La complejidad humana - Departamento de Ingeniería de Sistemas

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La complejidad humana
Luis Carlos Torres Soler1
Resumen
El ser humano, sus creencias, la cultura y la misma sociedad poseen características
muy especiales. Se dice que son sistemas complejos. Un ser humano es, a la vez, el
producto de la evolución biológica y de la evolución cultural efectuada en interacción
con otros seres. El ser humano es complejo. Hay que buscar entender en qué sentido
es complejo, y para ello es preciso entender el tejido entre lo objetivo y lo subjetivo
de la realidad que ve y en la que se encuentra el ser humano. Conviene tener presente
que el fenómeno de la complejidad se define por medio de un conjunto de
interrelaciones que se construyen entre el sujeto y el objeto del conocimiento. Una
realidad compuesta por gran número de elementos de distinta clase, relacionados de
múltiples maneras, es ciertamente una realidad complicada. Pero la complejidad es
algo más que la mera complicación. La complejidad como fenómeno real es algo
indisoluble de la autoorganización, de las emergencias. De hecho, el sentido común
sugiere que la mayoría de los fenómenos que ocurren en el ser humano muestran
procesos entre el orden y el desorden, lo que provoca en un observador la idea
intuitiva de complejidad. Los ecosistemas ganan de forma acelerada en complejidad,
y se constituyen en un tipo de superorganismo. La creatividad en el ser humano
depende de diversas interacciones: comprensión integradora, interaccionista y/o
autoroganizadora, y emergencia producida por agentes que interactúan en el
ecosistema, por acciones conscientes e inconscientes que ocurren en la complejidad
del cerebro. La combinación inconsciente de hechos lleva a acercarnos siempre a
estados reales del mundo físico. El ser humano como sistema adaptativo complejo se
caracteriza no sólo por ser complejo sino también por su adaptación al entorno; un
sistema adaptativo complejo que aprende a la vez que se autoorganiza. Con el tiempo,
a ido entretejiéndose la existencia humana de una forma cada vez más intrincada, con
interacciones espontáneas y dinámicas. La complejidad del ser humano, pues, no deja
de tener un carácter anómalo e inverosímil que, más allá de la mera constatación del
fenómeno, parece exigir una ulterior explicación. Cuando no se comprende la
complejidad creada, nos convertimos en víctimas de la complejidad. Con frecuencia,
ante tanta complejidad nos sentimos impotentes.
Introducción
La complejidad ha irrumpido con fuerza en diversos estudios. Ha despertado mucho
1
Matemático. Maestría en Ingeniería de Sistemas. Maestría en Ciencias de Educación. Profesor de la
Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional de Colombia. Docente-investigador. e-mail:
lctorress@unal.edu.co
interés en la comunidad científica, así como en organizaciones de diferentes ámbitos.
Aumenta de forma considerable el número de publicaciones y conferencias que se
organizan en torno a ella. Busca aplicarse en diferentes ciencias, que hasta hace unos
años se creía un imposible; por ejemplo, las ciencias sociales, y en particular, la
sociedad, las organizaciones y el ser humano.
El estudio de los sistemas complejos se ha rodeado de un aire académico, de una
mística, y no se miran en su totalidad sino por partes, como si fueran algo muy difícil
de desentrañar. En momentos se consideran indescifrables fórmulas exclusivas de
personas con amplia capacidad matemática; sin embargo, estamos rodeados de
sistemas, sistemas complejos; somos uno de ellos y en nosotros otros muchos; por
tanto, sólo se pretende mostrar características de los sistemas complejos y en especial
el ser humano.
Este escrito pretende aproximarse al amplio escenario de la complejidad del ser
humano, que es una identidad plural; lo es en la medida que pertenece a una sociedad
que establece rasgos esenciales de fenómenos complejos. Se tratará, entonces, de
contribuir a comprender el fenómeno de la complejidad tal como aparece en la
realidad: el ser humano, la sociedad, los ecosistemas.
Este ensayo aborda el ser humano, su complejidad, considerando ¿cuál es la realidad
en la que se halla inmerso? y ¿qué complejidad construye en las organizaciones?
Luego se analiza la noción de complejidad en general, intentando mostrar la
pluralidad de significados que encierra. Algunos de esos significados resultarán,
como se verá, más adecuados que otros, con miras a clarificar el fenómeno de la
complejidad humana. Se definirá también la complejidad propia de las sociedades, de
las organizaciones, de diversas formas presentes en la realidad; y desde luego, unas
implicaciones de la complejidad del ser humano: su creatividad, la vida. Además se
expresan ideas acerca de los sistemas evolutivos complejos.
Por todo esto, cabe preguntarse el porqué de la moda de la complejidad: ¿cómo la
complejidad, como meme, tiene capacidad para replicarse y propagarse?
1. El ser humano
Ningún ser humano es una isla en sí mismo;
cualquier ser humano forma parte del todo.
Antes del ser humano, la vida experimentó miles de cambios diferentes. Al parecer, el
ser humano es el producto de una tendencia expansionista de la vida que lo llevó a
organizarse de una forma muy compleja. ¿Qué entender y qué abordar en la
complejidad humana?2 El ser humano no es sólo algo extraordinariamente complejo.
Es un objeto en que la complejidad se muestra, por así decirlo, a través de la
complejidad de cada órgano, cada familia, cada organización, cada sociedad, cada
ecosistema. El ser humano es un sistema vivo, complejo, interconectado a todos sus
niveles y cuya complejidad se multiplica en sus interacciones con su entorno. La
complejidad del ser humano está determinada no sólo en la familia, en las
2
La complejidad humana es una mera reflexión de la complejidad del ser humano. El hombre es todo
cuerpo, pero también es todo espíritu. Un cuerpo sin espíritu no es ser humano.
2
organizaciones o en la sociedad a la cual pertenece, sino por la complejidad de su
mente, de su conciencia, de los ecosistemas cuya interacción constituye el medio
social de ese individuo. Una de las habilidades complejas que tienen los seres
humanos es la capacidad para entender, para comprender; una capacidad de la que
carecen radicalmente, por ejemplo, las máquinas más inteligentes3. El ser humano
heredó una tendencia comunicativa y desarrolló una capacidad fónica que no posee
ningún animal, desde sus inicios fue comunicativo.
El ser humano es a la vez físico, biológico, síquico, cultural, social. Es la unidad
compleja de la sociedad humana y que desintegra su conocimiento a través de las
disciplinas. Conforme aumenta la complejidad del ser vivo, se incrementa la
complejidad de sus decisiones y la forma en que éstas se toman.
El ser humano es, en efecto, un objeto de características muy especiales. Lo mismo lo
es la sociedad. Ésta es una colección de sujetos cognitivos y pragmáticos. Bien
mirada, se trata de un tejido de sujetos que producen emergencias, interacciones,
retroacciones que construyen organizaciones que van estableciendo comunidades y
culturas. Los papeles sociales que establece un individuo llevan a una complejidad
social.
El ser humano es multidimensional: biológico, síquico, social, afectivo y racional a la
vez. El conocimiento debe reconocer esta multidimensionalidad e insertar allí sus
informaciones: se podría no sólo aislar una parte del todo sino las partes unas de
otras; la dimensión afectiva, por ejemplo, está en interretroacciones permanentes con
todas las otras dimensiones humanas. Es más, lo afectivo conlleva en sí, de manera
hologramática, necesidades, deseos, pasiones humanas que sobrepasan los meros
intereses personales.
El conocimiento no es el espejo de la realidad. Todas las percepciones son
traducciones y reconstrucciones cerebrales, a partir de estímulos o signos captados y
codificados por los sentidos; por eso, los innumerables errores de percepción. A los
errores de percepción deben agregarse errores intelectuales. El conocimiento en
forma de palabra, de idea, de teoría, es el fruto de una traducción/reconstrucción
mediada por el lenguaje y el pensamiento y, por ende, se corre el riesgo de error. El
conocimiento en tanto traducción y reconstrucción implica la interpretación, lo que
introduce el riesgo de error dentro de la subjetividad del conociente, de su visión de la
realidad, de sus principios de conocimiento. Esto genera innumerables errores de
concepción y de ideas que sobrevienen a pesar de controles. La proyección de los
deseos, los miedos, las perturbaciones mentales, las creencias aportan emociones que
multiplican los riesgos de error.
Cuando se reflexiona sobre ese extraño objeto (el ser humano), llegan momentos en
que se cree que es algo monstruoso. De algún modo, un sujeto que actúa de tal
3
La inteligencia artificial es la disciplina que busca definir mecanismos que faciliten a los
computadores pensar, razonar, tomar decisiones autónomamente a partir representación adecuada del
conocimiento, procesamiento de lo simbólico y computación paralela, emulando el cerebro humano en
aspectos como percepción, cognición, aprendizaje. Una de las críticas a los trabajos y pretensiones de
la inteligencia artificial es que no ha logrado nada acerca de un razonamiento autónomo, de
aprendizaje, de cognición. No se han cumplido las expectativas previstas, aunque se ha adelantado
mucho; pero quizás porque aún los seres humanos desconocemos cómo es el proceso de un conjunto de
capacidades cognitivas y perceptivas que poseemos.
3
manera que su acción destruye otros elementos de la sociedad, quizás por
inestabilidad de él o de su sociedad, construye caos. Por situaciones paradójicas que
se establecen en la sociedad se producen interacciones y retroacciones que
autoorganizan los ecosistemas, la sociedad, las organizaciones y, por tanto, el mismo
ser humano.
Las situaciones paradójicas producen desorden, orden, interacciones, culturas,
creencias y conciencias en el ser humano (sujeto).
Un sujeto es una realidad que afecta los objetos que componen su sociedad. Las
retroacciones e interrelaciones que construye el ser humano en la sociedad para
compartir, transformar y generar conocimiento hace que ésta evolucione, que él
evolucione, que sea un sistema adaptativo complejo y evolutivo.
Un individuo en la sociedad a la cual pertenece es una parte minúscula de ella, y
observa que las interacciones dadas por la complejidad de la sociedad hace que esta
esté en él como una unidad múltiple, haciéndolo un ser multidiverso que construye
una complejidad social.
Hay una relación de tríada individuo Æ sociedad Æ especie Æ individuo. Los
individuos son el producto del proceso reproductor de la especie humana, pero este
mismo proceso debe ser producido por dos individuos. Las interacciones entre
individuos producen la sociedad y ésta, que certifica el surgimiento de la cultura,
tiene efecto retroactivo sobre los individuos por la misma cultura.
Las distintas formas de organización y agentes que contribuyen a la propagación de
una moda concreta de gestión constituyen un sistema autoorganizado, y son en sí
mismos, complejos. Configuran un tipo de orden, un alejamiento del equilibrio
termodinámico que no tendría lugar sin el discurso que da origen a tal fenómeno4.
Los procesos de autoorganización que tienen lugar alrededor de procesos replicativos
son un caso concreto de un fenómeno más generalizado: la fijación de paradigmas.
Las diferentes escuelas e instituciones científicas pueden ser consideradas formas de
organización dedicadas a mantener determinados paradigmas a los cuales deben su
existencia. Los paradigmas, y la mayor parte de los científicos, son seleccionados en
relación con su capacidad para aportar explicaciones mejores o más “verdaderas” del
mundo.
La complejidad permite la emergencia de una red de organizaciones cuya mera
existencia provoca automáticamente la expansión del término. La pregunta para
formular es, ¿por qué hay tanta diversidad de significados que acaban en última
instancia complicando los debates en torno a la complejidad?
Para este planteamiento, varios científicos se inspiran en el paradigma de la evolución
de Darwin, y más especialmente en la versión neodarwiniana que trata la evolución
4
Un sistema autoorganizado no sólo regula o adapta su comportamiento, construye su propia
organización. Organización es una estructura con función. Estructura significa que los componentes de
un sistema tienen un orden particular. Requiere conexiones que integran las partes en un todo, y
separaciones que diferencian subsistemas. Función significa que la estructura cumple un propósito.
Autoorganización significa que una estructura funcional aparece y permanece espontáneamente. Un
sistema autoorganizado es intrínsecamente robusto; ellos pueden resistir una variedad de errores,
perturbaciones o destrucción parcial. Ellos reparan algunos daños, volviendo a su estado inicial.
Cuando el daño es muy grande, su función es iniciar el deterioro. Ellos adaptan la organización a los
cambios en el ambiente, aprendiendo para solucionar problemas. Fuera del caos, ellos generan orden.
4
como un proceso de selección de los más fuertes. La metáfora del gen egoísta de
Dawkins representa la expresión popular de esta idea. La esencia del argumento es
que los genomas contienen el esquema del orden biológico complejo. La capacidad
de replicarse sustenta la emergencia y el mantenimiento de la complejidad biológica.
Más concretamente, la idea de Dawkins es que existe un replicador cultural, un
meme5 que no se replica mediante un fenómeno químico sino en un sentido más
amplio, a través de la imitación, de la comunicación, de las interacciones que el ser
humano tiene con sus semejantes en el ecosistema, la sociedad, las organizaciones.
Los memes son ideas, modas, religiones, lenguajes, dichos, maneras de pensar,…
que, al igual que los virus, parecen multiplicarse y propagarse de una mente a otra,
dentro de nuestra vida cultural. De este modo, la evolución cultural y del propio
conocimiento puede ser modelada a través de los mismos principios darwinianos de
variación y selección natural, que rigen la evolución biológica.
La idea de los memes se ha utilizado en diversos ámbitos; entre otros, como teoría
que sostiene el comportamiento imitador de los individuos a nivel social o como
fundamento de una teoría más general sobre la conciencia individual. Una visión más
amplia considera los memes como codificadores del esquema de la cultura de las
organizaciones. En este sentido, las reglas de la organización pueden considerarse un
producto de un sistema autorreplicante de ideas y diálogos.
La organización está sujeta sin cesar a las fuerzas de desorganización y de dispersión,
también a elementos de religazón que sólo les impide a los ecosistemas que se
dispersen o desvanezcan.
En el caso de la complejidad, al considerar la replicación como el meme egoísta que
va replicándose al pasar de un individuo a otro, es indudable que la falta de claridad o
consenso en el significado contribuye positivamente al proceso de replicación. El
meme se replica cada vez que alguien se une a una conversación o discusión sobre su
significado, ganando mayor terreno en la ecología de las conversaciones humanas
cuanto mayor sea el número de acepciones diferentes que se transmitan.
La vida nos enseña que la realidad nos desborda constantemente, por lo que nuestras
mentes no contienen una concepción completa y global de la realidad, del ecosistema,
de la sociedad, sino unos pequeños patrones o procesos que permiten navegar entre
los fenómenos que nos rodean, y que generan emergencias por las interacciones que
se desarrollan.
Se debe comprender el pensamiento que separa y que reduce junto al pensamiento
que distingue y que religa. No se debe abandonar el conocimiento de las partes por el
5
El término meme fue acuñado por Richard Dawkins en 1976, como parte de la explicación que, en su
libro The Selfish Gene (El gen egoísta), daba sobre la idea de que los genes no eran las únicas
partículas sujetas a la teoría darwiniana de la evolución por selección natural. También lo estaban los
memes. El término meme hace referencia a patrones de conocimiento o comportamiento que pueden ser
transmitidos de un individuo a otro; este nombre fue elegido por su similitud con las raíces de las
palabras memoria y mímesis, así como por recordar al vocablo inglés "gene". Si el individuo que
transmite el meme lo continúa portando en su mente, la transmisión puede ser interpretada como una
replicación, al igual que la del ADN. El individuo que recibe el meme lo volvería a copiar para
difundirlo, al tiempo que guardaría una copia para él, transformándose a su vez en portador. La
continua autorreplicación del meme, y posterior infección de otra mente, conduciría a la difusión del
meme entre un grupo creciente de individuos. Por todo ello, pueden definirse los memes como unidades
autorreplicantes de cultura, que se comportan como si tuvieran vida propia.
5
conocimiento de las totalidades ni el análisis por la síntesis: hay que conjugarlos.
Existen los desafíos de la complejidad a los cuales los desarrollos propios de nuestra
era del conocimiento nos confrontan ineluctablemente.
Igualmente, se requiere no ser realista en sentido trivial (adaptarse a lo inmediato), ni
irrealista en el mismo sentido (sustraerse de las coacciones de la realidad), sino en el
sentido complejo: comprender la incertidumbre de lo real, saber que hay posibilidades
no visibles en lo real. Esto indica que debe saberse interpretar la realidad antes de
reconocer dónde está el realismo.
Toda interacción genera algún tipo de constreñimiento o reducción de la realidad
compleja estudiada, y además, toda una serie de consecuencias imprevisibles e
imprevistas en el sistema sobre el que se actúa. No debe olvidarse que al aumentar la
energía de un sistema se aumenta su complejidad, con una mejor organización del
mismo. Sin embargo, en situaciones no previstas generadas en el sistema, puede darse
lugar a innovaciones o procesos creativos. No es el mayor número de relaciones
dentro de un sistema, sino su calidad lo que facilita la generación de innovaciones o
procesos creativos.
Hasta mediados del siglo XX, la mayoría de las ciencias obedecían al principio de
reducción, que disminuye el conocimiento de un todo al conocimiento de sus partes,
como si el todo no tuviese cualidades o propiedades diferentes en relación con las
partes consideradas aisladamente.
El principio de reducción conduce naturalmente a restringir lo complejo a lo simple;
se aplica a las complejidades vivas y humanas la lógica mecánica y determinista de la
máquina artificial. También puede enceguecer y conducir a la eliminación de todo
aquello que no sea cuantificable ni medible, suprimiendo así lo humano de lo
humano, es decir, sin considerar las pasiones, emociones, dolores y alegrías.
Igualmente, cuando obedece estrictamente al postulado determinista, el principio de
reducción oculta el riesgo, la novedad, la invención.
Nuestra educación nos ha enseñado a separar, compartimentar, aislar y no a ligar el
conocimiento, el conjunto de partes de él que constituye un rompecabezas
ininteligible. Las interacciones, las retroacciones, los contextos, las complejidades
que se encuentran conforman islas entre las disciplinas y se tornan invisibles. Los
grandes problemas humanos desaparecen en beneficio de los problemas técnicos y
particulares. La incapacidad de organizar el saber disperso y en compartimentos
conduce a la atrofia de la disposición mental natural para contextualizar y globalizar.
La inteligencia es parcelada, compartimentada, mecanicista, disyuntiva,
reduccionista, rompe lo complejo del mundo en fragmentos separados, fracciona los
problemas, separa lo que está unido, unidimensional lo multidimensional. Es una
inteligencia miope que termina normalmente por enceguecerse. Destruye desde el
óvulo las posibilidades de comprensión y de reflexión; reduce las oportunidades de un
juicio correctivo o de una visión a largo plazo. Por ello, cuanto más
multidimensionales se tornen los problemas, más incapacidad hay de pensar su
multidimensionalidad; más progresa la crisis; más progresa la incapacidad para
pensar la crisis; cuanto más entornos envuelvan los problemas, más impensables son.
El ser humano es incapaz de proyectar el contexto y el complejo ecosistema; la
inteligencia ciega se vuelve inconsciente e irresponsable.
6
La sociedad, al actuar sobre los seres humanos —objetos—, no sólo los transforma,
sino se transforma a sí misma. Y, desde luego, cuando se busca conocer el ser
humano no soló se comprende sino que se modifica y, sobre todo, nos modificamos
nosotros mismos6. Y esto lo hacemos siempre, en gran medida, de manera
insospechada e impredecible.
El ser humano es un ser totalmente biológico y cultural que lleva en sí esta
unidualidad originaria. Es un súper y un hiperviviente: ha desarrollado de manera
sorprendente las potencialidades de la vida. Expresa de manera hipertrofiada las
cualidades egocéntricas y altruistas del individuo, alcanza paroxismos de vida en el
éxtasis y en la embriaguez; en esta hipervitalidad, el Homo sapiens es también Homo
demens.
El ser humano es pues un ser totalmente biológico, pero si no dispusiera plenamente
de la cultura sería un primate del más bajo rango. La cultura acumula en sí lo que se
conserva, transmite, aprende; ella comporta normas y principios de adquisición.
El sujeto sólo se completa como ser totalmente humano por y en la cultura. No hay
cultura sin cerebro humano (aparato biológico dotado de habilidades para actuar,
percibir, saber, aprender), y no hay mente (mind), es decir, capacidad de conciencia y
pensamiento sin cultura. La mente humana es un surgimiento que nace y se afirma en
la relación cerebro <-> cultura. Una vez que la mente ha surgido, ésta interviene en el
funcionamiento cerebral con efecto retroactivo. Hay entonces una triada en bucle
entre cerebro <-> mente <-> cultura, donde cada uno de los términos necesita a los
otros. La mente es un surgimiento del cerebro que suscita la cultura, la cual no
existiría sin el cerebro.
La coherencia del conocimiento de una persona resulta casi imposible de determinar
por los objetos que conoce y sobre los que actúa. Es altamente improbable que el
mecanismo de la evolución de la selección natural, a través de las diversas formas de
variación genética o del aprendizaje, el sujeto a través de las complejas interacciones
—físicas, cognitivas, pragmáticas— con el entorno, aprenda a acoplarse con los
resultados de su propia actividad. De igual forma, su programa, a través de
mutaciones, constituye un esquema de funcionamiento complejo7 respecto a las
6
Una diferencia básica entre el cerebro y el computador digital es: mientras que los programas de
computador no afectan sus circuitos —es lo que se cree—, los programas en el cerebro lo modifican y,
hasta cierto punto, construyen un propio circuito, por el fenómeno de la plasticidad sináptica. Para que
en el cerebro se produzca un cortocircuito, no es necesario imaginar que algo externo lo afecta. «El
computador y el cerebro son dos máquinas, pero una es producida, fabricada, organizada por la mente
humana, surgida de una máquina cerebral inherente a un ser dotado de sensibilidad, de afectividad y de
conciencia de sí. Del ordenador no emerge ninguna mente, ni siquiera en el seno de una cultura,
mientras que el cerebro tiene la capacidad, vía la mente, de reconocerse como máquina y saber incluso
que es más que una máquina» [Morín, 2001: 109]. La autoorganización del hardware (cerebro) por el
supuesto software (mente, razonamiento) es un cuestionamiento amplio, es un estudio que debe
repensarse en términos esencialmente dinámicos, de complejidad, de evolución, de autopoiesis.
7
El esquema de autorreproducción de las cadenas de ADN que encarnan el genoma de los seres vivos
no puede concebirse simplemente como un programa, pues incluye procesos de producción de la
realidad misma donde debe actuar. John von Neumann consideró qué ocurriría si el constructor
universal estuviese programado para construirse a sí mismo. Claro está que para hablar de genuina
reproducción, la máquina debe ser capaz no sólo de hacer una copia exacta de sí misma, sino también
del programa de cómo copiarse a sí misma; de lo contrario, la máquina hija sería estéril. Hay que
añadir que el computador universal es un mecanismo de control. Cuando el computador haya producido
7
transformaciones que se llevan a cabo.
De acuerdo con lo anterior, el ser humano (sujeto) con sus papeles, normas, creencias,
actitudes, intenciones, preferencias, estructuras, organizaciones,..., es producido por
sujetos, quienes a su vez transforman su existencia. Por tanto, es imposible deslindar
la sociedad del ser humano, como es imposible ser investigador capaz de agotar una
realidad plenamente objetivable sin resultar en ningún caso permeado por ella.
Para entender en qué sentido es compleja la realidad, lo social, lo humano, hay que
entender el enmarañado, casi fractal, anidamiento entre lo objetivo y lo subjetivo de
la realidad. Un anidamiento que recursivamente construye un ámbito peculiarísimo,
un espacio ontológico no orientable8. La sociedad es un espacio en el que lo real y el
aspecto subjetivo determinado por el sujeto están dinámicamente separados. En otras
palabras, se diferencian, como modos opuestos y complementarios de la realidad, a
partir de la distinción que traza un sujeto. Lo antagónico pero mutuamente
constitutivo, en la llamada realidad, es un dominio ontológico que todos habitamos,
donde lo subjetivo se produce y reproduce a través de lo objetivo, y a la inversa.
Una vez se ha tomado conciencia de la complejidad del ser humano y su realidad
social, un gran interrogante surge: ¿cómo funciona tal cosa? ¿Cómo es posible que
ese tejido de objetividades y subjetividades, que se producen las unas a las otras, no
degenere en caos? La complejidad humana, y lo enunciado pregunta: ¿cómo pueden
existir objetos tan complejos con capacidades de autoorganización y de pensamiento
simple? También, ¿el ser humano es complejo biológica, psicológica o socialmente?
El ser humano es él mismo singular y múltiple a la vez. Todo ser humano, tal como el
punto de un holograma, lleva el cosmos en sí. Debemos ver también que todo ser,
incluso el más encerrado en la más banal de las vidas, constituye en sí mismo un
cosmos. Lleva en sí sus multiplicidades interiores, sus personalidades virtuales, una
infinidad de personajes quiméricos, una poliexistencia en lo real y lo imaginario, el
sueño y la vigilia, la obediencia y la transgresión, lo ostentoso y lo secreto,
hormigueos larvarios en sus cavernas y precipicios insondables. Cada uno contiene en
sí galaxias de sueños y de fantasmas, impulsos insatisfechos de deseos y de amores,
abismos de desgracia, inmensidades de indiferencia congelada, abrazos de astro en
fuego, desencadenamientos de odio, extravíos débiles, destellos de lucidez, tormentas
dementes...
El ser humano es un ser racional e irracional, capaz de mesura y desmesura; sujeto de
un afecto intenso e inestable; él sonríe, ríe, llora, pero sabe también conocer
objetivamente; es un ser serio y calculador, pero también ansioso, angustiado,
gozador, ebrio, estático; es un ser de violencia y de ternura, de amor y de odio; es un
una copia de sí mismo (más un duplicado del mecanismo de control, por supuesto), el mecanismo de
control detiene el programa y lo trata exactamente igual que si fuera parte del hardware. A su debido
tiempo, la máquina de Von Neumann hace una copia del programa y la inserta en la nueva máquina,
que es ya con ello una réplica fiel de la madre y está lista a su vez para proceder a su
autorreproducción.
8
La noción de orientabilidad se emplea en un sentido similar al concepto que se tiene en topología.
Intuitivamente, una superficie es topológicamente orientable cuando existe una separación tajante entre
ambos lados de la misma, de manera que un objeto que se desplace por uno de esos lados nunca podría
alcanzar el otro. Cuando esta condición no se cumple —como ocurre en el caso de una banda de
Möbius, por ejemplo—, nos hallamos ante una superficie no orientable.
8
ser invadido por lo imaginario y que puede reconocer lo real, que sabe de la muerte
pero que no puede creer en ella, que segrega el mito y la magia, pero también la
ciencia y la filosofía; que está poseído por los dioses y por las ideas, pero que duda de
los dioses y critica las ideas; se alimenta de conocimiento comprobado, pero también
de ilusiones y de quimeras. Y cuando en la ruptura de los controles racionales,
culturales, materiales hay confusión entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo real y lo
imaginario, cuando hay hegemonía de ilusiones, desmesura desencadenada, entonces
el Homo demens somete al Homo sapiens y subordina la inteligencia racional al
servicio de sus monstruos.
Por esta razón, la locura es un problema central del hombre, y no sólo su desecho o su
enfermedad. El tema de la locura humana se ha analizado desde la antigüedad y desde
diferentes enfoques. El conocimiento lleva al hombre a dirigir el universo, las
ciencias: humanas, básicas y técnicas, también su filosofía, su vida, su mente.
2. Complejidad
La noción de complejidad, si bien resulta intuitivamente clara en muchas ocasiones y
contextos, se presta a interpretaciones conceptuales muy diversas. En general, se
concibe algo como complejo cuando simplemente no se entiende o, en otras palabras,
cuando se es incapaz de comprender ese algo —en su totalidad—, cuando nos rebasa
intelectualmente. Desde este punto de vista, la complejidad no sería un atributo del
objeto, sino más bien del sujeto: indicaría que éste carece de medios para abarcar
conceptualmente ese objeto, para detectar sus elementos, para conocer sus
interacciones y emergencias.
El conocimiento pertinente debe enfrentar la complejidad. Complexus significa lo que
está tejido junto; en efecto, hay complejidad cuando son inseparables los elementos
diferentes que constituyen un todo (como el económico, el político, el sociológico, el
sicológico, el afectivo, el mitológico) y que existe un tejido interdependiente,
interactivo e interretroactivo entre el objeto de conocimiento y su contexto, las partes
y el todo, el todo y las partes, las partes entre ellas. Por esto, la complejidad es la
unión entre la unidad y la multiplicidad. Los desarrollos propios al conocimiento nos
enfrentan cada vez más y de manera cada vez más ineluctable con los desafíos de la
complejidad.
Un sistema complejo es un conjunto de elementos que interactuarán con propiedades
globales en el sistema y que no se encuentran en los elementos. Esas propiedades, se
dice emergen de la interacción de los elementos. La complejidad del sistema es
proporcional al número de elementos, al número de interacciones y la complejidad de
los elementos y de sus interacciones.
Se hace común en las ciencias sociales la presencia de la noción de complejidad y de
diferentes conceptos a ella asociados (por ejemplo, autopoiesis9, caos, incertidumbre,
no linealidad), para referirse a procesos de naturaleza social. Y su introducción en
9
La autopoiesis es la organización particular que identifica, caracteriza, manifiesta y determina la
existencia de los sistemas vivos, así como sus interacciones e interrelaciones [Humberto Maturana]. La
autopoiesis trata del misterio de la vida: de cómo las entidades se crean y recrean a ellas y a su mundo.
Creatividad es vida. La creatividad crea y recrea ideas para construir un mundo.
9
estas disciplinas tiene varios enfoques y van desde los que consideran que abre un
camino innovador que contribuiría a resolver viejas limitaciones del pensamiento
social, hasta el escepticismo y la negación más absoluta.
Un peligro que se le atribuye a la acogida de las nociones de complejidad en el
pensamiento social es que enmascaran un posicionamiento agnóstico de nuevo tipo,
que socava la legitimidad del saber científico, al debilitar la certeza de que es posible
alcanzar un conocimiento acabado de un orden sometido a leyes invariables, dado el
énfasis que colocan en lo emergente, lo imprevisible, lo autoorganizativo, lo azaroso,
lo acausal, cualidades obviamente más difíciles de discernir y de someter a un patrón
de comportamiento preestablecido, con leyes con un ámbito de vigencia espaciotemporal suficientemente amplio como para dotarlas de cierta universalidad.
En síntesis, estos estudios pueden agruparse en lo que se ha denominado análisis de
dinámicas no lineales y de autoorganización, y tienen como característica esencial
que, además de retar principios de la ciencia constituida, se ubican en cualidades y
procesos que aparecen en la interacción de diferentes formas de la existencia (física,
química, biológica, por decirlo de una forma tradicional) y que, por tanto, se resisten
a los moldes estrictamente disciplinares del conocimiento científico, ubicándose en
un espacio transversal, transdisciplinar.
La complejidad como ciencia propiamente dicha son ideas científicas que tienen un
carácter más concreto y específico, el estudio de la dinámica no lineal en diversos
sistemas concretos.
La teoría de la complejidad estudia los fenómenos complejos más comunes: la
turbulencia, el desequilibrio y el carácter imprevisible, la autoorganización, la
adaptación, el aprendizaje y los rendimientos crecientes. Esta teoría ofrece
interesantes aportaciones en el campo del aprendizaje, el trabajo en equipo, el trabajo
en sociedad, el servicio de entrega, las consideraciones sobre calidad, la gestión de los
cambios y su aplicación y estrategias.
La complejidad como método desarrolla construcciones metodológicas a partir de
desarrollos científicos, para la propuesta de un método de pensamiento que supere las
dicotomías de los enfoques disciplinarios del saber y que consiste básicamente en el
aprendizaje del pensamiento relacional.
La complejidad como cosmovisión, las elaboraciones acerca del mundo en su
conjunto y el proceso de la cognición humana en general, proyectan una nueva
mirada al mundo y al conocimiento que supere el reduccionismo, a partir de las
consideraciones holísticas emergentes del pensamiento sistémico.
La tercera distinción, la complejidad como cosmovisión, aluden al hecho de que ha
quedado configurado una ruptura en las formas de conocer; una ruptura entre un ideal
de simplificación como instrumental legítimo y deseable para conocer el universo y
de apropiación-transformación de éste, que lo considera como algo acabado, ya
hecho, que el sujeto debe descubrir y explicar, y otro ideal, el de la complejidad, que
no reduce el universo, que acepta el reto de la multiplicidad, la diversidad, lo
relacional de éste y su carácter inacabado, en construcción, y por ello indeterminado
y, también, construible.
En la medida que se refuerce el conocimiento de las bases teóricas de la complejidad,
se estará en mejor condición para no dejarse seducir por los enfoques de moda del
10
momento, basados en la proporción de soluciones universales y rápidas de gestión.
Por otro lado, es habitual encontrarse en la literatura y en la práctica la utilización
indistinta de términos como complejidad, teoría del caos y teoría de sistemas, un
claro indicador de que existe cierta confusión entre términos que a pesar de guardar
relación, hacen referencia a conceptos diferentes. Igualmente, hay confusión acerca
de las distintas vertientes de la complejidad: complejidad matemática, complejidad
social, complejidad natural… ¿A qué se refiere cada una de ellas? ¿Qué relación hay
entre ellas? ¿Qué posición ocupan dentro del mapa global de la ciencia de la
complejidad?
La complejidad no es un fenómeno que reside en el conocimiento10. Es un reflejo que
se proyecta sobre el objeto, a partir de la conciencia de nuestra propia ignorancia, de
los límites que tiene nuestra capacidad de intelección de observar la realidad no como
lo es sino como se desea ver. Cuando se concibe un objeto como complejo ocurre, por
no entenderlo, porque supera nuestras capacidades intelectuales, o porque se percibe
como realidad repleta de interrelaciones en una fina estructura que, además, requiere
para visualizarlas numerosos puntos de vista.
Existen varias formas de entender la complejidad: de modo puramente subjetivo,
como incapacidad de comprensión de un objeto; y de manera objetiva, como cualidad
inherente al objeto considerado. Sin embargo, al mirar los objetos más de cerca, estos
dos puntos de vista no son incompatibles, sino relacionados. Sólo algunos sujetos,
con pensamiento complejo, están en condiciones de detectar la complejidad, y,
eventualmente, de comprenderla y modelarla. Y sólo la complejidad objetiva de
determinadas realidades ha podido generar sujetos capaces de tomar conciencia de
aquélla. La complejidad subjetiva y la objetiva están así, pues, sutil pero
efectivamente relacionadas.
Conviene tener presente que el fenómeno de la complejidad se define mediante un
conjunto de interrelaciones que se construyen entre el sujeto y el objeto del
conocimiento. La complejidad que el sujeto descubre en el objeto es ciertamente
objetiva, en el sentido de que pertenece legítimamente a tal objeto; pero no es
independiente de la propia complejidad del sujeto que la descubre, y que siempre la
10
Respecto a la complejidad, podemos encontrarnos indistintamente con referencias a la teoría de la
complejidad, ciencia del caos, perspectiva de la complejidad, pensamiento complejo o complejidad
social, entre otras expresiones. Cuando se alude a una teoría de la complejidad o, a veces de forma
intercambiable o equivalente, a una ciencia, generalmente está agrupándose en esta denominación un
conjunto de hallazgos realizados principalmente dentro de la física, la química, la biología, la
matemática, la geometría, la meteorología y la cibernética, que develan un conjunto de rasgos de la
existencia no contemplados en las teorías anteriores. Entre los hallazgos que tributan a la teoría de la
complejidad se encuentran las investigaciones sobre no linealidad, de Lorenz, y la cibernética, con la
idea de retroacción y, con ellas, la de una causalidad no lineal, donde los efectos no son proporcionales
a las causas y se intercambian; los objetos fractales de Mandelbroth; los atractores extraños de Reulle;
la nueva termodinámica de Shaw; la autopoiesis de Maturana y Varela; las teorías de la información,
que describen universos donde se simultanean orden y desorden y de lo que se extrae algo nuevo, la
información; la teoría de sistemas, donde el todo es más que la suma de las partes y donde la
organización del todo produce cualidades emergentes, no preexistentes en las partes; la noción de
autoorganización, aportada por la teoría de los autómatas autoorganizados de Von Neuman: las
máquinas vivientes, a diferencia de las artificiales, tienen la capacidad de reproducirse y
autorregenerarse; el principio de generación de orden a partir de ruido de Von Foerster; la teoría de
Atlan del azar organizador; la teoría de Prigogine de las estructuras disipativas,...
11
constituye en los términos de su propia complejidad11. A su vez, la propia
complejidad del sujeto de conocimiento depende de la del objeto en más de un
sentido: (1) sólo un ecosistema de objetos adecuadamente complejos puede engendrar
sujetos capaces de atisbar esa complejidad de la realidad, y (2) sólo un largo trato
empírico y pragmático con la realidad compleja produce un sujeto habilitado para
conocerla.
Justamente porque la complejidad es compleja resultan inadecuados los intentos de
definir ese fenómeno de forma simple y reduccionista. La complejidad no sólo
consiste básicamente en la coexistencia dentro de una cierta realidad, de una multitud
de elementos y de numerosísimas relaciones entre los mismos.
Una realidad compuesta por gran número de elementos de distinta clase, relacionados
de múltiples maneras, es ciertamente una realidad complicada. Pero la complejidad es
algo más que la mera complicación, pues un objeto extraordinariamente complicado,
de hecho, puede carecer de algunas de las características distintivas de la realidad
auténticamente compleja, como la potencialidad para generar fenómenos emergentes,
la autoproducción, la autopoiesis. Por ejemplo, podríamos imaginar un gran juego
altamente muy complicado que, desde luego, desbordaría en mucho nuestras
capacidades intelectivas, y que, sin embargo, no sería complejo en el sentido
profundo e interesante del término, al carecer de cualquier potencialidad emergente.
Una realidad compleja no es pues una realidad simplemente complicada, compuesta
por muchos elementos y relaciones entre los mismos —aunque, efectivamente, la
complicación nos resulte por deficiencia de conocimiento—, difícil de entender.
Una de las características de la complejidad es precisamente su capacidad para
generar, en una cierta realidad, elementos y relaciones emergentes. De manera que, la
complejidad es algo que a primera vista parece consistir en una mayor complicación:
cientos, miles o millones de elementos y relaciones. Sin embargo, no es tanto la
complicación lo que origina la complejidad, sino los mecanismos subyacentes del
fenómeno que producen autopoiesis, autoorganización y las emergencias.
Sin duda, la complejidad a menudo, produce complicación, y con frecuencia produce
también simplificación12.
Ya no se habla de un universo (cosmos) ordenado, perfecto, eterno, sino que se
produce en la irradiación, en el devenir disperso donde actúan de manera
complementaria, competente y antagónica: orden, desorden y organización.
Estamos en un gigantesco cosmos en expansión, constituido por miles de millones de
galaxias y miles de miles de millones de estrellas y aprendimos que nuestra Tierra es
un trompo minúsculo que gira alrededor de un astro errante en la periferia de una
pequeña galaxia de suburbio. Las partículas de nuestro organismo habrían aparecido
11
No hay un conjunto único de leyes hacia el que la ciencia converge. Las teorías, y las leyes contenidas
en éstas, no pueden ser separadas de las circunstancias en las que nos hallamos nosotros mismos. Estas
circunstancias incluyen nuestra cultura, nuestra evolución histórica y los datos específicos recogidos del
universo. Una civilización alienígena con evolución histórica, cultura y ciencia diferentes, podría
elaborar leyes muy distintas. Muchas leyes diferentes ajustan un mismo conjunto de datos, y que nunca
podemos estar seguros de haber alcanzado el conjunto correcto [Davies, 1993].
12
En realidad, complicación y simplificación pueden considerarse momentos igualmente necesarios en
procesos de la complejidad: en muchas ocasiones cierta simplificación constituye la base necesaria de
un ulterior proceso de complejización.
12
desde los primeros segundos de nuestro cosmos hace (¿tal vez?) quince mil millones
de años; nuestros átomos de carbono se formaron en uno o varios soles anteriores al
nuestro; nuestras moléculas se agruparon en los primeros tiempos convulsivos de la
Tierra. Estas macromoléculas se asociaron en torbellinos de los cuales uno de ellos,
cada vez más rico en su diversidad molecular, se metamorfoseó en una organización
nueva en relación con la organización estrictamente química: una autoorganización
viviente.
Así, el universo no es tan complejo porque esté compuesto por infinidad de sustancias
químicas distintas, y por un millar de elementos diferentes. Lo es por reproducir en su
seno otros elementos a partir de retroacciones, porque existen emergencias, porque
hay orden y desorden, porque hay autoorganización. Por lo que hace a la sociedad,
desde luego es muy complicada y genera emergencias que la transforman
continuamente. El ser humano es complejo —ya se enunció— por las emergencias,
por la capacidad para autoorganizarse, por la formación de interacciones en el
entorno: su sociedad.
Se utiliza el concepto de orden en un sistema en el sentido que las relaciones entre la
causa y el efecto son conocidas, y que se repiten para unas condiciones de partida
dadas. La naturaleza del orden puede ser “visible” o evidente, o puede estar oculta, en
cuyo caso requeriría investigación y análisis. Estos sistemas pueden llegar a ser muy
complicados, pero las relaciones entre la causa y el efecto son abordables y permiten
la predicción. La ciencia de la gestión ha estado dominada tradicionalmente por este
concepto de orden.
Otro enfoque establece que la causalidad de los sistemas no es estable, y que a pesar
de que la relación entre causa y efecto puede resultar coherente tras un análisis
retrospectivo, no conforma la base para la predicción. El no orden o desorden
comprende el caos y la complejidad. Existen tres ontologías básicas: orden,
complejidad y caos. Cada una de las ontologías muestra una relación diferente entre
causa y efecto, por lo que requieren enfoques de gestión diferentes. La clave reside en
identificar lo que se puede gestionar y lo que no en cada uno de ellos:
• En un sistema ordenado, se determina el resultado o estado final deseado, se valora
la situación actual y a partir de ahí se fijan los pasos que permitan eliminar el gap
entre ambas situaciones.
• En un sistema sin orden, no puede disponerse de estados finales deseados, y el
pretender conseguirlos puede impedir la emergencia de otros estados finales más
deseables. En ese caso, lo único que se debe gestionar son las condiciones de partida:
¿qué agentes están en juego?; ¿qué barreras impiden la interacción?; ¿qué atractores
pueden influir la acción?
La complejidad no atañe a objetos puramente formales, sino a objetos reales, dotados
de algún tipo de materialidad. La complejidad observada en la realidad es resultado
de la acción de componentes que pueden describirse por medio de teorías formales.
Pero ninguna de esas teorías, por sí misma, puede dar cuenta de la complejidad, que
es específica de cada realidad. Es posible, por ejemplo, que un mismo modelo formal
de comportamiento caótico describa de manera razonablemente ajustada fenómenos
tan diversos como la dinámica del fenómeno atmosférico y las oscilaciones de la
economía. Pero con eso no se consigue comprender la especificidad de ninguno de
13
esos dos tipos de realidad, tan distintos. De manera análoga, el crecimiento de una
población animal se describe, de manera formal, por medio de una función
exponencial que sería idéntica a la que daría cuenta del crecimiento de cierto capital
puesto a interés compuesto. Mas con eso tampoco aprendemos mucho de lo que
diferencia a uno y otro fenómeno, evidentemente muy heterogéneos.
Los modelos formales de la complejidad cumplen una función útil; sin embargo, hay
que situarlos en la singularidad concreta de cada realidad. Es decir, un modelo de la
complejidad sólo es capaz de describir, en el mejor de los casos, las formas
manifiestas que adquiere la misma, no el elaborado proceso, en cierto modo único, a
través del cual ésta se genera.
Así ocurre, por ejemplo, en relación con el fenómeno de la vida. Una explicación
meramente formal del mismo no explica en absoluto cómo ese fenómeno ha sido
material y evolutivamente posible.
Según esto, ninguna teoría puramente formal de la complejidad puede aspirar
razonablemente a postularse como la teoría de la complejidad. Una teoría formal
explica cómo se comporta una cierta realidad, ayuda a entender el comportamiento de
una realidad, pero no puede dar cuenta de las emergencias, no puede explicar el qué
de esa realidad: cómo ha venido a la existencia y qué la singulariza como tal
realidad13. Las teorías formales se aplican efectivamente a ámbitos muy distintos.
La naturaleza no hace nada igual: cada objeto es único y por ende posee
características peculiares. No hay dos árboles iguales, no existen dos individuos
iguales, ni siquiera resulta con las mismas características el mismo individuo en dos
instantes de su vida: el hombre es muy diferente cuando nace de cuando muere. La
igualdad es sólo abstracción matemática. Si algunos individuos fuéramos iguales no
tendría objeto la sociedad misma, no existiría complejidad en el ser humano, ni en la
sociedad.
La realidad no es evidentemente legible. Las ideas y teorías no reflejan sino traducen
la realidad, la cual pueden traducirse de manera errónea. Nuestra realidad no es otra
que nuestra idea de la realidad.
Un modelo, cuando se utiliza para entender sistemas reales, presupone una cierta base
material cuya existencia no explica ni contiene. Esa base material suele haberse
constituido como resultado emergente de procesos que, a su vez, pueden en principio
ser descritos mediante otras teorías formales. Mas esas teorías, por su parte, no
pueden explicar ellas mismas la base material correspondiente a tales procesos. De
manera que unos determinados procesos describibles mediante ciertas teorías
formales generan emergencias describibles a su vez por otras teorías, y así
sucesivamente. Por ejemplo, los fenómenos climáticos tienen un determinado perfil
fenoménico que los meteorólogos tratan de describir mediante teorías formales
adecuadas. Pero esos fenómenos resultan inexplicables por cualquier teoría formal. Al
intentar describir ese comportamiento se entra en un ámbito en el que probablemente
13
Una teoría formal como la del caos puede tal vez describir de manera parecida el funcionamiento de
los géiseres y los cambios climáticos. Pero nada dice de lo que diferencia una cosa y otra, de lo que
singulariza y proporciona una cierta entidad propia a los géiseres y los climas. La complejidad destapa
relaciones ocultas entre sistemas tan dispares como un hormiguero, un géiser, el cerebro, la economía,
o los climas.
14
la teoría no serviría para nada: habría que aplicar otros formalismos distintos,
adecuados a ese nuevo dominio fenoménico.
Ahora bien, esas nuevas teorías formales tampoco explicarían la existencia de los
procesos neurobiológicos que están en el comportamiento humano. El proceso es
recursivo tantas veces como niveles emergentes se descubran en el objeto de
investigación. Situaciones semejantes se repiten en variados sistemas.
Las concepciones puramente formales de lo complejo no pueden, pues, dar cuenta de
la condición real, concreta, generativa y dinámica del fenómeno de la complejidad del
universo, de los ecosistemas, de las sociedades, de las organizaciones y del ser
humano. Y esta incapacidad se evidencia todavía más cuando esas concepciones se
alían con una conceptualización de lo complejo como mera complicación, como
enjambre o cardumen de elementos y relaciones. Sin embargo, es innegable que este
punto de vista posee un atractivo difícil de resistir, y puede refinarse de diversos
modos; por ejemplo, a través de la noción de selección. Es lo que hace Niklas
Luhmann [1991], tal vez el sociólogo que le ha concedido a la noción de complejidad
un papel más relevante en su propuesta teórica.
Según Luhmann, la complejidad surge cuando el número de relaciones posibles entre
los elementos de un sistema crece de forma desmesurada y es necesario restringir de
algún modo este espacio enorme de posibilidades14. Sin embargo, la noción de
complejidad como constricción de las relaciones potencialmente posibles entre los
elementos de un sistema, no proporciona una razón clara de por qué ciertos sistemas
necesitan restringir el número y las clases de relaciones entre sus elementos
constitutivos. Una respuesta a esta cuestión podría ser la siguiente: necesitan
restringir esas relaciones precisamente para mantener su organización característica
como tales sistemas, para seguir siendo sistemas viables. La reducción de la
complejidad potencial del sistema, entonces, sería un medio para mantener la
organización propia del mismo. Pero entonces la noción selectiva de complejidad
propuesta por Luhmann pierde su condición de concepto primitivo y puramente
formal, y se hace dependiente de ese concepto de organización viable de un sistema
(real).
La relación real entre la complejidad, y el hecho de la autoorganización son esos
fenómenos que explican los procesos reales de simplificación de la complejidad tanto
en el mundo biológico como en el social donde se halla el ser humano.
La complejidad, como fenómeno real, es algo indisociable del hecho de la
autoorganización. Y, a su vez, los procesos de autoorganización son concebibles
como tales en la medida que generan individualidades nuevas, realidades novedosas
que se constituyen como identidades dinámicas y relativamente autónomas. En cierto
modo, toda individualidad real —desde los átomos a las culturas— puede concebirse
como agrupación dinámicamente constituida y por tanto emergente. Lo que diferencia
a las distintas clases de individuos en el mundo son las diversas condiciones de
(in)estabilidad de las mismas, y los sucesos en que su existencia se enmarca. Algunas
14
Por complejo se designa aquella suma de elementos conexos en la que, en razón de una limitación
inmanente a la capacidad de acoplamiento, ya no resulta posible que cada elemento sea vinculado a
cada otro, en todo momento... Complejidad, en el sentido antes mencionado, significa coacción de la
selección [Luhmann, 1991].
15
de esas identidades individuales son tan elaboradas como los seres vivos, y poseen la
capacidad de producirse a sí mismas, de reproducirse (con descendencia o sin ésta) y
de evolucionar, es decir, de transformar su identidad sin perderla. No hay
complejidad sin emergencias, sin mantener relaciones inéditas y propiedades
características a través de esas relaciones, gracias a las cuales preservan y mantienen
su propia individualidad.
Hay sistemas que, reproduciendo y ampliando el resultado emergente y en cierto
modo azaroso por la dinámica en su entorno, son capaces de mantenerse en la
existencia administrando sus propias emergencias. Tales sistemas, en la medida que
tienen que renovar permanentemente sus emergencias, son sistemas intencionales. Un
sistema intencional no es otra cosa que una realidad altamente contingente —y, así,
extremadamente improbable— capaz de mantenerse en la existencia administrando
—recreando incesantemente— sus emergencias.
Entre las condiciones de emergencia de un ser vivo se encuentran otros seres vivos
con los que interactúa, y que suelen tener sus propios dominios cognitivos. Y, por
otra parte, en la medida que el organismo se diferencia internamente, debe generar
mecanismos de cognición internos que regulen las emergencias requeridas por sus
diversos subsistemas. Así, la cognición es una mezcla de emergencias internas y
externas, a la vez que anida como fenómeno la complejidad de sí misma. En realidad,
la evolución del hecho de la cognición es inexplicable, es un proceso recursivamente
autoconstructivo, autoproductor y autoorganizador.
La cognición, a partir de cierto nivel de desarrollo, no puede abordarse en el plano
meramente individual, sino que debe visualizarse en el dominio social, e incluso en el
ecosistema en que está el ser humano. Es decir, la complejidad propia de los sistemas
autoorganizados y capaces de cognición se constituye y desarrolla, a través de una
dinámica de autorreflexión, autopoiesis, autoproducción,...
Teniendo en cuenta lo anotado, la complejidad sólo puede comprenderse atendiendo a
su propio desarrollo y, sobre todo, a sus resultados. Es cierto que las formas inferiores
de complejidad pueden ayudar a explicar las realidades complejas de nivel superior.
Pero, a su vez, éstas pueden iluminar las formas inferiores del fenómeno, haciendo
perceptibles aspectos que en esas manifestaciones inferiores del hecho de la
complejidad apenas se dejan ver, y que por ello suelen ser a menudo desatendidos.
3. La complejidad humana-social
Tras la noción de complejidad, hay que tratar de definir rasgos específicos de ésta en
el ser humano. La complejidad propia de la especie humana posee peculiaridades y
depende de la complejidad de la sociedad. Por tanto, debe pensarse que la realidad de
la sociedad humana es una combinación de complejidades a partir de la complejidad
del ser humano, de su conciencia, de su mente y de los memes que en la sociedad se
diseminan por toda la realidad.
La complejidad humana contiene casi todas las formas de complejidad en diferentes
niveles de la realidad que establece el ser humano15.
La complejidad supone irreversibilidad, no linealidad, aleatoriedad, fluctuaciones,
15
Principalmente son los niveles físico, químico, biológico, ecológico, neuronal, psicológico, etcétera.
16
bifurcaciones, autoorganización, posibilidad y extrae de los elementos nueva
información, una enorme riqueza de posibilidades para aumentar el conocimiento.
La complejidad característica humana y de su producto —la sociedad— tiene un
doble carácter que se concreta en dos tipos de realidades siempre presentes en la
sociedad. Por una parte, la sociedad es cultura material que modifica su ecosistema y
crea uno artificial: el ecosistema social. Por otra parte, la sociedad es realidad de
conciencia, alojada en las mentes de los seres humanos que la integran. Se pueden
considerar al ser humano y a la sociedad como el ecosistema más complejo que
conocemos, desde un punto de vista subjetivo, mental: es la puesta en acto de las
capacidades de complejización constructiva que tiene la conciencia humana en
interacción con otras conciencias.
Toda sociedad humana, en efecto, consiste en un acoplamiento muy peculiar entre los
seres humanos y la específica sociedad de conciencias que interactúan.
Las sociedades humanas son dos cosas: realidades materiales (sujetos) y realidades de
conciencia. Este problema, esta concepción dual del hecho social humano reproduce
lo que se conoce como problema mente/cuerpo16. Y el comportamiento global de una
sociedad no es reducible a las conciencias individuales de sus componentes, cuyas
características individuales pueden llegar a ser irrelevantes para el comportamiento
colectivo. La complejidad humana es una emergencia para la complejidad social.
De hecho, la observación y el sentido común sugieren que la mayoría de los
fenómenos que ocurren en el ser humano muestran procesos entre el orden y el
desorden, lo que provoca en el observador la idea intuitiva de complejidad.
Los sistemas complejos se ubican entre el orden entendido como sinónimo de
determinismo y previsibilidad de la naturaleza y el caos, concebido como azar y
desorden total, donde nada puede ser previsto.
Lo inesperado nos sorprende porque nos hemos instalado con gran seguridad en
nuestras teorías, en nuestras ideas, y éstas no tienen ninguna estructura para acoger lo
nuevo. Lo nuevo brota sin cesar; nunca podemos predecir cómo se presentará, pero
debemos contar con su llegada, es decir, contar con lo inesperado. Y, una vez
sobrevenga lo inesperado, habrá que ser capaz de revisar nuestras teorías e ideas en
vez de dejar entrar por la fuerza el hecho nuevo en la teoría, que es incapaz de
acogerlo verdaderamente.
El surgimiento de lo nuevo no puede predecirse, y por eso no sería nuevo. El
surgimiento de una creación no puede conocerse por anticipado, porque no habría
creación.
La historia avanza, no de manera frontal como un río, sino por desviaciones que
proceden de innovaciones o creaciones internas, o de acontecimientos o accidentes
externos. La transformación interna comienza a partir de creaciones, primero locales
y casi microscópicas que se efectúan en un medio restringido primero a algunos
individuos, y que aparecen como desviaciones en relación con la normalidad. Si no se
atrofia la desviación, entonces, en condiciones favorables formadas generalmente por
crisis, puede paralizar la regulación que la frenaba o la reprimía y luego proliferarse
16
El problema de la relación mente/cuerpo se ha visto reavivado en los últimos tiempos como
consecuencia de los debates suscitados por las propuestas de la llamada inteligencia artificial [Bechtel,
1991].
17
de manera epidémica, desarrollarse, propagarse y volverse una tendencia cada vez
más potente que produce una nueva normalidad. Así ha sucedido con todos los
inventos técnicos, el del automóvil, el de la brújula, la imprenta, la máquina de vapor,
el cine, hasta el computador, también con las grandes ideologías universales
provenientes de algunas mentes marginales.
Es difícil hablar de inteligencia en términos absolutos. Despreciar a las hormigas
como estúpidas, en comparación con nuestros inteligentes parientes mamíferos, no
deja de ser en parte un prejuicio antropocéntrico. Las hormigas constituyen
sociedades a primera vista más complejas que las correspondientes a animales
supuestamente más inteligentes, como los primates no humanos o los cánidos. Mas
parece incuestionable que las habilidades cognitivas de los insectos eusociales son,
claramente, menos elaboradas y flexibles que las de los mamíferos superiores,
dotados de un cerebro altamente desarrollado.17
Miradas las cosas más de cerca, sin embargo, nos damos cuenta de que estamos
hablando de realidades diferentes en uno y otro caso, de que el sujeto de esa mayor o
menor complejidad social es, en los insectos eusociales y entre los mamíferos,
distinto.
El ser humano construye su sociedad pero ésta no puede estudiarse sólo a partir de la
actividad de aquél, además, realiza tareas complejas para transformarla. Una colonia
de hormigas efectúa tareas complejas como la exploración del entorno, la
construcción de “edificios” con todas las estructuras imaginadas por el ser humano.
Sin embargo, una hormiga sola no es capaz de acometer por sí misma ninguna de las
tareas anteriores.
El cerebro consta de billones de neuronas. Una sola neurona no es capaz de controlar
los movimientos, los procesos, mientras que las neuronas organizadas en un sistema
nervioso es capaz de proveer adaptación, interacción, inteligencia y conciencia. Todo
eso emerge de las interacciones de las neuronas.
Una sociedad presenta propiedades que sus miembros no poseen, tal como
comportamiento colectivo, creencias, culturas, que emergen de la interacción de los
seres humanos.
Esto dice que en algunos sistemas no puede explicarse el comportamiento colectivo a
partir del comportamiento individual. Y al pensar en nuestro cerebro como una gran
colección de neuronas que interactúan, entender al detalle la complejidad de una de
ellas no permitirá concluir el comportamiento global. Las propiedades emergentes
son más que la suma de las partes, provienen de una interacción continua entre los
componentes y el todo.
La complejidad de una sociedad puede ponerse en relación, en principio, con las
redes sociales que la conforman. Los seres humanos construyen redes que los
conectan en formas diversas, además, definen cómo debe operar la red y, por ello se
17
El ser humano vive en este planeta y se siente el dueño y señor de todo lo que le rodea, sobre todo de
lo que considera inferior a él. Esquilma la naturaleza, extermina a los animales sin ninguna necesidad,
muchas veces por pura diversión (animales que son diferentes a los seres humanos, menos complejos,
pero no inferiores, ya que cada cual tiene su lugar en el universo y todos son importantes para el
equilibrio del universo); abarrota el mundo de máquinas que, en lugar de liberarnos, nos esclavizan
cada día más. Y después de esas lindezas, todavía nos atrevemos a decir no sólo que somos inteligentes,
sino los más inteligentes.
18
posibilitan procesos e interacciones entre individuos, constituyendo la sociedad.
En la medida que las redes representan y regulan la sociedad, la sociedad se percibe y
autoorganiza a sí misma.
Una red de componentes, por ejemplo, mentes, conciencias, creencias, culturas,
genera procesos evolutivos en el ser humano. La innovación y la imaginación son
emergencias inducidas; es decir, el ser humano las busca, las dirige, luego es un
fenómeno de transformación que genera dinámicas en las organizaciones, claro, a
partir de aspectos creativos (generar ideas, reflexionarlas, incubarlas) y que modifican
el comportamiento del mismo ser humano.
El ser humano, en la medida que es un superorganismo y el órgano del conocimiento
social (el sujeto básico del conocimiento social) es realidad, cognición y objeto de
conocimiento en la sociedad.
El mamífero percibe en gran medida su entorno individual, a diferencia de los
insectos eusociales típicos, que sólo perciben ese entorno de manera colectiva,
convirtiendo toda la organización, su sociedad, en el órgano perceptivo18.
El ser humano tiene la habilidad de producir procesos cognitivos de una complejidad
sin parangón en todo el reino animal, gracias a las facultades reflexivas de su
conciencia. A estos procesos se les llaman mapas cognitivos societales. Se organiza
socialmente de acuerdo con este mecanismo de socialidad que posee en modo
eminente.
Lo que privilegia cada vez más los mapas cognitivos y las formas mentales de
interacción como dispositivos fundamentales, como mecanismos básicos de
autoconocimiento y regulación del mismo lleva a generar autoorganización de esos
mapas.
Los seres humanos hemos constituido nuestras sociedades complejas actuales como
mapas cognitivos que sólo pueden actualizarse conscientemente de manera parcial e
idiosicrásica por las mentes de los individuos que integran tales sociedades. Las
sociedades humanas complejas se piensan a sí mismas —y se controlan a sí mismas
como sistemas— a través de ese asombroso acoplamiento que les es propio.
La realidad de las sociedades, como ecosistema social en gran medida artificialmente
producida, tiene una topología complicadísima, de carácter cuasi fractal y, sobre todo,
no orientable. El acoplamiento es siempre imperfecto, y en realidad nunca puede
completarse porque en el mismo acto de producirse se socava a sí mismo: cuanto más
queremos conocer o controlar un objeto, más lo condicionamos con esas mismas
actividades de conocimiento y control, que no pueden ser objeto a su vez de
conocimiento y control.
Las interacciones entre individuos no vienen prefijadas por un ente central
organizador ni se fijan en el tiempo. Son dinámicas. Los diversos elementos se
autoorganizan, rompiendo y estableciendo nuevas interacciones que son emergencias.
El hecho social humano es efecto de la intencionalidad de los individuos, pero no está
simplemente constituido por esa intencionalidad, no es un producto directo de la
misma. Mas las sociedades —como los seres vivos en general— no son sistemas
aislados. Y la termodinámica moderna ha demostrado que en sistemas físicos no
aislados y que se mantienen alejados del equilibrio gracias a flujos energéticos
18
Cada hormiga individual sólo es capaz de percibir su medio a través del mismo hormiguero.
19
procedentes del exterior, los procesos de disipación de esa energía pueden producir
orden en lugar de desorden. Esos procesos, en efecto, son capaces de generar
elaboradas formas de organización de la materia a las que se ha dado el nombre de
estructuras disipativas.
Ahora bien, las sociedades humanas también son sistemas atravesados por flujos
energéticos e informacionales procedentes del exterior —de la naturaleza y, en
particular, de la propia naturaleza humana—, flujos que mantienen a tales sistemas
permanentemente alejados del equilibrio. De ahí que en ellas pueda darse el siguiente
fenómeno, a primera vista paradójico: los procesos de disipación intencional que
inevitablemente se producen en tales sociedades no tienen necesariamente que
originar, como querría el sentido común, un incremento de su desorden.
La sociedad humana es como un holograma de conciencias en interacción, como una
concurrencia de representaciones individuales, en las que cada individuo social
reproduce todas las representaciones que puede imaginar como existentes en los otros
agentes con los que interactúa, ese aspecto del fenómeno social humano considerado
en su conjunto. Pues ese holograma, compuesto a su vez por hologramas presentes en
cada individuo, constituye la expresión natural del mapa cognitivo mental
espontáneamente generado por la socialidad propia de nuestra especie, y existe en
toda sociedad al menos de manera incoada, es un constructo cuya ejecución resulta a
la vez necesaria e imposible. Necesaria, porque la misma constituye una auténtica
condición de posibilidad de nuestra acción y de nuestra interacción con otros agentes.
No podríamos dar sentido a nuestra acción y a nuestra interacción —es decir, no
podríamos propiamente actuar ni interactuar, en la acepción genuina de estos
términos—, si no estuviéramos empeñados en la tarea infinita de construir y
reconstruir incesantemente ese holograma que nos constituye socialmente.
Pero, al mismo tiempo, esa tarea es imposible: está inevitablemente condenada al
fracaso debido justamente al fenómeno de la disipación intencional. El sujeto humano
siempre resulta, en definitiva, traicionado por la realidad que pretende definir
intencionalmente, y más cuando esa realidad está compuesta por otros sujetos.
El ser humano está dotado etológicamente de capacidades de interacción social y son
tan potentes y maleables que la sociedad, de la cual forma parte, es un sistema
altamente complejo. Esas capacidades nacen de la posibilidad de autopoiesis,
autoorganización,… y de la capacidad de imaginar conciencias. Sin embargo, esas
capacidades de representación subjetiva construyen ecosistemas sociales demasiado
complejos.
El ser humano gana de forma acelerada en complejidad, y se constituye en un
superorganismo, en que circulan incesantemente variadísimos flujos energéticos y
comunicacionales. Cuando se intenta comprender su proceso evolutivo es preciso
establecer varias condiciones de posibilidad, y sí la posibilidad de inicio evoluciona
para hacer evolucionar el mismo proceso19.
19
La explicación de un proceso evolutivo exige dar cuenta de las potencialidades que en todo momento
han subtendido el proceso; requiere mostrar, por tanto, cómo el resultado del mismo se hallaba ya en
cierto modo en su punto de partida y cómo sigue estando presente también de alguna forma en los
resultados. También, exige identificar claramente los mecanismos concretos de actualización de esas
20
En relación con el proceso evolutivo del ser humano, no conocemos ninguna especie
animal que tenga, ni por asomo, el grado de variabilidad social que el ser humano
exhibe. Esa variabilidad no sólo se despliega espacialmente, como consecuencia de la
explotación de nichos ecológicos increíblemente diversos, sino sobre todo
temporalmente: a través de la progresiva aparición de estructuras sociales más y más
amplias y complejas.
La complejidad que se despliega, en sí misma plantea un problema: ¿cómo es posible
que el ser humano constituya sociedades tan complejas?
El ser humano conoce una vida social limitada a comunidades en intensa interacción.
A partir de un determinado momento, algunas sociedades humanas se constituyen en
un ámbito societal nuevo, mucho más amplio y complejo.
La abrumadora complejidad del ser humano no deja de tener un carácter anómalo e
inverosímil que, más allá de la mera constatación del fenómeno, parece exigir una
ulterior explicación. Esa complejidad está directamente entrañada por la sociedad
natural, la familia, y, sin embargo, resulta posibilitada por esa misma sociedad.
Un examen de las condiciones de posibilidad y de actualización de la complejidad del
ser humano, de la sociedad, rebasaría con mucho los límites a los que debe ajustarse
este trabajo. Por ello, sólo se han apuntado algunas ideas al respecto.
La complejidad del ser humano, tal como queda ejemplificada en las sociedades
modernas son básicamente dos: (1) las capacidades de representación reflexiva, que
permiten a cada uno imaginarse el punto de vista de los otros agentes con los que
interactúa, y actuar por su parte en consecuencia; (2) el fenómeno que produce
estructuras sociales por la generación de emergencias.
Así, la complejidad de las sociedades humanas tiene una base posibilitadora común,
las características genéricas propias del ser humano.
Lo que más incrementa la complejidad humana es la invención, la imaginación, la
creatividad y la innovación. Éstos aspectos permiten estructurar interacciones fuera
de lo común. Siempre producen emergencias por las incertidumbres, las expectativas.
Otro factor importante de la complejidad humana es la diferenciación. Los
ecosistemas estan interrelacionados por determinados elementos, obteniendo así una
ventaja estratégica que suelen utilizar en su propio interés. Cuando en un medio social
particular se consolidan varios de esos ecosistemas visibles, así como ciertas
relaciones entre los mismos, queda expedito el camino que lleva a una diferenciación
social cada vez más desarrollada, tal vez el síntoma más claro de una creciente
complejidad humana social.
4. La creatividad
La creatividad, emergencia del pensar, es algo simple y complejo a la vez. Ninguna
persona creativa entiende completamente para producir algo nuevo. No hay dos
personas que tengan procesos creativos similares. No obstante, en una teoría básica
sería posible que existan patrones aplicables a diferentes personas creativas. El
fenómeno de la creatividad tiene aspectos ocultos por analizar. La teoría de la
potencialidades. En otras palabras, explicar un proceso evolutivo no puede consistir simplemente en
señalar las novedades que han liderado ese proceso.
21
complejidad podría responder a esta pregunta: ¿cómo el sistema complejo mente, crea
formas diferentes?
Todos tenemos algún grado de creatividad. Cada persona tiene diversos
comportamientos. Éstos, en algunos casos, indican que ciertas personas poseen
creatividad innata, dependiente de algo interno. Una persona altamente creativa tiene
una relación estrecha entre la creatividad propia y el quehacer diario. Mientras que
una persona no creativa tiene una relación débil con el entorno y, en general, es
menos competitiva.
La creatividad en el ser humano depende de diversas interacciones; comprensión
integradora, interaccionista y/o autoorganizadora, y es emergencia producida por
agentes que interactúan en el ecosistema, por acciones conscientes e inconscientes
que ocurren en la complejidad del cerebro.
Muchas personas creativas han expresado diversas ideas que se supone fluyen de
alguna fuente interna. Formas que salen, emanan, explotan, esto es, ellos
conscientemente no razonan. Grandes escritores, pintores, novelistas, científicos,
profesionales, … en sus autobiografías nos muestran llamativas experiencias, las
cuales no explican (porque, en general, no saben cómo ocurrieron), pero que sirven de
ejemplo de cómo lograron algo asombroso.
Las experiencias no son equitativas para enriquecer la creatividad, pero ellas
constituyen aspectos para entenderla, generarla y proyectarla.
El pensamiento creativo envuelve dos principales puntos: (1) combinación de ideas;
(2) mutación de ideas. La proliferación de ideas se da por redes de pensamientos con
autoorganización dinámica. Varios procesos tienen lugar en la mente al mismo
tiempo, y la creatividad busca ambientes propicios para desarrollar actos con inusual
libertad y flexibilidad. La flexibilidad está relacionada con acciones de la cognición y
percepción, lo cual, cuando hay coherencia en esos sistemas, con facilidad se generan
nuevas formas, nuevas ideas, nuevas estructuras. Algunos procesos crean su propia
realidad mediante acciones perceptivas. El creativo crea su propia realidad a través de
formas y estructuras abstractas, porque la creatividad trabaja en ambientes flexibles,
con mayor aptitud libre para desarrollar mayor flexibilidad interna.
En términos de sistemas dinámicos, la creatividad es un proceso simultáneo de
creación y exploración de atractores (atrayentes) autopoiéticos. Se exploran y se
encadenan ideas, se generan otras, algunas evolucionan, otras mueren. Los procesos
creativos llevan a una clase accidental de convergencia de un atractor extraño; en el
sentido básico para una clase de idea, se deduce qué clase de producto irá a
producirse. El atractor explora de manera caótica hasta un punto en que converge el
proceso. En términos de lenguaje formal, el acto de inspiración creativo crea su
propio lenguaje, para que el cerebro lo entienda.
La estructura jerárquica de las redes desempeña un papel importante aquí, pues un
atractor avanza poco a poco a niveles altos partiendo de niveles bajos. La dinámica
evolucionista en los niveles bajos produce elementos que en los niveles altos de las
estructuras crean patrones emergentes.
El ser humano requiere proveer autopoiesis al pensamiento, esto es, generar
creatividad. La inspiración creativa plantea sistemas de pensamiento en los que para
hallar una solución se requieren sistemas adaptativos complejos ideales. La actitud
22
creativa es, en parte, una manera refinada de potenciar la persistencia excesiva de
sistemas de pensamiento autopoiéticos.
En este sentido, el estado de conciencia creativo es estructural y funcionalmente
similar a los estados ideales de conciencia. Hay otras similaridades entre estos dos
estados. Por ejemplo, en ambos estados, la percepción viene del ciclo activo cognitivo
perceptual al remplazar referencias en la memoria, mientras al interior de la mente se
realiza una reflexión. Idealmente, al interior de la mente no existen reglas, o son
reglas borrosas, mientras la inspiración creativa asume una capa extraña de gusto por
querer conocer más o comprender algo.
En general, se habla mucho, no se busca con perseverancia soluciones óptimas; se
acepta casi de todo viniendo de otra persona con “mayor” prestigio, no se pregunta
dos veces, ni se aclaran las dudas. Se gusta por momentos de un pensamiento rápido,
un trabajo sin dificultades que satisfaga la necesidad, se mira sin vacilación una
forma. Nunca se escoge algo. No somos creativos.
La creatividad es una emergencia (ruptura) que ocasiona descarga en sí misma,
abundancia de torrentes, que alteran la paz, que excitan involuntariamente el
pensamiento; por eso somos algo, con la conciencia distinta por estremecidas sutiles y
buscando un poco de felicidad aunque el camino sea penoso y triste, el que en algunas
veces opuesto, condicionado, provocado, de color diferente al de la realidad.
Algunas veces se posee involuntariedad extrema, pero después de un vendaval se
produce una sensación de libertad, de potencia, de flexibilidad. La aleatoriedad de
imágenes y metáforas es extraña a todo; creemos tener la noción de qué es una
imagen o metáfora: algunas ofrecen un contorno más obvio, una expresión simple,...
Las experiencias de inspiración son un potencial particular de las personas creativas.
Pero difieren en intensidad, rara vez de forma.
Algunas veces, la potencia de la fuerza es sólo un medio que se experimenta como
una entidad alienada. En estos casos, relativamente raros, la inspiración creativa se
oscurece.
Por la poca potencia del pensamiento vemos el ecosistema, la sociedad, la
organización no cómo es; sólo la realidad que se cree existe, la que se quiere mirar,
no la que posee interacciones, componentes, dinámicas, orden y desorden, que
potencian el mismo pensamiento para realizar procesos creativos.
Escribir y leer depende de algunos estados del cerebro, de interacción con el
conocimiento, de procesos establecidos por agrupación de experiencias. Algunas
veces se escribe sin mucho razonamiento, intervención inconsciente de objetos
externos. ¿Qué diferencia es escribir, pintar, crear con inspiración o sin ésta?20.
Un ejemplo clásico de inspiración es la realización de dibujos de otros mundos,
construcción de cosmos desconocidos; se dice, entonces tener visiones. Toda forma
de amor, de sufrimiento, de frenesí proviene de uno mismo, quien construye y
destruye, guarda su esencia. Inefablemente es una tortura en la cual requerimos toda
la buena fe y energía superhumana.
20
Suponemos que las acciones inteligentes que realiza el ser humano son el resultado de un gran
cúmulo de interrelaciones entre un innumerable conjunto de elementos, estructurados de una manera
tan compleja que ninguna ciencia ha podido determinar al menos cuál es el inicio y el fin de los
procesos que lleven a tales acciones.
23
Para llegar a lo desconocido debe buscarse el alma. Iniciando con cualquier cosa, así
sea algo desconocido, se llega muy lejos. Si hay júbilo al final, seguro, se ha logrado
el objetivo previsto. Se destruye lo normal y se realizan saltos en aquellas cosas no
manejables, no alterables e innumerables. Algunas personas inician en el punto donde
otros han sucumbido. ¿Se ha determinado que una invención puede ser percibida,
palpada, escuchada? Al inducir más allá de la forma; dar nueva forma, no formal, es
porque se tiene un lenguaje propio en los procesos de la mente.
El arte tiene sus funciones. Los artistas son seres humanos con cualidades,
potencialidades y debilidades. Poéticamente no se requiere una acción amplia para
realizar algo. Pero poetas no son todos. El artista viaja hacia lo nuevo plasmando
imágenes internas de travesías del consciente al subconsciente y viceversa.
Los científicos también tienen experiencias de inspiración. Todos ellos, en algún
momento, de repente hallan un camino por el azar; algunas veces de manera muy
sistémica. Otras veces logran algo no buscado. Es muy fácil ilustrar papeles de
arquetipos guiados por la creatividad que serpentean continuamente en imágenes
estereotipadas, van del norte al sur o de arriba abajo.
Inspeccionar la inspiración creativa impresiona al determinar que las personas
creativas miran las cosas de otra manera. Por ejemplo, algunas personas al buscar
concebir la estructura de un objeto la piensan mientras caminan a tomar el transporte
o a una cita: no están concentrados ni en el objeto, ni en la estructura. De seguro
hallan alguna solución, no necesariamente la correcta, esto es un progreso, y luego
conscientemente la analizan. Algunas veces, trabajan arduamente en una estructura.
Pero es bueno tener descansos. Trabajar arduamente en algo, quizá meses o años,
lleva al cansancio, a estar embebido en un entorno no propicio. De vez en cuando hay
que cambiar a otro problema, tomar vacaciones, considerar otra rutina para regresar
semanas, meses o años después, a fin de representar la solución del problema que el
subconsciente ha producido. El subconsciente también soluciona muchos problemas.
Esto indicaría que una de las claves del proceso creativo es estocástico, la
combinación libre de formas en configuraciones novedosas, alejándonos de la
hipótesis original. Se aplica un método estocástico, por gozar de un almacenamiento
amplio de información factual y de entendimiento físico; también para alterar los
estados de la conciencia experimentando fallas, estados de la conciencia en los cuales
las ideas se mezclan una con otra de forma más fácil que la usual, quizá
misteriosamente, por procesos creativos inconscientes.
La combinación inconsciente de hechos nos lleva a acercarnos siempre a estados
reales del mundo físico. En química, biología y medicina, conjeturas poco precisas
han llevado a un gran número de importantes descubrimientos, similar en muchas
otras disciplinas. El proceso creativo aparentemente no cambia de un área de
investigación a otra, pero sí la calidad promedio de resultados. Esto depende de la
habilidad de ver nuevas conexiones que potencien, esto es, se requiere un sólido
cuerpo de conocimiento factual. Este cuerpo de conocimiento está determinado por el
área de estudio y por la interacción con otras áreas.
24
5. La vida
La vida es un modo de organización, de ser, de existencia, que depende del cosmos.
La vida es compleja, responde de forma natural a las transformaciones de la
naturaleza.
Hoy hay discrepancias formales e ideológicas entre las explicaciones de la vida.
Tanto el camino de crisis y cambios complejizantes que implica la evolución, como la
muerte que espera a los organismos, surge como eventos comprensibles y necesarios.
Conviene subrayar un aspecto: las reacciones químicas que se cumplen en nuestros
organismos pueden reproducirse en un tubo de ensayo sin necesidad de enzimas. Sin
embargo, la velocidad de las reacciones en este caso es increíblemente lenta. Las
enzimas no sólo constituyen entonces una manera de hacer que tales o cuales
reacciones orgánicas se cumplan más favorablemente que las otras y se oriente el
flujo metabólico, sino que son un medio de acelerar los procesos biológicos. En este
sentido, debemos recalcar que las enzimas son responsables de que las reacciones
metabólicas se cumplan a escalas temporales biológicas y no a escalas temporales
geológicas, así sea la vida de un organismo una especie de fogonazo entre el
nacimiento y la muerte.21
Nos cuestionamos mucho acerca del ser: ¿cuántas clases hay? ¿Qué es vida? ¿Cómo
evoluciona? ¿Cómo se interrelaciona? ¿Cómo se comporta en otras galaxias? Los
científicos tratan de responder estas y muchas otras preguntas acerca de los
organismos. Particularmente, intentan desarrollar conceptos, principios y teorías que
permitan comprender mejor la complejidad del ser y de los ecosistemas. Los biólogos
continúan haciendo descubrimientos excitantes para esclarecer complejidades en el
ser22.
La complejidad lleva a una reflexividad, a una apertura de razonamiento y un
continuo reconocimiento de los espacios oscuros de nuestro ser. También se requiere
aceptar que todo lo vivo, a pesar de las incertidumbres, ambigüedades y estructuras
inciertas produce la vida. El conocimiento de la vida no se detiene allí donde hay
vida.
La complejidad de la vida está en su esencia, en las múltiples interrelaciones y
retroacciones producidas por la inteligencia. La complejidad no es una idea, está
adentro y afuera, independientemente de los procesos de nuestra conciencia. La
complejidad de la vida está en la célula, el órgano, el organismo, el ecosistema,... La
vida acompaña desde siempre la historia de la especie humana, de todos los sistemas
vivos y del cosmos, el ayer y el mañana asociados.
Tal vez, erróneamente aprendimos a separar los componentes y las conexiones de los
seres; quizá nunca nos hemos detenido a analizar la complejidad existente, mucho
menos a esclarecer interconexiones. No obstante, el ser requiere agua y fuego, luz y
21
Cada ser humano, cada animal, cada árbol y arbusto, cada flor y toda otra planta y forma de vida es
en sí misma algo especial, una peculiaridad e individualidad en todo respecto. Pero sólo la vida de
forma humana, de cualquier género, es capaz de pensar y actuar de manera consciente, y de ese modo
es la más especial entre todas las vidas.
22
La complejidad agita incertidumbres al mostrarnos repentinamente conexiones insospechadas,
conocimiento impensado, caminos misteriosos, entre lo uno y lo múltiple. La complejidad son realidades
superpuestas, simultáneas, entidades aparentemente inconexas; es interconectividad, lo multidiverso, el
tejido en conjunto.
25
sombra; su vida y la de los otros, construir y destruir, salud y enfermedad,
reproducirse y morir; en definitiva, un conjunto de retroacciones transformadoras de
las interacciones entre los seres vivos que pueblan el medio geofísico (biocenosis), un
tejido en conjunto, un complexus.
La complejidad (el complexus), punto central de la reflexión, enseña que al hablar del
cuerpo hay que hablar del alma; al hablar de la psiquis se debe hablar del cosmos;
para hablar de vida hay que hablar de muerte; para hablar de la vida hay que hablar
del medio adentro y del medio afuera que están desde siempre irrenunciablemente
unidos. Por lo mismo, ninguna disciplina sola puede comprender lo complejo, sus
interrelaciones, retroacciones y emergencias; se requiere la multidisciplinariedad. Hay
que aceptar que existen aspectos que sobrepasan el saber: la sabiduría chamánica, el
lenguaje del cuerpo y de la emoción, el manejo de las energías sutiles, las
experiencias que resultan del contacto con la propuesta estética de las artes, la
sabiduría ancestral de los arquetipos, los procesos inconscientes son sólo algunas de
ellas. Varias dimensiones disciplinarias pueden sumarse como recursos para apreciar
la complejidad de la vida.
Es curioso el hecho de que no se tiene certeza de cómo funciona la evolución. La
evolución significa un desarrollo de una forma a otra para enfrentar los siempre
cambiantes retos de la naturaleza compleja. La evolución es un conjunto de procesos
adaptativos, selectivos, autoorganizadores y ecoorganizadores de los ecosistemas para
producir y autoproducir vida. Los evolucionistas sostienen que la evolución existe,
pero no determinan su mecanismo. La evolución es un proceso generado por la
complejidad de mecanismos genéticos. Los átomos y moléculas se forman, se
interrelacionan para generar plantas y animales. Sin embargo, algunos científicos
están convencidos de que la vida no existiría sin alguna forma de diseñador
inteligente. La vida es aún más compleja que cualquier máquina hecha por el ser
humano. La naturaleza está llena de diseños complicados y de belleza que dan vida a
los objetos que la contienen.
La mayoría de personas reconocen que al aumentar la complejidad de la información,
existe un aumento de capacidad de la inteligencia de quien produce tal cosa. La
mayoría de las personas reconocen que el dibujo de un niño es sólo una colección de
líneas. Pero, ascendiendo en complejidad a través de máquinas, ordenadores,... hasta
la estación orbital que puede ser considerada algo complejo jamás construido por el
ser humano o la generación de vacunas contra el cáncer, el sida,..., el aumento en
complejidad se relaciona automáticamente con una mayor capacidad de inteligencia.
Cuanto más compleja es una cosa, más inteligencia se necesita para producirla.
Pero cuando se quiere analizar la complejidad de la vida, aunque se trate de la
humilde ameba, el fenómeno no se entiende. Apreciar la vida ya posee una gran
complejidad. No se sigue la lógica de que un aumento en complejidad exige una
inteligencia correspondiente tanto mayor para crearla; entonces, la inmensa
complejidad no necesita ninguna inteligencia para su producción, hasta el punto que
no se precisa de ninguna inteligencia para elaborar la más compleja de las máquinas.
Los desarrollos actuales plantean modelos patéticamente simplificados para imitar la
complejidad del cerebro humano. Pero, las casi tres libras del cerebro humano es la
disposición de materia más compleja y metódica en nuestro mundo. Aun más
26
complejo que el mayor computador, el cerebro humano es capaz de manipular
creativamente cantidades infinitas de información de diversa índole. Su capacidad
potencia la imaginación para hallar, diseñar y entender la complejidad de la vida. El
pequeñito cerebro de una abeja u hormiga les permite a éstas mantener su
organización social muy compleja, construyendo proyectos y una comunicación de
amplia complejidad.
Los científicos han pretendido explicar la complejidad del mundo biológico, tal como
se conoce, determinando que es el producto de una evolución, es decir, de un proceso
mediante el cual las moléculas del planeta fueron asociándose e interactuaron en
reacciones que dieron origen a organismos muy simples, que luego fueron cambiando
y diversificándose hasta generar anfibios, helechos, pinos y hombres. Los
evolucionistas renuncian a aceptar la participación divina, pero se encuentran con
escollos casi insalvables. Los biólogos, por así decir, descubrieron que el mundo
físico estaba comprometido en el desarrollo de nuevas disciplinas. A finales del siglo
XX, las máquinas, en especial el computador, que posee un orden de complejidad
muy grande, no puede producir el menor indicio de vida. Por más elegantes y
seductores que sean los procesos computacionales son limitados en cuanto a su
aplicación en la vida real. ¡Los modelos adecuados serían verdaderamente complejos!
La complejidad de la vida en la Tierra se entiende como una emergencia: de la
interrelación de células formando moléculas, moléculas formando órganos u
organismos con alguna función para proveer elementos esenciales para la vida de
otros en el ecosistema23.
Pero quizá la característica más notable de la vida es que no sólo los niveles de vida
existentes generan el próximo nivel superior, sino que cada nivel tiene siempre
propiedades emergentes que no son simplemente una suma de las propiedades
anteriores. El ecosistema se autoorganiza por su interacción con otros, se equipa de
nuevos niveles, cuya vida requiere nuevas leyes dinámicas, nuevo lenguaje. En los
sistemas vivos se consigue fácilmente la integración y la interacción. Al aumentar la
complejidad, se hace difícil predecir o explicar el total comportamiento del sistema
completo.
La vida captó la energía del electrón excitado por la radiación solar, y permitió
construir intrincadas redes metabólicas, y eso ha provocado una incesante
incertidumbre y un desequilibrio, una secuencia de catástrofes, un aumento de
complejidad consistente en la aparición de nuevas estructuras y nuevos procesos. Un
ordenamiento tomó la forma de niveles jerárquicos sucesivos. El funcionamiento de
toda esa pasta fisicoquímica fue generando cucarachas, culebras, manatíes, peces que
nadan y aves que vuelan. En una de sus últimas etapas generó un cerebro que lleva a
cabo un curioso proceso: el pensamiento. Hasta no hace mucho se consideraba a los
organismos como máquinas, cosas a las que un suministro de energía las hacía
funcionar en equilibrio. Hoy, en cambio, se considera que los organismos son la
organización espacial del proceso provocado por el flujo de la energía a través de la
biosfera. Tan importante es el suministro de energía como el decaimiento a un nivel
más bajo. Este continuo decaimiento, disipación, muerte energética o como quiera
llamarse, es fundamental para que la vida transcurra a lo largo del tiempo. Demasiada
23
Como toda organización, el ecosistema se halla en desorganización/reorganización permanente.
27
vida es mortal para sí misma como para las otras vidas. El exceso de vida destruye las
propias posibilidades de vida.
El ser humano tiende a ser simplista, pues simplifica la complejidad de los sistemas y
emplea un análisis irrazonablemente simple. Aun así, no podemos más que
maravillarnos ante la complejidad, en una sencilla bacteria, de su sistema sensorial y
motor, y hacer la observación de que nuestro concepto de evolución por ventajas
selectivas es evidentemente una enorme simplificación. Y, con todo, la vida
evoluciona, no hay duda, pero hay que verla entre las especies, entre los ecosistemas,
ecoevolución.
6. Sistemas adaptativos complejos
El estudio de los sistemas, por la teoría de sistemas y otros enfoques, dispone de la
existencia de diferentes tipos de sistemas, como sistemas abiertos, complejos,
adaptativos, etcétera. El origen de los sistemas adaptativos complejos reside en la
química, la biología, la termodinámica. Sin embargo, la mayor parte de los ejemplos
prácticos se encuentra en los seres humanos (agentes, sujetos), que basados en reglas
simples producen emergentemente comportamientos complejos. Esas reglas que
permiten la toma de decisiones a los seres humanos provocan fenómenos complejos
que generan dinámicas diversas en la búsqueda de ser optimizadas y de tomar
mejores decisiones cada vez.
Existe la idea de que los sistemas humanos son diferentes a los sistemas naturales. A
pesar de compartir con la complejidad, el desorden y las emergencias, hay que
reconocer la existencia de aspectos únicos en los sistemas humanos que no están
presentes en el resto de sistemas naturales. Se trata básicamente de aspectos asociados
a la comunicación, al lenguaje, a la inteligencia; lo cual permite la creación de
interacciones y de las emergencias por ser un sistema adaptativo complejo.
La complejidad social posee las nociones de desorden y emergencia, y comparte
además el reconocimiento de la unicidad de los sistemas humanos con la teoría de
sistemas.
Realmente no existe una definición de sistema complejo, sistema adaptativo y mucho
menos sistema adaptativo complejo, pero consideremos lo siguiente. Un sistema es
considerado complejo cuando está compuesto de gran número de elementos, los
cuales interactúan entre sí generando dinámicas que producen diversos
comportamientos, poco entendibles a simple vista. Es decir, poseen niveles de
abstracción. Y podemos decir que un sistema es adaptativo si mejora su desempeño
en el tiempo, si aprenden. El ser humano tiene estas características.
Los sistemas adaptativos son muy útiles, ya que se emplean para optimizar o
encontrar soluciones que son muy complejas o complicadas: estos sistemas
encuentran soluciones ellos mismos.
El concepto que se puede obtener del estudio de los sistemas adaptativos complejos
son: la autoorganización. Asimismo, se abordan conceptos como jerarquía o red. En
el contexto de la teoría de la complejidad, las redes necesitan las jerarquías y
viceversa, y es fundamental que las relaciones sean correctas.
28
Las organizaciones deben gestionar la complejidad emergente y dar una respuesta
desde la exploración del espacio de posibilidades, a través del aprendizaje y la
comunicación.
La teoría del caos y los sistemas autoorganizados nos dan las pautas para entender
mejor el comportamiento complejo y la emergencia de nuevas estructuras
organizativas como consecuencia de un equilibrio inestable y de un caos progresivo.
En un contexto como éste, los principios de la evolución biológica pueden suponer
una guía interesante para saber qué debe hacer una organización para sobrevivir y
prosperar. Continuado con la metáfora de la biología, la autopoiesis nos ayuda a
entender que los sistemas sociales (entre los que se encuentran las empresas) recrean
sus límites y su identidad constantemente y actúan con el objetivo de resistirse al
cambio. El análisis de la autopoiesis es particularmente relevante para dos temas
fundamentales en la empresa actual: el cambio y la comunicación.
Como consecuencia directa de la complejidad, las organizaciones buscan estructuras
colaborativas y no verticales. Buscan estructuras basadas en redes orientadas al
diseño de una organización flexible e inteligente.
La evolución de sistemas complejos, como sucede en una organización, la sociedad,
el ser humano, comparte una serie de características comunes: autoorganización,
creatividad, no linealidad, adaptabilidad.
El ser humano como sistema adaptativo complejo se caracteriza no sólo por ser
complejo sino también por su adaptación al entorno, aprende a la vez que se
autoorganiza. Los sistemas adaptativos complejos revisan y reordenan
constantemente sus componentes como respuesta a los estímulos que reciben del
entorno, se caracterizan por las dinámicas y emergencias que impiden que el sistema
permanezca en equilibrio. Como consecuencia de las interacciones que los seres
humanos individualmente producen, emerge una estructura global que a su vez
influirá en el comportamiento de los mismos seres humanos.
La teoría de los sistemas adaptativos complejos pretende modelar el desarrollo de las
actividades organizacionales, desde las interacciones humanas a las interacciones
sociales de las organizaciones. Por tanto, trata de establecer cuáles son las variables
que determinan cada una de las decisiones que se pretende entender. La teoría de la
complejidad puede aportar visibilidad sobre las variables que determinan la respuesta
ante determinadas situaciones, ayudando a los gestores a adquirir un conocimiento
más preciso o a reducir el tiempo en el proceso de adquisición de conocimiento.
También en ocasiones puede incurrir en una falsa promesa de predictibilidad de la
realidad, intentando estabilizar la zona inestable en un sueño por volver a los sistemas
causa – efecto.
Debemos tratar de entender a cada organización dentro de su entorno y sistema
establecido de relaciones, partiendo de dos premisas fundamentales: que la
organización no puede desarrollarse y vivir de forma aislada al entorno, sea este cual
fuere, y que las acciones que desarrolla en su proceso vital tienen un impacto en ese
entorno.
La teoría del caos y de la complejidad es aún emergente y precisa de muchos
desarrollos para establecer bases científicas reales. De hecho, en las últimas dos
décadas, muchos científicos de los campos más diversos, astronomía, física, química,
29
geología, biología, etcétera, han visto en la teoría de la complejidad una probable vía
de solución a la interpretación de la realidad, o a la explicación de lo que realmente
puede suceder, tratando de establecer sistemas previsibles.
Los sistemas que se pretenden analizar desde el punto de vista de la complejidad
tienen un carácter dinámico, evolucionan en el tiempo de forma variable.
El comportamiento de los sistemas puede ser dividido en dos zonas. Se tiene la zona
estable, en la cual si el sistema es turbado, vuelve al estado inicial; y la zona
inestable, donde una pequeña distorsión provoca futuras divergencias. Normalmente,
los sistemas operan en los límites entre las dos zonas, lo que algunos autores definen
como zona de transición o el “borde del caos”. Por tanto, podemos llegar a tener la
estabilidad del instante, la foto fija de una situación donde todos podemos entender
cuáles son las variables y así el sistema puede estar perfectamente definido pero con
un comportamiento dinámico impredecible.
Las empresas siempre se han observado desde la zona estable, tratando de establecer
sistemas predecibles, basados en la mecánica newtoniana del principio de acción
reacción o causa efecto.
Los modelos de análisis pierden su supremacía, la contingencia pierde su significado,
la planificación a largo plazo se hace imposible, antes también lo era, las visiones se
convierten en ilusiones, el consenso y las culturas fuertes se hacen peligrosas y las
relaciones estadísticas son dudosas.
El doble fenómeno de la unidad y de la diversidad de las culturas es crucial. La
cultura mantiene la identidad humana en lo que tiene de específico; las culturas
mantienen las identidades sociales en lo que ellas tienen de específico. Las culturas
están aparentemente encerradas en sí mismas para salvaguardar su identidad singular.
Pero, en realidad, también son abiertas: integran en ellas no solamente saberes y
técnicas sino también ideas, costumbres, alimentos, individuos provenientes de otras
partes. Las asimilaciones de una cultura a otra son enriquecedoras.
Las organizaciones están compuestas por activos físicos y por activos intangibles. El
capital humano, capital relacional, y capital estructural; las personas y su
conocimiento, sus normas y valores... todo ello constituyen un sistema vivo, que
coevoluciona con su entorno.
Esos activos intangibles, que podríamos denominar también imprevisibles, son los
protagonistas de la gestión. Porque la gestión es decisión, y las personas son las que
toman las decisiones con base en su conocimiento, siempre con un cierto grado de
incertidumbre.
La teoría de la complejidad puede aportar visibilidad sobre las variables que
determinan la respuesta ante determinadas situaciones, ayudando a los gestores a
adquirir un conocimiento más preciso o a reducir el tiempo en el proceso de
adquisición de conocimiento. También en ocasiones puede incurrir en una falsa
promesa de predictibilidad de la realidad, intentando estabilizar la zona inestable en
un sueño por volver a los sistemas causa – efecto.
Debemos tratar de entender a cada organización dentro de su entorno y sistema
establecido de relaciones, partiendo de dos premisas fundamentales:
1. Que la organización no puede desarrollarse y vivir de forma aislada al entorno sea
éste cual fuere.
30
2. Que las acciones que desarrolla en su proceso vital tienen un impacto en ese
entorno.
Esto genera a su vez dos requerimientos básicos para toda forma de vida:
· Instinto para perpetuar su especie.
· No poder destruir el hábitat del que depende para sobrevivir implica un principio de
compatibilidad necesaria con el entorno.
Hasta allá donde las leyes de la matemática se refieren a la realidad, no son ciertas.
Y hasta allá donde son ciertas, no se refieren a la realidad.
Albert Einstein
Conclusiones
La sociedad humana constituye un ecosistema social que integra espacialmente
grupos humanos muy diversos. Unos grupos que reproducen en formas nuevas sus
diferencias a través justamente de las relaciones que los vinculan.
La sociedad no sólo integra un alto grado de variedad espacial; también incluye
rasgos esenciales de una elevada tasa de variabilidad. Ahora bien, la variedad, al ser
en este análisis un signo distintivo de la complejidad, es una emergencia.
Debido a la complejidad que caracteriza al ser humano, éste debe extraer cada vez
más información o, mejor, debe producir cada vez más información. Esa información
la inyecta en su sociedad como conocimiento, pues son muy variadas las formas que
éste adopta el pensamiento: predicciones, prospecciones, proyecciones temporales,
retroacciones, etcétera. Imaginar el futuro y reconstruir el pasado son tareas cada vez
más importantes para una sociedad que reproduce su complejidad en el tiempo de
manera ampliada, incrementándola.
A este respecto, el ser humano enfrenta varios problemas básicos que llegan a
constituir auténticas aporías en las que se juega sus posibilidades de supervivencia.
En la medida que vivimos en una sociedad que produce de manera acelerada
conocimiento acerca de sí misma, y que al propio tiempo está cada vez más
diferenciada, resulta casi inevitable que la tasa de producción del conocimiento sea
superior a la tasa de difusión del mismo. Por lo que, cuanto más se conoce a sí misma
la sociedad, en cierto modo más se desconoce a sí misma, pues más dificultad tiene
para estar al corriente de que, en algún lugar de sí misma, se ha generado ese
conocimiento. En otras palabras, el (auto)conocimiento social desigualmente
localizado produce de hecho opacidad social. Y no sólo opacidad social en el nivel
micro —opacidad que ha existido en todas las sociedades—, sino también en el plano
macro.
Pero, además, ese conocimiento desigualmente producido y difundido es objeto de
utilización estratégica por los agentes que pueden hacerse con él, lo cual contribuye
poderosamente a que la relación entre su producción y su difusión no es lineal.
Cuando el conocimiento se utiliza como arma estratégica, no interesa tan sólo
obtenerlo, sino también evitar su obtención por otros agentes. Se traba así una
dialéctica compleja, en la que la capacidad de producir información corre pareja con
la habilidad para generar desinformación, en una relación reflexiva multipolar y con
infinidad de niveles.
El incremento del autoconocimiento del ser produce un incremento de su diversidad
31
cognitiva y, como consecuencia de esa diversidad, constituye un factor importante de
inestabilidad e imprevisibilidad. En definitiva, representa un factor más de riesgo24,
por ser una realidad emergente, que se sale de los esquemas cognitivos de cuyo
desajuste es efecto, al tiempo que expresión, y no podrá por tanto ser previsto a partir
de esquemas.
¿Estamos, pues, condenados a un futuro cada vez más impredecible, tanto más cuanto
mayor es nuestro empeño por conocerlo y por tomar posiciones estratégicas en
relación con el mismo? En cierto modo, sí. Pero un futuro cada vez más impredecible
no tiene por qué ser un futuro crecientemente intratable. Hay que aprender a tratar
con el futuro en tanto que futuro, no como extrapolación del presente, a partir de la
clara conciencia de cómo no va a ser.
También la lógica ha debido renunciar a algunas de sus pretensiones de conocimiento
iniciales, al descubrir procesos de limitación que afectan sus formalismos. De forma
análoga, tal vez la propia constitución de nuestra sociedad impida una previsión
positiva de su futuro. Pero quizá permita delimitar negativamente algunas
características formales de su posible evolución.
Una de las muchas razones para estudiar sistemas complejos es que su aproximación
permite entender el comportamiento e interacciones de los elementos.
Bibliografía
Las referencias bibliográficas son considerables, no se han anotado intencionalmente,
se escribe una selección bibliográfica. El lector interesado, con la realización de
lecturas adicionales y de su cultura y creencias formará su propia opinión. Además, se
revisaron en parte textos provenientes de culturas tan distantes a la nuestra y aunque
no se trata aquí de excluirlas, no se escriben por no completarse su lectura.
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