“Me siento orgullosa y honrada de llevar adelante un trabajo inspirador” El CIP se enfoca en dos cultivos de alto impacto El Centro Internacional de la Papa (CIP*) está celebrando este año su 45 aniversario. La Dra. Barbara Wells es su Directora General desde febrero de 2014. Recientemente nos contó por qué son tan importantes las papas, por qué le fascina el camote y lo que el futuro podría depararle al CIP. A muchas personas en el mundo las papas pueden parecerles bastante aburridas. ¿Qué las hacen tan fascinantes para usted? Eso tiene que ver con mi niñez. Yo crecí en campamentos mineros de los Andes de Perú y Bolivia. Las papas eran fundamentales para las dietas y los medios de subsistencia de los mineros y agricultores pobres de la región, sus familias y comunidades. Las papas nativas, ya sean frescas o liofilizadas, constituían un alimento básico de nuestras propias comidas familiares. La variedad y diversidad de las papas me han fascinado desde entonces, al igual que su importancia en las culturas andinas, que se remonta a 4000 o 5000 años. ¿Cómo ha sido reconectarse con las papas y el Perú? Cuando me uní al CIP y regresé a los Andes, recordé la historia profunda y la diversidad de las papas y su importancia para el sustento humano. Volver a conectarme con la cultura y geografía de la sierra del Perú sigue siendo un placer. Para mí, los Andes contienen algunos de los más bellos paisajes y las personas más maravillosas del mundo. ¿Cuál es la importancia internacional de las papas hoy en día? La papa se expandió desde su centro de origen en los Andes hasta convertirse en un alimento básico de las familias pobres de todo el continente americano, Asia, Europa y África. Actualmente es el tercer cultivo alimenticio más importante del mundo después del arroz y el trigo. Las papas alimentan a más de mil millones de personas. Más de un tercio de la cosecha proviene de los pequeños agricultores. El cultivo tiene un impacto impresionante sobre la seguridad alimentaria, la nutrición y para sacar a los pequeños agricultores de la pobreza. Una joya de la corona…¡de color naranja! Pero el CIP rebasa al cultivo que le da nombre… Sí: también concentramos nuestra atención en el camote. Desde que me incorporé a la organización, he encontrado otra fuente de fascinación con este cultivo, y especialmente con el camote de pulpa anaranjada. En mi opinión, este camote es la joya de la corona del movimiento de biofortificación de cultivos. Junto con nuestros donantes y socios, el CIP ha determinado una clara evidencia de sus beneficios: el consumo diario de 100 a 125 gr de camote de pulpa anaranjada satisface los requerimientos de vitamina A de los niños y ayuda a eliminar la ceguera infantil. ¡Esto nos inspira a continuar dirigiendo este trabajo! ¿Eso fue lo que la convenció a cambiar el sector privado por un mundo tan diferente como el del CGIAR**? En realidad no fue una cuestión de ser “convencida” a cambiar de sector. Yo elegí estudiar agricultura y desarrollar mi carrera agrícola poniendo un énfasis especial en los países en desarrollo. Esa decisión se derivó de un compromiso personal. Desde el inicio quería ayudar a mejorar los medios de subsistencia y a alimentar sosteniblemente al mundo, donde fuera que trabajara. Muchas personas que escogen un camino profesional similar comparten esa visión y pasión. Más de 10.000 variedades de dos cultivos Eso la deja con una variada oferta de trabajos. ¿Por qué el mundo necesita al CIP? En el meollo de ello subyace una observación que ya hice: la papa —y, debo recalcar, el camote— cumplen un papel fundamental en la vida de los pequeños agricultores y en la alimentación de millones de personas. Pero hay más que eso. Ambos cultivos maduran más rápido que los cereales y, por lo tanto, pueden evitar lo que serían meses de hambruna hasta la siguiente cosecha de granos. Además, ambos cultivos son altamente resistentes a condiciones climáticas extremas. La papa usa el agua de forma más eficiente que la mayoría de cereales, y el camote es más resiliente a desastres como los tifones, que los cultivos que crecen encima del suelo. Estas características se volverán aún más importantes a medida que aumente la temperatura global y las crisis climáticas sean más frecuentes. Por lo tanto es vital que el mundo proteja la diversidad del germoplasma de la papa y del camote para las futuras generaciones. El banco genético del CIP contribuye de manera sustancial a esta tarea. Cuenta con más de 4500 variedades de papa y 6000 de camote. ¿Cuáles fueron sus primeras impresiones del CIP y cuánto han cambiado desde que llegó? Ante todo, estoy muy impresionada por nuestro plantel de colaboradores en todo el mundo. Tenemos 700 personas trabajando en 30 países. Ellas están absolutamente dedicadas a mejorar las condiciones de vida de los pobres del mundo. Antes de mi ingreso, conocía al CIP básicamente por su trabajo con papa en América Latina. Ahora entiendo mucho mejor nuestro impacto global. Nuestro trabajo a lo largo de las cadenas de valor mejora notablemente la vida de los pequeños agricultores, especialmente de las mujeres. Constatar ello de primera mano es a la vez una lección de humildad y una gran fuente de orgullo. Raíces, tubérculos y género A propósito de las pequeñas agricultoras: el CIP pone un gran énfasis en la igualdad de género. ¿Por qué eso es tan importante en los cultivos de raíces y tubérculos? Integrar la perspectiva de género a lo largo de nuestra investigación es esencial para el impacto y para la equidad. A menudo las mujeres son las principales productoras, procesadoras y beneficiarias de los cultivos de raíces y tubérculos. En Malawi, por ejemplo, las mujeres consideran a la papa como un cultivo comercial y alimenticio clave. Sin embargo, rara vez reciben el asesoramiento agronómico que les permitiría mejorar sus rendimientos. La falta de capacitación comercial igualmente les impide participar plenamente en los mercados potenciales. La adopción del camote de pulpa anaranjada es un estudio de caso de ‘género’ particularmente importante. A pesar de que el camote es ampliamente sembrado y consumido en el sub Sahara africano, el camote de pulpa anaranjada no era común anteriormente. Hacer participar a las mujeres en educación nutricional y en los sistemas de producción de esquejes cambió las actitudes de la sociedad. Ahora, el trabajo del CIP y sus socios con camote de pulpa anaranjada ha beneficiado ya a 2.2 millones de hogares en la región. El CIP también hace hincapié en la necesidad de “innovación y creatividad a lo largo de nuestras actividades”. ¿Qué significa eso en la práctica? Reducir la pobreza y lograr seguridad alimentaria y nutricional para los pequeños agricultores y sus familias conlleva grandes desafíos. La única manera que podemos satisfacerlos es siendo innovadores. Tenemos que comprometernos activamente con nuestros socios y con las personas cuyas condiciones de vida buscamos mejorar. Tenemos que mirar 20 a 30 años por delante, y ser capaces de pensar con originalidad. Y lo que es más importante, necesitamos escuchar: las mejores innovaciones tienden a provenir de los agricultores y se construyen sobre las ideas de otros. Nuevas asociaciones y mayor fortaleza ¿De qué manera los centros del CGIAR pueden lograr poner más variedades fruto de la I+D en manos de los pequeños agricultores? Las alianzas, tanto públicas como privadas, cumplen un papel esencial. Pueden acelerar la llegada de variedades más nutritivas y climáticamente inteligentes a los campos de los agricultores. El CIP depende en gran medida de sus socios locales. Ellos conocen los sistemas de distribución y la cultura de sus compatriotas y las preferencias de los consumidores. Tales conocimientos son muy valiosos tanto para el mejoramiento como para la entrega de variedades. Le pongo el siguiente ejemplo del impacto de nuestro trabajo: solamente en China, los pequeños agricultores siembran cada año una de nuestras variedades en más de 400.000 hectáreas. En forma paralela a la cooperación va el fortalecimiento de la capacidad. Desde hace muchos años el CIP está usando el modelo de ‘plataformas geográficas de mejoramiento’ del camote en el sub Sahara de África. Dichas plataformas hacen las mejoras de acuerdo a las preferencias locales y agroecologías específicas. Atraen mejoradores de diferentes países quienes al regresar a sus lugares de origen están mejor preparados para conseguir cultivos más valiosos para las comunidades que sirven. ¿Qué papel avizora para socios del CIP como la Fundación Syngenta (SFSA en inglés)? Un reto frecuente de nuestro trabajo es el ‘escalamiento’, es decir asegurar el impacto a gran escala. La SFSA es buena ayudando a organizaciones como el CIP a establecer asociaciones público-privadas para mejorar la capacidad de adopción a gran escala de nuestras innovaciones. Hasta ahora hemos trabajado juntos principalmente con la papa. Creo que hay grandes oportunidades de extender nuestra colaboración al camote. ¿Dónde ve el liderazgo del CIP en los próximos cinco años? Tenemos una base sólida y una larga historia de mejoramiento de las condiciones de vida de los pobres del mundo. Veo esa posición fortaleciéndose aún más a medida que enfrentemos nuevos y cambiantes retos. El CIP está bien posicionado para ayudar a alcanzar los Resultados a Nivel de Sistemas del Marco de Resultados Estratégicos del CGIAR, así como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU***. ¿Cómo ve el futuro del CGIAR en general? El CGIAR tiene muchos centros y más de 40 años de experiencia. Esta asociación global es un proveedor líder en investigación agrícola para el desarrollo. El CGIAR contribuye al esfuerzo mundial para reducir la pobreza y el hambre, mejorar la nutrición y reducir la degradación del medio ambiente. Sigo viendo una fuerte y cambiante necesidad de este trabajo; en un mundo desafiado por el cambio climático, pronto tendremos que alimentar a nueve mil millones de personas. Barbara Wells tiene más de 30 años de experiencia en el desarrollo de estrategias comerciales, técnicas y reglamentarias para el lanzamiento de productos agrícolas. Antes de su incorporación al CIP fue Vicepresidenta de Estrategia Global en Agrivida. Esta empresa desarrolla materias primas para biocombustibles y bioproductos. Previamente, fue Presidenta (CEO) de ArborGen, empresa de plántulas de forestería que vende más de 35.000 plantones al año. Wells tiene un doctorado en Agronomía/Manejo de Malezas por la Universidad Estatal de Oregon. Se crió en Perú y Bolivia y radicó en Brasil muchos años. Habla portugués y español. A Wells le encanta viajar y experimentar nuevas culturas y es una gran excursionista y pescadora. “Lo más importante”, subraya, “valoro disfrutar el tiempo con mi esposo y nuestras hijas siempre que sea posible”. * www.cipotato.org/es ** www.cgiar.org *** Para más información sobre los Resultados a Nivel de Sistemas del Marco de Resultados Estratégicos del CGIAR, visite: www.cgiar.org/our-strategy Para más información sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas: http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/