 26 complejo que el mayor computador, el cerebro humano es capaz de manipular creativamente cantidades infinitas de información de diversa índole. Su capacidad potencia la imaginación para hallar, diseñar y entender la complejidad de la vida. El pequeñito cerebro de una abeja u hormiga les permite a éstas mantener su organización social muy compleja, construyendo proyectos y una comunicación de amplia complejidad. Los científicos han pretendido explicar la complejidad del mundo biológico, tal como se conoce, determinando que es el producto de una evolución, es decir, de un proceso mediante el cual las moléculas del planeta fueron asociándose e interactuaron en reacciones que dieron origen a organismos muy simples, que luego fueron cambiando y diversificándose hasta generar anfibios, helechos, pinos y hombres. Los evolucionistas renuncian a aceptar la participación divina, pero se encuentran con escollos casi insalvables. Los biólogos, por así decir, descubrieron que el mundo físico estaba comprometido en el desarrollo de nuevas disciplinas. A finales del siglo XX, las máquinas, en especial el computador, que posee un orden de complejidad muy grande, no puede producir el menor indicio de vida. Por más elegantes y seductores que sean los procesos computacionales son limitados en cuanto a su aplicación en la vida real. ¡Los modelos adecuados serían verdaderamente complejos! La complejidad de la vida en la Tierra se entiende como una emergencia: de la interrelación de células formando moléculas, moléculas formando órganos u organismos con alguna función para proveer elementos esenciales para la vida de otros en el ecosistema23. Pero quizá la característica más notable de la vida es que no sólo los niveles de vida existentes generan el próximo nivel superior, sino que cada nivel tiene siempre propiedades emergentes que no son simplemente una suma de las propiedades anteriores. El ecosistema se autoorganiza por su interacción con otros, se equipa de nuevos niveles, cuya vida requiere nuevas leyes dinámicas, nuevo lenguaje. En los sistemas vivos se consigue fácilmente la integración y la interacción. Al aumentar la complejidad, se hace difícil predecir o explicar el total comportamiento del sistema completo. La vida captó la energía del electrón excitado por la radiación solar, y permitió construir intrincadas redes metabólicas, y eso ha provocado una incesante incertidumbre y un desequilibrio, una secuencia de catástrofes, un aumento de complejidad consistente en la aparición de nuevas estructuras y nuevos procesos. Un ordenamiento tomó la forma de niveles jerárquicos sucesivos. El funcionamiento de toda esa pasta fisicoquímica fue generando cucarachas, culebras, manatíes, peces que nadan y aves que vuelan. En una de sus últimas etapas generó un cerebro que lleva a cabo un curioso proceso: el pensamiento. Hasta no hace mucho se consideraba a los organismos como máquinas, cosas a las que un suministro de energía las hacía funcionar en equilibrio. Hoy, en cambio, se considera que los organismos son la organización espacial del proceso provocado por el flujo de la energía a través de la biosfera. Tan importante es el suministro de energía como el decaimiento a un nivel más bajo. Este continuo decaimiento, disipación, muerte energética o como quiera llamarse, es fundamental para que la vida transcurra a lo largo del tiempo. Demasiada 23 Como toda organización, el ecosistema se halla en desorganización/reorganización permanente. 27 vida es mortal para sí misma como para las otras vidas. El exceso de vida destruye las propias posibilidades de vida. El ser humano tiende a ser simplista, pues simplifica la complejidad de los sistemas y emplea un análisis irrazonablemente simple. Aun así, no podemos más que maravillarnos ante la complejidad, en una sencilla bacteria, de su sistema sensorial y motor, y hacer la observación de que nuestro concepto de evolución por ventajas selectivas es evidentemente una enorme simplificación. Y, con todo, la vida evoluciona, no hay duda, pero hay que verla entre las especies, entre los ecosistemas, ecoevolución. 6. Sistemas adaptativos complejos El estudio de los sistemas, por la teoría de sistemas y otros enfoques, dispone de la existencia de diferentes tipos de sistemas, como sistemas abiertos, complejos, adaptativos, etcétera. El origen de los sistemas adaptativos complejos reside en la química, la biología, la termodinámica. Sin embargo, la mayor parte de los ejemplos prácticos se encuentra en los seres humanos (agentes, sujetos), que basados en reglas simples producen emergentemente comportamientos complejos. Esas reglas que permiten la toma de decisiones a los seres humanos provocan fenómenos complejos que generan dinámicas diversas en la búsqueda de ser optimizadas y de tomar mejores decisiones cada vez. Existe la idea de que los sistemas humanos son diferentes a los sistemas naturales. A pesar de compartir con la complejidad, el desorden y las emergencias, hay que reconocer la existencia de aspectos únicos en los sistemas humanos que no están presentes en el resto de sistemas naturales. Se trata básicamente de aspectos asociados a la comunicación, al lenguaje, a la inteligencia; lo cual permite la creación de interacciones y de las emergencias por ser un sistema adaptativo complejo. La complejidad social posee las nociones de desorden y emergencia, y comparte además el reconocimiento de la unicidad de los sistemas humanos con la teoría de sistemas. Realmente no existe una definición de sistema complejo, sistema adaptativo y mucho menos sistema adaptativo complejo, pero consideremos lo siguiente. Un sistema es considerado complejo cuando está compuesto de gran número de elementos, los cuales interactúan entre sí generando dinámicas que producen diversos comportamientos, poco entendibles a simple vista. Es decir, poseen niveles de abstracción. Y podemos decir que un sistema es adaptativo si mejora su desempeño en el tiempo, si aprenden. El ser humano tiene estas características. Los sistemas adaptativos son muy útiles, ya que se emplean para optimizar o encontrar soluciones que son muy complejas o complicadas: estos sistemas encuentran soluciones ellos mismos. El concepto que se puede obtener del estudio de los sistemas adaptativos complejos son: la autoorganización. Asimismo, se abordan conceptos como jerarquía o red. En el contexto de la teoría de la complejidad, las redes necesitan las jerarquías y viceversa, y es fundamental que las relaciones sean correctas. 28 Las organizaciones deben gestionar la complejidad emergente y dar una respuesta desde la exploración del espacio de posibilidades, a través del aprendizaje y la comunicación. La teoría del caos y los sistemas autoorganizados nos dan las pautas para entender mejor el comportamiento complejo y la emergencia de nuevas estructuras organizativas como consecuencia de un equilibrio inestable y de un caos progresivo. En un contexto como éste, los principios de la evolución biológica pueden suponer una guía interesante para saber qué debe hacer una organización para sobrevivir y prosperar. Continuado con la metáfora de la biología, la autopoiesis nos ayuda a entender que los sistemas sociales (entre los que se encuentran las empresas) recrean sus límites y su identidad constantemente y actúan con el objetivo de resistirse al cambio. El análisis de la autopoiesis es particularmente relevante para dos temas fundamentales en la empresa actual: el cambio y la comunicación. Como consecuencia directa de la complejidad, las organizaciones buscan estructuras colaborativas y no verticales. Buscan estructuras basadas en redes orientadas al diseño de una organización flexible e inteligente. La evolución de sistemas complejos, como sucede en una organización, la sociedad, el ser humano, comparte una serie de características comunes: autoorganización, creatividad, no linealidad, adaptabilidad. El ser humano como sistema adaptativo complejo se caracteriza no sólo por ser complejo sino también por su adaptación al entorno, aprende a la vez que se autoorganiza. Los sistemas adaptativos complejos revisan y reordenan constantemente sus componentes como respuesta a los estímulos que reciben del entorno, se caracterizan por las dinámicas y emergencias que impiden que el sistema permanezca en equilibrio. Como consecuencia de las interacciones que los seres humanos individualmente producen, emerge una estructura global que a su vez influirá en el comportamiento de los mismos seres humanos. La teoría de los sistemas adaptativos complejos pretende modelar el desarrollo de las actividades organizacionales, desde las interacciones humanas a las interacciones sociales de las organizaciones. Por tanto, trata de establecer cuáles son las variables que determinan cada una de las decisiones que se pretende entender. La teoría de la complejidad puede aportar visibilidad sobre las variables que determinan la respuesta ante determinadas situaciones, ayudando a los gestores a adquirir un conocimiento más preciso o a reducir el tiempo en el proceso de adquisición de conocimiento. También en ocasiones puede incurrir en una falsa promesa de predictibilidad de la realidad, intentando estabilizar la zona inestable en un sueño por volver a los sistemas causa – efecto. Debemos tratar de entender a cada organización dentro de su entorno y sistema establecido de relaciones, partiendo de dos premisas fundamentales: que la organización no puede desarrollarse y vivir de forma aislada al entorno, sea este cual fuere, y que las acciones que desarrolla en su proceso vital tienen un impacto en ese entorno. La teoría del caos y de la complejidad es aún emergente y precisa de muchos desarrollos para establecer bases científicas reales. De hecho, en las últimas dos décadas, muchos científicos de los campos más diversos, astronomía, física, química, 29 geología, biología, etcétera, han visto en la teoría de la complejidad una probable vía de solución a la interpretación de la realidad, o a la explicación de lo que realmente puede suceder, tratando de establecer sistemas previsibles. Los sistemas que se pretenden analizar desde el punto de vista de la complejidad tienen un carácter dinámico, evolucionan en el tiempo de forma variable. El comportamiento de los sistemas puede ser dividido en dos zonas. Se tiene la zona estable, en la cual si el sistema es turbado, vuelve al estado inicial; y la zona inestable, donde una pequeña distorsión provoca futuras divergencias. Normalmente, los sistemas operan en los límites entre las dos zonas, lo que algunos autores definen como zona de transición o el “borde del caos”. Por tanto, podemos llegar a tener la estabilidad del instante, la foto fija de una situación donde todos podemos entender cuáles son las variables y así el sistema puede estar perfectamente definido pero con un comportamiento dinámico impredecible. Las empresas siempre se han observado desde la zona estable, tratando de establecer sistemas predecibles, basados en la mecánica newtoniana del principio de acción reacción o causa efecto. Los modelos de análisis pierden su supremacía, la contingencia pierde su significado, la planificación a largo plazo se hace imposible, antes también lo era, las visiones se convierten en ilusiones, el consenso y las culturas fuertes se hacen peligrosas y las relaciones estadísticas son dudosas. El doble fenómeno de la unidad y de la diversidad de las culturas es crucial. La cultura mantiene la identidad humana en lo que tiene de específico; las culturas mantienen las identidades sociales en lo que ellas tienen de específico. Las culturas están aparentemente encerradas en sí mismas para salvaguardar su identidad singular. Pero, en realidad, también son abiertas: integran en ellas no solamente saberes y técnicas sino también ideas, costumbres, alimentos, individuos provenientes de otras partes. Las asimilaciones de una cultura a otra son enriquecedoras. Las organizaciones están compuestas por activos físicos y por activos intangibles. El capital humano, capital relacional, y capital estructural; las personas y su conocimiento, sus normas y valores... todo ello constituyen un sistema vivo, que coevoluciona con su entorno. Esos activos intangibles, que podríamos denominar también imprevisibles, son los protagonistas de la gestión. Porque la gestión es decisión, y las personas son las que toman las decisiones con base en su conocimiento, siempre con un cierto grado de incertidumbre. La teoría de la complejidad puede aportar visibilidad sobre las variables que determinan la respuesta ante determinadas situaciones, ayudando a los gestores a adquirir un conocimiento más preciso o a reducir el tiempo en el proceso de adquisición de conocimiento. También en ocasiones puede incurrir en una falsa promesa de predictibilidad de la realidad, intentando estabilizar la zona inestable en un sueño por volver a los sistemas causa – efecto. Debemos tratar de entender a cada organización dentro de su entorno y sistema establecido de relaciones, partiendo de dos premisas fundamentales: 1. Que la organización no puede desarrollarse y vivir de forma aislada al entorno sea éste cual fuere. 30 2. Que las acciones que desarrolla en su proceso vital tienen un impacto en ese entorno. Esto genera a su vez dos requerimientos básicos para toda forma de vida: · Instinto para perpetuar su especie. · No poder destruir el hábitat del que depende para sobrevivir implica un principio de compatibilidad necesaria con el entorno. Hasta allá donde las leyes de la matemática se refieren a la realidad, no son ciertas. Y hasta allá donde son ciertas, no se refieren a la realidad. Albert Einstein Conclusiones La sociedad humana constituye un ecosistema social que integra espacialmente grupos humanos muy diversos. Unos grupos que reproducen en formas nuevas sus diferencias a través justamente de las relaciones que los vinculan. La sociedad no sólo integra un alto grado de variedad espacial; también incluye rasgos esenciales de una elevada tasa de variabilidad. Ahora bien, la variedad, al ser en este análisis un signo distintivo de la complejidad, es una emergencia. Debido a la complejidad que caracteriza al ser humano, éste debe extraer cada vez más información o, mejor, debe producir cada vez más información. Esa información la inyecta en su sociedad como conocimiento, pues son muy variadas las formas que éste adopta el pensamiento: predicciones, prospecciones, proyecciones temporales, retroacciones, etcétera. Imaginar el futuro y reconstruir el pasado son tareas cada vez más importantes para una sociedad que reproduce su complejidad en el tiempo de manera ampliada, incrementándola. A este respecto, el ser humano enfrenta varios problemas básicos que llegan a constituir auténticas aporías en las que se juega sus posibilidades de supervivencia. En la medida que vivimos en una sociedad que produce de manera acelerada conocimiento acerca de sí misma, y que al propio tiempo está cada vez más diferenciada, resulta casi inevitable que la tasa de producción del conocimiento sea superior a la tasa de difusión del mismo. Por lo que, cuanto más se conoce a sí misma la sociedad, en cierto modo más se desconoce a sí misma, pues más dificultad tiene para estar al corriente de que, en algún lugar de sí misma, se ha generado ese conocimiento. En otras palabras, el (auto)conocimiento social desigualmente localizado produce de hecho opacidad social. Y no sólo opacidad social en el nivel micro —opacidad que ha existido en todas las sociedades—, sino también en el plano macro. Pero, además, ese conocimiento desigualmente producido y difundido es objeto de utilización estratégica por los agentes que pueden hacerse con él, lo cual contribuye poderosamente a que la relación entre su producción y su difusión no es lineal. Cuando el conocimiento se utiliza como arma estratégica, no interesa tan sólo obtenerlo, sino también evitar su obtención por otros agentes. Se traba así una dialéctica compleja, en la que la capacidad de producir información corre pareja con la habilidad para generar desinformación, en una relación reflexiva multipolar y con infinidad de niveles. El incremento del autoconocimiento del ser produce un incremento de su diversidad 31 cognitiva y, como consecuencia de esa diversidad, constituye un factor importante de inestabilidad e imprevisibilidad. En definitiva, representa un factor más de riesgo24, por ser una realidad emergente, que se sale de los esquemas cognitivos de cuyo desajuste es efecto, al tiempo que expresión, y no podrá por tanto ser previsto a partir de esquemas. ¿Estamos, pues, condenados a un futuro cada vez más impredecible, tanto más cuanto mayor es nuestro empeño por conocerlo y por tomar posiciones estratégicas en relación con el mismo? En cierto modo, sí. Pero un futuro cada vez más impredecible no tiene por qué ser un futuro crecientemente intratable. Hay que aprender a tratar con el futuro en tanto que futuro, no como extrapolación del presente, a partir de la clara conciencia de cómo no va a ser. También la lógica ha debido renunciar a algunas de sus pretensiones de conocimiento iniciales, al descubrir procesos de limitación que afectan sus formalismos. De forma análoga, tal vez la propia constitución de nuestra sociedad impida una previsión positiva de su futuro. Pero quizá permita delimitar negativamente algunas características formales de su posible evolución. Una de las muchas razones para estudiar sistemas complejos es que su aproximación permite entender el comportamiento e interacciones de los elementos. Bibliografía Las referencias bibliográficas son considerables, no se han anotado intencionalmente, se escribe una selección bibliográfica. El lector interesado, con la realización de lecturas adicionales y de su cultura y creencias formará su propia opinión. Además, se revisaron en parte textos provenientes de culturas tan distantes a la nuestra y aunque no se trata aquí de excluirlas, no se escriben por no completarse su lectura. ANDRADE Hugo, et al. (2001). Pensamiento sistémico. Diversidad en búsqueda de unidad. Ediciones Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga. ACKOFF Russell (1984). Rediseñando el futuro. 2ª ed., Limusa, México D.F. AXELROD Robert, COHEN Michael D. (1999). Harnessing Complexity. The Free Press, New York. AXELROD Robert (1997). The Complexity of Cooperatión. Princeton University Press, Princeton. BARABASI A. (2002) The New Sciencie of Networks. Perseus Books, Cambridge. BAR-YAM Yaneer (1997). Dynamics of Complex Systems. Addison Wesley, England. BECHTEL W. (1991). Filosofía de la mente. Una panorámica para la ciencia cognitiva. Tecnos, Madrid. BRIGGS John P., PEAT David (1999). 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